lunes, 28 de noviembre de 2011

Borrasha: la gota que rebalsa la locura



Como todas sabemos, en las fiestas de fin de año, además de villancicos, abundan la sidra y el champagne. Los inacabables brindis con la parentela, sumados a los 30 días de dieta de la luna que hicimos para que nos siente bien el inclemente vestidito blanco de la suerte, pueden resultar en una combinación altamente inadecuada. Estoy segura de que muchas de ustedes logran mantener la compostura. Pero seamos francas, por lo general, en las fiestas, se da lo contrario y en vez de beber con moderación terminamos pecando siendo abstemias con moderación. Como maneja nuestra media naranja, nosotras nos damos una  pequeña licencia con el alcohol. Como la parentela tiende a ser tediosa, es natural que nos entreguemos a beber para hacerla un poco más interesante. ¡Como el año está a horas de acabarse, brindamos para celebrar y también para OLVIDAR!

Estoy segura que al igual que moi muchas de ustedes ya tienen bien claro que hay borracheras inocentes y borracheras calamitosas y el límite que las separa puede consistir en una mera copa demás. Para las que aún no las tienen bien diferenciadas, en esta columna les aclaro los distintos tipos de borrachera, para que intenten mantenerse borrachinas y no calamitosamente borrashaas.

Diviértanse, no abusen tanto, pero si  a pesar de mis buenos consejos terminan abusando, no importa cuán calamitosa sea la borrachera que se agarren este fin de año, recuerden que a veces es mejor ser una borracha famosa por una noche, que una alcohólica anónima el resto de su vida. El 2011 se acaba y probablemente el año que viene el MUNDO se acabe, por lo que, al fin de cuentas ¡Quien te quita lo bailado! ¡Salud!

Borracheras Inocentes:
Fase Entonada: Efectivamente las doce uvas no son suficientes para contener dos copas de champagne. Por lo que al terminar la segunda copa, lo más probable es que empiecen a sentirse levemente más sueltas. Están entrando en la primera fase de la borrachera, la que comúnmente llamamos “entonación”. Una empieza a sentirse en sincronía con el ambiente. Piensa para sus adentros cosas hermosas. ¡Que linda estoy! ¡Qué lindo lugar! ¡Que linda es mi familia! Celebramos pequeños detalles, el mantel de la abuela, el hecho de que nuestro esmalte aún no se nos picó, el viento susurrando entre los árboles. ¡Todo está burbujeantemente perfecto!

Fase Amorosa: Unas copas más tarde: Nos quedamos observando las estrellas, sentimos la brisa mover nuestra cabellera, giramos la cabeza y miramos con  cara de pavotas al idiota de nuestro medio pomelo disfrutando, auténticamente y contra toda probabilidad, su compañía. Extienden los brazos, y a pesar de que llegaron a la fiesta en estado de  archi enemigos, le empiezan a hacer mimitos y susurrar piropitos al oído. El alcohol ya ha borrado el patético comentario que hizo sobre tu vestido nuevo antes de salir de casa, refrescando tu memoria sobre todas las razones que te hacen amarlo cuando no lo estás odiando. ¡Love is in the air!

Fase de Exaltación: El tío nos trajo su licor casero. Junto con la mezcla llega el inicio de la exaltación hacia todos quienes nos rodean. Exaltamos la amistad y todas las virtudes de nuestra familia. Agradecemos todo y cada uno de los momentos que pasamos juntos y brindamos por ellos. ¡Estás eufórica! Le abrazás a tu prima chismosa recordando sus travesuras infantiles y mirándole a los ojos le decís: “Te quieroo, como a una hermaaana, primaaaa!!” Le querés a toditos luego y se lo hacés saber al mundo entero. Hasta la suegra más arpía se convierte en un ser entrañadísimo en esta fase. Te olvidás que no le podés ver ni en figurita a la esposa chanta de tu primo y empezás con las confesiones exaltadas: “antes me caías mal, porque pensaba que eras una falsa y una pelagata interesada en la fortuna de los Fizotti, pero ahora… ahooora TEE QUIEROOO COMO A UNA PRIMAAA. ¡Vos le haces feliz a él y a él yo le quierooo comoo a un hermaaanoo!” ¡Y métale otro abrazo!

Fase Danzarina: Bailando por un sueño queda hecho un poroto. ¡La pista es tu reino y vos sos la reina de la fiesta! Empezás a menear, cachaquear, polkear, wachiturrear, reguetonear, hip hopear, hasta abajo, hasta arriba, para un lado, para el otro, demostrando que tu puedes hacerlo. ¡Ni la voz chillona de la Cachorra puede sacarte de la pista! Tu cuerpo está poseído por el demonio de la danza y derrochas tus bailes sensuales sin discriminar, implementando movimientos sexy de caderas con el tío abuelo matusalémico y hasta con el sobrinito pre púber.

