Hay de todo en la viña del señor,
¡de TO-DO! En lo que respecta a los
hombres los hay de todo tipo, color, variedad y tamaño. Para esta edición he
decidido nombrar a algunos de los especímenes locales de este género tan
complicado y difícil de comprender. En este breve elenco podrán identificar a
algunos de los tipos de hombres más odiosos, patéticos y deplorables de nuestra
fauna local. Si bien son variopintos, todos tienen algo en común: ¡ES MEJOR
PERDERLOS QUE ENCONTRARLOS! Chicas: ¡Mejor evitarlos a toda costa pues ellos
son la razón de ser de la frase “mejor sola que mal acompañada”!
VYRO CHUSCO: No hay espécimen más patético en esta tierra que el vyro chusco. Se trata del típico looser con ínfulas de winner. Su andar de pavo inflado lo hace
inmediatamente reconocible entre la multitud. Si bien no tiene un solo músculo
digno de atención en toda la extensión de su cuerpo, camina como si fuera el
mismísimo Arnold Schwarzenegger. Disimula todas sus inseguridades alardeando sobre lo
millonario que es, lo bien conectado que está, lo poderoso que es, lo bien
dotado que está y todas las mil millones de mujeres que ha tenido (no duden que
intentará hacerles creer que ha seducido a todas las Miss Paraguay desde 1973
hasta la actualidad). Es mitómano y manda parte pero por suerte nadie se traga
el cuento. Es que si bien se cree la última chipa de la ruta se le nota lo poca
cosa a la legua. Alerta final: No se dejen engañar por este mequetrefe de mala
monta, toda mujer inteligente sabe que quien mucho alardea, con poco cuenta.
VAIRO: Existen otros apelativos para describir al valletón en
cuestión pero optamos por el más generalizado. Lo primero que lo identifica es
la mandioca que se le cae de la boca al hablar, lo segundo es su pésimo gusto
en absolutamente TODO. Lo valle se le nota desde la punta del pie hasta la
última hebra de su cabello y hasta en sus gustos musicales y malos modales. Su
fortuna podrá cambiar, pero lo valle nunca lo abandonará. Podrá manejar un
descapotable, vestir con las mejores marcas, pero siempre lo delatará su léxico
mal pronunciado sus verbos mal conjugados, y su elegancia de domador de circo
Chechenio. Alerta final: Ahorrense ser la eterna anécdota de sus amigas y
eviten al vairo a toda costa. Puede ser divertido un tiempo por novedoso, pero
el agua y el aceite no se juntan. Al poco tiempo sus eses insertadas al azar al
final de todas las palabras equivocadas, y hasta el solo hecho que diga “hule”,
“pocillo” o “me voy a irme en el clut” harán que tu diva interior termine
ahogándose en su propio vómito o que intentes hacerte el harakiri con el
peinecito que tu “galán” guarda en su bolsillo.
PLAYBOY RÚSTICO: Este ejemplar es el mujeriego empedernido de la
fauna local. No perdona falda que se le cruce, convirtiendo automáticamente en
alces a todas las mujeres que tienen la desventura de entregarle su corazón. No
hay peor badulaque en el PLANETA que este mete cuernos crónico, adicto al sexo
casual y sin compromiso. Su alma de seductor se trasluce en cada uno de sus
gestos, desde la manera en que se pone visco cuando se le cruza una mujer
atractiva frente a su “yiyi” o la forma en la que ha perfeccionado el dudoso
arte de articular gestualmente piropos inaudibles incluso frente a “su patrona”.
Alerta final: A las cornudas hembras de
este infeliz espécimen sólo me queda dejarles como consuelo por su dignidad
mancillada la frase de cabecera de mi tía Chichú: ¡Dahlings! Recuerden siempre
que “ningún macho muere mocho.” Ya sea su propia patrona o alguna de las que
éste galán de morondanga llama sus “yiyis” en algún momento le devolverán la
gentileza. ¡Chin-chin!
KA’U RAPÓ: A este ejemplar tan habitual por nuestros lares lo
precede su amplia barriga de cervecero y su intolerable guarapo. No hay peor infortunio
que toparse con uno de ellos a las primeras horas de la mañana, momento en el
cual su cuerpo aún está destilando todo el alcohol que ingirió la noche
anterior. ¡La sola idea me revuelve el estómago! Estos especímenes van por la vida de farra en
farra y de bochorno en bochorno. Empiezan cada noche brindando y terminan como
tapita de cerveza tirados por el piso. Con ellos no hay noche sin discusiones
exacerbadas, trifulcas injustificadas y momentos embarazosos ni días sin
calamitosas resacas y promesas vanas de no volver a tomar nunca más. Alerta
Final: ¡Pónganle una barrera al borrachín o terminarán estrelladas!
MITAÍ DIBUJO: Hay feos amorosos de buen corazón y están los mitaí
dibujos, feos por dentro por fuera, de costado, de frente, de lado y de reojo. NO
tienen ningún ángulo bueno. De tan feos, estos
especímenes parecen monigotes hechos por niño de dos años. En cima los muy horondos son los primeros en
proclamar que “el hombre es como el oso, mientras más feo más hermoso.” No se
crean esta patraña que seguramente fue inventada por un mitaí dibujo para
consolarse engañándose a sí mismo. En cima de ser el arquetipo de la fealdad,
se dan el tupé de ser exigentes con sus mujeres. Ellos siempre buscarán una
mujer de la cual jactarse. Alerta Final: Si quieren detenerse a encontrar
alguna pizca de belleza en estos especímenes es mejor que se preparen para una
laaarga espera. Generalmente el único atractivo de estos hombres se encuentra
en su billetera, y como siempre hay un roto para un descocido, siempre tendrán
alguna blonda interesada con estómago de acero para aguantar al sapo cancionero.
¡Déjenselos a las bandas!
ARGELADO: Estos hombres se convierten en las nubes negras que
plagan la existencia de quienes los rodean. Son los únicos ejemplares del
género masculino afectados por el síndrome pre menstrual, el cual sufren los
364 días del año. Estos chicos migrañas de insufrible piré vaí van por la vida
tirando mala onda a diestra y siniestra, convirtiéndose en seres 100% funestos
que todos quieren evitar. Ni bien llegan a un lugar la gente empieza a correr
por su vida como si acabaran de ver entrar por la puerta a Jasoon Voorhes con un
machete. Alerta Final: Las mujeres que tienen la desgracia de unir sus vidas a
las suyas se vuelven por lo general tan amargas como sus medios pomelos, por lo
que es altamente recomendable evitarlos a toda costa.