Estamos en Setiembre, nuestro mes favorito. El tiempo ya nos permite tirarnos a tomar sol como lagartas. ¡El solcito de setiembre es lo máximo! Lo único que digamos arroja una pequeña sombra en el inicio de nuestra actividad favorita (prepararnos para el verano) es ponernos el bikini por primera vez después del invierno. Nos miramos al espejo, estamos más blancas que una mozzarella, y también igual de flácidas. Y la celulitis…. Mejor no tocar el tema de la celulitis porque es absolutamente deprimente…. Digamos que la blancura invernal tiende a resaltar nuestros pocitos. La imagen turbadora que nos devuelve el espejo es absolutamente desalentadora.
Después del trauma de ver nuestros cuerpos invernales en un bikini a las mujeres siempre nos entra una irrefrenable necesidad de hacer algo que nos haga sentir mejor. No, nada de ponerse a meditar, ni a hacer yoga para reencontrarnos con nosotras mismas. ¡Ni ahí! Lo nuestro es el shopping. Allí es el único lugar donde podemos exorcizar todos nuestros demonios. Es por eso que hacer shopping en primavera es una especie de terapia, donde nos trata la mejor terapista de todas: nuestra querida amiga VISA Dorada. El shopping primaveral nos llena de ilusión de volver a vernos fabulosas en los vestiditos, brillar con los colores y comprarnos el vestido que aún no nos entra, con la esperanza de poder usarlo tras la dieta intensiva que nos propusimos hacer para llegar re diosas al verano.
Pero últimamente, ir de compras ha dejado de ser reconfortante. Para empezar, al entrar al probador, bajo esa horrible luz que parece magnificar con lupa todos nuestros defectos (verse bien en el espejo de un probador, es tan imposible como salir linda en la foto de la cédula). Yo si tuviese una boutique tendría la iluminación más favorecedora del mundo en mis probadores…. Y por supuesto un espejo que reeee adelgace. A quien se le ocurre poner un espejo tan, realista.
Por otro lado está el tema de las tallas. ¡Que le ha pasado a las marcas! O tienen serios problemas de moldería o nos quieren poner a dieta. Desde cuando el small se ha convertido en el nuevo large!! Ir de compras hoy en día nos hace dudar si están encogiendo las ropas o nos estamos ensanchando. En muchas boutiques las mujeres de talla media se ven obligadas a comprar un Extra Large. Que horrooooor!!! Y que pasa con las que son verdaderamente Extra Large? Para ellas no hay opciones. Seguro que las vendedoras le miran con cara de lástima y les dicen: “No llegamos hasta esa talla.” Las prójimas no tendrán más opción que ponerse unos anteojos negros, un pañuelo en la cabeza y entrar de incógnito a una tienda para gorditas.
Las boutiques que tienen estas crueles escalas no nos tienen nada de piedad y por supuesto su sentido del marketing está oxidado. Yo si tuviera una boutique haría exactamente lo contrario. Agrandaría las tallas. A una ropa XL, le pondría L, y a una L le pondría M y así sucesivamente hasta llegar al XXXXXS. Seguro que todas mis clientas saldrían chochas. A esto yo le llamo marketing estratégico.
Pero mejor que engañar al consumidor, creo que es ser justo con ellos. Es hora de que exijamos y que nos quejemos sin vergüenza, porque no se trata de que estemos poniéndonos más gorditas con los años, sino que las tallas de las tiendas se están encogiendo. Las prendas Large, o talla 3, o Grande, o como estén etiquetadas, no corresponden con verdaderas ropas large. Y las tallas small son para anoréxicas.
Muchas tiendas adoptaron también la talla Cero. Que quiere decir talla cero… que la que la usa ha dejado de existir? Porque un cero es una nulidad. Al etiquetar la ropa de esta manera las tiendas nos están cordialmente invitando a que desaparezcamos.
La moda debería proponer tallas más realistas y saludables. Seguir el ejemplo de grandes marcas como Prada y Lanvin que tienen hasta la talla 46 y mantienen una moldería increíblemente exacta, donde un 38 es un 38 y no un 34. Un digno ejemplo a seguir es el de la diseñadora Stella McCartney, quien incorpora hasta la talla 46 en sus colecciones y en sus últimos desfiles solo usó modelos con tallas 42-44.
Tras años de quejas de fashionistas frustradas, a fines del 2007 el gobierno Español decidió organizar el caos reinante en las tallas de las distintas marcas. El ministerio de salud, encargado de los derechos del consumidor, se alió con varias marcas para establecer un estándar de tallas y ponerle fin a tanta disparidad y confusión. Así marcas españolas mundialmente famosas como Zara, Mango y el Corte Inglés decidieron seguir los nuevos parámetros indicados por el Ministerio de Salud. El mismo se encargó de realizar un estudio antropométrico consistente en medir a 10415 mujeres españolas de entre 12 y 70 años para encontrar cual era el tamaño y la forma real de las mismas.
Hasta los esqueléticos maniquíes se vieron afectados por esta medida. Se ordenó que todos los maniquíes tengan una medida estándar (talla 38). Las marcas también acordaron incorporar tallas más grandes de las que solían vender en sus tiendas.
Esta medida apunta a promover una imagen saludable de belleza y satisfacer las expectativas de las consumidoras. Claramente, la etiqueta con el tamaño es mucho más que un número o una letra, pues afecta significativamente a la imagen corporal de las mujeres. No hay vuelta que dar, las ropas tienen que adaptarse a los tamaños reales.
No hay nada más maravilloso que entrar a un probador y que la ropa te quede perfecta. Es hora de que las marcas dejen de vender fantasías y angustiarnos con tanto caos desmedido y nos ofrezcan a todas lo que fuimos allí a buscar: la oportunidad de sentirnos regias, hermosas y a la moda.
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