Foto: Victor Candia / Campaña OCRE |
Indiscutiblemente, en materia de moda, uno de nuestros
grandes valores es la artesanía. Su valor va mucho más allá de lo obvio – su
valía representativa y cultural – ya que incluso podría ser vista como un
objeto de deseo por personas de otras nacionalidades que no tienen ningún
vínculo con la misma, pero que no obstante se sienten maravillados por su
unicidad.
En un mercado global donde competimos a la par con otros
países con mayor capacidad de producción, procesos industriales mejor
desarrollados y más tecnologías disponibles no sólo hay que enfocarse en
igualarnos técnicamente, sino también en destacar aquello que nos hace no menos
competitivos sino diferentes. En todo proceso de industrialización, en toda
mecanización, indefectiblemente lo artesanal se ve socavado ante la gran
dicotomía de la calidad y la cantidad. Es muy difícil–para no decir imposible-
producir algo artesanal a gran escala. La calidad se ve casi siempre afectada
cuando priorizamos la cantidad, y cuando por el contrario damos prioridad la
calidad, la cantidad se ve reducida, lo que nos hace menos competitivos.
Por este motivo, es vital, cuando hablamos de artesanía,
alejarnos de lo masivamente producido y buscar segmentos donde lo que podrían
ser vistas como “desventajas” a nivel productivo, se conviertan en puntos a
favor.
El mercado del lujo, es uno de los pocos sitios donde lo
artesanal aún tiene cabida. Dentro de este mercado, la manualidad de la
producción – el “hand made”- es un gigantesco valor agregado, y las series
limitadas se traducen automáticamente a “exclusivo”, lo que también suma al
valor del producto. Pero ojo, que sea
hecho a mano y de serie limitada, no hace que lo artesanal califique de por sí
como un producto de lujo.
Para poder venderlo como tal, hay que primero
tratarlo y pintarlo como tal. El desafío de lo artesanal en este caso está en
los detalles, enfocándose primeramente en el diseño, prestando una enorme
atención a las tendencias, sin descuidar en lo más mínimo la calidad de
producción. Nuestro producto debe ser perfecto, debe justificar el alto precio
y pasar por un sistema de control de calidad en donde cada detalle sea
atendido. Por otra parte, cuando hablamos de lujo, hablamos de imagen, por lo que
no solo hay que prestar atención especial al producto, sino también a su
presentación y en especial a su comunicación.
Otro mercado donde lo artesanal es muy valorado es el de la
moda sostenible. Nuestra producción artesanal, de por sí, tiene un bajísimo
impacto negativo en el medio ambiente. Dentro del rubro textil ya hay numerosas
empresas que se centran en lo artesanal desde la perspectiva de la moda
sostenible, empleando materias primas orgánicas y políticas de fair trade que
revalorizan al producto en el mercado internacional. Al elegir apoyarse en esta
fortaleza de lo artesanal para desarrollar un producto hay que prestar atención
a las certificaciones internacionales, seguir una línea de diseño y de
presentación que acompañe a este concepto y por supuesto poner mucho énfasis en
la comunicación de todos aquellos valores comunitarios, culturales, productivos
y medioambientales que hacen de lo artesanal algo con un valor agregado muy
especial y significativo.
Localmente, lo artesanal siempre ha tenido un mercado muy
importante vinculado a su cualidad representativa de lo nuestro. Sin lugar a
dudas, lo artesanal tiene una colosal carga cultural que lo convierte en el
souvenir ideal de la tierra guaraní y en elementos integrados perfectamente al
cotidiano de toda persona paraguaya, acostumbrada a incorporarlo a su
indumentaria y a su día a día. El desafío también está en descontextualizar al
producto; en darle un valor intrínseco que no dependa de lo representativo y
contextual. Que la carpetita de ñanduti sea tan atractiva para una ama de casa
en Suecia como lo fue siempre para nuestras abuelitas; que la camisa de ao poí
sea llevada con igual naturalidad por una japonesa durante el verano Europeo
que por una Caacupeña veraneando en San Ber. Piensen en el sombrero de Panamá,
un producto artesanal ecuatoriano que trascendió todas las fronteras
imaginables y hoy se puede encontrar en el guardarropa de personas de todas las
nacionalidades que se les ocurra, algunas de las cuales incluso ignoran su
procedencia original ya que se ha convertido en un elemento de uso habitual en
todo el mundo cuyo valor está más puesto en su calidad, diseño y funcionalidad
que en su valor representativo.
Para trascender fronteras con un producto artesanal, hay que
innovar, salirse de lo tradicional y habitual, prestar mucha atención al
diseño, a la calidad, a la imagen, innovar, saber comunicar y saber presentar
al producto. Cumpliendo con estos
cometidos, nada es imposible. Y quien sabe, el sombrero pirí podría
perfectamente convertirse en el sombrero it de todos los hipsters mileniales.
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