jueves, 23 de febrero de 2012

FASHION ICONS: LAS 10 MUJERES MÁS ELEGANTES DEL MOMENTO


El Diccionario de la Real Academia Española nos informa que una persona elegante es aquella que tiene buen gusto y distinción para vestir. Algunos asocian la elegancia con la simplicidad del diseño. Otros en cambio, lo entienden como el buen gusto en la riqueza del diseño.  Ya sea siendo sencilla, o siendo adecuadamente elaborada, una mujer elegante nunca falla.

En esta edición les presentamos nuestra lista de las mujeres más elegantes del momento. Mujeres que han sabido acertar la justa medida de lo que consideramos elegante. Ellas tienen confianza en sí mismas, algo que se nota en su coraje para aplicar sus sellos personales y seguir sus propios estilos al margen de lo que dicta la moda. También han dominado el arte de hacer de la elegancia algo innato, dando la impresión de no haber hecho el menor esfuerzo para lograrlo. Pero principalmente estas mujeres nos muestran que la formula de la elegancia se cimienta en dos cosas: el buen gusto y la seguridad.

Distintas mujeres, con estilos personales gustos y necesidades totalmente diversos que a pesar de sus diferencias, todas tienen en común ese je ne sais quoi que llamamos la elegancia. Estas mujeres son las fashion icons del momento, que tienen mucho para enseñar a quienes estén dispuestas a aprender de ellas.

1. Carla Bruni: El primer puesto lo lleva la primera dama francesa. Ya el año pasado fue declarada la mujer más elegante del mundo por la Revista Vanity Fair, y el lugar lo tiene bien merecido. Con sus vestimentas clásicas, sobrias y sencillas,  su estilo chic à la française  y sus tailleurs de impecable corte Carla Bruni-Sarkozy ha hecho del bon ton su sello personal, haciendo a marcas francesas como Chanel, Dior y Hermés sus marcas de cabecera.  Carla conjuga genética con estilo propio, pues ser meramente bella no es suficiente (ni siquiera necesario) para ser elegante. Para adecuarse al protocolo ha tenido que hacer muchos sacrificios, como el botar los tacones y tener que calzar ballerinas hasta con vestidos de gala para no hacer más notorio el hecho de que es más alta que el premier francés. Pero a pesar de este hecho no ha sacrificado ningún gramo de gracia. Lo suyo es la sobriedad y la discreción, incluso evita las joyas, pues sabe que una sonrisa en el rostro siempre será más elegante que el más caro diamante. Su estilo se basa en la utilización de vestidos y trajes de dos piezas, algo que recuerda mucho al de Jackie Kennedy. Elige colores neutros y sobrios como el gris, el beige, el rosa, el negro, el blanco, el azul, el índigo y se vale de los tonos liláceos como nota de color.

2. Mozah Bint Nasser: La segunda esposa del Emir de Qatar  ocupó el segundo puesto en la lista de la revista Vanity Fair y también estamos totalmente de acuerdo con la elección. Esta mujer puede dar clases de estilo hasta a la mismísima Rania de Jordania. A sus 59 años, tiene un estilo muy único, que parece sacado de otros tiempos, como si estuviéramos ante una María Callas o una Jackie O. Es sin lugar a dudas una mujer icónica en lo que respecta a su estilo personal a la hora de vestir. Lo más increíble es que logra ser absolutamente elegante sin quebrantar los rígidos códigos de vestimenta de Oriente, usa faldas hasta los tobillos, mangas largas o tres cuartos y la cabellera siempre discretamente cubierta. Esta maravillosa jequesa prefiere las piezas monocromáticas, con ligeros toques de color en los accesorios. Cautiva con su estilo chic y su glamour y tiene tanta gracia que hasta podría poner al turbante, su pieza estrella, de moda en Occidente. Su buen gusto por la moda viene de la mano de su pasión por Dior y Chanel.

3. Olivia Palermo: Saltó a la fama por su papel en el reality show “The City” de MTV. Olivia es observada con admiración y triunfa en los blogs de moda, siendo considerada la socialite americana más elegante del momento. Ella tiene las ideas muy claras respecto a la moda y sabe añadirle a todos sus conjuntos aquel toque personal, que le da un sello propio hasta a la más simple prenda de Zara. Su estilo es realmente femenino, suave y elegante, pero no duda en transgredir con accesorios (sus principales aliados), agregando algún detalle masculino, un color llamativo o algún elemento que a primera vista parece algo fuera de lugar, pero que nunca, NUNCA lo está. No solo sigue las tendencias, les da un giro personal y las reinventa, convirtiéndose en la trendsetter del momento. Su estilo es elogiado porque sabe conjugar a la perfección las contradicciones: lo simple con lo elaborado, lo retro con lo moderno, lo casual con lo elegante. 

