Todas las mujeres suspiramos ante la imagen de un
hombre en esmoquin. Al verlo inmediatamente afloran a nuestra memoria
centenares de imágenes de los más elegantes galanes del cine como Cary Grant, Humphrey
Bogart, Clark Gable, George Clooney y los más memorables intérpretes de James
Bond. Innegablemente asociamos al esmoquin con la elegancia masculina en su más
alto esplendor.
Un esmoquin es un traje de etiqueta para lucir en
fiestas nocturnas, por lo que además de ser sinónimo de elegancia es también
sinónimo de noches especiales y de celebración. La palabra esmoquin proviene
del inglés smoking (que significa
fumar), pues deriva de la chaqueta informal llamada “smoking jacket”, que era usada por los hombres sobre sus trajes
cuando fumaban para evitar que el olor del tabaco invadiera sus prendas. Como
la smoking jacket británica no tiene
nada que ver con lo que nosotros llamamos esmoquin, se trata de un término
apropiado erróneamente del inglés, para referirnos a una creación inglesa que los
británicos llaman dinner jacket y los
norteamericanos tuxedo.
A diferencia de los trajes de noche femeninos, los
masculinos fueron variando muy poquito. Durante el Medioevo los hombres no se
preocuparon mucho de engalanarse para sus banquetes pues estaban probablemente
muy ocupados cazando. En el renacimiento empezaron a engalanarse con telas
vistosas y joyas para los eventos nocturnos, hàbito que se vio exacerbado en el
siglo XVIII con los más vistosos trajes masculinos, tan repletos de encajes,
bordados y firuletes que parecían hechos para mujeres. Pero luego la moda se
volvió nuevamente aburrida y rígida y hasta mediados del siglo XIX, el único
traje formal masculino aceptado era el frac. Afortunadamente por entonces
apareció un traje llamado a resignificar la elegancia masculina.
No sabemos exactamente su origen pues existen
varias teorías. Algunos afirman que fue creado en Londres en 1865 en la
sastrería Henry Poole & Co. de Savile Row. Poole había creado un saco corto
para fumar para el entonces Príncipe de Gales (el futuro Rey Eduardo VII)
acortando y uniendo los faldones de un frac. La idea era facilitar al heredero
al trono británico un atuendo cómodo y elegante para poder llevar en sus
momentos de relax (que seguramente
habrán sido muchos) y que le permitiera moverse más libremente en las cenas
informales que ofrecía Su Alteza Real. De ahí que los británicos se refieran a
menudo al esmoquin como “Dinner Jacket”.
Otros atribuyen la creación al famoso dandi
británico Beau Brummell, famoso por su elegancia y por haber introducido con
sus ocurrencias a la hora de vestir, numerosos cambios a la indumentaria
masculina. Brummel fue el rey de la moda y árbitro de la elegancia de su
tiempo. Cuenta la leyenda que el saco de esmoquin es otra de sus invenciones,
como lo fue también la corbata. Como suele suceder con muchos inventos, la
creación del esmoquin tuvo más que ver con el error que con el ingenio. Según
relatan, el galán había ordenado a su sastre un gabán de verano para usar sobre
el frac que llevaría a una fiesta. Al probárselo, la prenda resultó más corta
que lo previsto, y los faldones del frac asomaban por debajo del saco. Pero el
siempre práctico Brummel, solucionó el problema simplemente suprimiendo los
faldones del frac. Como era habitual en Beau, impuso la moda y a la semana las
sastrerías londinenses no daban abasto confeccionando el diseño de Brummel para
toda la aristocracia local.
En Estados Unidos, la historia es otra. Según
ellos, fue el dandi Pierre Lorillard IV, proveniente de una acaudalada familia
tabacalera, quien lo introdujo en octubre de 1886, llevando por primera vez su
original chaqueta al Baile de Otoño del Tuxedo Park Club de Nueva York,
convirtiéndolo en toda una sensación del otro lado del océano. De hecho, en
Estados Unidos se lo llama tuxedo o
simplemente tux, siguiendo su
particular costumbre de abreviarlo todo. Lorillard también optó por llevar una
moñito negro con su nueva creación en vez del acostumbrado moño blanco. De ahí
que a los eventos nocturnos que requieren una tenida menos formal se los llame
de “Black Tie”.
Una tercera versión dice que no fue Pierre
Lorillard, sino su hijo Griswold quien acudió al Baile de Otoño junto a sus
amigos con la primera chaqueta de esmoquin. Ellos habían cortado los faldones
de sus fracs inspirados en las chaquetas empleadas por los británicos en las
cacerías de zorros.
La última teoría unifica todas las anteriores. El
primero en acortar los faldones fue el sastre Henry Poole a pedido del Príncipe
de Gales, inspirado en el uniforme militar británico de la época consistente en
una chaqueta corta con pajarita negra. Unos años después, James Brown Potter,
un norteamericano acaudalado que se encontraba de vacaciones en Inglaterra,
pidió al príncipe que le aconsejara sobre qué llevar a un baile de la corte de
Londres y éste le recomendó que visitara a su sastre de Savile Row y que
encargara este modelo. Potter llevó la chaqueta de vuelta a Estados Unidos,
luciéndola en el Tuxedo Club de Nueva York, donde Pierre Lorillard la vio,
decidió copiar el modelo modificándolo un poco y creando lo que hoy conocemos
como saco de esmoquin.
¡Seguro que
muchos de ustedes a estas alturas ya se estarán preguntando cómo una prenda tan
simple y elegante tenga un origen tan enredoso!
Sea cual fuera su origen, el esmoquin llegó para
quedarse. Los galanes del cine popularizaron esta prenda convirtiéndola en el
uniforme nocturno del hombre elegante. Si bien en un principio se lo concibió
como una prenda negra, en los primeros años del siglo XX se introdujeron
algunas variaciones. Así, el famoso Duque de Windsor optó por el azul para sus chaquetas. Los
viajes a zonas cálidas impusieron la chaqueta blanca, más fresca que la negra e
inmortalizada por el inolvidable Boggie en la película “Casablanca”. Hasta
llegar a la década de los 70 en la que el color tiñó de lila, amarillo o rojo
al esmoquin en uno de los capítulos a olvidar de la historia de la moda.
El esmoquin es tan elegante que, siendo una prenda del armario masculino, es también perfecto para mujeres. Esto fue demostrado en los años 60 por el gran maestro de la elegancia, Yves Saint Laurent, quien en 1966 lanzó el “Le Smoking” el primer esmoquin para mujeres, que rápidamente captó la atención del mundo de la moda, convirtiéndose en un nuevo clásico de la indumentaria femenina.
En los últimos años, la corbata
de pala fina aparece sustituyendo al tradicional moñito negro o
pajarita, acompañando al esmoquin en más y más estilismos, sobre todo llevados
por hombres jóvenes y a la moda, aunque la opción tradicional de la pajarita
sigue siendo un clásico con muchos fans entre el público más maduro.
Si bien no tenemos certeza sobre quien fue su
creador y ni siquiera dónde se lo introdujo por primera vez, al menos tenemos
en claro que el diseño fue muy exitoso, pues hasta ahora sigue siendo utilizada
en el armario masculino como la prenda de referencia para los eventos que
requieren vestir con suelta elegancia.
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