miércoles, 27 de abril de 2011

MADRE HAY UNA SOLA, PERO TIPOS DE MAMÁS... ¡MILES!


Cumpliendo el juramento que hice el año pasado sobre la tumba de Farrah Fawcett y que este año renové sobre la tumba de la regia Elizabeth Taylor, de no escribir nada melindroso ni cursi sobre las madres en mi columna, este año, he decidido hablar sobre los distintos tipos de madres.

Todas sabemos que madre hay una sola, pero también tenemos clarísimo que TIPOS de madre hay MILES. A cada quien nos tocó una mamá única e irrepetible, y todas ellas con algún rasgo distintivo que las hace algo difíciles de sobrellevar en el día a día. Cuando nos desahogamos con nuestras amigas sobre las penurias que a veces nos hacen pasar, empiezan a brotar centenares de historias sobre peleas, llantos y risas y nos damos cuenta de que no somos las únicas en haber deseado alguna vez que la mamá de nuestra mejor amiga nos adoptara. ¡No estamos solas en el mundo! Todas nuestras madres sin lugar a dudas tienen muchísimas virtudes….pero el combo siempre trae alguna que otra maña.

Ahora pasemos a abordar esta selección de tipos de mamá, en la que seguro encontrarán varias características de la madre que tienen en casa….¡o frente al espejo!

La Madre Sufrida: Es el fiel retrato de la victima eterna y ha hecho del chantaje sentimental su profesión. Nos recuerda una que otra vez que ELLA nos PARIÓ (por supuesto con MUCHÍSIMO dolor tras 34 horas de parto) y cada vez que se siente no despreciada por sus hijos (cosa que suele ocurrir varias veces por día) larga alguna letanía del tipo: “Y pensar que en mi época no existían los pañales desechables y los tenía que lavar A MANO, años me pasé fregando tus chiripás y vos ahora no tenés tiempo de llevarme un ratito al súper…. ¡criarás cuervos!” Al crecer se enferma de hobbie para llamar la atención y por más de hagamos todo lo posible por acompañarla de consultorio en consultorio para tratar cada una de sus múltiples ñañas, basta con que una vez no podamos hacerlo, para que le llame llorando a su comadre a quejarse de que la tenemos olvidada. Cuando nos vamos de la casa espera visitas diarias, y si no las cumplimos nos recibe con un: “Ahhh… ¡Apareciste!”. Si no la llamamos por un par de días, al contestar el teléfono se hace la que no reconoce nuestra voz agregando: “Es que hace taaanto que no me llamás….”

La Mamá Esponja: Es la típica madre absorbente, controladora y posesiva. Quiere que sus hijos siempre hagan lo que ella quiere, y COMO ella quiere. Para ella rige la ley de los tres siempre: siempre niños, siempre inútiles y siempre míos, por lo que está convencida que nunca dejarán de necesitarla para resolver todos sus asuntos. Nunca supera la costumbre de decidir por ellos. Y cree que como eligió su primaria, tiene derecho a elegir hasta su carrera. Cuando OSAN manifestar su opinión ella los ignora o los mira como si le estuvieran hablando en arameo. Es la típica metiche que quiere saber todo sobre sus hijos y sus amistades, y no descansará hasta lograrlo. Como no tiene vida propia y vive a través de sus hijos, éstos tienen que hacerla partícipe de absolutamente todas sus experiencias y decisiones. Desde su más tierna infancia va tejiendo sus redes informativas como toda una súper espía y no duda en irrumpir en todas y cada una de sus relaciones amorosas, sociales y hasta laborales. Su principal temor es que se le rebelen los hijos y decidan por sí mismos por lo que no acepta ningún tipo de disenso. Ante cualquier cuestionamiento ella contesta con un tajante: “Porque Sí”. La decisión ya está tomada y nada que los prójimos puedan hacer le hará cambiar de opinión.