4. Catherine Middleton:
Sin lugar a dudas el 2011 fue su año. No solo protagonizó la boda del año, sino también apareció en todas las listas de mejores vestidas de las más importantes revistas, y nosotros no podíamos dejar de incluirla en la nuestra. La flamante Duquesa de Cambridge hasta ahora no ha decepcionado a sus adorados súbitos en materia de moda, cautivando al mundo entero con su habilidad para combinar las más exclusivas marcas con otras más low cost, demostrando que el estilo no es cuestión de bolsillos. Este año de seguro seguirá dando clases magistrales de estilo al mundo entero que la sigue atentamente. Su estilo es el resultado de una sabia combinación de elegancia, sencillez, frescura y comodidad. Como buena británica opta por los clásicos trench coats y no duda en lucir un tocado cuando se da la ocasión. Opta siempre por atuendos femeninos, sobrios y sencillos arriesgando lo mínimo en cuanto a accesorios. Prefiere siempre vestidos a la altura de la rodilla y de corte recto en un solo tono o con estampados discretos y con detalles en la cintura para definir su excelente figura. Para la noche, sus trajes de gala en tonos pasteles y polvo le han ganado múltiples elogios. La Duquesa de Cambridge ha relucido por sus looks pulidos, de líneas rectas y cortes clásicos. Su expresión sartorial es reflejo de las exigencias y los códigos que la ciñen como princesa. Pero no por ello, ha sacrificado rasgos de modernidad y espontaneidad.

5. Hanneli Mustaparta: El popular sitio Net-à-porter la eligió como una de las bloggers de moda mejor vestidas. Desde su sitio hanneli.com, ha dado lecciones de estilo y cosechado muchísimos admiradores dentro del mundo de la moda, convirtiéndose en toda una celebridad. Esta ex modelo noruega y actual musa cibernética hace de la audacia su sello personal. Sus combinaciones son arriesgadas, pero con su porte y belleza logra hacerlas parecer naturales. Todo encaja a la perfección y sabe utilizar los accesorios como nadie. A veces resaltando un estilismo ya de por sí llamativo, otras poniendo el énfasis en un sombrero, un bolsos o unos zapatos para acompañar a prendas más anodinas. Su estilo ecléctico, inusual y muy personal recuerda un tanto al estilo de Carrie Bradshah. Hanneli es una caja de sorpresas del panorama estilístico, ecléctica, original, fresca y muy atractiva se ponga lo que se ponga. Sigue las tendencias, pero las sabe llevar a su terreno como nadie. Sigue las tendencias del denim, colores flúor, animal print , nude, cuero, punk, pero siempre con impronta propia.

6. Blake Lively: La hermosa actriz que encarna a Serena van der Woodsen en la serie “Gossip Girl”, encabezó el año pasado la lista de las mejores vestidas de la revista People. Su estilo juvenil y fresco nos tiene a todos encantados, pero lo que más destacamos es la manera en la que lleva con naturalidad los conjuntos más audaces. En un mundo donde las celebridades hacen solo los que le dictan sus estilistas personales, Blake lidera la batuta de su propio vestuario y lo hace de maravilla. Sus marcas fetiche son Marchesa y Chanel. Conocedora de su espectacular físico, Blake no desaprovecha ninguna ocasión para resaltarlo, logrando, a pesar de ello, no caer en la vulgaridad. Su look fresco de chica californiana le ayuda a lucir vestidos cortos, entallados, escotados con espaldas al aire con absoluta naturalidad. Ama los colores llamativos, las asimetrías, los drapeados y compensa todos estos riesgos evitando accesorios exorbitantes, apostando por un maquillaje en tonos naturales y peinados poco elaborados.

