martes, 25 de septiembre de 2012

Novias Alteradas




Todas soñamos con el día de nuestra boda prácticamente desde que tenemos la edad suficiente como para vestir a nuestras Barbies de blanco. Como se imaginarán mis Barbies siempre terminaban regiamente casadas con Ken. Es que para las niñas Susanitas que todas fuimos a los seis años no existe final feliz sin boda. 

Tras la experiencia que adquirimos al organizar 120 bodas para Barbie, nos imaginamos cada detalle de nuestra propia boda. ¡Queremos todo! Un vestido principesco lleno de rosetones y volados que ponga verde de envidia a la princesa Aurora y a todas sus hadas madrinas, palomas teñidas de celeste volando al culminar la ceremonia, una fiesta en un palacio con torres y banderines,  un novio príncipe que llegue a la boda en un corcel blanco y cuantas cursilerías quepan en un cerebro de niña romántica y fantasiosa.

Con los años vamos puliendo en nuestras cabezas la boda de nuestros sueños. En la mayoría de los casos (CONVENGAMOS que esto no ocurre en TODOS los casos, pues siempre hay lamentables excepciones) nuestros gustos se van refinando. Por ende vamos editando los floripones rosados y cubiertos de purpurina plateada de nuestro vestido soñado - tan atractivos para nuestro imaginario de niñas- substituyéndolo por un regio diseño by Javier Saiach bordado enteramente de encaje Richelieu hecho a mano. Así sucesivamente vamos orquestando cada detalle una y otra vez en nuestro cerebro.

Finalmente llega el día D y en el momento mismo en que empezamos a organizar NUESTRA boda salta el cabo suelto, aquel único detalle que no habíamos tenido en cuenta en años de minucioso orquestado mental: el hecho de que las campanas de boda tienden a alterar hasta a la novia más cuerda. Ahí mismo nos damos cuenta de que traer a la realidad lo que tan fantásticamente ideamos en nuestras cabezas es prácticamente imposible. En ese preciso instante empezamos a delirar, a hablar en lenguas arcaicas y a convertirnos en una novia alterada luchando contra viento huracanados y mareas tsunámicas para lograr hacer realidad la boda de nuestros sueños. En el medio de estas batallas surgen las siguientes tipologías de novias completa y absolutamente alteradas por las campanas de boda.

