Los calcetines o
medias, como prefieran llamarlas, no necesitan ninguna introducción todos las
usamos en sus distintos estilos, materiales y largores. Ellos, como fieles compañeros
de los zapatos, siempre se han encargado
de proteger y adornar nuestros pies.
Podemos presumir
que las versiones primitivas de las medias eran simples pieles de animales que
nuestros ancestros envolvían sobre sus tobillos para protegerse del frío. Las
primeras versiones de las medias aparecen hacia el año 600 a.C. en Grecia. Eran
llamadas sykhos y eran usadas
exclusivamente por las mujeres (incluso era vergonzoso que un hombre las
llevara). Consistían en unas sandalias muy bajitas y blandas que cubrían los
dedos de los pies hasta el talón. Empezaron a usarse en el teatro como gags cómicos ya que al ponerlos en los
actores masculinos inmediatamente lograban sacar sonoras carcajadas al público pues
era considerado afeminado usarlas. Como es de esperar, las romanas adoptaron
las sykhos cambiándoles el nombre a soccus (raíz etimológica del vocablo sock, o media en inglés). A la par que
los griegos, los romanos usaron esta prenda sobre las tablas teatrales para sus
comedias y continuó siendo bochornoso que los hombres las llevaran. Curiosamente,
hoy en día las pantimedias también son consideradas de uso femenino y los
hombres que las usan resultan cómicos.
Tanto en Grecia
como en Roma, el cálido clima mediterráneo no favoreció el surgimiento de las
medias tejidas. Simplemente hacía tanto calor, que éstas no hacían falta. Al
extenderse el imperio romano hasta las gélidas latitudes de las islas
británicas, descubrieron que al llevarse los soccus de cuero blando con botas
gruesas no sólo abrigaban más los pies, sino también se los protegía de la abrasión
del cuero sobre la piel. Las legiones de Julio César, al invadir la Galia en el
siglo I a.C. también se guarnecían con las llamadas hosas una especie de polainas protectoras de tela o cuero que se
llevaban bajo sus cortas túnicas militares. La palabra inglesa hose proviene de este vocablo.
Las tribus
germánicas, quienes forzosamente necesitaban protegerse de las temperaturas
bajas, acostumbraban liar cuerdas delgadas sobre sus pantalones, desde el
tobillo hasta la rodilla. De esta manera evitaban que el helado aire se colara
bajo sus holgados pantalones. Gracias a la expansión del imperio romano, para
el año 100 d.C. surgieron los primeros calcetines propiamente dichos. Se llamaban
udones. Básicamente eran unas medias
tejidas con pelo de cabra que protegían los pies hasta el tobillo y luego hasta
la rodilla e incluso por encima de ella, según lo requirieran las condiciones
climáticas. Pero como el estigma de los soccus
aún subsistía, los hombres que lucían estas medias sin botas eran considerados
afeminados. Por lo que muchos recios legionarios romanos preferían pasar frío
que ver mancillada su hombría.
Tal vez gracias
al hecho que los clérigos católicos emplearan medias de lino blanco por encima
de la rodilla, finalmente los hombres pudieron usar medias sin verse
ridiculizados. Cualquiera haya sido el motivo, a partir del siglo V de nuestra
era, las medias eran llevadas tanto por hombre como por mujeres.
La edad media,
fue la edad de las medias. Cuando en el siglo XI, Guillermo el Conquistador se
convirtió en rey de Inglaterra introdujo la costumbre de usar medias ceñidas al
cuerpo similares a los leotardos utilizados por los bailarines de ballet. Estas
medias cubrían desde los pies hasta la cintura. Se las fabricaba con seda, lana
y terciopelo de los más vistosos colores y se hicieron sumamente populares en
las cortes de toda Europa. Hacia el siglo XIV las medias se volvieron tan
ajustadas e inmodestas que los eclesiásticos empezaron a condenarlas.
Por esta época
en Italia, las medias fueron el objeto de toda una revolución juvenil. Una
fraternidad de hombres conocida como “La
Compagnía delle Calze” puso de moda con sus espectáculos el uso de medias
con cada pierna en distinto color. Esta vistosa y excéntrica indumentaria se
popularizó entre los jóvenes europeos y fue muy mal vista por los padres de la
época. Esta puede bien ser considerada una de las primeras rebeliones de los adolescentes
en materia de moda, una especie de movimiento punk de la edad media.
Las mujeres bajo
sus largas faldas siguieron usando medias, aunque como era casi un sacrilegio
exhibir sus piernas, hasta podríamos poner en duda, basada en la escasa
evidencia pictórica, el mismo hecho de que tuvieran piernas. Las piernas
estaban tan bien escondidas que hasta era bochornoso obsequiar medias a una
dama. Cuentan que en el siglo XVI, obsequiaron medias de seda a la reina de
España, pero el embajador español las rechazó proclamando altivamente: “Retirad
vuestras medias. Y sabed, imprudente caballero, que la reina de España no tiene
piernas.”
En la época de
la Reina Isabel I los miembros de la corte usaban medias tejidas en sedas y
profusamente bordadas y adornadas hasta con piedras preciosas. Las clases más
bajas debían contentarse con las medias tejidas en lana y sin ninguna
ornamentación. En 1589, William Lee, un reverendo inglés, inventó la primera
máquina para tejer y empezó a fabricar con ellas medias de lana en serie. Así surge la industria de la calcetería
que se automatizaría totalmente en el siglo XIX.
