En los años
80 el modelaje sufre un giro paradigmático. Las modelos se apoderan de la
industria de la moda, empezando a sobresalir más que los diseños que llevaban
puestos. Se convierten en estrellas mediáticas que prescinden de sus apellidos,
cobran cifras multimillonarias y borran los márgenes entre la pasarela, la
prensa gráfica y la publicidad. Antes de ella existían modelos de pasarela,
contratadas por su manera de caminar y modelos fotográficas, contratadas por su
aspecto. Las supermodelos se destacaban tanto en la pasarela como en los
estudios y sobretodo, lucían tan bien en las pasarelas que por primera vez las
fotos de pasarelas se publicaban en las revistas (¡y sin cortar las cabezas!) Entramos
a la era de las súper modelos.
Ellas dejan
de ser meras modelos y hasta el apelativo de top models les queda corto. Ellas son las súper modelos. Una elite
del modelaje que verdaderamente hizo historia y cambió para siempre el mundo
del modelaje. Ya no se trataba de mujeres que representaban un estilo como las
arrogantemente y estilosas modelos del New
Look de los cincuenta, o las exóticas modelos sesentosas. Más que un ideal
estético, estas modelos representaban un nuevo culto a la personalidad y a lo
que desde entonces sería la palabra clave del modelaje: actitud.
En 1980
aparece la ultra chic aristocrática parisina Inés de la Fressange que domina las pasarelas europeas y se
convierte en el rostro de Chanel y desde 1989 suplanta a Catherine Deneuve como
la Marianne de Francia. También es la
década de la checa Paulina Porizkova.
Sus enormes ojos verdes y pómulos bien definidos llamaron la atención de John
Casablancas de Elite, quien la contrato a inicios de los 80’s y la llevó a
París. Se hizo famosa cuando posó para la tapa
de dos ediciones consecutivas del Sports
Illustrated Swimsuit Issue (la de 1984 y 1985). En 1988 firmó un histórico
contrato con Estée Lauder por 6.8 millones de dólares anuales y lo mantuvo
durante siete años. Durante los 80’s las revistas de moda estaban empapeladas
con su rostro, no sólo aparecía en las portadas, sino también en un sinfín de
publicidades, lo que le ganó el título de “la modelo de los 80’s”. La fama
alcanzada con el modelaje la llevaría a la pantalla grande donde protagonizaría
la comedia romántica “Her Alibi” junto a Tom Selleck en 1989 y en 1993 en el
film de Kusturica “Arizona Dream” junto a Johnny Depp y Jerry Lewis. También
integraría el jurado de “America’s Next Top Model”
A fines de
los 80 e inicios de los 90 aparece un grupo de modelos que marcaría la
historia. Sus pasos firmes trascienden la pasarela, convirtiéndose en fenómenos
culturales y dejando su impronta en todas partes. Se trata de Cindy, Naomi, Linda, Christy, Stephanie y
Claudia. Estas beldades glamorosas y omnipresentes tomaron al mundo de
arrebato convirtiéndose en fenómenos mediáticos con status de estrellas, almas
de divas y figura de diosas olímpicas. Ellas no se levantaban de la cama por
menos de 10,000 dólares por día y más que meras maniquíes, recibían el mismo
trato que estrellas de cine o del rock pues eran consideradas artistas que
daban vida a las prendas impregnándolas de sus magnéticas personalidades. Ellas
vendían un sueño. No sólo acumulaban millones, sino también dictaban quien las
fotografiarían, y con cuales maquilladores y estilistas trabajarían y con
cuáles no. Dominaban las pasarelas, las revistas, las grandes campañas
publicitarias, salían con boxeadores (Naomi y Mike Tyson), estrellas del rock
(Stephanie y Axl Rose), se las ligaba con la realeza (Clauida y el Príncipe
Alberto de Mónaco) y se casaban con estrellas de cine (Cindy y Richard Gere).
Posaban desnudas para Playboy o Rolling Stone, aparecían en videos musicales,
programas de TV y películas. Estaban literalmente en boca de todos y en todas
partes. Ellas convirtieron sus nombres en marcas registradas.
Cindy Crawford puede perfectamente definir la palabra supermodelo. Su carrera empezó
cuando terminó como finalista del “Look of the Year” de Elite en 1983, a los tres
años ya era tapa de Vogue. Su atractivo radicaba en que gracias a su imponente
figura era atractiva para los hombres y su apariencia de chica de al lado, con
un lunar sobre el labio que la alejaba de las anteriores modelos de belleza
impoluta e inalcanzable, volviéndola una figura no amenazante para las mujeres.