7. Cate Blanchett: Elegancia, sobriedad y naturalidad son los adjetivos que podrían definir el estilo de la actriz australiana. Ella es una de esas personas que parecen haber venido de otro mundo para darnos lecciones estilísticas a los demás mortales apoyándose en los diseños de Armani Privé, Givenchy o Alberta Ferretti que abundan en su acertado armario. El año pasado encabezó la lista de las mejores vestidas en los Oscar y también estuvo entre las actrices mejores vestidas de la lista de Net-à-porter. Sin lugar a dudas, en los próximos Óscar toda la prensa especializada estará pendiente de lo que luzca en la alfombra roja. Este año apostamos a que volverá a encabezar las listas de las mejor vestidas en los premios de la academia, pues su protagonismo en el séptimo arte rivaliza con su extraordinaria capacidad para acertar a la hora de elegir los atuendos más exquisitos en la alfombra roja. Largos vestidos color block o  de corte minimalista y depurado son algunas de sus mejores apuestas de moda.  La estrella de Tinseltown utiliza como nadie collares o colgantes XXL con enormes cristales minerales para acentuar con originalidad sus looks. Con ella se confirma esa norma que dice que no es tan importante lo que se lleva sino quién lo lleva y cómo, y Blanchett eleva los diseños que se pone a un Olimpo que pocas alcanzan. Su secreto: facciones naturalmente elegantes, gracia, confianza y un gran olfato estilístico que la ayudan a sorprender con cada look.

8. Anna dello Russo:
En esta lista, la nota de originalidad está dada por esta editora de moda de Vogue Japón, que a pesar de sus excéntricos gustos sabe llevar como nadie las prendas más audaces, divirtiéndose enormemente con cada uno de sus conjuntos. Eso es lo elegante en Anna dello Russo, el hacer de la moda un juego de niños, una diversión, un capricho que arranca una mirada cómplice y una carcajada y siempre logra una reverencia. Su sentido del humor es su principal atributo. Lo exagerado y llamativo son lo suyo, a tal punto que Lady Gaga muchas veces puede quedar básica a su lado. Lo que la hace elegante es que, al contrario de Gaga, sabe lucir cómoda hasta en los vestidos más radicales. Anna vive y respira moda, es una fashionista consumada que puede presumir de su enorme colección de zapatos, joyas antiguas (que verdaderamente quitan el aliento) y vestidos de alta costura. El color, los prints y la riqueza de texturas son claves en su estilo. ADR, como le gusta llamarse a sí misma, apuesta por siluetas arriesgadas aunque favorecedoras, gracias a su físico ultra delgado. La vemos lucir tan tranquila exagerados volúmenes, pieles, plumas, con colores llamativos, transparencias y brocados, y todo en ella nos habla de diversión. No es de extrañar verla correr de desfile a desfile durante los fashion weeks en un tutús de Worth Couture o con tocados de frutas gigantes en la cabeza. Ama lo que viste y se nota a leguas. Ella prueba que la elegancia también se encuentra en la excentricidad, cuando se trata de ser una misma, de expresarse a través de la moda y de sentirse a gusto con lo que se lleva. ¡Aplaudimos su valor por arriesgar y llevar como nadie looks imposibles!

9. Bianca Brandolini D’Adda:
Entre las “new socials” mejor vestidas, Net-à-porter incluyó a la muy aristocrática Bianca Brandolini. Bianca tiene la moda y la elegancia en la sangre. Su madre fue la musa de Valentino y directora de Balmain y su hermana Coco trabaja para Oscar de la Renta. Para completar su perfil, su actual pareja, Lappo Elkann Agnelli (heredero de la fortuna Fiat) es también uno de los hombres mejor vestidos del mundo, lo que los hace ser una de las parejas más fashion del momento. El estilo de Bianca es una mezcla entre el glamour italiano, la elegancia francesa y el desenfado sudamericano, heredado de su madre brasileña. Como toda mujer elegante sabe seguir las tendencias sin perder su estilo propio y su comodidad. Puede combinar a un vestido de gala una campera de cuero, o un vestido largo completamente bordado en cristales con unas sandalias planas y una cartera de bambú con tanta naturalidad que resulta asombroso no haber pensado en esa opción. Ama los mini vestidos, los detalles masculinos y rockeros. Lo suyo no son los colores estridentes, sino los tonos neutros como el blanco, el negro, el camel, etc. La combinación de black & white es una de sus favoritas. A pesar de usar y abusar del negro, nunca es aburrida, pues se anima a tomar decisiones audaces  con cortes, transparencias y elecciones poco convencionales para romper la monotonía de esta tonalidad.

