viernes, 20 de febrero de 2009

DIVORCIO: DE LA PRÁCTICA A LA PERFECCIÓN

¡RIIIINGG! (Suena el teléfono con insistencia hasta que la chismosa de turno lo atiende)
- Te enteraste que se divorció fulanita.
- ¡Queeee! No te pueee-do cre-eerr!!
- ¡Como que no podés creer! Yo hace rato que lo veía venir… ella luego andaba taaan dejada….
- Si…. La verdad es que no le atendía luego a su marido…

Y así siguen las lenguas TRI-PERINAS su chismerío y empieza a divulgarse con múltiples acotaciones y suposiciones la triste noticia de otro matrimonio fallido. Inefablemente todo es pintado con los tintes más sombríos y los tonos más lastimeros. Me gustaría darle un shut-up manual a esas boquitas ácidas que creen saberlo todo y se empecinan en hacer uso del venenito que llevan por saliva para transformar al divorcio en una tragedia. Siempre buscan apuntar su dedo inquisidor hacia alguien. Muchas veces la sorteada es la mujer y otras tantas el hombre. En un divorcio, no falla el individuo, fracasa la pareja; y para su manejo, esto le puede pasar a cualquiera.



No esperen leer aquí un artículo sobre las “preocupantes” estadísticas de aumentos de divorcios y menos aún una guía de auto ayuda para superar el trance. Por lo que he visto en mis amigas, todas se recuperan solitas y continúan regias por la vida. Según mi conteo personal, todas las divorciadas que conozco (aquí incluyo a las que siguen solas y también a las que han formado una nueva pareja) están mucho mejor que antes. ¡Se las ve tan bien que hasta inspiran al divorcio!

Por supuesto que es un momento muy triste en la vida de una mujer. El fracaso sentimental es probablemente el más amargo trago que la vida nos da de beber. Pero personalmente creo que de los errores se aprende y aquello que nos lastima nos hace más fuertes.



Cuando uno se casa por primera vez, y sobretodo en nuestras latitudes que tenemos un apuro retrógrado por casarnos antes de los 30 impulsadas por el fantasma de perder al “último tren”, no sabemos muy bien en lo que nos metemos. Por más de que hayan festejado desde que tenían 15 años, en el matrimonio uno recién empieza a conocer a la pareja (que al comienzo se va revelando como un auténtico Mr. Hyde). Ahí recién una se da cuenta de que no es todo color de rosas, de que hay cuentas que pagar, límites que fijar, presiones que soportar y que lo que pensamos que iba a ser un idilio romántico sinfín termina convirtiéndose en un desafío de tira y afloje. A veces hay que exigir y otras hay que ceder y nunca tenemos bien claro cuando hacer cada cosa.

Por supuesto que no hay que tirar la toalla ante las primeras discusiones. ¿Pero qué pasa cuando no tenemos más que discusiones? ¿Qué sucede cuándo en la lotería del matrimonio nos percatamos de que nos tocó el número perdedor? En estas situaciones, me quito el sombrero ante la mujer que dice: hasta aquí llegué y grita a todo pulmón: “NEEEEEEEXT!!!”



Las mujeres ya no tenemos porqué sufrir calladas en los rincones, aguantar cuernos, maltratos y demás situaciones insostenibles. Con la liberación femenina descubrimos que teníamos bocas y cerebros y todo el derecho de buscar nuestra felicidad.

Desde esta perspectiva, el divorcio dista mucho de ser una tragedia. Tragedia era no tener la alternativa de decir basta. ¿Alguna vez se pusieron a pensar en lo que se habrán tenido que bancar nuestras abuelitas cuando el divorcio estaba prohibido? No en vano existían las “viudas alegres”…. Prácticamente una tenía que esperar a que el mamarracho pase a mejor vida para poder rehacer la propia. Si a las prójimas les había tocado una naranja hai como media naranja, me imagino que como mínimo habrían encuadrado el certificado de defunción para colgarlo en el living como una especie de trofeo.



