domingo, 13 de marzo de 2016

Pisando charcos con estilo - HISTORIAS DE LAS BOTAS DE LLUVIA




Con estas lluvias no solo se ponen a prueba nuestras calles, sino también nuestros zapatos. Las lluvias y raudales son un desafío para nuestros calzados habituales que pueden estropearse al contacto con el agua, o simplemente resultan inadecuados para mantener nuestros pies secos.

Curiosamente, las botas de lluvia tuvieron una aparición tardía en la historia de la indumentaria. Por siglos el hombre tuvo que bancarse las lluvias, los charcos y el barro e indiscutiblemente durante estos siglos, millones de pares de calzados pasaron a retiro precozmente debido al mal tiempo, y ni hablemos de la infinita cantidad de resfríos que se hubieran podido evitar, de haberse inventado antes.
Como muchas de las piezas más prácticas de nuestro guardarropa, las botas de lluvia tienen un origen militar. Las primeras botas de lluvia aparecen en la lluviosa Inglaterra en el siglo XIX de los pies de Arthur Wellesley, nada más y nada menos que el Duque de Wellington, quien derroto a Napoleón en Waterloo. Antes de su aparición, los militares usaban botas Hessianas, hechas de cuero y cuyo caño llegaba hasta la rodilla. Wellesley encargo a su zapatero personal algunas variaciones en sus botas, mandando a acortar el tacón, entallar la bota y eliminar el doblez que tenían al tope del caño. 

Haciéndolas más estrechas en el caño y luego recubriendo el cuero con cera, entraba menos agua. En el lluvioso clima inglés, estas variaciones resultaron tan populares como el victorioso Duque y las nuevas botas, apodadas Wellingtons, se difundieron rápidamente entre la aristocracia británica, quienes empezaron a referirse con cariño a sus botas como wellies, sobrenombre que se mantiene en el Reino Unido hasta hoy en día.

Cuando murió el célebre Duque de Wellington, un millón de hombres y mujeres acompañaron su carroza fúnebre, la cual era seguida por el caballo sin jinete del difunto Duque. En los estribos de la montura se habían puesto del revés las célebres botas del finado héroe británico.

Las primeras botas Wellington se hacían aun en cuero, por lo que no eran enteramente impermeables. Pero en 1853, un nombre llamado Hiram Hutchinson, compra a Charles Goodyear la patente de la vulcanización del caucho natural para aplicarla a los calzados. Este proceso se empleaba por entonces solamente para hacer ruedas. Hutchinson empieza a hacer las primeras botas Wellington de goma y funda la Aigle Wellington Boot Company. Como se imaginaran, causaron furor. Curiosamente las primeras botas de goma se hacían con el mismo molde para ambos pies, por lo que no tenían lado derecho ni izquierdo, algo que sin lugar a dudas no las hacía para nada cómodas.

Durante las dos Guerras Mundiales, la popularidad de las botas Wellington aumento notablemente. Tener buenas botas en las inundadas trincheras resultaba vitales para los soldados. Lo que fue enormemente extendido durante los tiempos de guerra, en tiempos de paz se convirtió en el calzado idóneo para hombres, mujeres y niños para saltar charcos en los días de lluvia.

Durante ambas Guerras Mundiales, la compañía contratada por el Ejército Británico para fabricar las botas de lluvia de los soldados, Hunter Boot, se convirtió en el principal fabricante de estas botas hasta nuestros días.

Su bajo costo y practicidad la convirtió en el calzado elegido por granjeros, pescadores, trabajadores de frigoríficos, limpiadores, mineros y todo tipo de trabajadores que necesitaban mantener sus pies secos. Por este motivo, son uno de los calzados de trabajo más masivos.

Pero la reina inglesa y los nobles también adoptaron este calzado para sus días de cacería en Sandringham y Balmoral en Escocia, por lo que pronto toda la nobleza rural estaba empleando las botas de lluvia Hunter como el zapato elegido para rumiar por sus campos.

Con el tiempo, la popularidad de las botas de lluvia se extendió a las ciudades, como calzado todo terreno, para saltar charcos con estilo. Al dejar de ser exclusivas del uniforme de los trabajadores, a los colores tradicionales (verde musgo, amarillo y negro) se le agregaron todos los colores del pantone e incluso todo tipo de estampados y adornos. Además importantes firmas de moda como Chanel y Burberrys hoy en día acostumbran incluir botas de lluvia en sus colecciones. Hoy en día, son la manera de agregar color y alegría a los días más grises y tristes.

Las botas de lluvia, al ser de goma y por ende calurosas, antes estaban reservadas a los días lluviosos de invierno. Pero por suerte, nuevos materiales han posibilitado la aparición de botas de lluvias estivales ideales para las frecuentes lluvias veraniegas de nuestras latitudes. Tal es el caso de las botas Seco, que cuenta entre sus modelos botas de lluvia de verano.

Ya sea caminando por caminos resbaladizos o saltando charcos, las botas de lluvia son claves para mantener los pies secos y seguros y hacer frente con estilo a las inclemencias del tiempo.


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