En la última edición del Buenos Aires Alta Moda, en el hotel Sheraton de Buenos Aires, el diseñador paraguayo Javier Saiach fue invitado a cerrar el evento. A su más puro estilo, Saiach supo más que ser el broche de oro, coronar al evento con vestidos de ensueño de encaje y finas hebras con las que hilvano un cuento de hadas de heroínas, emperatrices y mujeres guerreras.
De hecho, toda la colección se apoyó en un relato
imaginario creado por Javier como si se tratara de un cuento de hadas para
niños. El cuento, que fue entregado a todos los frontrowers, hablaba de una Gran Emperatriz de una antigua ciudad
amurallada que ante el asedio de sus enemigos es protegida por todas las
mujeres del reino, quienes con el fin de salvarla, asumen cada una de ellas la
identidad de la emperatriz llevando su mitra real y levantándose contra el
enemigo.
Sobre la pasarela, con cada pasada el relato de las
Heroínas iba tomando cuerpo y la colección
a su vez iba revelando la magia e ilusión con la que había sido
desarrollada. Javier Saiach encanto al público con una colección armada de
mujeres invencibles, fuertes y delicadas a la vez.
Las primeras pasadas, la de las heroínas militares, estaban
compuestas por vestidos en shantung verde oliva, que daba una clara
reminiscencia militar, que a su vez era contrastada por la presencia de
delicados bordados calados en richelieu, plumas negras y apliques de roulotes o
cordones embutidos, encajes y flores en volúmenes en gasa y organza.
Posteriormente tomaban la pasarela las heroínas de la nobleza, vestidas de riguroso negro.
Algunos de los trajes tenían una sobriedad casi monacal, fiel a las heroínas
que retrataban, quienes buscaban mimetizarse con las demás mujeres de la Gran
Ciudad Amurallada. Pero como estábamos dentro de un relato fabuloso, no
podíamos dejar de seguir aquella historia mágica con los ojos. A estas heroínas
de la nobleza les era muy difícil disimular su estatus, menos aun vistiendo
Saiach. Plumas, bordados en roulotes, los tradicionales bordados en Richelieu
del diseñador y las plumas y primeros bordados en pedrería iban delatando que
estas mujeres estaban lejos de ser del vulgo. Finalmente llegan las heroínas de
la corte, vestidas en dorado, y desplegando todo el glamour de los diseños de
Javier Saiach, donde las mujeres refulgían en bordados frivolité con pedrerías
y plumas. En fin, magia pura y un broche dorado para un desfile de ensueño que
dio vida a una colección tramada como un cuento maravilloso.
La colección está compuesta por los más nobles géneros,
como el shantung de seda natural, tules
bordados en pedrería y encajes chantilly. Para la creación de las piezas
de esta colección se emplearon las técnicas del bordado Richelieu con calados,
la aplicación de flores en volúmenes en gasa y organza y la aplicación de bordados
frivolité en pedrería. Todas técnicas que fueron hechas enteramente a mano. Uno
de las técnicas de bordados más novedosas en la casa Saiach fue la de los
roulotes, pequeños cordones embutidos en lana, que son hechos a mano y luego
van formando intricadas tramas al ser aplicados sobre el género. Un trabajo muy
minucioso y complejo que lleva días en ser realizados y que se suma a los
encantadores bordados del universo Saiach.
Para la puesta en escena de esta colección, Javier Saiach
supo acompañarse de un dream team fashionista. Las botas fueron diseñadas
especialmente para el desfile y los zapatos y botines que complementaron los
vestidos eran de la marca Ruma, lo más top en cuanto a diseño de calzados en
Buenos Aires en este momento. Los modelos fueron accesorizados con pieles de la
tradicional casa porteña Breeder’s y los llamativos tocados tipo “mitra” fueron
confeccionados por la innovadora casa de diseño Yan Hats. El estilismo estuvo a
cargo de la talentosa y reconocida fashion Stylist argentina Carolina
Mergherian.
El make up de los maquilladores estrella Gervasio
Larrivey y Juan Gasparini se apoyó enteramente en una paleta natural, con tonos
nude y la piel satinada. Muy destacable también fue la ambientación de Laureano
Román que con candelabros y un trompe l’oeil fotográfico nos transportaba a un
castillo encantado.
