Permítanme disentir con la Real Academia de la Lengua
Española, pero un bigote es mucho más que pelo que nace sobre el labio
superior. Más que vello facial, un
bigote es un accesorio que define los rasgos y expresa la personalidad de quien
lo lleva.
Obviamente, el vello facial acompañó al hombre desde sus
inicios. Podemos asumir que los primeros homínidos contaban con mucho más vello
facial que los hombres contemporáneos. Pero cabe destacar que un bigote es más
que vello facial. Requiere cierto cuidado, estilo y acicalamiento para que el
vello facial adquiera la cualidad de mostacho o bigote. Podemos asumir que esta
idea de acicalamiento fue la que originó los primeros bigotes propiamente
dichos.
El primer retrato de un hombre bigotudo es la estatuilla del
mayordomo Keti, que data de la dinastía VI del Antiguo Egipto y se encuentra
actualmente en el Louvre. Otra representación bigotuda muy antigua data del 300
d.C. y se trata de un jinete escita del
antiguo Irán. En los países del medio oriente, los bigotes muchas veces se
asocian con el poder. De hecho, en esta zona se ha vuelto popular la técnica
del trasplante capilar en la zona del bigote para lograr mostachos más tupidos
e imponentes. Esto también sucede en India, donde los agentes policiales ganan
más si se dejan crecer el bigote ya que creen que este símbolo viril les otorga
más autoridad y poder a los oficiales.
En Japón, desde el periodo medieval hasta el inicio del
periodo Edo, los Samurái sin bigotes eran motivo de burla. Aquellos muy
lampiños que lucían bigotes muy finos como Hideyoshi Toyotomi, a menudo tenían
que recurrir a bigotes postizos.
A través de la historia el bigote fue considerado como todo
un símbolo de hombría y virilidad… obviamente por el hecho de que hay muy pocas
mujeres bigotudas… y las que hay por lo general (salvo Frida Kahlo) reniegan de
su vello facial depilando hasta el último pelo. Por ser símbolo de poder y
hombría, no es de extrañar que se popularizaron en los ejércitos de varias
naciones. Por lo general, a más frondoso el bigote, mayor el grado militar. En
algunos países incluso era obligatorio para los soldados dejarse crecer el
bigote. Este fue el caso del ejército británico quien prohibió que se rasuraran
los labios superiores desde el siglo XIX
hasta 1916.
El estilismo de los bigotes es tan importante, que hasta han
nacido artilugios para acicalarlo, como las tradicionales navajas y tijeras, la
cera de bigotes y las redecillas, peines y cepillos para bigotes.
En cuanto a los estilos de bigotes, existen varios tipos:
-
Natural: aquellos que crecen libremente y que no
requieren de mucho acicalamiento.
-
Húngaro: son grandes y frondosos y se elevan a
los costados.
-
Dalí: delgado y con las puntas dobladas hacia
arriba. Lleva el nombre de Salvador Dalí, quien hizo famoso tanto a sus
pinturas como a su peculiar bigote.
-
Inglés: similar al húngaro pero más angosto y
menos frondoso.
-
Imperial: este bigote incluye parte de pelo que
nace de las mejillas y es doblado hacia
arriba.
-
Chevron: es el clásico bigote ochentoso que
cubre la totalidad del labio superior sin pasarse de los bordes. Es el usado
por Tom Selleck y Freddie Mercury.
-
Fu Manchú: este bigote de estilo oriental es
largo y caído, extendiéndose por debajo del mentón.
-
Pancho Villa: Similar al Fu Manchú, aunque más
grueso. Este bigote cae a los costados del labio pero sin sobrepasar al mentón,
adquiriendo la forma de una herradura.
-
Lápiz: fino y recto como si estuviera dibujado
por un lápiz por en cima del labio superior.
-
Cepillo dental: Este es grueso pero angosto
manteniéndose estrictamente debajo de la nariz. Es el usado por Adolf Hitler y
el más amigable Charlie Chaplin.
-
Morsa: espeso, frondoso y colgante. Bastante
desprolijo y cubriendo casi toda la boca. Es el estilo usado por Mark Twain.
La etimología de la palabra
bigote es de lo más curiosa. Se cree que el término proviene del alemán “bei
Gott” (¡Por Dios!), un juramento que hacían los soldados alemanes de nils
mientras se llevaban la mano a la zona facial comprendida entre el labio
superior y el corte de la nariz. Según el diccionario Crítico-etimológico de
Joan Corominas, parece ser que los españoles relacionaron la blasfemia que
proferían los barbados sajones con los
frondosos mostachos de los mencionados tudescos.
El apogeo del mostacho fue sin
lugar a dudas el siglo XIX, donde prácticamente el bigote hacía al hombre. Desde
reyes a plebeyos, todos lucían un esplendido bigote. Todos los retratos y
fotografías de esta época retratan a hombres con frondosos bigotes, barbas o
patillas y muchas veces con una elaborada combinación de estos tres en un solo
rostro, algo que nos lleva a suponer que el vello facial estaba de moda.
Algunas veces el vello facial era
más que una mera moda. Tal fue el caso de los Maori, quienes cubrían sus
tatuajes faciales con su vello facial, elaborando bigotes y mostachos complejos
denominados moko para no ser vistos
como paganos por los misioneros cristianos. Así el vello facial se convirtió en
una manera de esconder y proteger a sus tradiciones milenarias.
Después de la
primera guerra mundial, se puso de moda ir bien rasurado. Lo mismo ocurrió
durante la segunda guerra mundial. Pero tras la guerra, los artistas de
Hollywood como Clark Gable volvieron a poner de moda a los bigotes, aunque en
versiones mucho más delgadas y acicaladas.
Durante los
años 60s, con el movimiento hippie, las barbas y bigotes se volvieron a poner
de moda como forma de protesta. Era algo adoptado por muchos jóvenes por
rebelión hacia el status quo.
A fines de los
70s e inicios de los 80s los bigotes vuelven a cobrar protagonismo, adquiriendo
nuevamente su status viril y convirtiéndose prácticamente en un rito de pasaje
para todo adolescente que quería demostrar que ya era todo un hombre luciendo
un ostentoso y masculino bigote.
Hacia fines de
los 80s y durante todos los 90s y el primer milenio, los bigotes eran vistos
por los recientemente proclamados metrosexuales como una extraña, bizarra y
afortunadamente superada moda del pasado.
En tiempos recientes, se ha usado
el "mostacho" como símbolo de moda. Muchas personas alrededor del
mundo utilizan accesorios, ropa, tazas y todo tipo de elementos con dibujos de
estos bigotes, y, hasta se usan “mostachos falsos” para ponerse sobre los
labios. La gente se saca fotos con éstos, y, populariza cada vez más este
fenómeno tan peculiar. Este fenómeno se inicia hacia el 2010 con el movimiento
de “Movember”. Se trata de una campaña internacional en la cual se instaba a
los hombres a dejarse crecer el bigote durante el mes de noviembre para
recaudar fondos y dar a conocer la causa de la lucha contra el cáncer de
próstata. El movimiento fue un éxito y para el 2011, 1.8 millones de hombres de
14 países se dejaron crecer el bigote y el mostacho tuvo un merecido
renacimiento.
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