No se dejen engañar, el caso de la secretaria vip no es solo
UN caso, ni hay solo UNA. Debería hablarse de las “Secres”, en plural y con
muchas eses, ya que este espécimen de ejecutiva está más extendido que la
humedad. Les aseguro que hay una pandemia de Secretarias Vip. Según mis
estadísticas hay más de 10 por cada bache
de Asunción y alrededores.
Yo no sé qué es lo que ha llevado al surgimiento de tantas
señoritas de dudosa instrucción y cuestionables funciones de oficina. Tal vez
ahora son simplemente más notorias. Es que todas ellas hacen de la silicona una
segunda piel, de las extensiones blondas con bucles en las puntas su marca
registrada y de las pestañas postizas su sello personal. Por todo esto podemos
deducir que lo artificial en ellas es natural, por lo que no hay porque
extrañarse que simulen también sus funciones laborales. Si la ves tipeando a
toda máquina y poseída, ni dudes que está chateando por el face con el churro
que le dio un toque. Si la ves archivando
algo, seguro solo está escondiendo su lima de uñas y kit de manicure en el
archivador. Ella es la reina del tekoreí y ñembotavy oficinista. Capaz de pasar
horas jugando solitario con tanta cara de concentración que la gente jurará por
su vida que está analizando una planilla de inversiones.
¿Pero como darse cuenta de que se está ante una Secre Vip y
no meramente ante una cachaquera jubilada o una prójima con gustos de trola?
Siempre debemos tener en cuenta que hay veces que la purpurina en las uñas es
solo un faux pas fashionista o que la prójima que lleva sancos con plataforma
de travesti mide 1 metro 20 y no lo hace por gusto sino por necesidad.
¿Se preguntarán cuáles son las señales de alerta? La primera
es obviamente el lookete. Olvídense de
eso de que no hay que juzgar el libro por su tapa. Ahí les faltó poner
SOLAMENTE. Lo primero que siempre se debe evaluar es la tapa y la contratapa.
La secre Vip cae por su pilcha y hasta por su andar antes de que por sus
hábitos. Y si bien no viene con una banda indicadora de miss secre vip remera
mojada, ni con un letrero luminoso que alerte de que se está adentrando a la
zona roja, el alto nivel de tunning-escote-uñas esculpidas- alargue de
promesera-mechas paraguayanas- sancos con minifalda- pestañas postizas – animal
print todo- cel lcase con purpurina – perro de cartera – cartera LV wannabe-
maquillaje tatuado- silicona- colágeno- solárium- y perfume invasivo de
empalago, debería ser una señal más que suficiente.
La segunda es el divismo uniformístico. Una mujer que monta
un escándalo en la oficina para que le acorten más la falda del uniforme y así
poder mostrar más centímetros de pierna y tal vez algún que otro centímetro de
cola, no está ahí para trabajar. Una secretaria de a de veras tendrá más en
cuenta cuestiones prácticas, y siempre preferirá un pantalón, o una falda larga
que le permita sentarse y moverse cómodamente y no una pollerita de lambada que
la convertirá en la pantalla plasma de todos los calentones de la oficina.
Otra alerta naranja es la excesiva cordialidad y
obsequiosidad hacia el plantel masculino – EN-SU-TO-TA-LI-DAD. Ella estará
siempre cebando el tereré al rollo, ofreciendo un cafecito con voz de locutora
y un poco más hasta se ocupara de sacudirle juguetonamente los restos de carne
molida en la “barriguita” tras la
empanada que le sacudió su “jefecito” a la media mañana.
Y aquí aparece otra alerta naranja casi rojo – fucsia: el
empleo sistemático de diminutivos. Una secretaria sería y de a de veras jamás
de los jamases se dirigirá a su jefe con un diminutivo tipo: jefecito, papito,
fulanito o tilinguito. Una secretaria VIP le trae un “cafecito a su jefecito y
le trae un poquito de chipita para que no le haga malito toma su cafecito con
la pancita vaciíta y le pide que le espere un ratito que enseguidita ya le trae
la cartita” El nivel de melosidad es exactamente proporcional a la cantidad de
itos e itas que logre incorporar en cada frase.
Otro factor delator es el Currículum Vitae. Si éste viene
con una foto de cuerpo entero ya debería ser señal más que suficiente, si es en
bikini yo ya no le echaría la culpa a la prójima, sino al tarado calentón que
la contrató. Si la formación académica se acaba en el colegio y pone como
“Datos de interés” que le encanta practicar zumba y es experta de pole dance y
en “Otros datos de Interés” agrega que tiene una personalidad muy mimosa y
tierna, y que es virgen por convicción y muy flexible, estamos ante una alerta
púrpura con purpurina.
Personalmente considero a las Secres Vip mucho más indignas
que a las prostitutas. Las prostitutas al menos son honestas, al menos se
ganaron su esquina. Las Secres Vip vinieron a profanar un espacio que ha tomado
tantos años y esfuerzo ganarse a la mujer. Ellas profanan un templo de la superación,
de la igualdad, del trabajo y de la autonomía que nuestras predecesoras se ganaron laburando en
serio y no haciéndole servicios de horas extras a su jefecito.
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