Por más de que los
vestidos de novias aparentan ser los más tradicionales del planeta, hay muchas
tendencias que se van incorporando en ellos, es solo cuestión de prestar
atención y enfocarse en los detalles y verán mucho más que mero género blanco.
Pretty
in Pink: Hay un importante destaque de las tonalidades rosas y salmones
en las colecciones internacionales. Ya sea asignando al rosa como sustituto
ideal del tradicional blanco nupcial, o coloreando de estos tonos acentos y
detalles, los diseñadores han apostado por este color como la principal
tendencia. La novia de Oscar de la Renta por ejemplo vistió un vestido de
chiffon rosa pálido. Vera Wang lanzó una colección completamente teñida de rosa,
con una paleta que fue del rosa pastel al fucsia.
Minimalista
y moderna: Varios diseñadores han abrazado el lema del “menos es más”
–algo muy refrescante en el muchas veces recargado traje de novia. La silueta
de los vestidos se va ciñendo más al cuerpo, se reducen los bordados a su
mínima expresión o su desaparición total, y los encajes se emplean meramente
como detalles delicados y sobrios. En este tipo de diseños, la seda tiene un
gran destaque. Monique Lhuillier, habitualmente volcada más hacia los excesos,
reflejó claramente un regreso al minimalismo en su última colección de novias.
Sixties:
los años sesenta también se instalaron con fuerza en la tendencia nupcial, con
escotes reminiscentes a los tradicionales vestidos Jackie, y cortes que nos
recuerdan a la adorable Sabryna interpretada por la icónica Audrey Hepburn.
También las asimetrías en el ruedo, con vestidos más cortos adelante y más
largos atrás nos remiten a la década de los sesenta. Muchos diseñadores también
propusieron sobrefaldas removibles que al terminar la ceremonia pueden quitarse
para dejar ver un vestido al cuerpo o
incluso pantalones, como propone Rosa Clara.
Destaque
a la espalda: la espalda de los vestidos cobra
importancia, dejando ver más piel con el uso de encaje e incluso tiras cruzadas
de encaje o tiras bordadas con pedrería en la espalda. Se reducen los escotes
al frente, pero se compensa dejando mucho de la espalda al descubierto. Ángel
Sánchez y Temperley apostaron por esta tendencia.
Al
tobillo: una importante tendencia fue la del acortar el ruedo de los
trajes de novia mostrando varios modelitos al tobillo. Técnicamente esta
tendencia podría bien caer dentro de la tendencia de los años 60’s, ya que por
esa década era muy habitual que las novias optaran por este largo. Pero la
tendencia del nuevo largo tuvo tanto peso propio, que preferimos mantenerla
como categoría. Carolina Herrera, Marchessa y Monique Lhuillier tuvieron varios
modelos con faldas anchas pero hasta el tobillo.
Degradé:
ideal para aquellas mujeres que apuestan al color pero no se animan a lucir el
color pleno en el día de su boda, pueden elegir un vestido en degradé, donde el
tono elegido, ya sea el beige, el rosa, el salmón o el lavanda se va
decolorando gradualmente hasta llegar al blanco. Monique Lhuillier, J. Mendel y
la marca Theia apostaron a esta original propuesta.
Blanco
y Negro: una de las tendencias más atrevidas (teniendo en cuenta de que
se tratan de vestidos de novia) es la del incorporar el negro al tradicional
blanco. El negro viene por lo general empleado sólo como un detalle, ya sea
unos breteles, uno cinto o en apliques de encaje. El
blanco y negro sin lugar a dudas en una opción chic y dramática para decir un
sí inolvidable. Vera Wang y Jesús Peiro brindaron algunas opciones con esta
combinación fuera de lo común.
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