10. Tilda Swinton: Lo suyo es lo minimalista. Su imagen frágil y andrógina unida a su talento como actriz le han hecho convertirse en el centro de muchas miradas, tanto sobre la alfombra roja como en la gran pantalla. Su estilo es único, sobrio, andrógino, elegante pero siempre con un toque original e indiscutible sello propio. Su pelo corto, su escaso maquillaje, la sobriedad de sus looks forman parte de este sello. Tilda suele elegir piezas que catapultan su singular físico hasta niveles desconocidos, lo cual aunque llega a generar desconcierto en muchas ocasiones, siempre termina siendo consecuente con su estética personal. No en vano fue incluida al finalizar el 2011 en la lista de mujeres mejor vestidas del Reino Unido según la revista Harper’s Bazaar, al lado de mujeres con bellezas y estilos mucho más convencionales como Keira Knightley, Kate Moss, Kate Middleton y Florence Welch. Saber sacar partido hasta de los defectos y singularidades de cada una, es también un rasgo distintivo de la elegancia. Tilda es un claro ejemplo de cómo ser elegancia se sustenta en tener seguridad siendo una misma a pesar de no ser precisamente bellas. Tilda Swinton es lo que a veces llamamos una “fea linda”, extraña dicotomía que muy pocas mujeres saben dominar.

LAS EDADES DEL AMOR



El mes de los enamorados ya está aquí. El mes en que el rechoncho odioso y travieso de Cupido causa estragos en la población, dejando a todos idiotizados con sus traicioneras flechitas emponzoñadas de amor.

Tengan con quien celebrarlo o no, se verán envueltos en marejadas de peluches, bombones en cajas con forma de corazón, rosas rojas e infantes regordetes y alados armados de caprichosas flechas. Serán bombardeados por imágenes de jóvenes enamorados tomados de la mano caminando bajo un atardecer encantado, adolescentes con sonrisas ruborizadas, parejas que no pueden disimular su alegría y miradas melosas.

Si, ya sé que mis queridas lectoras de las legiones de la SSS (Sínicas Solitarias y Sensatas)  estarán tan asqueadas en esta fecha que tendrán unas ganas irrefrenables de arrancarse los ojos con sus propias manos con tal de no ver más cursilerías. Pero al margen de las náuseas que genera toda la parafernalia valentinezca, es innegable que el día de los enamorados despierta también profundas emociones. Es un hecho, el 14 de febrero, el amor brotará, se multiplicará como conejito Duracel con Viagra y retozará en todos los rincones del planeta en una epidemia viral que contagiará a TODOS. Sin importar en que etapa de su vida se encuentren, el 14 de febrero se hará sentir en sus  calendarios.

Estar tan rodeada de amor y sus múltiples manifestaciones y simulaciones me ha hecho pensar en cómo lo vivimos en el transcurso de nuestras vidas.

El amor en el Kínder: El primer amor en algunos casos suele ser alarmantemente precoz. Muchos hemos tenido grandes historias de amor que tuvieron como telón de fondo areneros, recreos y pizarrones escritos con tizas de colores y donde una galletita compartida en la merienda ya constituía toda una declaración de amor. Pero ojo, estas historias de amor no están exentas de drama. En los preescolares ya abundan los Don Juancitos’í que con tal de congraciarse con todas y evitar que nadie se enoje se declaran “novios” de dos o más compañeras a la vez. También las niñas empezamos a mostrar nuestra inclinación hacia el melodrama desde la más tierna edad, largándonos a llorar como divas bonsái al enterarnos de que en el recreo nuestro galán infante prefirió jugar a la familia con la compañerita nueva.

El amor en el cole: Como en la mayor parte de la primaria triunfa el lema “las nenas con las nenas y los nenes con los nenes”, el concepto de amor en sí es algo tan asqueroso como los besos y los miembros del sexo opuesto. Ante la sola mención de la palabra novio o novia tanto los nenes como las nenas exclaman:”Guaaacaaalaaaa!!!”

El amor teen: A medida que nos transformamos en pavos, nuestras cabecitas adolescentes se van poblando de pajaritos. Si nuestra vida fuera un periodo literario, la adolescencia constituiría el romanticismo. A los adolescentes les duele todo, y por ende al amor no lo viven, lo sufren. El amor teen está poblado de amores secretos y no correspondidos, de grandes metejones y grandes estrellones. Somos capaces de enamorarnos de alguien a los 10 minutos de verlo. El amor a primera vista es un hecho innegable. Es que a esta edad todo pasa por los ojos. Nos enamoramos del mismo churro, pintón, facha, carilindo y chusquito del cual están enamoradas el 60% de nuestras compañeras y como lo más probable es que el churrito en cuestión esté tan solicitado que no nos dé ni la hora pasamos a declararnos perdidamente enamoradas del galán del momento. Así tendremos que consolarnos con abrir un club de fans de Robert Pattinson o Justin Bieber para desahogar a todas nuestras hormonas ardientes y alborotadas.

