Recientemente un querido amigo me hizo reflexionar sobre la
causa animalistas. Resulta que fue a la manifestación en contra de la violencia
animal y regresó sumido en una crisis existencial. No le cabía en la cabeza
como la gente iba a manifestarse con sus divinas mascotas luciendo sus
divinerrimas correas de cuero 100% vacuno y el equipo full de tereré: termo
forrado en cuero con guampa de cuerno de vaca. Este hecho le hizo preguntarse
lo siguiente: ¿Acaso no son las vacas también titulares de derechos? Miró sus
divinos mocasines de Tod’s de gamuza y de repente se sintió todo un hipócrita.
El planteo es el siguiente: “¿En qué casos la violencia está
permitida y en cuales no?” Para alcanzar un poco de paz mental decidió que su
nuevo lema era: “no a la violencia animal a excepción de los animales que
consumo o luzco.” La verdad que es un tema interesante y complejo que me llevó
a mí a pensar en cuan comprometidos están con la causa los fervientes
animalistas de las redes sociales.
Nada me saca de la cabeza de que mucho es
moda y otro tanto es catarsis. Está bien. Todos amamos a nuestras mascotas y
obviamente nos sentimos acongojados cuando vemos un video de una foquita bebé
siendo acribillada a palazos. Pero de ahí a agredir verbalmente a otro ser
humano que piense diferente y desearle la muerte a palazos de sus propios hijos
medio que ya entramos en un fanatismo catárquico propio de un problema
siquiátrico o MUCHO stress.
Honestamente
creo que el rótulo de “animalistas” es certeramente aplicable a muuuy pocas
personas. Muchos que se definen como tales en realidad más que animalistas son
amantes de los perros. Porque entre muchos de los que se auto proclaman animalistas
porque aman a sus perros como parte de su familia (y a veces incluso más que a
los plagas de su propia familia), hay varios que aborrecen a los gatos más que
a Satán. Vaaarias veces he visto a fanáticos de la causa animal que se pasan
rescatando perros y posteando fotos de pitbulls en situaciones adorables,
patear a gatos que se le acercan, o hacerle ¡shu shu shuuuuu! con gestos
neuróticos para que no se les acerquen como si éstos prójimos animalitos fueran
de uranio radioactivo.
La
triste realidad, es que entre muchos de estos acérrimos perreros que saltan al
rescate de cuanto perro sarnoso encuentran en su camino hay muchísimos que les
tienen asco a los gatos y la sola idea de que un gato se suba a la mesa
mientras comen les da arcadas. Obviamente tampoco les tienen mucho cariño a las
ratas y otras alimañas.
Pero
donde más flojea el discurso animalista es a la hora de inspeccionarles lo que
comen y lo que lucen. Nada me quita de la cabeza de que para ser un verdadero
animalista hay que ser consecuente y dejar de consumir y lucir todo tipo de
productos de origen animal. Como la diseñadora Stella Mc Cartney quien es una
verdadera y propia animalista y luchadora por los derechos de los animales y
quien no solo es vegetariana sino tampoco usa cuero ni fabrica carteras de
cuero (Motivo por el cual jamás en la vida me compraré una de sus carteras de
cuerina de 1000 y pico USD!) Por más de
que su historia del cuero “ecológico” me parece que ronda con la estafa en su
ridícula desproporción de precio/calidad, aplaudo el hecho de que sea
consecuente y que sustente su palabra con sus actos.
Un
auténtico animalista debería ser también un auténtico vegetariano y un
auténtico vegetariano sabe que no solo se tiene que evitar comer productos
animales sino todo producto de origen animal. No se puede ser lo uno sin lo
otro. Es lo mismo que proclamarse vegetariano pero consumir carne blanca de vez
en cuando... ¡HELLO! ¡El comer poca carne no te hace vegetariano!
Si
bien respeto que toda persona se manifieste por lo que crea o quiera creer, no
comparto las posturas taaan extremistas de algunos.... que son demasiado
agresivos en sus comentarios y actos, algunos casi tanto como el desubicado ese
del martillo que generó toda la marcha de protesta que me lleva a tocar este
tema.
Pero
bueno, les entiendo también a quienes saltan a la defensa de los perros por más
de que comen asado y se mueren por un zapato de pitón y una cartera de
cocodrilo. La vida está llena de contradicciones y al fin y al cabo los perros
y gatos son nió nuestras mascotas y seres muuuy queridos para muchísima gente.
Y la cruda verdad…. Es que si bien es demasiado fácil morir de amor por un
bulldog francés o un pugcito, es tremendamente difícil encariñarse con una
gallina.
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