domingo, 13 de marzo de 2016

Una Fruta Milagrosa



Sin lugar a dudas la naturaleza está llena de cosas asombrosas que nos sorprenden día tras día. Toda la creación natural es absolutamente maravillosa, las flores, las plantas las frutas y toda su enorme variedad y diversidad. Pero hay una fruta, que es tan especial, que se ha ganado el nombre de “Fruta Milagrosa”. Se trata de  la Synsepalum Dulcificum.

Esta fruta es una especie de pequeño alquimista frutal. Un diminuto laboratorio químico que interactúa de manera sorprendente con nuestro paladar. Dicen que es muy sabrosa, pero no es su sabor lo que la vuelve especial, sino el hecho de que al comerla, causa una reacción en nuestras papilas gustativas, que hace que los alimentos que comamos después sepa totalmente diferentes. La fruta milagrosa hace que los alimentos agrios se conviertan en dulces y que los sabores se confundan totalmente, haciendo que el vinagre sea totalmente bebible como si se tratara de juguito de manzana, que la cerveza tenga sabor a chocolate y que los tomates tengan sabor a caramelos.

Es una pequeñísima fruta silvestre de color rojo, del tamaño de una aceituna, que crece en la costa oeste de África. Desde tiempos remotos los nativos africanos la consumían para realzar el sabor de sus platos, que además de escasos y poco variados, eran bastante sosos. Fue descubierta por los europeos en 1725, cuando unos exploradores franceses la descubrieron, pero estos no le hicieron más con ella que clasificarla ya que no le vieron ningún atractivo comercial.

Sin embargo, en 1974, unos americanos vieron su enorme potencial como endulzante ya que es mil veces mejor que el azúcar ya que no solo endulzaba más, sino que no dañaba a los dientes, ni engordaba, ni tenía valor calórico ni se metabolizaba como glucosa. Por supuesto esto también llamó la atención de las grandes corporaciones azucareras y de los productores de Sacarina (el endulzante no calórico líder por ese entonces) y al sentirse amenazados, se dice que pusieron en marcha a sus agentes de lobby para frenar su ingreso al mercado estadounidense y por ende al resto del mundo, al conseguir que fuera prohibida por la FDA (Food & Drug Administration). El temor radicaba en el hecho de que se podía aislar y sintetizar con facilidad el ingrediente activo que producía este efecto, lo que la convertía en una alternativa totalmente natural a la azúcar. Lo que amenazaba al igual a los azucareros como a la industria de los endulzantes.

Al morderla se produce una reacción química que genera efectos a nivel físico en las papilas gustativas, cambiando totalmente el sabor que percibimos de los alimentos que ingerimos.
La fruta tiene en su pulpa una substancia única, llamada miraculum (miraculina), una glicoproteína, que se une a las papilas gustativas y causa que la percepción de los sabores dulces y agrios se revierta, al punto que podemos sorber un limón con el mismo placer que la más dulce de las naranjas. En contraposición, los sabores dulces se vuelven absolutamente desagradables, algo que resultaría fantástico para evitar caer en tentaciones cuando se está de dieta y se sienten ganas irrefrenables de un dulcecito. El efecto no es de corta duración, ya que puede durar hasta por 2 horas tras la consumición de la fruta.
Como ya se podrán imaginar, esta última propiedad, hace que ingestión de esta fruta suponga una gran ventaja para los diabéticos. Por este motivo hoy en día ya se la está plantando en Jamaica, así como también en el estado de Florida, e incluso ya se puede ordenar la fruta (y también frutas desecadas y en píldoras) vía internet (con el nombre de Miracle Berry).
Otra de sus ventajas es para ayudar a personas con cáncer, ya que uno de los efectos colaterales de la quimioterapia es la de hacer que lo que se ingiera tenga un gusto metálico muy desagradable. La fruta milagrosa sirve para contrarrestar totalmente este sabor metálico de manera a que los pacientes puedan volver a disfrutar de los sabores de la comida.
Tal vez su única desventaja -y convengamos que se trata de una GIGANTESCA desventaja - es que al ingerir la fruta milagrosa, el vino sabe fatal. La fruta arruina totalmente su sabor, volviéndolo tan desagradable como el vinagre más fuerte.
En Estados Unidos ya puede consumirse como fruta, pero la consumisión en forma de tabletas o pastillas aún está siendo revisada por la FDA, sin embargo, en Japón, la fruta y las tablestas son de venta libre y aprobada y de uso frecuente para pacientes con cáncer y diabetes.

Hacia mediados del 2000, en Nueva York y San Francisco se empezaron incluso a organizar eventos llamados “Viajes de Sabor” en donde se hacía consumir a las personas la fruta y luego les hacían ingerir todo tipo de alimentos agrios y amargos como limones, pickles, salsa picante, cerveza, rabanitos y vinagre con el propósito de experimentar los curiosos cambios de sabores que se producían en su paladar y llevar a sus papilas gustativas al límite.

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