Todas mis valientes amigas (porque hay que ser valientes para enfrentarse al gris panorama que se nos pinta) han sabido convertir su fracaso en un aprendizaje. Al momento de buscarse un nuevo billete a la felicidad han sabido conseguir el upgrade. Al ver lo bien que están no puedo evitar recordar lo que decía mi fantastiquérrima tía abuela Carlota: “Los primeros matrimonios son para la práctica.”



viernes, 13 de febrero de 2009

ASTRID POLETTI: Brillando en Miami



Aros de Libélulas en Filigrana diseñados por Astrid Poletti




Astrid Poletti es una de esas mujeres que nunca pasan desapercibidas porque saben acompañar su estilo y su elegancia con una sonrisa igual de fascinante. Nos reunimos a tomar un café y charlar sobre su nuevo emprendimiento, las joyas en filigrana que llevan su nombre y que está comercializando con gran éxito en Miami. Sus diseños son delicados, diferentes y modernos. En ellos, nuestra tradicional filigrana va dando lugar a piezas exquisitas y llenas de personalidad.


¿Cómo te iniciaste en el mundo de las joyas?
Las joyas siempre fueron mi pasión. De chica ya era muy coqueta y femenina y sobretodo siempre me gustaron los accesorios. Mis dos hermanas Cynthia y Sandra, ambas conocidas joyeras, son mis grandes influencias y definitivamente las mujeres que más admiro. Desde que tengo uso de razón me han guiado y orientado. A los 16 años ya viajaba con ellas a Italia para ayudarlas a elegir sus nuevas colecciones. Ellas me formaron en mi visión de lo que es la joyería, me enseñaron a conocer la calidad y el mercado internacional de las joyas.



¿Cuándo empezaste a diseñar joyas?
Hace cuatro años empecé haciendo joyas como hobby; solo buscaba hacer cosas diferentes para mí. Al comienzo era como una faceta muy íntima mía, algo muy personal y que solo mi familia y mis amigos más cercanos conocían. Al poco tiempo mis amigas me empezaron a hacer pedidos y éstas a la vez fueron mostrando a sus amigas, y así de a poco fui creciendo, dedicándome cada vez más a esto.



¿Cómo se dio ese proceso?
Trabajé varios años en Miami en la banca privada, un negocio casi exclusivo de hombres en el cual me iba muy bien. Pero a pesar de eso, sentía que era el momento de hacer un cambio en mi vida. Yo no soy creyente en las coincidencias, todo lo que uno haga en la vida aporta. Haber pasado por el Banco me dio una base increíble en cuanto a hacer negocios, saber sobre la economía internacional, trabajar con profesionales y conocer el mercado americano. Todo este know how me dio seguridad a la hora de tomar la difícil decisión de dejar el banco para dedicarme por entero al diseño de joyas. Me di cuenta de que era el momento ideal para crecer como profesional y francamente estoy feliz con lo que estoy haciendo. ¡Me va muy bien y por supuesto, también este nuevo negocio me da la excusa perfecta para venir más a menudo y quedarme más tiempo en mi querido Paraguay!


¿Cómo definirías a tus diseños?
Mis joyas tienen un estilo muy ecléctico y juvenil. Son para personas de todas las edades que quieren verse modernas y diferentes. Son súper exclusivas ya que mis colecciones están compuestas por modelos únicos y series limitadas que tienen como máximo 25 piezas iguales.
Me gusta mezclar y salir de las reglas. Mis joyas son de filigrana, combinadas con cuero, cuentas de madera y piedras. Apuesto al arte de nuestro país (porque para mí la Filigrana es un arte) y poder explotar lo que tenemos dándole un toque personal. Me inspiran las cosas lindas que se producen en nuestro país.


¿Qué propuestas presentás en tu nueva colección?
Mi colección tiene cuatro líneas: una línea clásica, una que llamo “boho chic”, otra llamada “u rock” y una línea de accesorios masculinos. La línea “Boho chic” está compuesta por joyas con aire bohemio compuestas por amuletos de buena suerte, llenos de buen karma y recargados con mucha energía. Son joyas muy diferentes y divertidas para mujeres con mucha personalidad. La línea “U rock” se inspira en el rock n’ roll chic, tiene mucho negro (tanto en detalles de cuero o piedras como el onyx) y también muchas cruces. Son joyas más grandes y sexys. La línea clásica es extremadamente delicada y femenina. Las joyas de esta línea llevan flores, perlas, pequeñas hojas y materiales muy finos. Mi línea masculina está compuesta por pulseras y collares con elementos más sencillos y clásicos, para hombres con mucha personalidad que disfrutan poniéndose accesorios.


