Víctor Candia, 37, es un fotógrafo paraguayo que reside desde hace algunos años en Buenos Aires. Trabaja desde hace poco más de 21 años en lo visual. Empezó como dibujante del suplemento escolar de un diario asunceno, para ser pronto trasladado al departamento creativo de publicidad del mismo. A partir de ahí recorrió una sucesión de agencias de publicidad, editoriales, productoras, etc., en las que se desempeño como diseñador, director de arte, creativo, ilustrador e incluso editor.
Como diseñador gráfico acumulo muchos años de experiencia en publicidad y diseño editorial, su trabajo fue seleccionado para el libro “Latin American Graphic Design” de la editorial Taschen, publicado recientemente como un compendio de la mejor gráfica realizada en la región.
Hace 5 años dio un giro a su carrera al convertirse en fotógrafo, actividad que hoy abarca la mayor parte de su tiempo productivo, realizando editoriales de moda y retratos para diferentes revistas de Argentina, Paraguay y Brasil, además de campañas publicitarias para España, Argentina y Paraguay, y dedicando siempre tiempo a sus proyectos personales en fotografía e ilustración.
Al ver sus retratos, se hace palpable su talento para desnudar a sus sujetos, dejando traslucir su alma y permitiéndole impregnar a la fotografía con su esencia. Tal vez sea este el motivo de que sus fotografías tengan esa magia tan particular, que configura la conjugación perfecta entre lo extremadamente real y lo etéreo. Sus fotografías de moda carecen de la frivolidad de ese mundo, siguiendo una estética intimista y sin artificios, centrada en revelarnos mucho desde lo mínimo.
Observando cada imagen, uno se hace partícipe de la complicidad que nace entre su lente y sus sujetos. Una complicidad que revela mucho más de lo aparente. Cada toma está extremadamente cuidada no solo en cuanto a aspectos técnicos, sino también artísticos, hasta lograr hacer poesía con la cámara. En esta sutileza que permite, a través de un simple gesto o una mirada capturada en un instante, imaginarnos un mundo interior, privado e íntimo, se encuentra la sensibilidad de un artista, a quien en esta edición invitamos a conocer.
¿Cómo se dio el salto de la ilustración a la fotografía?
Más que un salto, creo que todo fue una progresión paulatina, desde el diseño editorial y la dirección de arte en sesiones fotográficas. Ya faltaba muy poco para que tome la cámara en propias manos. Cuando supe que podía hacer fotos lo suficientemente bien, empecé y las cosas se dieron naturalmente. Al final, sea diseño gráfico, ilustración o fotografía, lo que hago es comunicación visual. Te estoy diciendo algo, te estoy hablando, solo que en lugar de palabras, uso imágenes. Es todo parte de lo mismo, de lo visuales que somos los humanos.
¿Qué medio te permite mayor expresión, la ilustración o la fotografía?
Un ilustrador tiene absoluta libertad para crear su mundo y sus seres, solo su imaginación lo limita, así que te respondería que la ilustración. En cambio la fotografía, que es un registro de lo que existe, es más bien una manera de señalar, de llamar tu atención hacia algo en particular, hacia cierta situación de luz o una mirada particular de la persona que retratas y lo que eso te sugiere a vos, y que probablemente le sugerirá también a las personas que vean esa foto. Esto no implica en absoluto que la fotografía te limite, vos decidís qué mostrar, como mostrarlo, que matices usar. Tenes toda la libertad que estés dispuesto a permitirte.
¿Tiene cabida el arte dentro de un editorial de moda?
Es cierto que la moda es algo mayormente frívolo, pero una editorial de moda en una revista también es un formato de expresión ampliamente abierto. Esas 6 o 10 páginas que tenés para mostrar algo, establecen un canal muy directo de comunicación entre el autor y el receptor, así que no es ninguna sorpresa encontrarse con gente con mucho talento y mucho que decir usando el formato para hacer cosas con contenido muy consistente. Si nos ponemos a citar a genios como Ryan McGinley o Hedi Slimane, nos quedamos sin espacio suficiente. Son editoriales de moda, si, pero también son algo más. Además, creo que está suficientemente visto que cualquier oficio, cuando se ejerce con inteligencia y pasión, puede alcanzar el nivel de arte, ¿o nunca comiste algo que te dio ganas de decirle al cocinero que es un artista y agradecerle su talento?
¿Qué elementos debe reunir una buena fotografía?
Eso es a gusto de cada fotógrafo. Para mi priman la naturalidad, la honestidad, el realismo... y por supuesto la belleza, que ya es consecuencia de la armonía entre esos diferentes factores.
