No es la primera vez que me toca entrevistar a Sebastián Boesmi, pero desde que lo entrevisté para esta misma revista varios años atrás, hablando sobre su primera muestra “Campo Protéico”, la carrera de Sebastián ha tomado varios giros, acompañando sus giras por el mundo ya que desde aquella época, le ha tocado vivir una larga temporada en París tras haber ganado el premio Matisse para posteriormente trasladarse e instalarse por varios años en Barcelona. Recientemente decidió mudarse nuevamente a Berlín, donde está residiendo desde mediados de este año.
En todos estos años su obra ha pasado diversas
transformaciones, pero siempre manteniendo su esencia lúdica y absolutamente
espontánea. Hoy ante su primera retrospectiva, les invitamos a compartir con
este joven y talentosísimo artista un breve intercambio en el cual el artista no solo mira atrás, a
los sitios que habitó y que habitaron en su obra, sino también nos habla sobre
su presente y sus planes.
¿De dónde viene el
título de tu última muestra “Filogenia”?
Filogenia está considerada estrictamente
como la relación de parentesco entre especies. Creo que existe un orden que
escapa a la medición de la ciencia y que se encarga de la evolución y transmisión
del imaginario. ¿Por qué solo los componentes físicos como el color de la piel,
ciertas aptitudes relacionadas con el medio donde se desarrolla la especie, o
relacionadas con aptitudes y necesidades, pueden ser transmitidas de generación
en generación? Edgar Morín y Cornelius Castoriadis investigaron a profundidad
los conceptos de imaginarios colectivo y social pero quizás hayan cosas que la
ciencia no pueda probar y que por medio del arte pueden ser cuestionadas: la
posibilidad de que los seres humanos puedan tener ya predeterminados su propio
imaginario es una de ellas. ¿Por qué no pueden transmitirse las imágenes?
Quizás un bebe que nazca en este momento acarree consigo un imaginario de
signos, logos y hasta emociones que sería diferente a uno que nació hace 200
años. Nada viene de la nada y creo que al igual que una computadora,
necesitamos una analogía mínima de base para poder desarrollar una ecuación que
pueda ser el disparador de todo lo que representa la construcción mental,
emocional y visual de un ser humano. Creo que las imágenes se transmiten y creo
que el arte se contagia.
Siendo
que vivimos en un mundo donde las imágenes tienen cada vez más fuerza, ¿cómo te
imaginás el alcance del imaginario colectivo en generaciones futuras?
Me imagino que algún día se va a acabar
todo este sistema de la profusión de imágenes de consumo, de la publicidad
desmedida, la tendencia consumista en lo visual que considero que hoy en día es
algo salvaje. Cuando pienso en la obra de Marcel Duchamp, “La Rueda de
Bicicleta”, me nace la pregunta: “¿Hasta cuándo?”, porque para mí esa rueda
significa ese ciclo inacabable. Me pregunto hasta cuándo va a durar esto y
cuando va a cambiar el mundo, porque el arte cambia cuando el mundo lo hace. Me
intriga mucho este “hasta cuándo”.
Ahora
mismo estás con dos muestras en simultáneo en dos espacios de arte muy
importantes. Contame más sobre estas muestras.
Tengo dos exposiciones, una titulada “Mess
is More” en la Galería Fábrica y otra titulada “Filogenia” en la “Fundación Migliorisi”
del Centro de Artes Visuales Museo del Barro. La colección Mess is More” que
significa “el desastre es más” es una colección de pinturas recientes que va a
estar expuesta hasta mediados de enero. En esta colección de obras lo que prima
es el desastre, pero un desastre cuidado, un desastre espontáneo. Para esta
muestra incursioné en técnicas con las cuales no había trabajado antes y las
cosas no siempre salen como uno espera. El desastre siempre está presente en el
arte mismo. Recuerdo que una vez dejé mi taller abierto y llovió y entro el
agua a mi taller mojando todos los cuadros que estaban en el piso. Mi familia
no paraba de decir: “que desastre”, pero a mí me encantó como quedaron, me
parecía que había quedado algo interesante. Siempre la espontaneidad, el caos y
el desastre yo creo que tienen que ver en el acabado de una pieza. En cuanto a “Filogenia”, quisiera resaltar
que para esta muestra conté con el apoyo de la Embajada Alemana en el Paraguay.
