sábado, 4 de julio de 2015

JOSEPH ALTUZARRA: entre el sueño y la practicidad



Hay una parte mía que me lleva a hacer ropas para todo el día. Pero también pienso en la moda como un escape. Es como un sueño (..) hay que hacer cosas para que la gente sueñe un poquito .”
-Joseph Altuzarra

El diseñador afincado en la Gran Manzana Joseph Altuzarra nació en París en 1983, de una madre chino-americana y padre francés, ambos dedicados a la banca de inversión. Se crió en París, donde la moda se permeaba por todas las esquinas. Altuzarra transcurrió su infancia como un niño retraído y poco popular, que se abstraía de su entorno dibujando y fantaseando con la idea de transformarse a través de su vestimenta, como una especie de Pigmalión moderno. El tomar conciencia del poder transformativo y de la indumentaria como manera hasta de cambiar la identidad, fue lo que le inspiró a involucrarse en el mundo de la moda.

Estudió Historia del Arte en Filadelfia y al terminar la facultad en el 2004, viajó a Nueva York, donde fue inmediatamente contratado para una pasantía en el atelier de Marc Jacobs, a pesar de no haber tenido formación como diseñador y sin tener ninguna experiencia en la moda. Su talento innato para el diseño se hizo rápidamente evidente y no le llevó mucho tiempo ascender en la empresa. Al año ya estaba trabajando como diseñador free lance para Proenza Schouler y al poco  tiempo ya lo estaba contratando el diseñador italiano Riccardo Tisci para trabajar como asistente suyo para la marca Givenchy. Fue aquí que conoció a Coline Choay, la PR internacional de Givenchy, quien impresionada por el talento de Altuzarra decidió dejar la compañía para ayudarlo a lanzar su propia marca en el 2008.

Para la primavera de 2009 Altuzarra, con sólo 26 años,  ya estaba lanzando su primera colección en el Fashion Week de Nueva York. Sus vestidos perfectamente drapeados y la impecable moldería de sus pantalones y sacos le ganaron críticas fenomenales y lo llevaron a convertirse en el nuevo niño mimado de la industria de la moda neoyorquina.

En el 2010, gana el premio Ecco Domani y el de Estrella en ascenso del Fashion Group International. Ese mismo año también termina como finalista del Premio CFDA/Vogue Fashion Fund. En el 2011 vuelve a ser finalista. En el 2012 obtiene el puesto de Diseñador Emergente del año del CFDA. Este año, finalmente resultó vencedor del prestigioso premio de Diseñador del Año de CFDA. Sobrepasando a pesar de su juventud, a diseñadores más establecidos como Marc Jacobs y Alexander Wang.

Entre sus colaboraciones, algo infaltable en el currículo de todo diseñador de moda contemporáneo de renombre,  ha desarrollado una línea para Swarovski, una colección cápsula para J. Crew.

Uno de sus fuertes como diseñador es su habilidad para integrar un corte fuerte con la fluidez de la forma natural del cuerpo femenino para lograr un estilo sofisticado y sexy a la vez. No es de extrañar que sus prendas agraciaran el cuerpo de las celebridades y socialités más famosas del momento, como: Kim Kardashian, Diane Krueger, Angelina Jolie, Rihanna, Lauren Santo Domingo, Kate Upton y Lana del Rey. Sus vestidos metálicos se convirtieron en un hit instantáneo entre las celebridades que optaron por ellos para llamar la atención de los flashes en todos sus eventos de alfombra roja.

Otra de sus características es la de empujarse siempre a tomar riesgos en sus decisiones de diseño, asegurando que como diseñador considera necesario empujarse a sí mismo hasta límites que hasta lo ponen incómodo. Esto se ve en su manera de deconstruir prendas hasta darles nuevos sentidos. En sus colecciones siempre hay una cohesión entre el sueño y la practicidad. Altuzarra recientemente explicó en una entrevista su proceso creativo y la importancia que da por igual a lo práctico como a lo más artístico a la hora de diseñar: “Como diseñador tienes que encontrar el equilibrio entre piezas que sean comercialmente viables y, al mismo tiempo, resulten atractivas para los medios de comunicación. Una no existe sin la otra. A la hora de crear, siempre pienso en el lado comercial de la colección, sin sacrificar la integridad artística”.


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