¿Cuál considerás como el mayor valor de tus diseños?
El nivel de calidad de la filigrana es perfecto. Soy híper perfeccionista. Disfruto de la belleza y de la perfección, por lo que ser detallista para mí no es una tarea difícil. En mi trabajo, la terminación y el control de calidad de los materiales que utilizo son fundamentales. Prefiero rehacer la joya antes que vender algo con lo que no estoy conforme. Creo que la gente ve esta atención al detalle en cada una de mis joyas y también en la presentación impecable que las rodea.


¿Qué te inspira para crear?
Siento que el diseño me busca a mí, al ver materiales, sentir texturas, olores, momentos especiales, puedo llegar a ver automáticamente el producto final en mi mente, influye muchísimo mi estado de ánimo en mi proceso de creación. Creo que llevo a un artista impregnado en mi ser, ya que disfruto muchísimo de las facetas de diseño y creación. Es algo que me recarga de energía y felicidad.


¿Dónde estás vendiendo tus joyas?
Por el momento estoy comercializando en el mercado internacional, vendiendo principalmente en Miami. Mis joyas se venden en tres de las mejores boutiques de Miami que incluso tienen sucursales en Nueva York. Son tiendas muy exclusivas y con una clientela selecta. Para marzo ya voy a tener habilitado el servicio de ventas por internet en mi página web.


¿Cómo es tu clientela?
En Miami tengo una clientela formada y un mercado que me ha abierto las puertas. No solo vendo en boutiques. También trabajo sobre pedio para gente que busca algo diferente para eventos y acontecimientos especiales. Como un servicio extra les asesoro en cuanto al look. Cuando piden regalos, investigo sobre los gustos personales y el tipo de la persona que recibirá el regalo, para que la joya sea exactamente lo que a esa persona le gusta. A mis clientes les encanta esta atención personalizada y el cuidado que pongo en todos los detalles. Además soy muy sincera, jamás trato de vender por vender. Intento crear siempre una relación personal con el cliente.


¿Tenés clientes famosos?
La verdad que entre mis clientes hay muchas modelos conocidas, entre ella Cindy Taylor que suele llevar mis joyas a varios eventos de red carpet y a programas televisivos. También Luca Mencarini, el estilista elite de Miami no se saca los accesorios que me compra.


¿Cómo es tu sistema de producción?
Trabajo con artesanos paraguayos, con los que fui creciendo de a poco. Al comienzo les hacía pedidos chiquitos y ahora ya estamos produciendo en cantidad. Ellos me fabrican los detalles en filigrana en base a mis diseños y yo los voy armando por mi cuenta, dándole mi toque personal a cada pieza.


Me contaron que varias revistas americanas demostraron interés en tus diseños. ¡Contame más!
Me llamaron de la revista “Ocean Drive”, que es la revista más importante de Miami, para hacerme una entrevista. Allí me informaron que me habían seleccionado como una de las cuatro mejores diseñadoras de joyas de Miami para una nota llamada “Diseñadores que hacen lucir la ciudad”. Fue un honor, yo no lo podía creer!


Por lo que vi en tu página web esto fue solo el comienzo.
Si, desde entonces mis joyas aparecieron en varias tapas y también las usaron con varias celebridades a las que entrevistaron. El año pasado también conocí a la directora de Teen Vogue en Nueva York. Me concedió una entrevista y quedó encantada con lo que le mostré. Me pidieron más modelos para tener disponibles para sus producciones. Por lo que este año van a empezar a salir diseños míos en las producciones de Teen Vogue.


¿Cuáles son tus metas a corto plazo?
Quiero generar trabajo en Paraguay, no solo en cuanto a la filigrana. Sino también planeo hacer aquí mis próximas producciones publicitarias, trabajando con los excelentes profesionales que hay en nuestro país.


¿Cuáles son tus proyectos a largo plazo?
Me encantaría tener mi propia tienda en Miami una vez que me asiente más en le mercado, y por supuesto, que se generen las condiciones necesarias para hacer una inversión tan grande.


