Marcelo Medina es un joven artista que desde 1996 nos viene deleitando con su prolífica obra. Medina nos tiene acostumbrados a cuadros atiborrados de contagiante fantasía, que presentan una narrativa visual muy particular sostenida por un profundo trasfondo conceptual. Los temas de sus lienzos no aparecen por capricho, sino que son el producto, desarmado y reconstruido, de las cuestiones que lo inquietan.
Medina, que está preparando una nueva muestra que se inaugurará a mediados de abril en la Galeria de Arte Casa Mayor, nos presenta la más reciente cosecha de su inagotable fantasía.
En esta nueva serie, Medina se inspira en la moda femenina. Concretamente, en la mujer vista a través de su indumentaria. La ropa deja de ser una mera cobertura para transformarse en un acceso para una exploración cultural y hasta antropológica, en un camino para el desentrañamiento de la esencia de aquella mujer que la lleva. El cuerpo de la mujer se convierte, según el artista, en una plataforma cultural.
La moda contribuye así a definir el rol que juegan las mujeres en la sociedad. Pero éste no es un rol casual ni estereotipado. Ellas están lejos de ser esclavas de la moda, pues tienen bien en claro cual es su estilo y saben valerse de la moda para expresar su individualidad. Son concientes de estar representando un papel en el teatro de la vida y lo hacen con humor, con osadía, con gracia.
Estas mujeres están totalmente concientes de ser observadas. Se nos presentan con la mirada fija, desnudando al espectador, en un instante cargado de hedonismo. Ellas están ávidas de ser observadas.
Los cuadros de esta serie evocan a los bocetos de un vestuarista. En cada uno una mujer diferente, detalladamente caracterizada con una personalidad propia y un estilo individual que se reflejan a través de la ropa que lleva. Detrás del cuadro, una historia, como un guión invisible, que nos habla de un antes y un después del instante capturado.
Las mujeres aparecen gigantes, afirmando su presencia en ambientes gaseosos casi etéreos, atravesando paisajes oníricos y ambiguos. Estos paisajes, bizarros cargados de una espesa vegetación y traspasados por una autopista nos recuerdan a lugares de tránsito, totalmente impersonales, atemporales e inestables. Todas estas mujeres están de paso, llegando de un lugar o dirigiéndose a otro, en movimiento y en constante cambio.
En conjunto, la serie retrata a la mujer contemporánea convidando a un homenaje a la belleza femenina y a la moda como su expresión y reflejo de su personalidad. Cada obra vista individualmente, brinda un testimonio cargado de elaborada narrativa de una mujer en particular. El artista se inspiró en personajes femeninos anónimos así como en personajes populares, convocando en sus lienzos tanto a sus amigas, como a personajes de nuestro colectivo imaginario, de la cultura pop, de la historia, de la cinematografía. Cada mujer tiene una historia que contar, algo que celebrar, algún lugar al cual llegar.
Salomé vestida de ejecutiva se pasea alegremente con la cabeza decapitada de San Juan (¿o tal vez su jefe?) en una bandeja. Audrey Hepburn aparece flotando como una diosa contemporánea de la elegancia. Una mujer anónima se horroriza al encontrar un esqueleto mientras trota (¿tal vez en Ñu Guazú?).
Algunas flotando etéreas y otras marchando con fuerza sobre una pasarela invisible; así sucesivamente, se nos presentan estas mujeres, cada una original y distinta a las demás. Divas glamorosas, féminas independientes y alegres fashionistas, cada una afirmando su papel como protagonistas en su propia vida, evocando a personajes a través de su indumentaria, para transformarse en auténticas heroínas populares.
Marcelo Medina se vale de la capacidad de cambio que presenta la moda, permitiendo a un individuo recibir y asimilar conceptos extraños y transformarlos. La moda es para él una suerte de proceso creativo inagotable. La indumentaria, como si fuera una segunda piel, nos permite pasar de un personaje a otro, de una historia a otra, de un momento a otro.
La indumentaria ayuda a convocar en la memoria a estos personajes femeninos al mismo tiempo en que provee una coordenada específica que nos sirve de referencia para descubrir el medio donde éstas se mueven y todo lo relacionado a su idiosincrasia. El artista convoca a la moda y ésta a su vez, convoca a la historia, a la anécdota, al delirio, al sueño, a la fantasía. De esta manera, Marcelo Medina logra soberbiamente manipular la moda como un recurso semiótico más en la narrativa de su obra.
