Como ocurrió con muchas otras
piezas de indumentaria, la creación del trench está disputada entre dos grandes
marcas británicas. Tal vez nunca sepamos quién de ellos tiene razón, pues más
que inventarse, el trench fue evolucionando de acuerdo a las necesidades de los
hombres de la época. Cada individual característica del trench nació por
motivos prácticos.
El bisabuelo del Trench es sin
lugar a dudas el abrigo de los cocheros británicos del siglo XVIII. Como iban
en el exterior portaban gruesos abrigos de lana para protegerlos de los
elementos y principalmente mantenerlos un poquito más secos cuando llovía. En 1823 Charles Macintosh, un astuto hombre de
negocios, encontró la manera de impermeabilizar telas untándolas con una
solución plástica. El untaba el material entre dos capas de tela, de manera a
que sus abrigos no se sentían de plástico. A pesar de que estos abrigos tenían
un olor bastante desagradables, en 1824 funda en Manchester la fábrica de
tejidos impermeables Charles Macintosh & Co. para proveer la materia prima para la
fabricación de los primeros abrigos impermeables. Lastimosamente el olor no fue
el único problema de estas prendas, también se volvían pegajosos con el calor y
duros como un tronco con el frio. Para 1830 los impermeables de Macintosh ya
habían perdido su popularidad inicial.
En 1853 la
compañía británica Aquascotum (nombre que significa escudo de agua) inventó y
patentó una lana impermeable para producir abrigos que fueron destinados a los
soldados que peleaban en la Guerra de Crimea. Estos tenían una fórmula mejorada
para su impermeabilización, además de modelos más a la moda de la época, pero
si bien los modelos de esa época poco tenían que ver con lo que hoy en día
conocemos como trench, como fueron los primeros en producir impermeables en
serie ellos se adjudican la invención del trenchcoat.
Un par de años
después, un pañero aprendiz de solo 21 años llamado Thomas Burberry abrió una
tienda de abrigos en Basingstoke, Inglaterra. Al crecer en el campo se había
percatado de que las prendas de lino de los granjeros tenían muchas propiedades
favorables para el trabajo a la intemperie y se propuso transferirlas a sus
abrigos. Las prendas eran livianas,
cómodas, abrigadas en invierno, frescas en verano y como el material se encogía
al humedecerse, resistían bastante bien al agua. Por esto Burberry se inclinó a
preferir el algodón en vez de la lana, impermeabilizando el tejido antes y
después de la confección y llamándolo Gabardina. Así logró un material ligero,
inodoro, resistente e impermeable, patentándolo en 1879.
En 1901
Burberry diseñó su primer trenchcoat en su Gabardina. Para el diseño pensó en
las necesidades de los soldados ya que el gobierno británico estaba buscando un
reemplazo más liviano para sustituir a los pesados abrigos que el ejército entregaba
a los soldados. Así Burberry presentó con mucho éxito su nuevo diseño a la
Oficina de Guerra Británica. Durante la Primera Guerra Mundial los oficiales
británicos llevaban sus propios abrigos impermeables de Aquascutum y Burberry
al frente. Como estas prendas eran muy útiles en las húmedas trincheras de esta
guerra, al poco tiempo se les pegó el nombre de trench coats o abrigos de
trinchera.
Al finalizar
la guerra, los oficiales que regresaban a casa siguieron usando sus cómodos trench coats que también resultaban muy
prácticos en el lluvioso clima británico. Pero como suele suceder, Hollywood
también jugó un papel determinante en la popularización de este abrigo de
guerra en tiempos de paz. El actor Humphrey Bogart las popularizó en sus
películas “Casablanca” y “El Halcón Maltés”.
La popularidad
de los trench coats se mantiene hasta hoy en día gracias a su resistencia y versatilidad,
convirtiéndose en una prenda icónica de la moda inglesa. Este clásico que fue
creado para emplearse en tiempos de guerra, sin lugar a dudas se adaptó muy
bien al tiempo de paz.
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