La Mamá Ciclotímica: Es toda una caja de sorpresas. Uno nunca sabe hacia qué lado va a patear. Si amanece de buen humor es la reina de la paciencia y de la comprensión. Pero cuando amanece revirada es capaz de explotar con una fuerza tsunami-volcánica ante la más mínima provocación. Cuando amanece pirevaí, los castigos, los plagueos y los gritos están a la orden del día. Al crecer los hijos, como ya no les puede castigar, el sarcasmo se convierte en su nuevo canal de desahogo, adquiriendo todo el encanto ponzoñoso de un dragón de Komodo. Sus insultos y comentarios fuera de lugar, son capaz de arruinar hasta la cena familiar más amena. Pareciera hasta que aprovechara las festividades y reuniones para hacer gala de su mal carácter.

La Mamá Sobreprotectora: “¡Cuidado!” es su palabra favorita. Ella no sólo se encarga de solucionar los problemas de sus hijos, sino también hace lo imposible por evitárselos. Seguramente los prójimos ven hasta la más inocente calesita como si fuera una montaña rusa ya que cada vez que se acercan a una su madre grita desaforada: “¡No te subas ahí, porque te vas a caeeeer!! ¡Cuidaaadooo, atájate fueeerteeee!”. Está convencida que sus hijos están hechos de cristal y que la más leve caída puede ocasionar daños irreparables en sus frágiles cuerpecitos. Es la típica mamá exagerada que cree que se va a caer el mundo ante el problema más mínimo. Si alguno de sus hijos tiene el más leve asomo de fiebre ya le auto diagnostica con dengue hemorrágico y llama llorando a una ambulancia. Está al tanto de todos los riesgos de la sociedad y toma en cuenta hasta los de Tanganica con tal de tener siempre un motivo para alarmarse. Está convencida que todos los caramelos que se venden en la calle vienen con droga y que si sus hijos están a 10 metros de un fumador pueden desarrollar cáncer de pulmón. Ante la más leve corriente de viento, abriga a sus hijos como para ir a Siberia y si alguien estornuda en su cercanía empieza a desinfectar el ambiente y hace una llamada al médico para evaluar las posibilidades de contagio. Al crecer sus hijos, cada vez que estos abren la puerta para salir de noche les advierte sobre las últimas modalidades de secuestro y les recuerda que no besen a nadie sin antes exigirles un test de ELISA. Los espera despierta hasta que regresen, obviamente preocupadísima, dejándoles 145 mensajes en el celular agregando en cada uno de ellos algún motivo de preocupación que se olvidó de mencionar antes. No se va a dormir hasta no haberles hecho a sus hijos un alcotest, controlar la dilatación de sus pupilas y su temperatura.

La Mamá Despreocupada: Es el extremo opuesto y radical de la anterior. Pareciera que perdió todas sus neuronas en el parto. En su casa reina el caos. Llega tarde a todas partes, se olvida de todo (a veces hasta de sus hijos) y es la última en enterarse de las cosas. Si tienen fiebre, no se percatará hasta que los prójimos empiecen a delirar. Su bajo nivel de preocupación la convierte en una madre exageradamente permisiva que sonríe con cara de bombalicona hasta cuando sus hijos están literalmente descuartizando la casa del vecino. Nada la inquieta y nada afecta su paz. Sus hijos pueden estar trepados al árbol más alto del parque o golpeando con una guacha a sus primitos, pero a sus labios no se asoma ni el más tímido de los retos. Cuando sus hijos “redecoran” una habitación ajena pintando sus paredes con monigotes y paisajes infantiles, en vez de alterarse, es la primera en elogiar la iniciativa artística de sus pequeños Picassos ante la cara de espanto de la dueña de casa.

La mamá Prusiana: Rígida y estricta son los adjetivos que mejor la describen. Sus hijos siempre se comportan bien en la mesa, tienen su dormitorio siempre ordenado, jamás dicen groserías ni hacen travesuras, sacan excelentes notas, saludan educadamente y dicen por favor y gracias. Para los dos años ya parecen haber incorporado todas las normas sociales que existen ya que su madre se encargó de inculcarlas desde su nacimiento. Sus hijos responden tan bien a sus órdenes monosilábicas que parecen haber sido entrenados por un entrenador de perros y ella soluciona cualquier eventual desliz con una mirada autoritaria digna de un oficial de la SS. Si bien son muy admiradas por las demás madres, uno no puede dejar de sentir una lástima inmensa por sus pequeños soldaditos del orden y la disciplina.

