Los monogramas son
símbolos creados generalmente por letras entrelazadas que como abreviatura se
emplean para sellos, marcas e incluso logotipos. Justamente el nombre quiere
decir una palabra en griego, que fue donde se crearon los primeros monogramas
hacia el 350 a.C. para acuñar monedas. Los monogramas de estas monedas
representaban las dos primeras letras de las ciudades que las habían emitido.
Con el tiempo, las
familias reales adoptaron los monogramas de sus iniciales para sus sellos que
servían para lacrar e identificar sus cartas personales. Estos monogramas se
fueron extendiendo a otros artículos como enseres domésticos y hasta prendas de
vestimenta. Los reyes llevaban monogramas hasta en las hebillas y botones de su
guardarropa. Sus monogramas se extendían a casi todas sus posesiones, hasta el
punto que un observador contemporáneo perfectamente hubiera podido creer que
los monarcas tenían una seria crisis de identidad.
Durante la edad media los
artistas, grabadores y escultores también empezaron a emplear monogramas para
firmar de manera artística sus obras de arte. Albrecht Durer (Durero)
acostumbraba firmar sus obras con su monograma “AD”, que luego se volvió como
una especie de sello de autoría muy respetado. Durero incluso llegó a demandar
dos veces – en Nuremberg y en Venecia- para defenderse del uso indebido de su
monograma, ganando en ambas ocasiones. Los culpables se vieron obligados a
remover los monogramas de sus grabados.
Tantos artistas como
renombrados artesanos tomaron la costumbre de firmar con monogramas por lo que
existen numerosos diccionarios y catálogos para ayudar a identificar y tasar
los distintos monogramas.
El apogeo de los
monogramas se vio durante la era victoriana, ya que con el acenso de la
burguesía, se acostumbraron a ponerle monograma a todos sus enseres, tal cual
reyes. Este grupo de personas tenían los medios y la aspiración social como
para personalizar todos los elementos de su casa con monogramas, los cuales
eran un símbolo de status asociado con el poder, la riqueza y la monarquía
misma. Sus libros, pañuelos, joyas, camisas, sellos, tarjetas, carruajes y
hasta sus sabanas ostentaban los monogramas de sus propietarios.
Para las sabanas, camisas
y prendas personales, el poner un monograma era además un recurso practico para
distinguir de quien era la prenda ya que por lo general en las casas habitaban
varias personas y era frecuente que la ropa se lavara junta, por lo que se hizo
muy frecuente bordar las iniciales de las personas en las prendas para identificarlas.
Durante fines del siglo
XIX e inicios del siglo XX los monogramas mantuvieron su popularidad. Fue en el
siglo XX que fueron adoptados por el mundo de la moda y convertidos en
logotipos de las grandes casas de moda. La marca francesa Louis Vuitton se hizo
famosa junto con su monograma LV que adornaba el cuero mismo con el cual
confeccionaban sus carteras y equipajes. Como si esto fuera poco, sus clientes
también podían – y aún pueden- personalizar sus compras incorporando sus
propias iniciales pintadas a mano. No fue Louis, sino su hijo Georges Vuitton quien creo el famoso monograma de la casa. Lo
hizo como manera de prevenir el plagio de sus productos. Otra famosa diseñadora
que empleo su propio monograma como logotipo de su marca fue la gran Coco
Chanel, cuyas C entrecruzadas hoy son sinónimo de elegancia y bon ton.
Hoy en dia muchísimas
casas de moda han transformado sus monogramas en logotipos. Tal es el caso de
Givenchy, que emplea cuatro G enfrentadas, Gucci que emplea dos G entrelazadas,
Yves Saint Laurent que emplea las iniciales YSL encimadas, Calvin Klein, que
emplea una c minúscula acompañada de una K en mayúscula, Vivienne Westwood que
forma con sus dos iniciales una sola W, Mc Queen que es representado por una Q
que contiene al mc y Fendi que contiene dos F invertidas. Otros monogramas
famosas de la moda son: Diane Von Furstenberg (DVF), DKNY (Donna Karan New
York), Tory Burch, Giorgio Armani, Armani Exchange, Victoria’s Secret, Estee
Lauder, Valentino y Michael Kors.
Más
recientemente, en los años ochenta y noventa, los monogramas personales se
hicieron nuevamente populares en prendas de ropa como suéteres, camisas
abotonadas y puños. Los monogramas más comunes en la actualidad incluyen tres
letras, que representan la primera, la segunda y la tercera inicial del
individuo, aunque algunos monogramas consisten en dos letras o únicamente una
sola letra, representando el nombre o el apellido del individuo.
Los
monogramas también son muy habituales en las bodas. Por lo general, los novios crean
un nuevo monograma compuesto de la primera inicial de la esposa a la izquierda,
el apellido de casada en medio del monograma y la primera inicial del esposo a
la derecha, como lo dicta la etiqueta, o simplemente la inicial de sus nombres,
o de sus apellidos, entrelazadas.
Los
monogramas se han vuelto muy accesibles con la apertura del Internet, y
programas en línea ofrecen la oportunidad de crear monogramas personalizados.
Algunos sitios web requieren que introduzcas las letras, y el programa crea un
monograma para descargar y para ser utilizado con una máquina de bordado
casera. Otras permiten crear un monograma para después suministrarlo a las
papelerías u otros vendedores para la reproducción de las invitaciones,
etiquetas de la boda y otros artículos.
Hoy en
día se le puede poner monogramas a cualquier cosa, pero aun así su uso en el
día a día es cada vez menos frecuente. Incluso abusar de los monogramas es
considerado valle y de mal gusto.
Usarlos con moderación, en las camisas, en los relojes, en lapiceras y
joyas, aún son considerados detalles refinados hoy en día.
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