Medina, que está preparando una nueva muestra que se inaugurará a mediados de abril en la Galeria de Arte Casa Mayor, nos presenta la más reciente cosecha de su inagotable fantasía.
En esta nueva serie, Medina se inspira en la moda femenina. Concretamente, en la mujer vista a través de su indumentaria. La ropa deja de ser una mera cobertura para transformarse en un acceso para una exploración cultural y hasta antropológica, en un camino para el desentrañamiento de la esencia de aquella mujer que la lleva. El cuerpo de la mujer se convierte, según el artista, en una plataforma cultural.
La moda contribuye así a definir el rol que juegan las mujeres en la sociedad. Pero éste no es un rol casual ni estereotipado. Ellas están lejos de ser esclavas de la moda, pues tienen bien en claro cual es su estilo y saben valerse de la moda para expresar su individualidad. Son concientes de estar representando un papel en el teatro de la vida y lo hacen con humor, con osadía, con gracia.
Estas mujeres están totalmente concientes de ser observadas. Se nos presentan con la mirada fija, desnudando al espectador, en un instante cargado de hedonismo. Ellas están ávidas de ser observadas.
Los cuadros de esta serie evocan a los bocetos de un vestuarista. En cada uno una mujer diferente, detalladamente caracterizada con una personalidad propia y un estilo individual que se reflejan a través de la ropa que lleva. Detrás del cuadro, una historia, como un guión invisible, que nos habla de un antes y un después del instante capturado.
Las mujeres aparecen gigantes, afirmando su presencia en ambientes gaseosos casi etéreos, atravesando paisajes oníricos y ambiguos. Estos paisajes, bizarros cargados de una espesa vegetación y traspasados por una autopista nos recuerdan a lugares de tránsito, totalmente impersonales, atemporales e inestables. Todas estas mujeres están de paso, llegando de un lugar o dirigiéndose a otro, en movimiento y en constante cambio.
En conjunto, la serie retrata a la mujer contemporánea convidando a un homenaje a la belleza femenina y a la moda como su expresión y reflejo de su personalidad. Cada obra vista individualmente, brinda un testimonio cargado de elaborada narrativa de una mujer en particular. El artista se inspiró en personajes femeninos anónimos así como en personajes populares, convocando en sus lienzos tanto a sus amigas, como a personajes de nuestro colectivo imaginario, de la cultura pop, de la historia, de la cinematografía. Cada mujer tiene una historia que contar, algo que celebrar, algún lugar al cual llegar.
Salomé vestida de ejecutiva se pasea alegremente con la cabeza decapitada de San Juan (¿o tal vez su jefe?) en una bandeja. Audrey Hepburn aparece flotando como una diosa contemporánea de la elegancia. Una mujer anónima se horroriza al encontrar un esqueleto mientras trota (¿tal vez en Ñu Guazú?).
Algunas flotando etéreas y otras marchando con fuerza sobre una pasarela invisible; así sucesivamente, se nos presentan estas mujeres, cada una original y distinta a las demás. Divas glamorosas, féminas independientes y alegres fashionistas, cada una afirmando su papel como protagonistas en su propia vida, evocando a personajes a través de su indumentaria, para transformarse en auténticas heroínas populares.
Marcelo Medina se vale de la capacidad de cambio que presenta la moda, permitiendo a un individuo recibir y asimilar conceptos extraños y transformarlos. La moda es para él una suerte de proceso creativo inagotable. La indumentaria, como si fuera una segunda piel, nos permite pasar de un personaje a otro, de una historia a otra, de un momento a otro.
La indumentaria ayuda a convocar en la memoria a estos personajes femeninos al mismo tiempo en que provee una coordenada específica que nos sirve de referencia para descubrir el medio donde éstas se mueven y todo lo relacionado a su idiosincrasia. El artista convoca a la moda y ésta a su vez, convoca a la historia, a la anécdota, al delirio, al sueño, a la fantasía. De esta manera, Marcelo Medina logra soberbiamente manipular la moda como un recurso semiótico más en la narrativa de su obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario