En el Facebook todos queremos ser como Roberto Carlos y
tener un millón de amigos. Sin embargo, con el puñado que tenemos ya hay unos
cuantos que nos estresan y
verdaderamente nos sacan de nuestras casillas. A veces los bloqueamos, pero
otras simplemente los sufrimos. Tal vez
porque en su existencia real son mucho más tolerables que en su existencia
virtual. El problema es que muchas veces Facebook potencia el nacimiento de
ciertos alter egos bizarros y absolutamente odiosos que convierte a nuestros
amigos en frenemies osea que nuestras amis del mundo real se convierten en
amienemigas del Facebook.
Les garantizo que de este elenco de indeseables feisbukeros,
todos tienen al menos uno en su lista de amigos.
Animalistas: Por
lo general tienen 18 gatos, 8 perros y el muro lleno de fotos de perros
extraviados. Son de los que registran con un rigor casi científico todas las
actividades de sus gatos, como si fueran seres de una inteligencia sobrenatural
y suben 750 fotos por día ellos haciendo las cosas más banalmente gatunas como
si fueran actividades maravillosas y casi místicas. Hasta ahí se les tolera. Pero
cuando empiezan a atacarte por preguntar en “Alguien sabe” dónde se puede
comprar un chihuahua (porque todo animalista obsesivo aboga por el
comportamiento éticamente comprometido de adoptar animales sarnosos,
parasitados, minusválidos, maltratados, malqueridos y traumados rescatados de
la ultra tumba y creen que el pedigrí es sinónimo de maltrato animal) ahí como
que ya da cosita. Está bien que les quieran a sus gatos, está bien que no
practiquen la cacería, que no coman carne ni usen pieles, pero quienes son para juzgar la elección no
comprometida de elegir a un perro por su raza. Como dice la Chiqui Legrand: “¡Así
Noooo!”
Profesor de
castellano: Estos son los más plagas del planeta. Cuando no activas el
corrector automático (o peor aún, cuando éste es el que te corrige mal) ellos
no tardan en corregirte el desliz. Lo
peor de todo es que la mayoría de las veces no les cae la ficha de que se trata
de un error de dactilografía. En esta era de los Smartphones, cuando el 90% de
nuestros posts del facebook los hacemos desde el celular, valiéndonos del
diminuto teclado y nuestra cada vez más desmejorada vista, es normal que se te
escape un “VESO” en vez de “BESO” o un
“BAMOS” en vez de “VAMOS”. Pero tu amigo es tan gil y pelotudo, que no atina a
darse cuenta de que la B y la V están peligrosamente juntos en el mini teclado
QWERTY, y te salta con la RAE a tratarte de burro y explicarte hasta la
etimología de la palabra en cuestión. Y
No te queda otra que contestarle en MAYÚSCULAS (O sea gritando en digital):
“¡PERO PAAAR FAVAAAR! OVBIO QUE NO SOY TAN BALLE Y TAN VURRA COMO ME CREES NDE
PABO!”
Tagueadores
compulsivos: Estos amigos nos hacen temblar cada jueves y cada viernes con
sus #TBT Y #FBF porque de su baulito de los recuerdos siempre sale esa foto en
la que salís bizca, más borrasha que el de la arbolada o aquella en la que
tenés aproximadamente 25 kilos de más y llevabas puesto ese vestidito nefasto
que hace que Lady Gaga quede básica. Estos tagueadores son capaces de anular
tus posibilidades de levante en l mundo digital con un simple click y de
convertirte en el comentario del día del chat privado de tus frenemigas del
mundo real. En la misma categoría están los que te taguean en cada uno de sus
posts, hasta cuando comparten el sountrack del canto de la ballena azul, o cuando postean el link a las 20 maneras de
clavar un clavo sin usar un martillo y jamás terminas de entender el porqué.
Macateros:
Ellos no le venden a su madre, porque la prójima vino fallada de fábrica y
está más rallada que el hijo que parió. Un día están vendiendo el último
brebaje de YERBALIVE y al día siguiente
las carpetas de crochet que teje su abuela. Te insisten para que compres cosas
que no sólo jamás tuviste intención de comprar, sino que no las aceptarías ni
como regalo. Lo peor es cuando usan tu muro de cartel invadiendo tu espacio
como si se tratara de espacio publicitario y cuando te acosan al inbox
ofreciéndote cuanta chuchería tienen en su poder en ese momento. A veces son
tan tediosos que te hacen creer que estás en Pettirossi.com y no en el
Facebook.
Candy Crushers: Será
que este maldito juego endemoniado alguna vez se acabará. Confieso que fui
adicta hasta que hace 1 año me trabé en el nivel 386 y no pude salir ni
endeudándome para comprar todos los boosts disponibles. Pero hay gente que
simplemente no desiste. Ellos son los adictos al “Sweet, Taaaasty,
deliiiicious, diviiiine”, pedigüeños de vidas y de bombas de colores que
siempre están 500 niveles más avanzados que vos.
Haters: Ellos
aman odiar. Siempre, siempre están listos para tomarse con alguien en el
facebook. El muro ajeno es su campo de batalla y no desaprovechan oportunidad
para ironizar, satirizar y cizañear. Si no encuentran con quien pelearse, se
dedican a tirar plagueos al vacío, contra el gobierno, contra los baches,
contra su club rival, contra la gente en general, y hasta al prójimo de Lassie
van a encontrarle algo reprehensible. Su muro es el equivalente digital al muro
de los lamentos.
Religionarios: Ellos
hacen de su religión su batalla. Si son evangélicos se quejan porque viene el
Papa y si son católicos despotrican contra el diezmo. Son las armadas digitales de una especie de
cruzada moderna que francamente es espantosa pues tiene más de intolerancia que
de religiosidad. Después están los que meten la religión en todo y te mandan
setecientas oraciones y buenos deseos y cadenas de San Antonio, San Cayé y San
Toascosas las 24 horas del día. A todos tus comentarios ponele la firma de que
pondrán: AMEN, y se pasan mandándote “bendiciones” hasta en tus post más
pelotudos. Si posteás: “Estoy viajando a Ciudad del Este para el Black Friday!”
van a ponerte BENDICIONES. Si posteás: “Olimpia Campeón” tambiéeen van a poner
Bendiciones. Creo que hasta si posteás: “Samaniego badulaque” tambiéeen van a
escribir lo mismo ya que es su expresión facebookera de cabecera.
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