lunes, 14 de febrero de 2011

Historia de la corbata: Con un nudo al cuello


 

Una corbata es esencialmente una tira, por lo general hecha de seda, que se anuda alrededor del cuello con fines estéticos. Esta prenda decorativa ha tenido un reinado de más de 2200 años en la indumentaria masculina. La corbata hizo su aparición en la dinastía Quin, hacia el año 200 a.C., cuando fue implementada para distinguir a la guardia personal del primer emperador chino Shih Huangdi –el mismo que tuvo la peculiar idea de hacerse acompañar por toda la eternidad por réplicas en terracota de su ejército de 7500 soldados. Los miembros de su guardia personal, como quedó registrada en los soldados de terracota, se anudaban una larga tira de seda alrededor de sus cuellos para hacer claro a todos que pertenecían a un grupo de elite del ejército.

Así mismo los legionarios romanos usaban distintos tipos de corbatas bajo su armadura de acuerdo a su rango y prestigio. Pero no solo fueron los militares los precursores de este accesorio, también lo usaban los oradores romanos para mantener caliente su garganta y proteger su voz. 

Pero el origen de la corbata moderna viene de otra costumbre militar. Hacia 1635 un regimiento de mercenarios croatas a servicio del imperio Austro Húngaro se exhibió ante el rey de Francia Luis XIV para prestarle su apoyo. Ellos llevaban pañuelos de lino y muselina entorno al cuello que llamaban hrvatska (Croacia en   croata). Los franceses, siempre entusiastas de la moda, no tardaron en implementar esta novedosa prenda en su vestuario. Así aparecieron las primeras corbatas de encaje y lino anudadas al centro y con los extremos largos y flotantes llamadas cravates, en honor a los croatas que iniciaron esta moda. 

El Rey sol llegó incluso a tener un corbatero real que confeccionaba un popurrí de corbatas para combinar con cada uno de los conjuntos del guardarropa real. Esta moda se extendió a Inglaterra en 1660 gracias al regreso del Rey  Carlos II de Inglaterra, quien había estado exiliado en la corte francesa. Carlos II hizo de la corbata una prenda obligada en la corte. 

Durante la revolución francesa, la corbata que ya simbolizaba el status social de su portador, se convierte en un símbolo político, el revolucionario la llevaba negra mi entras que el contrarrevolucionario la usaba blanca. los cuales la corbata se difundió en todo el mundo. Cuenta la leyenda que Napoleón llevaba siempre corbata negra con borde blanco, hasta que la mañana del 18 de Junio de 1815 decidió cambiarse de corbata, perdiendo ese día la batalla de Waterloo.

En Inglaterra la moda de la corbata se popularizó gracias a George “Beau” Brummell, el dandy más famoso de la época, quien tenía una vasta colección de corbatas y se entretenía anudándolas de distintas formas. A Brummel también se le atribuye el empleo del almidón para mantener la rigidez de la corbata para que no perdiera la forma. Brummel contagió su pasión por esta prenda a su amigo el entonces príncipe de Gales y futuro rey Jorge IV. Al poco tiempo, todos los elegantes aristócratas británicos empezaron a obsesionarse con esta prenda de su vestuario, debatiendo en reuniones sobre las diversas formas de anudarla.  Una revista de modas de la época publicó una lista de treinta y dos nudos diferentes. Nudos y corbatas recibían los nombres de personajes famosos y de lugares elegantes, como por ejemplo Windsor, o el hipódromo de Ascot. 

De hecho, entre fines del siglo XVIII e inicios del XIX, el traje del hombre se había simplificado notablemente, por lo que la corbata hacía la diferencia, con las elaboradas formas de anudarla. La elegancia pasaba por la corbata. Lord Brummel afirmaba que sin importar los ingresos, la educación o el linaje, un hombre se convertía en caballero vistiendo de manera sencilla y sobria y llevando una buena corbata anudada refinadamente. Beau llevaba perfectamente anudada al cuello, una simple corbata blanca bien almidonada que cambiaba hasta 3 veces por día.

A partir de este momento, el arte de anudarse al cuello un pedazo de tela se convirtió en el símbolo de la elegancia masculina.  En 1827 se publica en París "L'Art De Se Mettre La Cravatte”, con un prólogo atribuido a Honoré de Balzac, quien decía: “el espíritu de un hombre se adivina por su forma de llevar el bastón o de anudarse la corbata, que además es la única prenda que abriga la individualidad.”  En este libro se pone de manifiesto la importancia de esa prenda, con la descripción de 22 formas distintas de anudarse la corbata. En París un cierto señor Stefano Demarelli daba clases privadas sobre el arte de anudarse la corbata.