La Originalísima: Este subtipo de novia se va a hacer el harakiri con un sable de luz de la guerra de las galaxias si no logra la boda MÁS ORIGINAL del año. Como peca por rebuscada, todo tiene que ser súper mega archi híper novedoso y cool, tan cool que se acaba de poner de moda en Dinamarca recién. Va a elegir todo lo que NUNCA antes se usó, se vio o siquiera se imaginó para otra boda.  La originalidad arranca con la ceremonia, seguro se casarán descalzos al son de los  cántico de un chamán ayoreo silvícola borracho de chicha o le pedirán a Lugo que vuelva a tomar la sotana (que by the way nunca debería haber soltado). Como ya se ha llegado a la iglesia en todos los medios de transporte posibles, ellos llegarán en alguno que linde con lo absurdo. Tal vez lleguen patinando, en zancos o kaíro arriba de sus padrinos. Tengan por hecho que la deco será minimalista con sillas tan design que hasta te da miedo sentarte, luces led hasta en la torta, iPads en la mesa indicando el menú en el APP diseñado especialmente para la boda, un Dj tan cool que no conozcas ninguno de los temas que pasa ya que se acaban de poner de moda en Ibiza hace sólo 3 segundos y recién el próximo verano vas a ubicar la canción que escuchaste en la boda de la originalísima…. Ahí recién vas a poder decir “ahh, ¡que buen tema!”
La Organizadísima: La novia lleva una agenda que más bien parece un libraco del tamaño de la Biblia comentada e iluminada e ilustrada de Santo Tomás de Aquino. Ella no dejó ningún cabo suelto, lástima que en el proceso se le soltaron todos los cables de su cabeza. La novia es de las que empieza a hiperventilarse si la wedding planner llega 5 minutos tarde a su primera reunión con la novia, o de las que se larga a llorar amargamente si no encuentra las petunias blancas del Amazonas que tenía planeado usar en su ramo. Se pasa el día haciendo listas, y no sólo de invitados, sino de cantidad de cada detalle que se puedan imaginar, una lista de cada miembro del staff de hasta los ordenanzas y personales de la decoradora con sus números de teléfono, celulares y números de cédulas de identidad. Todo está ajustado a un cronograma fríamente planificado con 10 meses de antelación, que es más preciso que el cronograma de la clausura de los últimos juegos olímpicos y nada, REPITO, NAAADA puede salir mal o la novia se nos tira de un acantilado.
La Voladísima: Esta novia es el opuesto absoluto de la anteriormente citada. Esta novia se olvida hasta de fijar turno con la maquilladora. Es de las que llega a la modista 15 días antes de su boda con la tela y recuerda el día antes de su boda que había sido no tiene ningún zapato blanco. No se prueba ni el peinado con antelación, y todo termina delega cada detalle de su boda a su madre, al novio o a la suegra desentendiéndose totalmente del asunto. Ella es tan 0 stress que todo su entorno termina estresado. Como jamás termina de hacer su lista de invitados, y en la repartición de tarjetas la mitad de ellas queda extraviada en su auto, medio Asunción termina ofendidísimo con ella y su familia.
La Psicotiquísima: Este tipo de novias  hace que Paola Bracho parezca dulce, centrada y cuerda a su lado. Como está tan absolutamente alterada e histéricas por su boda vive tomando ansiolíticos para recuperar la calma, por lo que todo su entorno jura y re jura que se puso bipolar en los preparativos: o se la encuentra colgada del cuello del decorador en un arranque de furia por olvidarse de teñir los posa platos UN tono más claro como ella quería, o llorando sobre el regazo de su diseñador porque nadie la comprende. Es de las que pretende que el vestido de novia le adelgace, que el maquillador le haga la plástica y que el decorador recree el castillo de Versalles con un presupuesto de morondanga. Como está tan mal de la cabeza, nunca pero NUNCA va a estar satisfecha. De quererlo todo pasa a sufrirlo todo por su boda y lo más probable es que llegue al altar con el maquillaje todo corrido por los lagrimones derramados en su decimoquinto ataque de histeria del día.
La Vairoletísima: Esta prójima nunca logró refinar su gusto. Es de la que sigue soñando con un vestido de novia con volados rosados, cintas, lazos, rosetones y purpurina. Como no distingue una tela de otra por bestia, probablemente llegue a lo del diseñador con un raso 100% poliéster tan inflamable que no se pueda encender un cigarrillo a 100 kms a la redonda de la novia sin que ella termine inmolada por el desliz. Se sacará mil fotos esfumadas, con fotomontajes que la ubiquen a ella y a su novio en el centro de una rosa carmín o flotando mágicamente sobre una copa de champagne. Por más plata que invierta en su boda, todo parecerá de cuarta, porque el gusto, es una de las pocas cosas que no se compran.

HUGO CATALDO: CON EL LÁPIZ EN LA MANO


Fotografía: Mónica Matiauda


Hugo Cataldo asegura haber nacido con el lápiz en la mano, algo que al conocerlo nadie se atrevería a poner en duda. Estoy segura que ninguna de las paredes de su infancia habrá quedado inmune a su inquieto lápiz. El hecho de que a los 16 años ya se encontraba estudiando dibujo en una universidad norteamericana podría perfectamente servir de testimonio de que Hugo tenía bien en claro desde chiquito que la ilustración era lo suyo.

Luego de esa precoz experiencia, partió rumbo a Inglaterra donde estudió animación e ilustración graduándose con honres del Southampton Institute. Luego continuaría su formación en el “London Animation Studio” de la prestigiosa universidad de arte y diseño “Central Saint Martins” de Londres, obteniendo nuevamente la distición más alta otorgada por la universidad. Mientras se encontraba aún estudiando, obtuvo su primer premio por el corto animado “La Leyenda del Urutaú”, premio JVC a la Mejor Animación de estudiante del “National TV Society Awards”.

Tras trabajar un tiempo en Europa haciendo diseño de personajes animados, decidió regresar a Paraguay. Acá siguió trabajando como ilustrador freelance, mientras exploraba paralelamente otros medios desde donde expresarse. Así empieza a crear obras, tener sus primeras muestras individuales y colectivas. Sus cortos animados le hacen encontrar una nueva pasión: el cine. Hoy nadie duda que Hugo Cataldo tiene siempre el lápiz en la mano, ya sea ilustrando, bocetando, dibujando, haciendo un story board  o escribiendo guiones para cine y comerciales de TV.