Es increíble que una embajada se acerque a uno y le proponga apoyar su trabajo,
eso es algo que se agradece un montón ya que generalmente somos los artistas
quienes tenemos que salir a tocar varias puertas. Así que estoy sumamente
agradecido con la Embajada Alemana. Esta exposición a mí me interesa mucho ya
que considero que es importante registrar las cosas; y si bien yo soy un
artista con aún pocos años de carrera – solo 12 o 13 años de carrera que a mi
parecer no es nada- en este momento tener la oportunidad de poder ver
conjugadas en una sala de 178m2 de un
museo, piezas mías de diferentes momentos, es algo maravilloso. Es como volver a encontrarse con gente a quien no le veías desde hace años y encontrarlas a todas
juntas en un mismo lugar. Es como morirse y encontrarse con toda la gente en el
cielo. Son obras muy dispares, hechas en distintos momentos, algunas de ellas
en París, otras para mi primera exposición. Poder ver todas esas obras juntas, poder hacer un
análisis de ellas es genial. Pero por sobretodo el hecho que se registre esto
es muy importante, ya que se va a hacer un catálogo que se va a lanzar el 9 de
enero en la Fundación Migliorisi. Así mis obras van a quedar catalogadas.
También estas piezas están en colecciones privadas y considero importante
pensar en la comunidad, y hacer una exposición sin una intención comercial,
sino que la intención sea simplemente difundir mi trabajo y que la gente pueda
verlo.
¿Cual
fue tu proceso de selección?
Si bien la muestra “Filogenia” la monté
junto con el curador Damián Cabrera, el proceso de selección fue mío. Para la
selección, tuve en cuenta las obras que fueron más importantes para mí en los
momentos en los cuales las hice.
¿Cual
fue uno de tus grandes reencuentros al buscar de nuevo tus obras para esta
muestra?
Sin lugar a dudas “Spam”. “Spam” fue la
primera obra que hice al llegar a París. Si bien mis obras están casi siempre
entre lo abstracto y figurativo, esta obra es completamente abstracta. Es un
pintura de casi 2 metros x 2 metros que la empecé a pintar el día mismo que
llegué a Francia. La pinté escuchando la radio en francés sin entenderlo y
pintaba casi obsesivamente las declinaciones del lenguaje. Pintaba por días y
días estas declinaciones que para mi mente era como spam ya que no sabía hablar francés. Gracias a esta obra pude
exponer en una galería en París y también me dio una enorme satisfacción ya que
estuvo expuesta en el Museo de Arte
Moderno de Valencia, fue seleccionada por la Fundación Bancaja de España, que
eligió a 20 artistas entre 1500 artistas presentados a nivel mundial.
En
todos estos años que venís viviendo en diferentes países, ¿sentís que los
ambientes que habitás influencian tu obra?
El medio te condiciona en un 100%. Creo que
más que un país lo que te condiciona aún más es tu ambiente inmediato, tu
barrio. En Barcelona vivía en un barrio que estaba lleno de bares donde se
escuchaba Heavy Metal y mi paisaje inmediato al salir al balcón era motos,
tachas, cuero, hombres con cabello largo y calzas de cebra. Era un paisaje un
poco más oscuro y más dark, pero
seguía siendo lúdico e irónico. Mi obra se volvió más oscura. Después viajé a Berlín y exploté con el
color. Si bien siempre usé el color en
mis obras, en Berlín empecé a usar muchos colores flúor. Al viajar me di cuenta
que cada país tiene sus propios colores. El color de cada ciudad termina
influyendo en la obra. Al comprar los materiales siempre hay pequeñas
variaciones cromáticas. El flúor de Berlín no es igual al de otros países, un
rojo carmín en Francia es distinto al que vas a encontrar en otro lugar.
Estando ya en Berlín mandé obras a mi galería en Barcelona y me contó el
galerista que entraron dos personas a preguntar si el artista era alemán ya que
los colores flúor que usé eran característicos de Alemania. Esto puede parecer
algo insignificante, pero a mí que me interesa mucho lo visual y como se
percibe el color, me es muy interesante esta percepción.
Por otro lado el viajar, me hizo ser mucho
más libre. El tener que empezar siempre de cero, el perder el miedo, el perder el apego a lo material, todo eso es
muy enriquecedor para cualquier persona, pero más para alguien creativo.
¿Tenés
planeado volver a Paraguay?
Por supuesto que sí. Ahora estoy en un
momento que en vez de pensar tanto en ¿A dónde me puedo ir? Estoy pensando más
en ¿A dónde voy a regrear? Ya llevo casi 7 años viviendo en Europa. Nunca fue
mi intención ir tanto tiempo. Fui en un principio por el Premio Matisse, y las
cosas se fueron dando y consideré oportuno y pertinente quedarme. Pero en todo este tiempo siempre regresé a
Paraguay, nunca sentí un desapego ya que siempre me ocupé de que mis obras
también siguieran circulando en Paraguay.
¿A
nivel artístico que planes tenés?
El año que viene tengo planeado hacer un
máster en Berlín, formarme y leer más. Mi plan es tener un 2016 lleno de nuevas
lecturas. Me siento ávido de conocimiento. En estos últimos tiempos en Berlín
me di cuenta de lo importante que es conocer en profundidad lo que estás
haciendo.
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