Conocido también como Brueghel el viejo, Pieter Brueghel es considerado
como uno de los más grandes maestros de la pintura flamenca del siglo XVI.
Nacido en Amberes hacia 1525, fue el patriarca de la Dinastía Brueghel, que
incluyó a seis artistas –descendientes suyos- muy conocidos. Sus paisajes se
caracterizaban por incluir escenas de la vida cotidiana del campesinado, algo
no muy frecuente en la época en la que predominaban los motivos históricos y
religiosos. En sus cuadros, de los que lastimosamente sólo sobreviven 45, se
representan a menudo ambientes de celebración y juerga, donde la gente
comparte, baila, se besa y por supuesto, toma cerveza.
Brueghel vivió en épocas muy complicadas. Había guerras religiosas por todo
el norte de Europa entre calvinistas y católicos. Pasó muchos años en el sur de
Flandes que por entonces se encontraba ocupado por los españoles católicos,
quienes perseguían a los ricos e intelectuales y quemaban a mujeres como brujas
que “dormían con el diablo”. Esta situación le llevó a pintar las penas y
alegrías de los campesinos así como también escenas religiosas en las que
criticaba sutilmente el régimen de terror español.
Pieter Brueghel se caracterizaba por ser muy fiel a sus entornos,
retratando los paisajes y edificaciones con una fidelidad asombrosa, que los
hace ser fácilmente reconocidos hasta en nuestros días. También retrataba con
veracidad las costumbres locales, como la de beber cerveza.
En Flandes la cerveza era originalmente importada de Hamburgo o Bremen y
recién hacia el siglo XVI, época de Brueghel el viejo, empezó a elaborarse en
grandes cantidades en los Países Bajos. Lo usual era que los campesinos
elaboraran su propia cerveza. La elaboración casera de cerveza era muy común en
todo el norte de Europa y era una tarea reservada tradicionalmente para la
mujer. Se elaboraba con agua, espelta, cebada y algo de trigo y era una parte
esencial de la dieta del siglo XVI. Incluso causo rebeliones, como cuando la
comuna de Amberes puso restricciones a su elaboración y comercio generando
tanto descontento en el pueblo que tuvieron que rever la ley.
En tiempo de Brueghel se consumía abundante ale, o cervezas de fermentación
alta. Y al decir abundante, quiero decir A-BUN-DAN-TE. Se cree que el promedio
per cápita era de medio galón diario, algo así como litro y medio. Como la
cerveza que consumía la gente común tenía un porcentaje de alcohol muy bajo, lo
consumían también mujeres e incluso los niños.
Francesco Guicciardini, un historiador italiano que registró sus vivencias
en Holanda durante el siglo XVI quedó impactado de la cantidad de cerveza que
consumían los holandeses, diciendo que bebían día y noche hasta emborracharse,
atribuyendo esta costumbre para él curiosa (debido a que en Italia la ebriedad
era vista como algo bochornoso) al clima gris y melancólico, sugiriendo que
probablemente los holandeses bebían para exorcizar a aquella melancolía.
Una de las obras más famosas de Brueghel se llama “La Danza Campesina”,
pintada probablemente durante los últimos años de su vida, hacia 1568. Esta
obra muestra en primera instancia una imagen de juerga, en la que el artista
captura distintas situaciones típicas de tabernas donde el alcohol corre a la
par que la alegría: una pareja besándose apasionadamente, hombres y mujeres
danzando deschavetadamente, un par de borrachos con rostros avinagrados y
músicos de apariencia catatónica probablemente debida a la alta ingesta
cervecera. Tal vez la imagen más jocosa es la que se observa al fondo de las
imágenes principales, la de un hombre estirando a una mujer de los brazos como
si la estuviera estirando a bailar, instándola a festejar con él y con el
resto.
En el enfoque de Brueghel podemos ver algo más: una observación aguda y
distanciada, siendo él mismo un citadino, en la cual los campesinos, en su
inocente rusticidad se presentan más reales y auténticos y más desprovistos de
máscaras sociales, convenciones y artificios que los rebuscados gentilhombres de
la época. Ellos son el catalejo que nos revela la naturaleza humana con todos
sus defectos y virtudes. Si bien los vemos divirtiéndose, también los vemos
cometiendo excesos, la gula, la lujuria, la ira, la vanidad también se
encuentran retratados en este mismo cuadro de manera simbólica.
Otra de sus obras en la que fluye la cerveza en el lienzo es “La Boda
Campesina” de 1567. En el extremo izquierdo un hombre sirve cerveza en
abundancia en unos recipientes grandes usados habitualmente por los hombres.
Las mujeres por entonces empleaban recipientes más pequeños (debemos recordar
de que las mujeres por entonces aún no se habían revelado ante tales
injusticias).
Ambas obras podrían ser casi gemelas, retratando dos momentos de una misma
fiesta, el momento antes de que se sirva la bebida alcohólica, más contenido y
ceremonioso, y el momento posterior a la ingesta cuando empieza a reinar el
descontrol y el jolgorio.
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