¿Sentís que estás logrando tus sueños?
Si, definitivamente, antes que nada gracias a Dios, mi ángel de la guarda y mis seres queridos de arriba que nunca me desamparan, a mi papa y mama que son el pedestal mas grande que tengo, mi familia que es el motor de todas las bendiciones que me llegan. En la vida hay que confiar en uno y apostar a lograr sus metas. Hasta ahora todo está saliendo bien y todas las cosas están encajándose correctamente. Veo a esto como una señal de que estoy en el buen camino. Yo de mi parte pongo trabajo, dedicación y fe en lo que hago. Creo firmemente en lo que decía Pablo Picasso: “la inspiración existe pero tiene que encontrarte trabajando.”

lunes, 9 de febrero de 2009

Inventos Culinarios de Leonardo Da Vinci

En la edición anterior, les develamos la gran pasión de Leonardo por la cocina. En esta, continuaremos su historia, ahondando en otro aspecto culinario del gran genio renacentista: las excéntricas máquinas que inventó para la cocina.

Resulta, que además de ser un precursor de la Nouvelle Cuisine, Leonardo Da Vinci también fue un visionario de los electrodomésticos. Lastimosamente sus visiones no guardaban relación con los recursos tecnológicos disponibles en la época, por lo que sus inventos terminaban casi siempre en bochornosos fracasos. Cómo en la época aún no se habían inventado los motores a vapor y menos aún los eléctricos, Da Vinci solo disponía de fuerzas hidráulicas, eólicas y mecanismos como ruedas dentadas y manivelas que debían ser operadas por bueyes y campesinos. Aunque debido a la limitación de recursos los inventos de Leonardo terminaron siendo obsoletos hasta muchos siglos después, no dejan de sorprendernos por su genialidad.

En la corte de Ludovico Sforza, Da Vinci empieza las anotaciones del Codex Romanoff con sus notas de cocina, donde incluye detallados dibujos de sus inventos, entre los que hay numerosos artefactos y utensilios de cocina, ideados por él para facilitar las principales necesidades de la cocina del Castillo Sforzesco. Su intención era crear una nueva cocina totalmente automatizada, pero el resultado no fue el esperado.

Inventó una cinta transportadora para llevar madera alegando que de esta forma no sería necesaria la presencia de dos personas encargadas de la leña sin percatarse que se necesitaban cuatro hombre y ocho caballos para manejar y mover la sierra. Creó un asador automático introduciendo en la chimenea una hélice que giraba impulsada por la corriente de aire ascendente moviendo el espetón, haciendo que gire lento o rápido según de la cantidad de fuego.
Spiedo automático

Como en la época las nociones de higiene aún no estaban establecidas, las cocinas eran lugares mugrosos y llenos de hedores. Leonardo consideraba que era esencial tener siempre limpio el piso de la cocina, para lo que decidió emplear dos bueyes que arrastraban un gran cepillo giratorio que largaba agua. Lo que no tuvo en cuenta, era que si bien su máquina limpiadora lograba su cometido, los bueyes apenas cabían en la cocina y a medida que limpiaban también iban repartiendo sus necesidades fisiológicas por la cocina.

Otro problema de la cocina era cómo eliminar las ranas que saltaban a los barriles de agua para beber. Por suerte, en este caso, la solución ideada por Leonardo fue efectiva. Ideó una trampa con un cebo equipada con un pequeño martillo de madera. Cuando la rana saltaba sobre la trampa, el martillo comenzaba a darle golpes en la cabeza hasta que ésta quedaba sin sentido.

Siguiendo con los inventos para su cocina “automatizada”, idea fuelles para eliminar humos, un sistema de lluvia artificial contra incendios y un calentador de agua a carbón. Pero su más catastrófico invento fue una máquina picadora de vacas y vegetales, que en la demostración se desbocó matando a 6 cocineros y 3 jardineros. Si bien su picadora de alimentos no volvió a ser usada en la cocina, fue utilizada con gran éxito como arma contra las tropas invasoras francesas.


Máquina Picadora de Vacas

Otra de sus innovaciones fue el concepto de incluir música en la cocina. Hoy en día esto se logra fácilmente solo con encender la radio, pero para hacer realidad su visión de que “debe haber música en la cocina, pues los hombres trabajan mejor y más alegremente allí donde hay música” inventó un aparato con tambores mecánicos con manivelas de mano acompañado por tres músicos que tocaban un instrumento que él llamó órgano de boca.

Entre el mal funcionamiento de sus invenciones, la locura que implicaba hacer trabajar estas máquinas operadas con caballos y bueyes, sumadas al estruendo que producía su aparato musical, sobra decir que la cocina de Leonardo, al contrario de sus platos, era un gran caos.