¿Qué te atrajo al mundo de la fotografía de moda y que es lo que más te gusta del mismo?
Vengo de la publicidad y del diseño, así que ante todo, control creativo. No hay jefes de marketing que se las saben todas, ni ejecutivos de cuenta ídem, y casi nunca un editor o un estilista que te corte las alas, máximo te las rompe un poco. En una sesión de moda el responsable primero y principal es el fotógrafo, así que él guía el barco, y los demás deben confiar en que los llevará a destino. Suena muy control freak, pero se que muchos colegas del diseño y la creatividad están sonriendo al leer esto. Con frecuencia el raciocinio excesivo (o el miedo) se interpone entre una buena idea y su concreción, y las cosas quedan a medias, que es lo más triste que puede pasar, porque así no logran su cometido.
¿Qué opinás sobre la manipulación digital de la fotografía actual?
Bueno. Directamente NO EXISTE fotografía no manipulada digitalmente, al menos no en los medios de comunicación masivos. Ahora, esto no implica que todo sea una mentira. Así como todo el mundo es consiente del uso del photoshop, ya va la gente avispándose y distinguiendo lo que está extremadamente retocado de lo que sigue siendo aun fiel a la realidad que representa. Todos sabemos que Susana Giménez no se ve como sale en las revistas, simplemente porque la gente tiene poros en la piel y ella no, así que creo que el engaño es para el que subestima al público y se pasa con el photoshop, poniéndose en evidencia. Nadie tiene la piel de un juguete de vinilo, todos somos imperfectos y eso es parte del encanto. El que no entiende que la gente está harta de que la tomen por idiota, está pecando de tal.
¿Cómo describirías a tu estilo fotográfico?
¿Honesto? ¿Humano? imperfecto, directo, sin pretensiones... que se yo. No lo describiría, te pondría una foto y te dejaría describirlo a vos o al que vea la foto, sería mejor. Te muestro lo que veo, como lo veo y lo lindo o turbio o triste o poderoso o lo que sea que es. Eso cuando la foto sale bien, claro.
¿Qué tenés en cuenta a la hora de disparar?
Como trabajo casi siempre con gente, que la persona se suelte. Esto es: que abandone cuanto pueda todas esas impostaciones y máscaras que adoptamos las personas cuando nos apuntan con una cámara (sobre todo los tímidos, incluyéndome), y que sea la persona que siempre es. Esto es válido para un retrato para una entrevista tanto como para una modelo en una producción de moda, porque al final lo que logra la magia, es esa conexión humano a humano. Y obvio, la luz, la composición, los colores, la narrativa, etc., pero ya estamos hablando de algo más allá que eso, ¿o no?
¿Que te inspira?
Suena trillado, pero la verdad a veces es trillada: la vida. Si uno no vive, difícilmente pueda encontrar vida y ponerla en una foto. Hay emociones (o su absoluta ausencia), situaciones, regresiones, visiones, etc., cosas que tocan ciertas teclas y usando eso uno consigue tocar al otro con una simple imagen.
¿Que influencias tiene tu imaginario artístico y visual?
Mmm…Hay muchas Soy un junkie visual, veo muchísimas imágenes todo el tiempo, fotos de todo tipo, ilustraciones, etc. Creo que no hubiera empezado a interesarme en la fotografía de moda si no hubiera conocido y amado la imaginería de las revistas Nylon y i-D. Admiro a fotógrafos como Juergen Teller, Ryan McGinley, Jason Nocito, Camilla Akrans, Hedi Slimane, por citar solo a algunos vivos, porque luego están y estuvieron los dioses del Olimpo, desde Nadar y Lewis Carroll, pasando por Avedon y Penn hasta el mismísimo Helmut. Hoy me atrae más hacer fotos que remitan a los cuadros de Audrey Kawasaki que a las fotos de ningún fotógrafo. Mañana, no sabemos.
Al ver tu portafolio me impresionó la manera en la que en tus retratos captás el espíritu de cada uno de los sujetos. Se podría decir que revelás el alma de cada uno en las fotografías que tomás. ¿Cómo se logra esto? ¿Necesitás conocer a tus sujetos de antemano para captar su esencia o es algo que surge espontáneamente frente a la cámara?
Eso pasa durante un silencio que eventualmente llega, cuando el sujeto baja la guardia y se deja ver. Hay que saber esperar o llamar ese silencio, y luego saber cual de las fotos es la que capturo el momento. Generalmente no conozco mucho a quien voy a retratar, así que es una búsqueda un poco al azar, no se bien como, pero se llegar ahí.
