miércoles, 6 de agosto de 2014

PROENZA SCHOULER: Un Dúo de Leyenda




En el 2002 Jack McCollough y Lázaro Hernández fundaron la línea de prendas femeninas y accesorios Proenza Schouler. El dúo se conoció en la escuela de Diseño Parsons donde ambos estudiaban diseño de indumentaria y al poco tiempo formaron una pareja de vida y laboral. Dio la coincidencia que ambos terminaran sentados uno al lado del otro en el primer día de clases y desde entonces, se convirtieron en un dúo inseparable. Trabajando juntos en su tesis, crearon la primera colección de lo que se convertiría en la marca Proenza Schouler. El nombre de la marca es un homenaje a las madres de los diseñadores. Proenza es el apellido de la madre de Hernández y Schouler es el de la madre de McCollough.

La colección de la tesis estaba tan bien lograda, que fue comprada en su totalidad por los afamados almacenes de lujo Barneys New York. Esto es algo absolutamente insólito y que se ha convertido en una especie de leyenda de la moda que constituye el sueño de todo joven diseñador, el ver su primera colección comprada en la totalidad. Fue algo tan extraño que ni siquiera se lo habían imaginado. De hecho, ambos ni siquiera planeaban mantener la marca al salir de la facultad, más bien tenían en mente buscar un empleo como diseñador en alguna casa de moda. Pero el destino tenía otros planes para ellos: el de convertirlos en un dúo de leyenda.

A los dos años de fundada la marca, los diseñadores fueron premiados con el primer premio CFDA Vogue Fashion Fund. Tres años después, recibieron el premio CFDA de diseñadores del año en indumentaria femenina. En el 2011 fueron galardonados nuevamente con el mismo premio. 

En el 2008 lanzaron su primera colección de calzados, confeccionados en Italia por la prestigiosa firma Giuseppe Zanoti. Ese mismo año lanzaron su primera colección de carteras. Hoy, a 12 años de su fundación, la marca se vende en más de 100 boutiques de lujo en todo el mundo entre las que se encuentran boutiques propias y multi marcas como Barneys, Bergdorf Goodman, Harvey Nichols, Colette y Joyce.

Como suele suceder en los dúos, los diseñadores están totalmente compenetrados, al punto de que completan las frases del otro. Todo el proceso creativo, desde la concepción de la colección, hasta la puesta en tienda, está minuciosamente supervisado por ambos. Ellos deciden juntos hasta el tamaño de un botón que van a usar en una camisa, y como ambos se proclaman perfeccionistas, cada decisión se hace con absoluta cautela; sobre todo, porque para resolver algo tienen que estar ambos de acuerdo. Por este motivo su proceso creativo se sustenta fuertemente en el dialogo, ya que cada idea es fundamentada, charlada y mejorada en conjunto.

Obviamente el mezclar lo afectivo y lo laboral suele ser muy difícil, lo que les llevó en el 2007 a tomar la decisión de continuar juntos pero viviendo en departamentos separados: McCollough en el West Village y Hernández en Chelsea. Para ellos esta decisión fue muy difícil, pero necesaria para poder seguir trabajando juntos y mantener la pareja pero también sus espacios propios.

Sus prendas se caracterizan por un clasicismo europeo acompañado de una sensibilidad muy contemporánea y una conciencia muy americana de la comodidad que las mujeres buscan a la hora de vestir. No es de extrañar que sus prendas se convirtieran prácticamente en el uniforme de las chic neoyorquinas. Otras decisiones difíciles pero necesarias fueron las de rechazar a todas las grandes casas de moda que les han pedido para que diseñen sus colecciones como Directores Creativos. Su CEO y íntima amiga Shirley Cook les instó a que las rechazaran, sabiendo que la sobrecarga de trabajo los volvería locos y obviamente para no restar fuerzas en su gran proyecto de convertir a Proenza Schouler en una gran casa de moda.

Entre sus clientas habituales se encuentran Chloé Sevigny, la agente fotográfica Jen Brill, y socialites como Lauren Santo Domingo y su CEO y amiga Shirley Cook. 

En cuanto a su inspiración, cuando se iniciaron en el mundo del diseño, la preocupación de todos los diseñadores era la de deconstruir las prendas. Pero esto nunca les interesó. Ellos estaban más interesados en la construcción, apoyándose fuertemente en referentes como Dior y Balenciaga, con un eje direccional en la sastrería, en el corte, en las formas. Habiendo crecido en los 90’s como parte de la generación del grunge, tampoco podrían mantenerse aislados de la rebeldía y audacia propia de esta generación. Esta mezcla de opulencia y desenfado dieron forma al estilo de Proenza Schouler, donde la sastrería tradicional se mezcla con ese borde duro y de vanguardia absolutamente contemporáneo.

Una de sus hazañas más innovadoras en lo que respecta al diseño fue la de incluir prendas de cuero que habían sido impresas con fotografías y los encajes hechos con goteo de ácido. El plástico y todo tipo de materiales inesperados son frecuentes en sus colecciones.  Temporada tras temporada han continuado aportando altas dosis de tecnología en el diseño textil y expandiendo las aparentemente limitadas fronteras de la moda, creando prendas muy futuristas pero absolutamente ponibles que podrían ser perfectamente definidas como “prendas muy de ahora”.


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