No sé que es lo que lleva a las mujeres a saludarse con piropos. Podemos decir que es una rareza netamente femenina. Jamás se ha visto a un hombre ponderar lo bien que le queda a su amigo el shortcito cuando llega al partido de fútbol. Sin embargo, entre las mujeres, el piropo parece haber sustituido al saludo.
Cuando encontramos a una amiga siempre tenemos asegurado que va a hallar algo que ponderar, ya sea el vestido, el corte de pelo (por más de que no te hayas cortado el pelo), tu maquillaje, tus zapatos o tu joyas.
Los piropos que sustituyen a los saludos incluyen “Que churra estás”, o “Que chururú”, o si se trata de alguien un poco más fina, sustituye el chururú por adjetivos como Chic, fabulosa, regia o fantástica.
Convengamos que a veces el piropo sale de pura costumbre. En estos casos nos encontramos saludando a una amiga que parece una estatua de Botero viviente con un “¡Que regia estás, estás más flaca!”. Por supuesto que será la mujer más feliz del universo hasta que se vuelva a mirar al espejo. Momento en el cual empezará a creer que le estabas tomando el pelo.
Conozco mujeres que siempre tienen un piropo en la punta de la lengua. No paran de repartir bondad. Cuando verdaderamente no tienen nada, pero NADA, que ponderar igual encuentran algún adjetivo benévolo. Por ejemplo, si se encuentran con una amiga que es un fashion emergency en su máximo apogeo, que todavía usa el mismo blazer azul marino con hombreras y jamás se enteró que los jeans nevados se dejaron de usar en 1989, le saludan con un “Me encaaanta tu look retro.” O si encuentran a una amiga vanguardista que se acaba de teñir el pelo de violeta, seguramente le saludarán con un “¡Que novedooosa!!”
Generalmente cuando una amiga me saluda con un piropo, mi modestia me lleva a pensar que solo está siendo amable conmigo. Pero más que bondad, ahora que lo pienso, creo que esta nueva forma de saludarnos responde a una necesidad de apoyarnos unas a otras. El saludo piropero es una forma de decirle a tu amiga que no importa que sus ojeras le llegan hasta el piso, que vamos a ignorar solidariamente la erupción de acné que le salió en la nariz u omitir el hecho de que el jeans chupín le queda fatal. Es una forma muy femenina y educada de concentrarse en lo positivo.
Por supuesto que como indican todos los cánones de cortesía, un saludo tiene que ser contestado con otro. Lo mismo ocurre con el piropo. Por esto, cuando vemos a un grupo de amigas saludarse, se oirá un rosario de elogios antes de que prosigan su camino.
Sinceramente extraño la brevedad del sencillo, sincero y cordial “hola que tal”. Ahora saludarse entre mujeres es una cosa de no acabar. Si Fulanita saluda a Menganita, Fulanita le dirá primero: “¡Mengui estás diviiiina! (por supuesto es una mentira super hiper mega ultra piadosa). Menganita sonreirá y contestará con un efusivo “¡Vos si qué!”; tras el cual comentará lo hermoso que es el vestido de Fulanita y le preguntará dónde lo compró. La respuesta de Fulanita será invariablemente: “Cuando quieras Mengui” (por más de que Fulanita mida un metro treinta y pese 30 kilos menos que Menganita). Recién después de todo este protocolo piropero en el cual ambas mujeres aprueban sus respectivos looks y exorcizan cualquier signo de inseguridad, proseguirán a hablar sobre como están.
Ahora bien, que pasa cuando el piropo no llega. Esta situación horrible es el equivalente a pasar frente a una obra en construcción y no recibir ningún piropo de los albañiles. Esto es un signo inequívoco de que te ves fatal. Pero no te sientas mal. Probablemente tu amiga es o muy descortés o sencillamente no es tu amiga. Porque una verdadera amiga siempre, pero siempre va a ponderarte algo cuando te vea, aunque solo sea el color de tu esmalte.
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