Javier Saiach deslumbró al público presente, entre
quienes se encontraban celebrities de la talla de la señora Mirtha Legrand, la
gran dama de la TV Argentina, Rosella Della Giovampaola, una de las socialites más
chic de la Argentina y la siempre activa y esplendida conductora Nequi Galotti.
Sin lugar a dudas un público acostumbrado a ver lo mejor de las pasarelas
argentinas y del mundo, por lo que nada fácil de complacer, que quedó fascinado
con las propuestas de Saiach y que exclamaba que lo que habían visto era una
obra de arte. Entre los comentarios del publico pude oír frases como “¡Estos
vestidos son para Europa!”, “¡Esto es de otro nivel!”, “¡Pero tiene que vestir
a Máxima!”(Refiriéndose a la argentinísima Reina Máxima de los Países Bajos). Una
victoria más del diseñador que cada vez pisa con más fuerza en el extranjero y
que ahora también tiene su propio Estudio en el coqueto barrio de Recoleta en
Buenos Aires.
El Relato:
HEROINAS
En un tiempo remoto, cuando el mundo aún estaba repleto de maravillas, más
allá de las montañas insondables y de los siete ríos del imperio, existía una
ciudad esplendida rodeada por siete murallas y siete torres, donde reinaba una
emperatriz admirada por todos. Era tan justa y virtuosa, que desde los más
humildes siervos hasta los nobles de más alta alcurnia se inclinaban ante
ella. Bajo su mando reinaba la paz,
florecían las artes y las ciencias y no había niño sin pan ni anciano sin
techo.
Envidiosos de la prosperidad del imperio, los tres
malvados reyes de los vecinos reinos se aliaron para usurpar su trono y
dividirse sus riquezas. Juntos urdieron una terrible trama. El Rey del Primer
Reino envió a un mensajero solicitando la ayuda de la emperatriz para vencer a
los temibles dragones que estaban asolando a sus tierras. La leal emperatriz
envió a todas sus tropas en auxilio de su vecino. Al partir las tropas, el Rey
del Segundo Reino, mando a un emisario solicitando a la emperatriz su ayuda
para hacer frente a la gran plaga que estaba diezmando a su pueblo. La generosa emperatriz
pidió a todos los físicos y hombres de ciencias de su imperio que
acudieran en auxilio del Segundo Reino. Al partir los hombres de ciencia, el
Rey del Tercer Reino, envió a la emperatriz una invitación a una gran feria
para la cual se requería la presencia de todos los comerciantes y artistas.
Augurando prosperidad a sus súbditos, la emperatriz envió una delegación
magnífica con los más importantes comerciantes y artistas del Imperio.
Al partir la última delegación, los tres reyes malvados
atacaron de sorpresa a la ciudad. Sin darse cuenta, la emperatriz, guiada por
su gran corazón, se había quedado indefensa dentro de la gran ciudad
amurallada. No quedaban hombres para proteger los muros de la gran ciudad, ni
mucho menos para proteger a la gran Emperatriz.
Pero las mujeres del Imperio no se quedaron de brazos
cruzados. Con gran valentía decidieron proteger a su Emperatriz y defender
ellas mismas a la Gran Ciudad Amurallada. Enfundaron armas y partieron a hacer
frente a los soldados enemigos. Con gran astucia portaron todas la misma mitra
real que llevaba la emperatriz para proteger su identidad. Esa misma mitra se
convirtió no solo en símbolo de su igualdad, sino también en el blasón de su
lucha contra el invasor. Cada una de las valientes mujeres del imperio juró dar
su vida por su pueblo y por la gran mujer que las lideraba con justicia y
libertad.
Unidas gritaron el nombre de su emperatriz e hicieron
frente al gran ejército invasor con la fiereza de dragones. Los ejércitos
invasores las imaginaban desamparadas y no contaron en encontrar resistencia
alguna. De sorpresa les tomo la fuerza de estas mujeres justas y más aún su
gran astucia de mujeres inteligentes. Ellos no sabían que cuando una mujer
lucha por su familia y por sus ideales, lo hace con la fuerza de mil ejércitos
y cien dragones y no descansa hasta salir victoriosa.
El tiempo borró la memoria del Imperio, y el nombre de su
gran emperatriz fue olvidado, pero el valor de las heroínas siguió vivo en el
corazón de todas las mujeres que hasta ahora se saben dueñas de una fuerza
capaz de hacer mover montañas, una astucia capaz de hacer posible lo imposible
y una voluntad capaz de convertir cada sueño en realidad.
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