Sin lugar
a dudas la naturaleza está llena de cosas asombrosas que nos sorprenden día
tras día. Toda la creación natural es absolutamente maravillosa, las flores,
las plantas las frutas y toda su enorme variedad y diversidad. Pero hay una
fruta, que es tan especial, que se ha ganado el nombre de “Fruta Milagrosa”. Se
trata de la Synsepalum Dulcificum.
Esta fruta
es una especie de pequeño alquimista frutal. Un diminuto laboratorio químico
que interactúa de manera sorprendente con nuestro paladar. Dicen que es muy
sabrosa, pero no es su sabor lo que la vuelve especial, sino el hecho de que al
comerla, causa una reacción en nuestras papilas gustativas, que hace que los
alimentos que comamos después sepa totalmente diferentes. La fruta milagrosa
hace que los alimentos agrios se conviertan en dulces y que los sabores se
confundan totalmente, haciendo que el vinagre sea totalmente bebible como si se
tratara de juguito de manzana, que la cerveza tenga sabor a chocolate y que los
tomates tengan sabor a caramelos.
Es una pequeñísima fruta
silvestre de color rojo, del tamaño de una aceituna, que crece en la costa
oeste de África. Desde tiempos remotos los nativos africanos la consumían para
realzar el sabor de sus platos, que además de escasos y poco variados, eran
bastante sosos. Fue descubierta por los europeos en 1725, cuando unos
exploradores franceses la descubrieron, pero estos no le hicieron más con ella
que clasificarla ya que no le vieron ningún atractivo comercial.
Sin embargo, en 1974, unos
americanos vieron su enorme potencial como endulzante ya que es mil veces mejor
que el azúcar ya que no solo endulzaba más, sino que no dañaba a los dientes,
ni engordaba, ni tenía valor calórico ni se metabolizaba como glucosa. Por
supuesto esto también llamó la atención de las grandes corporaciones azucareras
y de los productores de Sacarina (el endulzante no calórico líder por ese
entonces) y al sentirse amenazados, se dice que pusieron en marcha a sus
agentes de lobby para frenar su ingreso al mercado estadounidense y por ende al
resto del mundo, al conseguir que fuera prohibida por la FDA (Food & Drug
Administration). El temor radicaba en el hecho de que se podía aislar y
sintetizar con facilidad el ingrediente activo que producía este efecto, lo que
la convertía en una alternativa totalmente natural a la azúcar. Lo que
amenazaba al igual a los azucareros como a la industria de los endulzantes.
Al morderla se produce una reacción
química que genera efectos a nivel físico en las papilas gustativas, cambiando
totalmente el sabor que percibimos de los alimentos que ingerimos.
La fruta tiene en su pulpa una
substancia única, llamada miraculum (miraculina),
una glicoproteína, que se une a las papilas gustativas y causa que la
percepción de los sabores dulces y agrios se revierta, al punto que podemos
sorber un limón con el mismo placer que la más dulce de las naranjas. En
contraposición, los sabores dulces se vuelven absolutamente desagradables, algo
que resultaría fantástico para evitar caer en tentaciones cuando se está de
dieta y se sienten ganas irrefrenables de un dulcecito. El efecto no es de
corta duración, ya que puede durar hasta por 2 horas tras la consumición de la
fruta.
Como ya se podrán imaginar, esta
última propiedad, hace que ingestión de esta fruta suponga una gran ventaja para
los diabéticos. Por este motivo hoy en día ya se la está plantando en Jamaica,
así como también en el estado de Florida, e incluso ya se puede ordenar la
fruta (y también frutas desecadas y en píldoras) vía internet (con el nombre de
Miracle Berry).
Otra de sus ventajas es para ayudar
a personas con cáncer, ya que uno de los efectos colaterales de la
quimioterapia es la de hacer que lo que se ingiera tenga un gusto metálico muy
desagradable. La fruta milagrosa sirve para contrarrestar totalmente este sabor
metálico de manera a que los pacientes puedan volver a disfrutar de los sabores
de la comida.
Tal vez su única desventaja -y
convengamos que se trata de una GIGANTESCA desventaja - es que al ingerir la
fruta milagrosa, el vino sabe fatal. La fruta arruina totalmente su sabor,
volviéndolo tan desagradable como el vinagre más fuerte.
En Estados Unidos ya puede
consumirse como fruta, pero la consumisión en forma de tabletas o pastillas aún
está siendo revisada por la FDA, sin embargo, en Japón, la fruta y las
tablestas son de venta libre y aprobada y de uso frecuente para pacientes con cáncer
y diabetes.
Hacia mediados del 2000, en Nueva
York y San Francisco se empezaron incluso a organizar eventos llamados “Viajes
de Sabor” en donde se hacía consumir a las personas la fruta y luego les hacían
ingerir todo tipo de alimentos agrios y amargos como limones, pickles, salsa
picante, cerveza, rabanitos y vinagre con el propósito de experimentar los
curiosos cambios de sabores que se producían en su paladar y llevar a sus
papilas gustativas al límite.
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