La falda escocesa, o kilt, como se la conoce en Escocia, es una falda a cuadros
confeccionada en tartán, un género tejido en lana que representan la
pertenencia a uno de los distintos clanes escoceses. Se originan hacia el siglo
XVI en las Tierras Altas de Escocia, donde sus fuertes tejidos de lana creaban
una barrera entre la lluvia y la piel y les permitía moverse con comodidad por
el terreno irregular y húmedo. Los pantalones se mojaban con mucha facilidad lo
que sumado al frío clima de la zona, era la receta perfecta para una gripe, que
por aquel entonces podría perfectamente desencadenar en la muerte. Por lo que
las faldas, siendo más cortas no estaban en contacto con el suelo húmedo y
mantenía sequitos a los escoceses.
Además, por la noche se removía fácilmente y se podía transformar en una
cobija muy caliente.
Las primeras versiones se llamaban feileadh mor y se parecían a una toga larga de casi 6 metros y
medio de largo, que se sujetaba con un cinturón ancho a la cintura y cuya parte
superior se usaba envuelta sobre el hombro como una especie de capa. La versión
más corta, como la conocemos hoy en día, surge en el siglo XVIII. Se ve
influenciado probablemente por las vestimentas de los celtas y romanos.
Curiosamente, los primeros guerreros
escoceses acostumbraban sacarse la falda antes de la batalla, arremetiendo
contra el enemigo llevando solo su leine
o parte superior tejida que llegaba hasta un poco arriba de la rodilla.
En 1746, el rey Jorge II impuso el “Dress
Act” un código de vestimenta que prohibía todas las piezas de vestimenta
tradicionales de los clanes escoceses como manera de someter a los clanes tras
los levantamientos jacobitas. El llevar faldas escocesas podía ameritar una
pena de hasta 6 meses de prisión en caso
de ser una primera ofensa y 7 años en caso de ser una reincidencia. Esta
prohibición se mantuvo vigente por 35 años. Solo se permitió su uso a los
oficiales de tierras altas del ejército inglés. Éstos fuertes hombres escoceses
habían sido integrados al ejército inglés tras la rebelión Jacobita en
regimientos conocidos como de Tierras Altas. Los astutos ingleses, para evitar
que se volvieran a rebelar en casa, los enviaba a India, América del Norte y
otros remotos puestos del imperio Británico. Ellos siguieron usando sus faldas
tradicionales como uniforme e incluso se les asignaba distintos tartanes para
distinguir a los regimientos.
Pero al mermar el movimiento jacobita, una
especie de nostalgia romántica hacia las tradiciones escocesas llevó a que
lentamente se volviera a introducir como prenda. La prohibición hizo que se
popularizara aún más entre los escoceses. Cuando s e la levantó en 1782 y la
tradicional prenda se reintrodujo con más fuerza aún, pues ahora tenía cargada
todo un sentido de tradición y cultura que se identificaba fuertemente con
Escocia.
Con la visita del rey Jorge IV a Escocia en
1822, el escritor escocés Walter Scott, montó todo un circo escoces para el
monarca inglés, que se sentía atraído por el romanticismo de las novelas de
Scott sobre los guerreros escoceses. Scott convenció al rey de que la sangre
escocesa que corría por sus venas lo hacía también líder de los clanes
escoceses (por más de que la sangre del rey era más bien teutona) y el rey,
siendo fanático de la novela Rob Roy, se entusiasmó tanto con esto que decidió
vestir la tradicional falda escocesa durante su visita, lo que puso de moda a
esta prenda en toda Escocia e Inglaterra. Incluso la reina Victoria, Sucesora
del Rey Jorge IV, heredó de él la fascinación con Escocia, construyendo su
castillo Balmoral en tierras escocesas y vistiendo a sus hijos con kilts.
Scott y la recientemente creada Sociedad de
las Tierras Altas, encargadas de velar por las tradiciones escocesas, crearon
todo un sistema de identificación de clanes según el tartán. Tradicionalmente
los tipos de cuadros identificaban a distintas regiones, pero no a los clanes
en sí. Tras este rescate cultural de la tradicional vestimenta escocesa, el kilt se convirtió en todo un emblema de
Escocia.
Muchas unidades escocesas siguieron usando
el kilt durante el siglo XIX. El feroz grupo conocido como el “Black Watch”
durante la Primera Guerra Mundial fue apodado por los alemanes como “las damas
del infierno” por su costumbre de llevar las tradicionales faldas escocesas
como uniforme. Ya para la segunda guerra mundial se mantuvo como uniforme de
gala pero se probó muy poco práctico en el campo de batalla moderno por lo que
se lo dejó de usar en combate.
Los diseñadores de moda contemporáneos se
han inspirado en el tradicional kilt y en los tartanes para hacer todo tipo de
prendas para hombres, mujeres y niños. Incluso la diseñadora Viviene Westwood
se caracteriza por usar los cuadros escoceses de manera habitual en sus
colecciones. Ya sea empleado como emblema nacional o como prenda de moda, o
simplemente para llamar la atención de las mujeres (que siempre se han
preguntado que llevan los hombres escoceses debajo de sus faldas), los kilts se
mantienen únicos y relevantes como símbolo de una tradición y de una nación.
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