¿Qué te llevó a vincularte con el arte?
En realidad yo nací con un lápiz en la mano. Desde que tengo memoria dibujo. Los primeros recuerdos de infancia que tengo son de mi tía Fifa - quien vivía al lado de nuestra casa, con un portoncito que conectaba nuestros patios – enseñándome los colores. Ella me enseñaba colores difíciles tipo beige, magenta, ultramar, cyan, etc. Creo que no tenía seis años todavía cuando esto. Además, mi mamá Elvira, hizo su carrera de arte en Estados Unidos, se recibió de diseñadora de interiores. Mi papá Hugo, es arquitecto, mi tío Cesar era músico y me acuerdo que venía con su grupo “Juglares” y armaban peñas en mi casa, mi tía Martha también tiene el dote artístico. Las artes siempre me rodearon.

¿Hubo algún familiar que te guiara hacia el arte?
Mis padres, en especial mi mamá. Me acuerdo que mamá no me quería dibujar las carátulas para los cuadernos en primer grado porque decía que yo podía dibujar más lindo. Yo dibujaba todos los días, me pasaba horas frente al papel, pintando con acuarelas. Mamá me mandó a Estados unidos a los 16 y tuve la suerte de asistir a su universidad donde me metieron a clases de Life Drawing, yo era el más pequeño. Fue la primera vez que vi y dibujé un desnudo en vivo. Muchos años después, ya en la universidad en Southampton, ya era cosa de todos los días, pero esa primera experiencia me marcó. Ver que había gente que estudiaba arte fue algo que creo marcó mi rumbo. También lo fue el hecho de saber que mis padres me iban a apoyar. Ellos eran conscientes de que yo iba a estudiar algo relacionado con el arte. Mamá también es mi gran crítica. Ella nunca está 100% contenta con lo que hago, siempre cree que puedo más. Es algo muy bueno que la gente te empuje y crea que todavía no alcanzaste tu máximo potencial. También es una gran responsabilidad tratar de cumplir con esa expectativa.

¿Cómo y cuando surge tu pasión por la ilustración?
Surge allá por 1999 cuando termino mi Foundation en Arte y Diseño en Southampton. En el Foundation te enseñaban todo tipo de disciplinas artísticas como cerámica, dibujo, pintura, diseño de moda, diseño textil, diseño industrial, ilustración, fotografía, diseño grafico, escultura, etc. Todo esto era antes de ingresar a la universidad. Fue aquí donde una profesora, cuyo nombre no recuerdo, pero que era una gran profesora de dibujo, me prestó unos libros de cuentos con unas ilustraciones bellísimas de una ilustradora que se llama Angela Barrett que estudió en el “Royal College of Art” en Londres. Me obsesioné con ella y me compré ese libro. El libro era Blancanieves. Hasta ahora lo tengo conmigo junto con los varios libros de cuento que fui coleccionando hasta ahora. Tengo una colección muy interesante.

Un día fue a visitarnos un profesor (en realidad venían muchos, cada uno tratando de promocionar su universidad, pero yo me acuerdo de uno sólo), se llamaba Nick y habló de una carrera que se llamaba animación e ilustración. A mí me llamó mucho la atención y empecé a investigar. Finalmente después de hablar con mis padres entré a estudiar eso. Para mí era la combinación perfecta, estudiar animación que era algo que siempre amé de niño e ilustración que se volvió una pasión igual de bella.

¿Me imagino que desde chico dibujabas ya un montón? A pesar de que seguramente tenés a tu niño interior muy despierto, ¿en qué se diferencia lo que dibujabas en tu adolescencia con lo que dibujás hoy en día?
Sigo dibujando por más que pasé por un momento donde el dibujo se volvió un trabajo y dejé de dibujar por placer. Por suerte fue solo una etapa y ahora dibujo nuevamente por placer y el trabajo también es por placer. El niño interior es lo que creo que mantiene la fantasía y la imaginación viva y hace que todo lo que dibuje me asombre de alguna forma. Creo que la diferencia técnica es que mejoré en las proporciones y que puedo adaptar mi estilo de dibujo a casi todo lo que me pidan. Por otro lado en los temas creo que cambié mucho, antes dibujaba gordas, bailarinas y sirenas gordas. También dibujé mucho con acuarelas, me inspiraba mucho en Henry Matisse. El control de la técnica es algo que se gana con los años y el oficio. La gran mayoría de mis dibujos de universidad son dibujos a lápiz y son desnudos, todos están en la galería de arte Planta Alta.