A la hora de fotografiar, ¿qué tenés más en cuenta, lo subjetivo o lo objetivo, la poética o la estética?
A la hora de fotografiar pongo mi cerebro en automático y disparo sin pensar, puro instinto. Pienso después, cuando edito, y ahí si tengo todo lo demás en cuenta.
Tenés un estilo muy definido. Me imagino que es muy difícil mantener la estética personal y el estilo propio cuando se trabaja en una editorial de moda en las que muchas veces se debe seguir las pautas indicadas por la dirección de arte de la revista. ¿Cómo lográs mantener esta línea estética?
No me cuesta nada, simplemente me mantengo fiel a mi intención de hacer las cosas como creo que debo hacerlas, y generalmente salen bien. Cuando no hay nada muy tremendo interponiéndose, la foto sale. Cualquier idea con la que se arranque se puede trabajar de distintas formas, la cosa es encontrar las formas en las que todos los involucrados coincidan.
¿Con qué cámara preferís trabajar?
No soy fanático pero prefiero Nikon. Formato digital por una cuestión práctica. Y si bien es importante, llega un punto donde uno entiende que la cámara, con que sea más o menos buena, es lo menos importante de todo.
Observando tu trabajo noté la ausencia de fotos en blanco y negro. ¿A qué se debe tu preferencia por el color?
Es simple. Siento que casi todas las fotos en blanco y negro se ven al menos interesantes. Es más fácil. En color sin embargo es mucho más raro lograr que alguien se detenga a mirar mucho tiempo la foto. Es un desafío más divertido.
¿Que preferencias tenés en cuanto a temática?
Retratos, cuando trabajo en moda, porque siempre siento que lo realmente importante es la persona que está ahí en la foto. Y cuando hago retratos, ni hablar, intentar capturar a la persona, o pensándolo mejor, a la impresión que yo tengo de esa persona en el momento en que la conozco. Pero a veces voy por otros caminos, en la variación está la diversión.
¿Preferís trabajar en estudio o en locaciones y porqué?
En locaciones. En un estudio se pueden armar diferentes situaciones, pero sucede con frecuencia que muchos fotógrafos, sin darse cuenta, terminan aplicando formulas, ciertos settings de luz, ángulos, etc., y terminan repitiéndose mucho. En locaciones las variantes son la norma, cada lugar tiene su luz y condiciones climáticas y a mi me gusta mucho trabajar con eso, lidiar con las circunstancias y los imprevistos, encontrarle el lado, improvisar e intentar registrar la atmosfera del lugar y del instante. Me parece más fresco. Pero claro, hay cosas que se hacen en estudio y son buenísimas, así que es solo una preferencia, cuando tengo que hacerlo en estudio también me divierto.
Como es tu proceso artístico. ¿Planeas cuidadosamente cada detalle de la sesión fotográfica de antemano o preferís un acercamiento más espontáneo a la toma?
Tengo ciertas puntas creativas y referencias, existe una hoja de ruta, pero es solo para tener un seguro, a partir de ahí, cuando las cosas empiezan a fluir, improviso y el camino se va trazando solo.
Hace ya unos años que estás trabajando en Buenos Aires. ¿A qué se debió este cambio de ambiente y cómo fue tu proceso de inserción en el mundo de la moda porteña?
Fue en parte por una cuestión personal pero también porque quería aprender a moverme en un medio más grande y sobre todo más competitivo. Acá hay muchos más postulantes para cada puesto, hasta para cada laburo, así que hay que espabilarse. Lo bueno es que hay gente muy pro en los puestos clave, editores, directores creativos, productores, que distinguen inmediatamente la calidad y profundidad de cada pieza, así que el buen trabajo suele venderse solo.
¿Qué diferencias encontrás en el campo de la moda Argentino y el local?
Menos de las que me esperaba. La mayor parte del ámbito se mueve también por contactos, RR.PP., amiguismo, como quieras llamarle; pero el segmento que trabaja con la mayor calidad y creatividad, por suerte, se maneja más como una meritocracia. Aunque el grueso de lo que se hace aquí no sea demasiado bueno, lo que es bueno bueno, es de calidad mundial. Hay jugadores mundiales en todos los rubros, viviendo y produciendo en Buenos Aires. Se está más en el mapa.
¿Algún trabajo del cual te sentís especialmente orgulloso? ¿Tenés alguna fotografía favorita?
Siempre son algunas de las más recientes, la verdad es que miro siempre más hacia adelante que hacia atrás. Sería una perdida de tiempo, al menos por ahora, que tengo tanto por hacer aún.
¿Que proyectos tenés para el futuro?
Hacer cosas, sin parar.