La obsesión por el nudo perfecto llevó gradualmente a que se adoptaran nuevamente, a mediados del siglo XIX corbatas más exageradas y ostentosas que indicaban el rango de su portador. Los artistas empezaron a usar la corbata Lavalliere, que era una corbata bien ancha y floja con dos extremos iguales, en géneros coloridos que salían del habitual gris,  blanco y negro de las corbatas. Charles Dickens lucía vistosas corbatas en rojo, verde, violeta en todas sus apariciones públicas. Empezaron a verse corbatas en todo tipo de materiales: algodón, sedas rayadas, satén, tafeta, lana y brocado.

Con la reducción de las dimensiones del cuello de la camisa, para anudar la corbata, se hacía un sólo giro alrededor del mismo. Las precursoras de las corbatas tal y como las conocemos hoy día, son las que se usaban en clubes y colegios británicos. En 1880, se creó la primera corbata del club con los colores del mismo. Así, la idea se fue propagando a otros clubes, universidades y colegios. 

Entre los más personajes más destacados de la época que hicieron culto de su uso se encuentran el escritor Oscar Wilde que acuñó la célebre frase “Anudarse bien la corbata es el primer paso importante que un hombre debe dar en la vida”.

En la segunda mitad del siglo XIX, mientras que la era industrial revoluciona el sector textil, aparece una corbata más funcional, más larga y más estrecha llamada la regata, que es considerada la base de las corbatas actuales. 

En el 1900 la corbata se populariza entre el público femenino. Esto se debe  a la incursión de las mujeres en el mundo deportivo, en deportes como la equitación, la náutica, el tenis y el golf, donde la corbata era parte de la indumentaria obligada.

En 1926, Jesse Langsdorf, inventor de Nueva-York, tuvo la idea de cortar la corbata en la tela de manera diagonal (hasta ese entonces se cortaban rectas) y confeccionarla en tres partes, haciéndola más elástica y resistente. A partir de ese momento, nace la corbata moderna. El éxito fue inmediato y luego llegaron la diversidad de colores, estampados y materiales. A mediados de los años 20's, el diseñador parisino Jean Patou puso de moda corbatas en seda con llamativos diseños que reproducían las obras de artistas cubistas como Picasso y Braque. En 1930, Eduardo VII al abdicar al trono inglés para casarse con la norteamericana Wallis Simpson, puso de moda el nudo con que hacía sus corbatas, nudo que lleva el nombre del Duque de Windsor.

Tras la Segunda Guerra Mundial empezó un verdadero culto por las corbatas. En los años cincuenta ningún hombre se considera bien vestido si no lleva una corbata. ¡Frank Sinatra tenía más de quinientas!

En las últimas décadas del siglo XX la corbata conoció diversas transformaciones en color y diseños, se estrechó para luego recuperar su silueta tradicional. En los años 70s se utilizaron muchas corbatas en cuero y se pusieron de moda los motivos figurativos y las corbatas se hicieron más extravagantes y coloridas que sus predecesoras. Durante los años 80s Pierre Cardin, inventor de la corbata floreada, ensanchó la corbata de manera significativa agregando una quincena de centímetros. Cardin afirmaba que “las corbatas pueden alegrar la indumentaria masculina, permitiendo a su portador expresar su personalidad. En los 90s se pusieron de moda las corbatas un poco más angostas y con estampados florales y bien coloridos.

En estas décadas se convirtió en un símbolo de status, riqueza y buen gusto llevar corbatas de importantes  diseñadores. Así marcas como Cardin, Hermés, Yves Saint Laurent, Gucci, Armani y Zegna empezaron a lucrar con la venta de sus exclusivas y onerosas corbatas.

Hoy en día la corbata sigue siendo uno de los principales signos de elegancia. Su valor estético en la indumentaria masculina es precioso, pues añade estilo, elegancia, color y textura a la típicamente austera vestimenta masculina. Este simple pedazo de tela puede además ser rotundo a la hora de reflejar de forma bastante precisa la personalidad de quien lo lleva. Los colores utilizados, los estampados, y hasta el nudo pueden revelar mucho más de lo que nos podemos imaginar acerca de quien la usa. No podemos negar que este accesorio indispensable del armario masculino reafirma todos los días su identidad y valor en el mundo de la moda. A sus más de 2000 años le queda aún mucho por dar.

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