¿Sos fanático de algún cómic?
Fanático no, ¡pero tengo muchos! Empiezo a leer el comic por el estilo del dibujo, muchas veces me engancho y otras no tanto. “Sky Doll” son unos comics que leí hace unos años atrás. Cuando viví en Paris me iba mucho a la “Fnac” y miraba los comics franceses tratando de practicar mi lectura. Pero los que más me llamaron la atención siempre fueron los comics de Marvel, Stan Lee es un genio. Spiderman y los X-Men son mis preferidos.

¿Qué ilustradores o artistas pueblan tu imaginario?
Miles. Por citar algunos. Arthur Rackmann, Edward Ardizzone, Paula Rego (artista que ilustró un bello libro de “Jane Eyre”), Ralph Steadman con su fuerza impresionante, Kay Nielsen con su estilo delicado y frágil, Angela Barrett por supuesto hasta ahora sigo obsesionado con ella, Tony Ross, Helen Oxenbury, Quentin Blake, Sara Fanelli, Lauren Child, Raymond Briggs, Maurice Sendak y por supuesto Mary Blair con su paleta de colores asombrosa.

¿De qué te nutrís para ilustrar?
De todo, de lo que veo y lo que me llama la atención. Depende mucho de qué tipo de ilustración tenga que hacer. Revistas, fotografías y fotógrafos, música, teatro, películas, pintores, todo, casi todo en realidad. Creo que los ilustradores que me llaman  la atención generalmente tienen algo en sus dibujos con lo que me identifico, algo que me suena a verdad. Creo que un buen ilustrador es un buen observador. Creo, en realidad que un buen observador es bueno en cualquier profesión.

¿Con qué faceta de la ilustración te sentís más cómodo?
La verdad que me siento cómodo dibujando. Me gustan los desafíos. En Paraguay para lo que más me llaman es para hacer ilustraciones de moda y diseño de personajes.

¿Con qué técnica te sentís más cómodo?
Me gusta mucho trabajar con acuarela, también con tempera. Hace poco hice unos dibujos para la obra de teatro de Paola Irún donde usé papel de arroz y acuarela blanca y con la pintura todavía mojada y a contra luz saqué las fotos de las piezas. El resultado fue fantasmagórico. Me encantó. También me gustan los lápices de colores o de papel, no importa. La tinta también me interesa y salen cosas muy interesantes con ella. Pero últimamente estoy trabajando sobre lienzo, por primera vez, con acrílicos. También me gusta trabajar con PhotoShop y con Illustrator, es muy divertido usar las herramientas digitales. Me encanta.

¿De qué manera considerás han influido las nuevas técnologías en la ilustración?
La nueva ilustración explotó gracias a las nuevas tecnologías y en especial gracias a la ilustración digital. Hay cosas que no se pueden hacer en digital pero así también hay cosas fantásticas que no se pueden hacer sin digital. También se consiguen resultados asombrosos mezclando las dos técnicas. Muchos clientes piensan dos veces antes de elegir fotografía para representar su marca. Ahora la ilustración es un medio considerado de gran fuerza para las marcas.

Trabajás tanto en papel como en digital. ¿Qué parte de tus trabajos realizás en papel y cual en digital y Cómo decidís que medio emplear para una obra o encargo en especial?
Mi metodología de trabajo depende del cliente. Depende de la marca, yo sugiero a partir de algo concreto que es siempre lo que el cliente quiere. Puedo sugerir técnicas y estilos pero al final depende mucho de que vamos a vender. Hay algo de intuición al ver el tema que te hace decidir la técnica.  Por ejemplo, cuando Navarro Correas me pidió ilustraciones para su línea de espumantes sentí que tenía que dibujar las ilustraciones en PhotoShop.

¿Cómo es tu proceso creativo?
Hay mucho de intuición. Mi proceso parte de algo intangible, de unas ganas, un fuego interno que me hace hacer algo casi en piloto automático. Cuando pienso también pueden surgir cosas muy interesantes, trato de no perder la espontaneidad del bosquejo. Cuando mejor trabajo es también cuando el cliente me da libertad de crear. Es importante eso que te dejen sugerir. Es muy importante entender lo que el cliente quiere trasmitir.