El día de la inauguración de la cocina “automática” de Leonardo, los comensales de Ludovico esperaban ansiosos, pero la comida no llegaba. Cuando finalmente van a ver que pasa en la cocina, se encuentran con gritos, explosiones, chirridos y estruendos. Un testigo presencial, Sabba da Castiglione, embajador florentino en la corte de Sforza describe como a pesar de su intención de economizar esfuerzos humanos, en lugar de los veinte cocineros antes empleados en la cocina, se tienen que emplear cientos para operar los aparatos, que ocupaban todo el suelo y los muros y no funcionaban para lo que fueron creados. Los fuelles de 3 metros de largo, en vez de eliminar el humo, solo lograban avivar las llamas. El dispositivo anti incendio, inundó la cocina. La picadora de vaca se quedó trabada con media vaca todavía adentro mientras hombres con palancas intentaban sacarla de allí. El transportador de leña arrojaba su suministro sin poder ser detenido, de manera que en vez de dos hombres que llevaban antes los troncos al fuego, se tenían que usar diez para sacarlos. Había explosiones, los trabajadores se quemaban y asfixiaban uniendo sus gritos al estruendo que producía la máquina de tambores. Los que tocaban los órganos de boca, según el relator, probablemente ya se habían ahogado.

A pesar de este gran fiasco no todo fue fracaso en lo que respecta a los inventos culinarios de Leonardo Da Vinci. Vale la pena destacar que se le reconocen invenciones tan perdurables y viables como la servilleta, los espaguetis y el tenedor de tres dientes.

Antiguamente los comensales se limpiaban con la ropa o en el mantel. Para remediar esa falta de educación, a Ludovico Sforza se le ocurrió atar conejos a las sillas de los invitados para que pudieran limpiarse las manos en sus lomos. Leonardo, gran amante de los animales, se sentía espantado ante esta costumbre. De esta indignación surge su más sencillo pero brillante invento: la servilleta. Curiosamente ninguno de los comensales supo como usar aquel paño individual ubicado frente a ellos. Algunos se sentaron sobre él, otros lo usaron para sonarse las narices mientras otros decidieron arrojarlo como juego. Por lo que al terminar la cena, el mantel quedo tan sucio como antes. Afortunadamente, con el tiempo entendieron como usarlo y el invento logró establecerse y durar hasta nuestros días. En el Códex también ilustró distintas formas de plegar la servilleta, en forma de pájaros, flores y palacios.

Máquina para hacer spaghetti

Como mencionamos anteriormente, Leonardo fue el primero en hacer espagueti, denominado por él spago mangiabile (cuerda comestible). Como era muy complicado comerlos con las manos y el cuchillo (lo único que se utilizaba por entonces), se le ocurrió sumar un tercer diente al tenedor, inventando como producto secundario al practiquísimo y universalmente conocido tenedor de tres dientes.

Entre sus otros inventos viables, encontramos el molinillo de pimientas tal y como lo conocemos actualmente, que diseñó inspirado en el gran faro de Spezia. También ideó un prensador de ajos, que además servía para triturar perejil. Éste invento se ha mantenido intacto hasta la fecha y sigue siendo usada por los cocineros de hoy, bajo el nombre de “el Leonardo”. Como era zurdo, ideó un sacacorchos para zurdos y estudió la manera de introducir tapones de corcho en las botellas que hasta entonces se sellaban con cera.

El Lenardo

Leonardo buscaba simplificar las tareas en la cocina y en la mesa a través de sus inventos. Si bien no siempre lo consiguió, sus invenciones – inviables para la época debido a la falta de tecnología suficiente para hacerlas realidad - sirvieron de base para posteriores diseños que con el tiempo fueron posibles. Sus inventos exitosos han sobrevivido a la prueba del tiempo volviéndose de uso cotidiano. Analizando lo que intentaba lograr, resulta innegable la genialidad de sus visiones.

Molinillo para pimienta con la forma del Faro de Spezia

El Cocinero Da Vinci

El Cuoco Da Vinci

Todos sabemos que Leonardo da Vinci fue un gran artista y un hombre de ciencia. Famoso por pintar "La Mona Lisa" e inventar todo tipo de artilugios, Da Vinci fue además escultor, diseñador e ingeniero. Pero pocas personas saben que Leonardo Da Vinci también aplicó su genialidad en la cocina, extendiendo su ingenio estético a la creación de platos absolutamente novedosos para la época. Heroico fue su intento de transformar y refinar la cocina de la época con platos vistosos, decorativos y hechos de pequeñas porciones, por lo que se podría decir que fue un antecesor incomprendido de la nouvelle cuisine.