Fase Talentosa: Además de tus dotes como bailarina empiezan a aparecer otras que no conocías. En esta fase surgen todos tus TALENTOS ocultos. El primero en surgir será tu don de lenguas. No sólo no te callás, ¡sino que no te callás en francés! ¡Había sido que eras políglota! Hasta a vos te sorprende.  Estás tan deleitada que le empezás a hablar única y exclusivamente en francés a toda tu parentela por más que nadie entienda… ¡probablemente vos tampoco entiendas estando sobria! Junto con tu poliglotismo, será revelado tu extraordinario sentido del humor.  Sacás la payasa que hay en vos. Empezás a contarle chistes hasta al mozo y por supuesto entretenés a toda la comitiva haciendo gala de tu histrionismo con mímicas, bromas pesadas, chistes verdes y payasadas. Al día siguiente no te quedará muy en claro si se reìan de tus chistes o de vos.


BORRACHERAS CALAMITOSAS:

Fase Charleta: El alcohol da alas a tu lengua y ésta empieza a tener una existencia propia. Lastimosamente esta fase suele surgir justo cuando tu lengua empieza a entumecerse, haciendo aún más evidente tu ebriedad. Ya se te olvidó el francés y empezás con el arameo etílico. Empezás a hablar como un teletubi: “¡sadud pod da famía!”; o como Lugo: “¡Sho lesh kiero deshir que no eshtoy borasshaaa!”; y el borracho de la alborada queda hecho un erudito al lado de tu léxico “estrambólico”. No conforme con degradar el idioma, sentís un impulso irrefrenable por confesar tus intimidades a todos los presentes, empezando con las narraciones reveladoras de todos tus ex.  Si en la fase de exaltación le dijiste a tu suegra que la querías como a una madre, ahora te toca dar la revelación sincericida: “sueegraaa, la verdad esh que vos shos demashiado peshada!” Junto con tus revelaciones de Nostradamus, empezás con las revelaciones ajenas mandándole al frente a todos y todas: “¡Primaaa, pará de robar que todoshh shabemos ke tush lolas son falshaaas!” Al día siguiente, cuando te recuenten los hechos que olvidaste por la amnesia tu frase de cabecera será: ¡¿que yo dije que?!

Fase Mareada: Quizás dar tantas vueltas en la pista te mareó más, o tal vez fue el hecho de que a esta altura ya te bebiste hasta el agua del florero. Lo cierto es que en esta fase empezás a ver doble, la fiesta empieza a dar vueltas y cosas tan sencillas como mantener el equilibrio se vuelven imposibles. Te pasas el resto de la noche estableciendo contactos cercanos del tercer tipo con el piso, levantándote con cara de “no pasó nada” y aclarando a todo el mundo: “eshtoy bien, estoy bien”. Un recordatorio triste de esta fase calamitosa serán los múltiples moretones con los que amanecerás al día siguiente…. Y de seguro no vas a recordar cómo te los hiciste.

Fase Incomprendida: Tras tantas caídas, lo más probable es que  tu ánimo también se venga abajo. A esta altura ya has perdido el cetro de reina de la fiesta y con esta pérdida del protagonismo empiezan a surgir los primeros lagrimones. La melancolía se apodera de vos y empezás a recordar entre lágrimas y lamentaciones tiempos mejores, seres queridos que ya no están y todos tus pasados momentos de gloria. De los lagrimones pasás a los sollozos convirtiéndote en la patética llorona borrasha de la fiesta.

Fase Patotera: A este punto las cosas se ponen aún más feas. De la autodestrucción pasás a la destrucción material de vasos, vestidos ajenos, y bienes muebles e inmuebles; actos que se darán por mera torpeza o por no poder refrenar tus instintos de vandalismo. Tu borrachera calamitosa ha alcanzado su máximo esplendor y te ves convertida en toda una Calamity Jane. Empiezan los primeros síntomas de paranoia. Todas las mujeres se convierten repentinamente en tus rivales y de gastar bromas pasás a la agresión verbal, y en el peor de los casos, física, haciendo volar los mechones y sonar los cachetes de cuanta chiruza se cruce por tu camino.  Lo más probable es que tu conducta en esta fase te lleve a un desalojo forzoso del inmueble. Por salvarte del bochorno, tu propio cerebro borrará automáticamente de tu disco duro todo lo sucedido durante esta última fase., y cuando alguien te haga el recuento no podrás creer todas las calamidades que te mandaste y como toda borrasha arrepentida, terminarás jurando por el legado de Dior, que nunca más en tu vida vas a volver a tomar así.