Como los materiales elásticos aún no
existían, las medias eran sujetadas por ligas. Éstas estaban confeccionadas en
cuero o tela y muchas estaban adornadas con cintas y hasta campanillas. Tanto
hombres como mujeres debían usarlas para evitar que sus medias se les
resbalaran a los tobillos. Por lo general se las usaba justo debajo de la
rodilla. Las mujeres más osadas, animosas de despertar la imaginación de sus
admiradores, hacían un arte de exhibir con disimulo sus medias y portaligas al
subir y bajar las escaleras, al tomar la litera, el palanquín o el carruaje, e
incluso en ciertos bailes y danzas, donde, casi como un desliz, dejaban entrever
sus sensuales ligas.
Las medias en la antigüedad, no sólo
eran mucho más incómodas de las actuales, sino también eran mucho menos
accesibles. Las medias finas de seda literalmente costaban un ojo de la cara.
Poseer un par de medias de seda, era para muchas mujeres un lujo al cual no
podrían acceder jamás en sus vidas, debiendo contentarse con sus burdas
hermanastras en algodón o lana. A inicios del siglo XX se empezó a usar medias
finas en rayón, conocido por entonces como seda artificial, para quienes no
podían permitirse pagar medias de seda pero deseaban lucir medias traslúcidas.
Cuando las mujeres no podían permitirse comprar medias finas, solían dibujar
una línea vertical en la parte posterior de sus piernas para simular el efecto
ya que todas las medias de la época tenían una costura atrás.
En el siglo XX, a medida que las
faldas se van acortando dejando al descubierto las antes siempre ocultas
piernas, las medias finas van cobrando mayor destaque. Cuando finalmente se
hizo socialmente aceptable que las mujeres exhibieran sus piernas, éstas
decidieron lucirlas a lo grande, y las medias finas fueron sus principales
aliadas para decorar y realzar sus torneadas piernas. Ya no usaban las medias
solo para mantenerse calentitas, las usaban para encender de ardor a sus
galanes. Desde que las faldas se acortaron, las medias finas se fueron
cubriendo de sensualidad.
En los años 20 se inventan los
sensualísimos portaligas para sostener las medias. Éstos se sujetaban a la
cintura de donde partían dos tiras por delante y dos por detrás para sujetar
las medias por parte de la liga. Hoy en día las mujeres prefieren alternativas
más cómodas como las pantimedias, aunque los siguen usando, pero ya solamente
por coquetería, ya que son muy sexy y atractivas.
El invento del Nylon en 1939
revolucionaría la industria calcetera. Al cortarse el suministro de la seda de
Japón con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el uso de las medias de
nailon se popularizó. El nailon tenía mayor resistencia y elasticidad que todas
las fibras textiles conocidas por entonces y era de apariencia tan delicada
como la seda. Las medias de nailon eran mercadeadas como “indestructibles”
aunque todas las mujeres sabemos que tal no es el caso. Pero de hecho, si bien
no son para nada indestructibles, eran mucho más duraderas que la fragilísimas
medias de seda.
En la Exposición Mundial de 1939 se declaraba
al nailon como “el hilo milagroso”. Se aseguraba que las nuevas medias de
nailon soportarían un número prodigioso de horas de uso. Las primeras medias de
nailon en comercializarse fueron las Du Pont. El lanzamiento se fijó para el 15
de mayo de 1940. Tal fue la expectativa que se había acumulado sobre aquellas
medias ultra resistentes que las mujeres hicieron cola durante horas antes de
que se abrieran las tiendas donde se venderían. Al abrirse las puertas, el
alboroto fue tremendo y el stock se agotó en minutos, llegando a producirse
tumultos en varias tiendas.
Durante la guerra, la producción de
nailon se destinó a la fabricación de paracaídas, lo que frenó totalmente el
suministro de medias de nailon. Al terminar la guerra y restituirse la fabricación
de las medias de nailon, las mujeres se abalanzaron a las tiendas para comprar
aquellas medias finas que tanto habían extrañado.
En los primeros musicales, las
medias finas eran cocidas a las bombachas de las bailarinas quienes lucían sus
esbeltas piernas en la gran pantalla. En 1959 aparecen las primeras
pantimedias. El vocablo proviene del inglés pantyhose
que hace alusión a aquellas medias que iban cocidas a los bombachas o “medias
bombachas”. El uso de las pantimedias se popularizaría gracias a la moda de las
minifaldas ya que gracias a ellas se podía cubrir las piernas completamente,
como alternativa a las medias largas que hubieran quedado expuestas bajo las
cortas faldas de la época. En los años sesenta la lycra se incorpora a las
pantimedias para hacerlas adherirse mejor a las formas del cuerpo. La lycra
también permite la aparición de las primeras pantimedias sin costuras.
Hoy en día hay unas inmensas
variedades de medias, de seda, de nailon, de algodón, de lana, gruesas y finas,
cortas y altas, incluso de distintas densidades. Según la cantidad de deniers,
éstos determinan el grado de transparencia y finura de la media, cuanto menor
es el número de deniers, más transparente y fina es la media. Como las
pantimedias cubren las piernas y las nalgas también se las utiliza como
modeladoras de la figura, tal cual fajas. Las medias son una parte fundamental
del guardarropa cotidiano tanto de hombres como mujeres quienes se benefician día
a día de las nuevas variedades que van surgiendo para hacer frente a nuestras
necesidades, abrigar nuestros pies, dar un toque certero a nuestro vestuario e
incluso despertar nuestras fantasías.
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