La historia culinaria de Da Vinci comienza en su infancia cuando Caterina, su madre - quien lo había tenido fuera del matrimonio como fruto de una relación con un notario- se casa con un repostero. Su padrastro permite al pequeño Leonardo jugar en su cocina moldeando mazapanes (curiosamente siguió usando durante toda su vida mazapán en la elaboración de las maquetas de sus proyectos) y le inculca la pasión casi patológica por la comida.

A los 15 años su padre lo envía como aprendiz al taller del maestro Verrocchio, quien al poco tiempo lo castiga por gordito y glotón (ya que tenía la costumbre de atiborrarse con los dulces que le eran enviados por su familia). Tras el castigo, Leonardo, toma conciencia y empieza un plan para adelgazar reduciendo las porciones de sus comidas. Probablemente esta experiencia lo llevó a vivir y postular una dieta sana que evitaba todo exceso recomendando: “Si habéis de conservar la salud no debéis comer, a menos que así os apetezca, y que siempre cenaréis con parquedad; masticad bien y que todo lo que comáis sea sencillo y esté bien cocinado“. En cuanto al vino agregaba: “Sed moderados, tomadlo en pequeñas cantidades con frecuencia pero no a otras horas que no sean las prescritas para las comidas, ni con el estómago vacío“.

A los 17 empieza a trabajar por las noches como camarero en una taberna situada al lado del Ponte Vecchio de Florencia, llamada Los Tres Caracoles. Tras la misteriosa muerte por envenenamiento de todos los cocineros, se encarga de la cocina, abandonando el taller de Verrocchio. En este tiempo, crea platos presentados ingeniosamente al más puro estilo de la nouvelle cuisine actual: como pequeñas porciones de carne ubicada sobre trozos tallados de polenta. Como los tanos estaban acostumbrados a las comilonas y solo les interesaba comer a lo bestia, el joven Leonardo no duró mucho tiempo en la cocina. Al poco tiempo, con su amigo Sandro Botticelli abre una taberna llamada La Enseña de las Tres Ranas, proyecto que fracasa nuevamente porque los comensales preferían la porción generosa por encima de la presentación ingeniosa.

Tras el fracaso de su emprendimiento, en 1482 viaja a la corte milanesa de Ludovico Sforza, elaborando él mismo su carta de presentación para “El Moro” en la cual escribe: “No tengo par en la fabricación de puentes, fortificaciones. Mis pinturas y esculturas pueden compararse ventajosamente a las de cualquier artista. Soy maestro en contar acertijos y atar nudos. Y hago pasteles que no tienen igual.” El atrevimiento tuvo respuesta positiva y Ludovico El Moro lo nombra consejero de fortificaciones y maestro de festejos y banquetes de la corte.

Una vez en la corte, intenta proponer un menú con excéntricas recetas como anchoas enrolladas descansando sobre una rebanada de nabo tallada a semejanza de una rana, para el casamiento de la sobrina de Ludovico. Como es de esperar, Ludovico lo rechaza y encarga otro más sustancioso a base de salchichas y terneras, más acorde a los habituales banquetes opíparos de la época. Una vez más Leonardo fracasa en su intento por introducir una nueva forma de ver la cocina.

En la corte de los Sforza empieza las anotaciones de lo que se convertiría en el Codex Romanoff, libro manuscrito descubierto en 1981 que recoge sus recetas, inventos culinarios y comentarios sobre los buenos modales de los comensales. En este texto se registra su magnífico invento al cual llamó pan con sorpresa, que era nada más y nada menos que un sándwich. En sus notas revela como dudaba entre poner un trozo de carne entre dos trozos de pan, o un trozo de pan entre dos trozos de carne, optando finalmente por la primera opción y aclarando que no solo se podía hacer con carne, sino con cualquier otra cosa!