¿Cuáles son los límites o las fronteras entre la ilustración y el arte? ¿Existe alguna delimitación?
La diferencia, para mí, entre la ilustración y el arte es que en la ilustración el tema es lo que hace que surja la pieza, el punto de partida está determinado por el cliente. En el arte es el artista el que impone lo que quiere y si al cliente le gusta lo compra.

Además de artista e ilustrador, dirigiste varios cortos e incluso largometrajes. ¿Cómo dialogan tus distintas facetas creativas?
Creo que dialogan de una forma muy orgánica. Uno se nutre del otro y viceversa. Mi amor hacia el cine es muy fuerte, hasta más grande que mi amor por el dibujo y eso es decir mucho. ¡Amo escribir y creo que todas estas disciplinas se complementan tan bien en el cine! El cine es el único arte que es multidisciplinario, ahí entra todo. Si uno se fija en las películas y comerciales que dirigí va a ver mi influencia visual.

¿Cómo surgen tus fantásticas Fridas?
Las Fridas surgen a partir de querer ver a mi artista preferida en otra luz. Verla de forma alegre y sin tratar de competir con sus autorretratos que son sublimes. Creo que ella tiene facciones muy bellas e interesantes de explorar. A través de la repetición quiero llegar a convertir la imagen que creo, también icónica. Mis Fridas son como yo la veo a ella, una mujer fuerte, llena de vida y color.

Otra serie tuya que tuvo un enorme impacto, fue la de los Artoon. Contame más sobre estas criaturas entre lo moderno y lo barroco
Esa serie es una serie tan divertida, creo que cuando la imaginé y empecé a pintarla me reía solo. La idea era tomar conceptos opuestos y juntarlos, como lo barroco y las caricaturas. También era importante que los marcos sean de fibra de vidrio. En el caso de los Artoons primero vi los cuadros de reproducción masiva en Juguetería 10. Ví que eran cuadros “Made in China” pintados por los miles y eso me pareció un punto de partida interesante para hacer una intervención. Tratar de hacer de lo kitsch algo cool. El primer Artoon Exelso estuvo colgado una hora en Planta Alta y ya fue vendido.

En tu última muestra "Leda y el Cisne", llevada a cabo en la Galería Planta Alta, volviste a abordar el erotismo femenino como lo hiciste en "Punto Húmedo". ¿Qué otros vínculos existen entre ambas series?
Como vos misma lo decís la serie comparte el erotismo pero también comparte la fantasía. También comparten el tratar de adentrarme a la psiquis femenina, tratar de entender la fuerza que tiene así como apreciar su delicadeza. La mujer y sus contradicciones que la hacen fascinante para mí.  Las dos series fueron presentadas con instalaciones que apelaban a que se usen los sentidos, a que el espectador entre al mundo que yo creé. Para las dos instalaciones el espectador tenía que sacarse los zapatos y entrar descalzo. Punto Húmedo, con su pieza blanca y su piso acolchonado, su luz tenue, los textos de varias mujeres analizando la obra y la obra en sí, cajas de acrílico traslucido blanco con puertas entreabiertas que descubrían a mujeres dibujadas en tinta. Todas estas mujeres dándose placer de espaldas al espectador.

Para Leda y el Cisne, Thelma Colmán re escribió la leyenda de Leda y el Cisne. La instalación en sí era una habitación negra a oscuras, a la cual se accedía con una linterna y se pisaba sobre plumas blancas. La obra eran unas cajas de acrílico negro, sin puertas esta vez ya que la penumbra de la caja en sí las protegía. Dentro estaban dibujos de mujeres en diferentes posiciones sexuales con el cisne. Los dibujos están hechos sobre papel de arroz. Los cisnes son manchas de acuarela blanca y las Ledas están dibujadas en lápiz de papel.

¿Cuáles son tus proyectos próximos?
Varios, quiero hacer la expo de los cuadros de Fridas antes de fin de año. También tengo un cortometraje sobre el piano de Eliza Lynch que quiero grabar. Este proyecto es lo más bello que escribí hasta ahora. El Fondec me adjudicó una parte del presupuesto pero todavía busco dos tercios del presupuesto que necesito para realizarlo. Es un proyecto de época muy bello. También estoy terminando “Karaoke Exquisito” un largometraje grupal con 6 directores.

