Ayayayaaaayyyyyy llegó el verano,
y con él los mosquitos, la interminable sucesión de eventos veraniegos, y el
momento de llevar el implacable bikini.
Si bien anticipamos todo el año esta época, cuando llega no hacemos más
que quejarnos. En el invierno soñamos con el sol, con la pileta, con las
playas, pero ni bien hacen su entrada los 40º de calor y humedad tropical
de nuestro adorable rinconcito de América,
ya empezamos a llorar lágrimas de sudor.
¡Es que indiscutidamente nuestro calor hace que se sude hasta por los ojos! Es
que con tanto calor dan ganas de llorar. Pero hasta cuando lloramos, lo hacemos
sin gusto, ya que sabemos que en realidad esas no son lágrimas: es puro sudor
ocular.
Pero para completar el cuadro tatakuá veraniego, porque en enero todas
nos sentimos como unas chipas (algunas pirú y otras rellenitas de so’ó) que
están en un inmenso tatakuá invisible. Nada nos quita el calor y ni el aire de
abasto. Si bien tenemos instalados splits hasta en el baño y la cocina para
hacer frente al verano, juuusto es la época en la que empiezan los
interminables apagones de la ANDE y con cada corte de luz terminás
prendiéndoles velas a tus santos para que tus splits sobrevivan a la baja
tensión a los cortes inesperados y que vuelva la luz a la noche para que al
menos puedas dormir sin el arrullo de los mosquitos zumbándote en el oído
mientras te chupan hasta el sudor chorreado y de paso te contagian dengue.
Y lo peor, es que con el calor, siempre habrá alguna amiga desubicada
que se le ocurra casarse el 3 de enero al medio día. ¡Y ahora que se pusieron
de moda los brunchs hasta de mañana
nos toca madrugar para ir todas producidas a los eventos mañaneros y solo para
terminar con la base corrida y el
colorete chorreado hasta el mentón estoicamente aguantando el calor del medio
día en el bendito evento que decidieron hacer al aire libre y sin aire. Yo ya
me acostumbré a adoptar el look abuelita, llevando a cuestas mi abanico para
evitar terminar apantallándome con el posa vaso, el brochure, o cualquier
cartón, papelito, o papel que encuentre in
situ.
Finalmente tenemos tiempo – gracias a las tan anticipadas vacaciones
-para enchularnos, para broncearnos, ponernos en forma y estamos divinas, ¡pero no tenemos
ningún lugar a donde ir! Toda la ciudad de Asunción parece una mina abandonada
del viejo oeste. La poca gente que no agarró la última promo a Cancún o Punta
Cana en 12 cuotas se pegó el raje a San Ber o a Encarnación. Tras el rosario de
eventos de Diciembre, que el lanzamiento de Pea y la inauguración de Moa, los
interminables eventos familiares, más todas las miles de despedidas del año que
del cole de los chicos, que de la comisión vecinal, que del grupo del tennis,
que del grupo de timba, que del grupo del chat paralelo del curso, que de las
ex compañeras de colegio, las ex compañeras de facu y hasta de las ex
compañeras del grupo de oración viejo. Parece que tanta despedida surtió efecto
y toda la gente se fue de a de veras. Más bien parece que de repente toda la
gente que conociste fue abducida por extraterrestres y vos estás más sola que
una neurona en la cabeza de una Barbie.
El problema con el verano, es que antes de enero está diciembre. Sería mucho más práctico que la temporada de
lucir el bikini sea antes de la fiesta y no inmediatamente después y sin
posibilidad de reponernos antes de que nos toque ir a la playa a tratar de
lucir un trikini sin parecer una mortadela mal cargada y tratar de lucir
divinas y bronceadas y no unas tristes morcillas tostadas a la parrilla. Lo triste es que ni bien llega enero y nos
toca ir a la playa, deseamos de corazón convertirnos al islam para cambiar el
bikini por un amplio burkini que nos tape todos los michelines amasados a puro
turrón, sidra y pan dulce.
Finalmente las calles están desiertas, al fiiin podemos circular sin
tráfico, y llegar en 5 minutos a todas partes. ¡Pero sácate! Olvidate de este
placer veraniego porque este año se vino el niño, y por más de que las calles
estén desiertas finalmente, no va a parar de llover, al punto que en vez de
desear la última BMW X5, vas a terminar deseando comprarte una canoa último
modelo para hacer frente a tanto raudal. Lo único que va a cambiar es que en
vez de despotricar contra Samaniego, empieces a maldecir a Mario.
Pero sin lugar a dudas, lo peoooor del verano es quedarse atrapada en
la ciudad y que se vaya la luz, y en medio de la lluvia, el sofocón, el apagón,
el dengue que seguro te vas a agarrar, lo único que tengas para entretenerte
sean las redes sociales en tu celular y tengas que ver las fotos vacacionales
de toooodas tus amistades en vivo y en directo mientras la envidia menos sana
imaginable te corroe las entrañas.
¡Que les sea leve a ustedes mis queridas lectoras!
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