Su físico atlético y de imponente curvas también se alejaba de la figura
diminuta de muchas otras modelos. Cindy se convirtió en un fenómeno. No solo
modelaba, también daba entrevistas, tenía su propio programa de moda, el “MTV’s
House of Style”, actuaba en series de TV y películas y hasta se convirtió en empresaria
lanzando sus exitosísimos videos de fitness y un restaurante temático llamado
el “Fashion Cafè” junto a otras supermodelos. Tras la llegada de Cindy se hizo
común que las modelos promovieran una gran variedad de productos alejados de la
moda y cosméticos. De hecho Crawford había firmado un contrato multimillonario
con Pepsi que había marcado historia, enseñando a las modelos como diversificar
su profesión haciéndola aún más rentable. Con el modelaje amasó una verdadera
fortuna, siendo nombrada por la revista Forbes en 1995 como la modelo mejor
pagada del mundo, con un ingreso anual de 6.5 millones de dólares.
La
escultural Naomi Campbell empezó a
modelar a los 15 y desde entonces ha seguido deslumbrando con su caminata de
gacela por todas las pasarelas del mundo. Naomi fue la primera mujer de color
en aparecer en la tapa del Vogue Francés, y lo hizo gracias al apoyo de Yves
Saint Laurent quien amenazó retirar sus publicidades de la revista si seguían
reusándose a retratar a modelos negras en sus tapas. También fue la primera en
aparecer en la tapa de la famosa edición de septiembre de Vogue US. Junto con Christy Turlington y Linda Evangelista formó el trío de
modelos conocido como “la Trinidad” por ser las más reconocidas y solicitadas
modelos de su tiempo. A ellas no les gustaba el término, y preferían el apodo
que le había puesto el fotógrafo Steven Meisel: “las hermanas feas”. Naomi describió
a su grupo de modelos y amigas en 1990 como: “somos como una galletita óreo
pero al revés.” Ellas formaban una alianza para recibir los mejores contratos y
mantener su caché siempre elevado. Incluso si algún diseñador se reusaba a
contratar a una de ellas las otras se negaban a desfilar para él. Como eran súper
estrellas, siempre conseguían lo que querían.
La
camaleónica Linda Evangelista llegó
a la fama al cortarse el pelo como un niño, un estilo que luego fue imitado por
muchas mujeres. Sus cambios de looks eran tan frecuentes como los
importantísimos contratos que firmaba. Apareció en más de 600 tapas, videos
musicales y desfiló para todos los grandes. Hasta hoy en día es considerada
como una de las modelos más sofisticadas e icónicas de su tiempo y sigue
apareciendo en importantísimas campañas publicitarias. Por su parte la imagen
impoluta de Christy Turlington con
sus más de 500 portadas, es considerada como una de las modelos más hermosas de
todos los tiempos. En 1991 ya siendo considerada una supermodelo dijo a la
revista Time: “Nosotras nos damos cuenta del poder que tenemos. Hacemos
toneladas y toneladas de dinero para estas compañías y lo sabemos.” En 1989,
firmó un contrato en exclusiva con Calvin Klein, convirtiéndose en modelo de su
ropa interior y de su perfume Eternity. Asimismo, ha sido el rostro de los
productos de belleza Maybelline.
La modelo
alemana, Claudia Schiffer fue otra súper
modelo fenoménica que traspasó las fronteras de la moda, convirtiéndose en un
ícono de los 90 y perdurando hasta hoy en día como modelo. Su salto a la fama
se dio cuando a inicios de los 90 posó para la campaña de Guess, en imágenes
que recordaban a Brigitte Bardot, lo que causó constantes comparaciones entre
ambas a inicios de su carrera. Luego Karl Lagerfeld la eligió como nuevo rostro
de Chanel, lo que sería el puntapié para convertirse en una de las modelos más
cotizadas de su tiempo, apareciendo en más de 700 tapas y desfilando para
Versace, Dolce & Gabbana, Valentino e Yves Saint Laurent y hoy en día, con
más de 24 años de carrera, continúa siendo rostro tanto de marcas de lujo como
comerciales. También ha aparecido en videos musicales y varias películas como
Zoolander y Love actually. En el 2002 Forbes estimó su valor neto en más de 55
millones de dólares. Hablando de la profesión de modelo en la actualidad, dijo:
“supermodelos, como lo eran antes, no existen más.”