El amor a los veinte: A los veinte dejamos de ser incomprendidas y nos incorporamos entusiasmadas al mundo del “amor adulto”. Pero en el fondo, seguimos igual de insensatas que a los quince, cuando soñábamos con ser la madre de los hijos de Ricky Martin. La pequeña gran diferencia es que de adolescentes estábamos totalmente conscientes de nuestra confusión, mientras que a los veinte creemos tener todo resuelto, comprendido, asimilado y catalogado, pero la triste realidad es que seguimos igual de confundidas y no tenemos NI IDEA. Nos creemos Doctoras en Ciencias del Amor y Másteres en Filosofía Sentimental, mas seguimos idealizando a los hombres de los que nos enamoramos. Pero, ahora que somos universitarias y letradas, buscamos a alguien intelectualmente más refinado que nos dé orgasmos mentales y físicos y un futuro prometedor. Como nos volvemos más exigentes se nos complica bastante el panorama. Por lo general en esta etapa es cuando empiezan a desfilar por nuestras vidas los peores especímenes de nuestra historia sentimental. Lo más probable es que tras tantos mamarrachos, lleguemos a los treinta con el corazón más perforado que un colador de pastas, solteras, hartas de los hombres y totalmente dispuestas a abrazar el lesbianismo con tal de no tener que salir con otro winner en una cita a ciegas organizada por tus amigas.

El amor a los treinta: A los treinta tenemos la vida resuelta. ¡Jajajajaja! ¡Déjenme reírme! ¡AAAy me hago pis! ¡Mentiiiira! No tenemos nada resuelto y el amor sigue siendo tan misterioso como en el kínder y tan doloroso como en la secundaria. Por lo general ya encontramos una pareja estable, tal vez incluso ya nos casamos con el susodicho, pero el hecho de estar en pareja no hace que el amor sea más fácil. En esta etapa de nuestras vidas generalmente se agregan ingredientes extra como convivencia, cuentas, hijos y suegras que hacen del amor todo un acto de malabarismo sobre la cuerda floja. Pero al terminar el día podemos hacernos un ojito a nosotras mismas, porque sin importar cuán duro estuvo el día, sabemos que el amor es más fuerte. Finalmente estamos madurando.

El amor maduro: Irónicamente cuando finalmente el hombre alcanza su siempre postergada madurez, le sobreviene la infamemente patética crisis de la mediana edad. Cabe destacar que el amor en tiempos de la crisis de la mediana edad no es cosa fácil. No es nada agradable encontrarse compartiendo la existencia con un motoqueiro cuarentón con ínfulas de playboy tercermundista. Nos encontramos mirando a nuestro medio pomelo motorizado preguntándonos qué le vimos y deseando no haber roto con el novio hippie que tuvimos a los veinte y que nos hacía gruyas de origami. Hasta la alternativa de estar vendiendo atrapa sueños en una plaza céntrica resulta más atractiva que seguir aguantando una noche más los ronquidos infernales de nuestro peor es nada. 

El amor después del amor: ¡Oh gran ironía de la vida! Cuando finalmente dejamos de perseguir el amor tan insistentemente, lo encontramos. La madurez nos enseña que si bien el amor merece la lucha, no nos merecemos sufrir, por lo que generalmente esta etapa de nuestra vida, al amor lo vivimos ya sea como una gran victoria o una estrepitosa catástrofe, consolidándolo o purgándolo. Pero en todos los casos, el amor que viene después del amor, aquel que encontramos después de haber estrellado y roto nuestro corazón mil veces, aquel que perseguimos conscientemente, aquel que construimos día a día, es el amor más fuerte.  Tan fuerte que probablemente  ya ni necesite ser celebrado solamente un día.

El amor en la tercera edad: ¡Díganme si no hay nada más tierno que dos viejitos enamorados! Ambos llevan la piel más curtida que papiro egipcio y  más de 50 años de casados a sus espaldas y se aman y se aguantan todavía. Verlos juntitos en su día a día (siempre y cuando no nos los imaginemos en la cama) es como estar observando una de las siete maravillas del mundo antiguo. Aunque pensándolo bien…. ¡Verlos en acción entre la sábana también sería igual de admirable!