viernes, 21 de noviembre de 2008

TACONES LEJANOS: La evolución del Taco en el Calzado de Mujer


El diseño del calzado de mujer ha ido cambiando y evolucionando a lo largo de la historia según cada época y región. Se podría afirmar que los primeros calzados fueron las sandalias utilizadas en Egipto y en la zona Mesopotámica. El diseño de estas sandalias obedecía a la necesidad de proteger los pies de las inclemencias del tiempo y del terreno. Las primeras sandalias por lo tanto obedecían principalmente a cánones de comodidad y utilidad, pero poco a poco, la coquetería y vanidad femenina fueron imponiendo ciertos cambios. El tamaño, la forma y los materiales empleados fueron así evolucionando, pero el cambio principal, que luego pasaría a convertirse en característica casi exclusiva del calzado femenino, fue la altura del taco.

Resulta evidente que la necesidad, la comodidad o la utilidad no fueron parámetros tenidos en cuenta en el momento en que se decidió elevar a la mujer por las alturas. Los chinos empezaron a utilizar tacones en los diminutos calzados de pie de loto, producto de la despiadada costumbre iniciada en el sigo VII de atrofiar los pies de las mujeres nobles. A partir de los 6 años los pies eran atados y deformados durante el crecimiento. Los dedos eran obligados a crecer hacia adentro, para alcanzar la deseada medida “perfecta” de 10 cm. Esta práctica era un símbolo de status social ya que solo un noble podía permitirse el “lujo” de tener una mujer improductiva que a duras penas solo podía caminar distancias cortas.

En Manchuria, zona que rivalizaba con la China Imperial, a las mujeres se les prohibía adoptar la costumbre china de deformar sus pies. A pesar de esta prohibición, las mujeres se ingeniaron para imitar a las chinas, utilizando unos zapatos apoyados en unas plataformas de base pequeña, que les daba la apariencia de tener los tan “atractivos” pies de loto y las obligaba a caminar con pasitos pequeños, caminata que era considerada de suma elegancia.

En Japón, las Geishas acostumbraban usar unas ojotas elevadas sobre una base rectangular de madera que tenía dos dientes de entre 5-10 cm. de altura. Estos calzados eran llamados Geta. Debido al clima lluvioso del Japón, estas ojotas eran muy útiles para evitar que las Geishas estropearan sus preciosos Kimonos manchándolos con el barro de las calles. La muy conocida tradición japonesa de quitarse los zapatos al entrar a una casa probablemente deriva del hecho que estos zapatos eran muy dañinos para los delicados pisos de las casas japonesas. De hecho, hasta hoy en día los estantes donde uno deposita sus zapatos a la entrada de una casa se llaman getabako o caja para geta.

Las mujeres musulmanas también lucían plataformas similares para proteger sus pies del polvo de las calles y de los pisos de los baños públicos del imperio Otomano. En el Líbano, las mujeres de los harenes solían usar un sueco de madera elevado sobre dos dientes, llamado kapkap. Este nombre deriva del ruido que hacían estos zapatos sobre los pisos de mármol del Harén.

En Occidente, curiosamente los primeros en usar tacones fueron los hombres. Alrededor del Siglo XVI, los jinetes empezaron a usar tacos para evitar que se resbalaran sus pies en los estribos de sus monturas. Con el tiempo, el taco de jinete fue haciéndose más y más alto, hasta el punto de dejar de ser apropiado para montar. Su uso quedó limitado a las cortes europeas donde eran usados por los nobles. En 1533, la diminuta Catalina de Medicis, encomendó a un zapatero la confección de unos zapatos con tacón para parecer más alta en su boda con el Duque de Orleáns. Catalina en su afán de ganar altura, se apropió de un diseño militar para librar una batalla personal contra su pequeña estatura, convirtiéndose en la primera mujer en usar tacos e imponiendo la moda de los tacones para las mujeres en la corte francesa.

Tal vez uno de los zapatos más absurdos fueron los célebres chapines venecianos. Estos verdaderos pedestales, elevaban a las damas de la época a alturas ridículas. Algunos llegaron a medir más de 50 cm. Los chapines eran una especie de zancos de madera utilizados por las patricias de la alta sociedad Veneciana. Su uso fue pronto imitado por las célebres cortesanas venecianas y difundido por toda Europa. Estos calzados eran verdaderos símbolos de status, pues solo una mujer adinerada podía permitirse elevarse literal y simbólicamente por encima de la plebe. Los chapines limitaban tanto el movimiento de la mujer, que para salir, ésta necesitaba ir acompañada por dos lacayos que le ayudaban a mantener el equilibrio. Las mujeres venecianas se convertían así en estatuas vivientes que paseaban orgullosas, elevándose sobre pedestales inalcanzables.

Este exceso de la vanidad, no solo limitaba el movimiento y la autonomía de las mujeres, sino que traía aparejados algunos singulares problemas. En Inglaterra se pasó una ley que permitía al esposo anular el matrimonio si descubría que su esposa lo había engañado disimulando su corta estatura valiéndose de chapines. Eventualmente, su uso fue prohibido en Venecia pues fueron causa de numerosos abortos debido a caídas.

Con la Revolución Francesa, los tacos fueron bajando debido a que éstos eran sinónimos de nobleza y opulencia y podían suscitar la ira del pueblo. Hasta mediados del 1800’s los zapatos de mujer fueron planos. Solo en días lluviosos las mujeres se servían de protectores metálicos que elevaban sus pies para proteger a sus finos calzados del barro y de la lluvia. Recién a fines del S. XIX se re introdujeron los tacos en los calzados femeninos. Durante todo el siglo XX los tacones volvieron a estar de moda variando en altura y estilo.

En épocas modernas, tal vez la principal evolución en el diseño del calzado sea la del taco aguja. Esta singular creación apareció en el panorama de la moda en 1952. Aunque no se sabe con certeza quien fue el primero en crear el diseño, se dice que Ferragamo, Albanese de Roma y Dal Có crearon "tacones de aguja" hacia 1953 en Italia, al mismo tiempo que Roger Vivier lanzaba su versión en París. La estructura de cada uno de ellos era la misma y bastante similar a la de un pequeño rascacielos de 10 centímetros, con un tubo delgado metálico dentro de un armazón de plástico alargado como soporte en forma de viga para sostener el peso de la mujer.

A pesar de su mala reputación, debido a consecuencias perjudiciales como torceduras o roturas de tobillo, a finales de los ‘50 los tacones de aguja eran los únicos zapatos que se ponía una mujer moderna, considerados como símbolos de agresión y de sexualidad elevada a la cumbre.

Es innegable que los zapatos de taco alto constituyen una de las principales paradojas de la moda moderna femenina. Todas las mujeres tenemos una relación amor/odio con ellos. Podemos aborrecerlos, sin embargo todas guardamos celosamente al menos un par en el ropero para usarlo en una ocasión especial. A pesar de las ampollas, las torceduras, y del hecho de que las mujeres siguen cayendo de ellos tan humillantemente como hace cientos de años, sabemos que los tacones son indiscutiblemente nuestra mejor arma a la hora de vernos elegantes y sentirnos irresistibles. Como decían nuestras abuelitas tan sabia y estoicamente, “para ser bellas hay que ver estrellas”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no sabía que la historia de los zapatos era tan increíble!!

Anónimo dijo...

muy buen post!