Fotografía: Mónica Matiauda |
Juan Pablo
Pistilli Miranda nació en Asunción en 1979 en una casa donde el arte estaba a
la orden del día. Su padre fue el escultor Hugo Pistilli, un gran artista y un
gran hombre, quien fuera bautizado por el poeta José Luis Appleyard como “el
poeta del metal”. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que su
acercamiento al arte se diera mucho antes del inicio de sus estudios formales.
Juanpi creció en un hogar donde se respiraba arte por todos los rincones. Su
padre, además de ser un gran escultor, era una persona muy querida en el
circuito artístico, una persona que además de crear, disfrutaba rodeándose de
amigos y de otros artistas. Desde muy chiquito creció rodeado de arte, en un
hogar donde todos tenían una gran sensibilidad artística y visitado
frecuentemente por renombrados artistas quienes venían a compartir con su
siempre generoso y sonriente padre, Hugso Pistilli.
Naturalmente,
Juanpi desde muy chico sintió una gran afinidad con las artes y principalmente
con el medio de expresión elegido por su padre: la escultura. Se inició en las
Artes con la pintura al óleo, el acrílico y la escultura en hierro, acero,
madera y piedra; además del trabajo en muebles y objetos, así como joyas
artesanales en diversos metales. También tuvo la oportunidad de viajar y
realizar distintos talleres de escultura y grabado en el extranjero.
Al poco tiempo
Juanpi ya estaba trabajando codo a codo en el taller de su padre, incluso
colaborando en los proyectos de gran envergadura que realizaba su padre. Tras
la muerte de su padre en agosto de 2006, Juanpi tomó las riendas del taller de
su padre, dando continuidad al trabajo de este prestigioso escultor.
Juanpi no solo
siguió las huellas de su padre en el mundo del arte y específicamente en el
mundo de la escultura, también fue capaz de articular su propio lenguaje en
este rubro en el cual su padre se había destacado enormemente, algo que suele
resultar muy difícil para los hijos de artistas. Hoy en día Juan Pablo
Pistilli, a pesar de su juventud, tiene ya a sus espaldas más de 10 muestras
individuales y sus obras se encuentra en colecciones privadas en Paraguay, Argentina,
Uruguay, Chile, México, Estados Unidos, Alemania, Austria, Italia y Corea del
Sur. Además, a la par que su padre ya ha tenido sus propios encargos de obras
públicas y de gran formato. Entre la extensa lista se destacan el “Monumento
Dr. Gaspar Rodríguez de Francia” que se encuentra en Habana, Cuba; el
“Monumento de la Virgen de la Medalla Milagrosa”, una escultura de tres metros
y medio que se encuentra en Fernando de la Mora; el “Monumento a Bernardino
Caballero”, la escultura de cinco metros y medio “Pájaro Campana”, que se
encuentra en el Parque tecnológico Itaipu Hernandarias; y la escultura en
piedra obsidiana “Panambí Verá” que se encuentra en Boryeong, Corea del Sur, la
“Diosa Astrea” del Palacio de Justicia de Pilar; “Tapicracuai” el Monumento de
acceso a la ciudad de Santaní y el Sagrario Escultórico de la Capilla de San
Pío del Convento Capuchino.
Además de la
escultura, Juan Pablo también sigue las huellas paternas en lo que respecta al
ejercicio de la docencia, pues como lo hiciera su padre en la Escuela de Bellas
Artes, también lidera la cátedra de escultura en Instituto Superior de Artes Visuales.
Las enormes
huellas de Hugo Pistilli, un hombre de grandeza en todo sentido, no son fáciles
de llenar, pero Juan Pablo lo logra mostrándose comprometido con la memoria de
su padre pero sin descuidar su propia obra escultórica.
¿Cómo
se dio tu acercamiento a las artes?
Se dio de manera muy natural pues siempre
estuve rodeado de arte. Crecí teniendo a disposición lápices, pinturas,
papeles, pinceles, arcilla, plastilina, que formaban parte de mis juegos
cotidianos.
¿Recordás
cuándo fue la primera vez que te diste cuenta de que tu padre era un artista y
qué pensaste al respecto?
Cuando chico la maestra me preguntó en que
trabajaba mi papá y yo respondí que era artista y me sentí orgulloso de eso.
No
sos el único artista de la familia. ¿Cómo vivían el arte el resto de tus
familiares?
Mis hermanos y yo crecimos yendo a
lanzamientos de libros, al teatro, al ballet – mi hermana Moni estudiaba danza
clásica – exposiciones, luego de lo cual íbamos al bar San Roque, donde
compartíamos con personalidades del mundo artístico, principalmente poetas,
amigos de mis padres. Mi hermano Fernando es escritor y mi madre pintora,
Carlos el mayor tiene sensibilidad para distintas áreas pero se dedica a los
negocios.
Contame
más sobre cómo fue crecer rodeado de arte y de artistas.
Es un incentivo muy grande el crecer
rodeado de arte, el conocer a artistas, es un aprendizaje que te nutre día a
día, sin sentir ninguna imposición.
Con
el paso del tiempo fuiste siguiendo las huellas de tu padre y llegaste a
trabajar con él en proyectos en conjunto. ¿Cómo fue esta experiencia?
Fue demasiado importante para mí porque
tuve el privilegio de trabajar con mi ídolo, y más allá de todo lo que pueda
admirarlo como artista, era mi compañero y mi mejor amigo. Con el paso del
tiempo voy dándome cuenta de tantas cosas que me enseñó y me sigue enseñando a
pesar de su ausencia física.
Te
tocó también concluir un proyecto que había iniciado tu padre en vida pero que
tuviste que terminar sin él debido a su inesperada muerte. ¿Cómo fue este
proceso?
Fue una mezcla de emociones, al día
siguiente de su entierro continué trabajando y lo sigo haciendo con el
sentimiento de haber tomado una posta.
También
seguiste sus pasos en el área de la docencia. ¿Cómo son tus clases?
Enseño escultura en el Instituto Superior
de Bellas Artes y tengo la suerte de poder brindar mi taller a mis alumnos,
donde trabajamos desde la elaboración del dibujo, la maqueta y la concreción de
la obra con el material deseado, dando énfasis al metal.
¿Cuál
crees ha sido el legado más grande de tu padre en tu vida?
La coherencia en su vida y en sus obras,
fue el creador de un estilo propio, un gran artista. Como hombre su bondad, su
capacidad de trabajo, su compañerismo.
¿Cuál
es tu proceso creativo?
Mi proceso creativo nace a partir de la
necesidad de expresar mis sentimientos por cosas y sucesos que me motivan.
Boceto permanentemente. Doy mucha importancia al dibujo previo.
¿Qué
cosas te inspiran a la hora de crear una obra?
La naturaleza, principalmente las aves, a
través de ellas manifiesto amor, odio, libertad, injusticia, impotencia ante
hechos sociales y políticos que a diario suceden, así como indignación por la
depredación del medio ambiente.
¿Tenés
alguna obra que sea especialmente significativa para vos?
Cada obra, en el momento de realizarla es
la más significativa ya que estoy plasmando en ella mi sentimiento de ese
instante. Una obra importante para mí
fue realizar en Corea del Sur una escultura de gran formato en piedra obsidiana
“Panambi Verá”, por poder vivir la magia del arte que trasciende las fronteras.
¿Qué
es el arte para vos?
Para mí el arte es todo, es la máxima
entrega de uno para expresarse completamente, sin que lo racional imponga
límites.
Fotografía: Mónica Matiauda |
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