¿Qué es para vos el arte?
El arte es mi vida. Sin el arte no vivo, no respiro.


Historia del Bordado





El bordado es por definición una labor de costura decorativa hecha sobre telas (o diversos materiales) tramados con agujas y utilizando distintos tipos de hilos o cuentas de variandas texturas, grosores y colores. 

El origen de los bordados puede trazarse a la época de los cromañones (30,000 a.C), pues fueron encontrados restos fosilizados que mostraban vestidos profusamente bordados a mano con cuentas y abalorios. En Siberia también se descubrieron prendas confeccionadas en pieles de animales que ya estaban bordadas con conchitas armando intricados diseños. Probablemente los primeros humanos se dieron cuenta muy temprano que con las puntadas que hacían para unir las pieles de los animales para cubrirse también podían crear detalles decorativos.

Los primeros bordados que se vieron en Roma estaban hechos en hilo. Los romanos los llamaban plumarium opus debido a la semejanza que tenían ciertos trabajos con las plumas de las aves. Fueron los frigios quienes introdujeron el bordado en Europa a través de las prendas bordadas que traían de oriente, donde los chinos ya dominaban el arte del bordado en hilo de seda y acostumbraban decorar sus prendas con gemas y perlas.

Los hilos utilizados a través del tiempo fueron de los más variados, en muchos casos eran los mismos que se usaban para tejidos como seda, lana, lino. Los colores de los mismos se lograban con pigmentos vegetales, además de hilos de oro, plata y cobre. Los romanos llamaban a los bordados en hilo de oro Auriphrygium. En la ciudad babilónica de Ur, hacia 1544 fue hallado un sudario enteramente bordado en oro puro en la tumba de una emperatriz del siglo 400 a.C. ¡Los hilos de oro fueron derretidos obteniendo 17 kilos de oro puro!

También se llevaban bordados en gemas variadas, rubíes, esmeraldas, perlas, topacios, cristales y todo tipo de abalorios que enriqueciera el bordado y por ende que demostrara la majestuosidad o poderío de quien lo luciera.

Desde la antigüedad los bordados fueron un símbolo de status, poder y riqueza en muchas culturas incluyendo las de la antigua Persia, India, China, Japón, Egipto, Bizancio, Roma y Grecia. En la Inglaterra de Enrique VIII los bordados eran una forma de expresar jerarquía social y el rey ordenó que se enforzara una Ley Suntuaria que indicaba incluso que grado de nobleza podía lucir prendas bordadas en hilos de oro y plata y quienes podían lucir bordados en gemas e incluso limitaba el lugar donde podían bordar sus prendas.

En el renacimiento los bordados se hicieron más elaborados y ostentosos. Tanto hombres como mujeres acostumbraban lucir vistosos bordados en sus prendas. La reina Isabel I de Inglaterra acostumbraba lucir vestidos bordados enteramente con enormes rubíes, perlas, diamantes y zafiros. Algunos trajes de corte estaban tan cargados que usarlos debería haber sido insoportablemente pesados (algunos superando los 20 kilos).

Hacia el siglo XVIII el bordado en hilo se hizo más popular. Las mujeres de la alta sociedad transcurrían todas sus horas de ocio (que por lo visto eran muchas) bordando literalmente todo lo que cayera en sus manos. Bordar llegó a convertirse en algo que toda niña debería dominar para ser una mujer hecha y derecha. Sus madres les enseñaban a dar sus primeras puntadas en sus bastidores, examinando sus labores y exigiéndoles dominar distintas técnicas.

El bordado casero, además de ser un testimonio de la buena crianza de una joven, también servía para embellecer los atuendos cuando una familia no podía permitirse prendas costosas. Las mujeres así, se valían de sus habilidades para hacer que sus ropas humildes parecieran más importantes.

En 1880 aparece la primera máquina de bordar, que sirvió para mecanizar al bordado y volverlo mucho más económico. Hoy en día, las máquinas de bordar pueden reproducir miles de patrones con sólo apretar un botón.

Hoy, esta milenaria artesanía se adapta a todo tipo de prendas y en una variedad infinita de estilos, materiales y técnicas. Incluso hay máquinas computarizadas que lo hacen accesible a todos aquellos consumidores que saben apreciar la magia lograda con fantasía, buen gusto, agujas e hilos de colores.