Las recetas del Códex, delatan el ingenio y el sentido del humor de Da Vinci. Siempre encontraba la manera de hacer a un plato más atractivo, teniendo cada detalle en cuenta a la hora de elaborarlo. Un ejemplo de ello es su receta de “Tarta de Pastor” que transcribimos a continuación: “Tomas a tres pastores, limpiadlos cuidadosamente, luego hacedlos entrar en las cocinas para que elijan aquellas hierbas que sus ovejas comen en mayor medida entre sus pastos. Machacad estas hierbas muy bien para hacer una pasta con aceite que extenderéis toda ella la oveja, con suma generosidad, y esta oveja la cocinaréis cubierta de una costra de polenta dentro de las puertas de vuestro horno. Este plato es así llamado porque, gracias a los excelentes pastores, lo que está dentro de la oveja está asimismo fuera de ella, y de esta forma no entran en pugna los sabores.”

En los 30 años que Da Vinci pasó en la corte milanesa se hizo famoso por sus excentricidades culinarias que causaron muchos dolores de cabeza a su mecenas. Ludovico, para tenerlo alejado de la cocina, lo enviaba a hacer retratos de los miembros de la corte, evitando así los usuales disturbios e incidentes que siempre lo acompañaban en la cocina.

En 1490 se hace cargo de la celebración de la boda del sobrino de Ludovico el Moro, el duque Gian Galeazzo con Isabel de Aragón. Para el evento transforma el patio del palacio en una enorme selva encantada, disfrazando a los sirvientes de bestias e incluso aves que volaban sobre los comensales amarrados con hilos invisibles. Todo fue un éxito y dos años más tarde le encomiendan la celebración de un evento aún más importante, la boda de Ludovico con Beatrice d’ Este. Para el gran acontecimiento tuvo la aparatosa idea de celebrar la fiesta dentro de una tarta ubicada en el patio del palacio: una réplica de 60 metros de largo del Palacio Sforzesco. El palacio estaba hecho de bloques de masa para pasteles reforzados con nueces y uvas pasas. Hasta las sillas y mesas donde se sentarían los comensales estarían hechas de pastel. Lastimosamente, el maestro no tuvo en cuenta la enorme atracción que estos elementos tendrían para las alimañas de todo tipo. Por lo que la noche anterior al banquete, se produce una gran batalla entre hombres y animales de todo tipo, desde ratas hasta aves. Al amanecer sobreviene la nefasta escena del patio cubierto de cadáveres de ratas y aves agonizando sobre las ruinas del pastel. Tan grande era el desorden, que el banquete tuvo que realizarse en la calle frente al palacio.

Ludovico, hastiado de las excentricidades del artista, lo envía a pintar el refectorio del convento dominico de Santa María delle Grazie, donde pintaría una de sus obras maestras “La última Cena”. En esta obra, Leonardo quiso reflejar su gran amor por la cocina. Tal es así, que antes de realizar la obra, pasó meses probando las recetas que aparecerían en el mural. El prior del convento, desesperado por las extravagancias de Leonardo, escribe a Ludovico quejándose: “… insiste en que se prueben todos los vinos hasta dar con el adecuado para su obra maestra…, y dispone a su antojo de nuestras cocinas día y noche.., y luego, dos veces al día, hace sentarse a sus discípulos y sirvientes para comer de todas ellas. Mi señor, os ruego que deis prisa al maestro, amenaza con dejarnos en la ruina.” Al final, después de tantas pruebas culinarias, se decide por unos simples panecillos, un puré de nabos y unas rodajas de anguila, y los comensales acabaron teniendo siete vasos casi vacíos, quizás por haber probado tantos vinos.

Los últimos tres años de su vida Leonardo los pasa en Cloux, Francia; compartiendo con el rey Francisco, gran aficionado del buen comer, quien utiliza a Leonardo como excusa para pasar más tiempo en la cocina. El rey llegó hasta a construir un túnel entre el gran palacio y la pequeña casa donde Leonardo vivía. Juntos pasaban largas horas experimentando con combinaciones de sabores y colores para dar vida a sus fantásticos platos, que invitaban a que la comida no entrara solo por la boca, sino también por los ojos y el olfato.

Leonardo Da Vinci fue un genio absoluto, hasta en la cocina. Aunque pensándolo bien, decir “hasta en la cocina” es un injusto menosprecio de las artes culinarias. Leonardo era consiente de la importancia de la comida en la vida del hombre. Era un artista integral que supo desentrañar el arte en la cocina y fue feliz combinando materiales, colores, texturas y efectos visuales para crear platos tan extraordinarios como sus pinturas.


La Última Cena