Las colaboraciones entre artistas y diseñadores no son una
novedad en el mundo de la moda. Desde la
época de los surrealistas, Salvador Dalí ya estaba incorporando pinturas de
langostas en vestidos y creando sombreros con forma de zapato para la
diseñadora Elsa Schiaparelli. La gran amistad entre ambos nutrió una larga
colaboración creativa.
La moda también ha mirado al arte para nutrirse. Tal es el
caso de la diseñadora de Hermés en los años 30, Lola Prusac, quien inspirada en
la obra del pintor holandés neoplasticista de los años 30, Piet Mondrian, creó
una línea de equipaje y carteras para la famosa firma francesa. Muchos años
después un joven Yves Saint Laurent,
inspirado en la obra del mismo artista, crearía en 1965 una colección entera de
vestidos Mondrian que tuvo un impacto profundo en la moda de la época, siendo
recordada hasta hoy en día.
La amalgama de arte y moda es tan estrecha que es celebrada
tanto en el ámbito del arte como en el ámbito de la moda. Tal fue el caso de la
alianza de Alexander McQueen con Damien Hirst en el 2013, las referencias
sutiles de Kate y Laura Mulleavy al incorporar en la colección de Rodarte de
2012 referencias a la obra del pintor impresionista Vincent Van Gogh y de las
alianzas de la firma Louis Vuitton con los artistas Cindy Sherman, Richard
Prince, Yayoi Kusama, Takashi Murakami y Daniel Buren. La colaboración no se
limitaba a los productos, sino también a sus vidrieras e incluso Buren llegó a
orquestar el desfile de Louis Vuitton de
2013 con total libertad, teniendo como resultado un desfile inolvidable en el
Louvre que dejó sin aliento a todos los presentes, dando aires performáticos a
la presentación.
La moda abraza con entusiasmo al arte, ya sea como
influencia cultural, o direnctamente con colaboraciones con artistas que
otorgan nuevos sentidos, valor y dimensión al diseño. Estas alianzas, más allá
del vínculo habitual entre la moda y el arte, tienen fundamentos comerciales
que resultan provechosos para ambas partes. Por un lado, la marca apoya al
artista, y al hacerlo, también está apoyando a la cultura: a la promoción de la
obra del artista en particular y del arte en general. Por otro lado, el nombre
del artista otorga a los productos de la marca un valor agregado, una firma de
un valor que supera cualquier certificación de calidad: el sello del arte.
Localmente una de las marcas que más activamente ha
explorado los territorios de las alianzas con artistas es la marca de tejidos
Pilar. La primera experiencia se dio en el 2011 con el pintor hiperrealista
Hernán Miranda, quien incorporó las estampas de los tejidos de la marca en una
serie limitada de cuadros. Al año
siguiente decidieron cambiar el formato, invitando al famoso pintor Ricardo Migliorisi
a diseñar estampas con su colorida impronta para la línea de tejidos de
tapicería de Pilar. Con el mismo formato siguieron dos colaboraciones más con
artistas, con Koki Ruíz en el 2013 y con la pintora naif Ysanne Gayet en el
2015.
Estas experiencias, además de innovadoras tuvieron una
enorme difusión localmente agotándose la mayoría de los productos en poco
tiempo. Pero más allá del suceso comercial, para la marca, este tipo de
alianzas significan una acción de responsabilidad social, una manera de apoyar
a la cultura del país y revalorizar el trabajo de nuestros artistas.
Además de la abundante prensa y repercusión de estas
alianzas la marca se beneficia generando fidelidad con el cliente, otorgándole
año tras año un producto diferenciado, exclusivo y con valor agregado.
Indiscutidamente, mucho más allá de lo comercial, las alianzas de moda y arte
son inversiones en imagen, beneficiosas para ambas partes y enriquecedora
también para el consumidor final del producto.
Indudablemente, cada vez veremos más de estas colaboraciones
en el mercado local. Ya que cuando una fórmula funciona, tiende a replicarse. Y
ojalá surja una ola continua de colaboraciones de arte y moda. ¡Lo estoy
esperando con ansias!