Stephanie Seymour fue la sexta y última de las seis originales supermodelos. A la par que sus
compañeras apareció en centenares de revistas, videos musicales y campañas
publicitarias. También fue modelo de Victoria’s Secret, apareciendo en la
actualidad, como las demás, ocasionalmente en campañas y editoriales. Stephanie
fue la única de las supermodelos que odiaba la pasarela, debido al pánico
escénico que tenía. Según sus propias palabras fue gracias a las sumas
irresistibles que empezó a ofrecer Gianni Versace para aparecer en sus desfiles
que logró vencer su miedo. Resulta que Versace, conociendo la repercusión
mediática que traía la presencia de las supermodelos en los desfiles, para
asegurarse de tener a todas en sus desfiles empezó a pagarles hasta 50.000
dólares por desfile.
En el
transcurso de la década de los 90’s, a
las primeras supermodelos se les unen Nadja
Auermann, con sus interminables piernas; la atlética Elle McPherson, apodada como “The
body” por su escultural cuerpo; Tyra
Banks la primera afroamericana en lograr un contrato con Victoria’s Secret
y hoy convertida en estrella televisiva con su propio talk show y programa de concurso; la top alemana y presentadora del
Project Runway Heidi Klum; la elegante
rubia Karen Mulder; Eva Herzigova la famosa chica Wonderbra; la belleza WASP de Carolyn Murphy; la actual primera dama
francesa Carla Bruni; la Marianne
francesa del milenio Laetitia Casta;
las exóticas Yasmeen Ghauri y
Nadege; la sueca funky Emma Sjoberg y la diosa danesa de increíbles
ojos verdes Helena Christensen.
A fines de los 90 el estilo de belleza glamorosa da paso a un estilo más urbano y rebelde. El exceso de glamur de esta década no podía durar para siempre. La recesión llevó a que los diseñadores y casas de moda se unieron para reclutar a nuevas chicas, de rostros anónimos y cachés mucho más reducidos que sus predecesoras. Los movimientos de contra cultura promovieron nuevos ideales estéticos. Debemos recordar que los 90 son la era del grunge y del minimalismo. La hegemonía de las supermodelos, que se había mantenido fuerte por una década (lo que sería el equivalente a un milenio en el siempre cambiante mundo de la moda) cedió su lugar al ascenso de una camada de modelos más andróginas y de belleza atípica. Las supermodelos se volvieron inadecuadas para la nueva estética minimalista que dominaría el resto de la década, las glamazonas simplemente no se veían bien en los trajes de Jil Sander. Otro factor en la caída de la era de las supermodelos fue la nueva tendencia de utilizar a actrices y celebridades en las portadas de revistas, y campañas publicitarias de productos de moda y cosméticos. La estocada final llegó en 1998, cuando el famoso September Issue de la Vogue Americana retrató a la actriz Renée Zellweger en su portada. Este fue declarado el fin de la era de las supermodelos.
Kate Moss sería quien
mejor encarnaría esta nueva estética signada por la flacura extrema, la
rebeldía, la belleza de cánones atípicos y el heroin chic. Una nueva estética absolutamente contrastante con las
curvas de las supermodelos marcaría el comienzo del fin de la era de las
supermodelos. La adolescente Kate, causaría un escándalo al aparecer sin
maquillaje y con aspecto emaciado en una campaña de Calvin Klein. Su expresión
reflejaba la nueva actitud fatalista, rebelde y hasta algo depresiva y oscura propuesta
por la estética del heroin chic. Irónicamente,
Kate Moss alcanzaría el status de supermodelo de sus predecesoras,
manteniéndose como ellas todavía vigente en las pasarelas, editoriales y
campañas.
La nueva
estética significó el surgimiento de modelos de una belleza atípica como Kristen McMenamy, Amber Valletta, Shalom Harlow, Stella Tennant, Eve Salvail, Alek Wek, Esther Cañadas.
El Nuevo milenio
marcaría la entrada de las camadas de
modelos extranjeras, todas de una misma zona geográfica y parecidas unas a
otras. De estos flujos muy pocas lograrían destacarse. Este fue el caso de Natalia Vodianova, Carmen Cass y Karolina Kurkova entre las modelos de
los países del este y Gisele Bundchen,
Isabeli Fontana, Adriana Lima y
Alessandra Ambrosio de entre las brasileñas.
Con la llegada de
la curvilínea e imponente Gisele
Bundchen la moda nuevamente volvió a fijarse en las glamorosas
supermodelos. De hecho, para Claudia Schiffer, Gisele es la única modelo del
siglo XXI que puede clasificarse como una verdadera supermodelo, sus imposibles
ingresos de 35 millones de dólares anuales son prueba fiel de ello. El siglo
XXI trajo muchos nuevos rostros, pero esto lo dejamos ya para otra entrega.
El ideal estético femenino
ha evolucionado notoriamente en los últimos cien años, y las diosas estéticas
de cada década nos muestran con claridad en qué manera lo ha hecho. Innegablemente
ellas son las afroditas que marcan el paradigma estético de su época.
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