La Mamá Cool: Es canchera, farrista y buena onda y en su casa deja que los niños hagan lo que quieran; y si bien reina el caos, la diversión está a la orden del día. Ella escucha rock and roll y tiene novio y como es una eterna adolescente, más que madre, se considera la mejor amiga de sus hijos. Todos los amigos de sus hijos la adoran y secretamente desean que ella los adopte. A la par, sus propios hijos desean desesperadamente también ser adoptados por otra madre. Su hija probablemente está podrida de que su madre le robe la ropa y compita con ella y sus hijos estarán hartos de que irrumpa en sus reuniones haciéndose la canchera con todos sus amiguitos.

La mamá New Age: Lo suyo son las causas y el pensamiento positivo. Como tiene un doctorado en alguna ciencia social, tiene el dinero suficiente para enviar a sus hijos al mejor colegio bilingüe pero los anotó en una escuelita graduada “para que conozca la realidad y no viva en una burbuja”. Lleva a sus hijos a cuanta marcha de protesta y seminario yogi haya en el país. No les permite ver televisión ni usar la computadora e intenta convencerlos a toda costa que de lo lindo que es hacer talleres de reciclaje y huertos caseros orgánicos en su tiempo libre. Sus hijos apenas conocen el azúcar (obviamente morena) y jamás probaron siquiera un sorbo de gaseosa. Les enchufaba té verde en la mamadera y las merienditas “naturales” que llevan al cole hacen llorar de lástima a sus profes. Si bien sus hijos lo único que desean es ver Cartoon Network, tomar coca y atiborrarse de golosinas, ella está convencida que en su casa reina la armonía gracias a los cristales, las esencias ayurvédicas purificadoras y la orientación feng Shui de sus muebles.

La mamá Malcriadora: Está como hipnotizada por sus hijos y siente una especie de adoración hacia ellos que la enceguece de todos sus males. No escatima en gastos con tal de verlos felices y es capaz de contratar al Cirque du Soleil para animar sus cumples con tal de agasajar a sus bebecitos y de paso hacer morir de envidia a todas sus amistades. Suelen desarrollar la tediosa costumbre de simular interés preguntando a todos sus conocidos una infinidad de preguntas sobre sus hijos, tipo: ¿Cuándo empezó Susanita a gatear? ¿Cuándo aprendió Juancito a leer? Sus verdaderos motivos pronto quedan revelados, cuando con cada respuesta, ella termina comparando a sus hijos, quienes por supuesto siempre empezaron a gatear y a leer 10 meses antes que cualquier ser humano del planeta. Generalmente crea demonios insoportables, a quienes nadie quiere recibir en su casa, pero ella sostiene que todos le envidian sus hijos por lo brillante y superdotados que son.

La Mamá Fashionista: Siempre es la más regia en todos los cumples y reuniones escolares y sus hijos parecen sacados de un catálogo de Baby Dior. Su lema es estar siempre a la moda y las notas están siempre en un segundo plano. Para ella lo importante no es que sus hijos traigan 5 en la libreta, sino que traigan puesta siempre las mejores pilchas. Sus cumples son siempre hiper mega ultra fantásticos, pues lleva a su decorador personal para decorar hasta los cumples que festeja en el recreo del cole. Desde la más tierna edad sus hijos ya están familiarizados con la pelu, el dietólogo, el gimnasio, el spa y el solarium.Cuando crecen, sus prolijos mini fashionistas terminan más huecos que la madre y moviendo sus cabezas al unísono pueden formar un excelente grupo musical de maracas.

2 comentarios:

Francisco Javier dijo...

Excelente, lo leí con mi mama, y ella se identifico con varias. Saludos.

Unknown dijo...

ª