viernes, 6 de febrero de 2015

Recordando a Carla Ricciardi




En mis textos de moda siempre me toca hablar sobre diseñadores e iconos de moda internacionales, gente que no conocí nunca  y que tal vez nunca conozca. Pero esta vez me toca hablar de una diseñadora paraguaya, a quien si tuve el placer de conocer muy bien, y que significo mucho en mi carrera y en mi vida y en la de una enorme cantidad de personas vinculadas con la moda, al arte y a la creatividad. Carla Ricciardi, la enormemente talentosa diseñadora paraguaya, también fue una destacadísima diseñadora internacional, fue la primera en hacerse una carrera afuera y sin lugar a dudas es un icono de moda para muchísimos de nosotros. 

Carla fue una de esas personas que, como se dice popularmente: nació entre trapos. Pero no eran trapos cualquieras. Eran retazos de organza, de seda, de las tafetas y muselinas más finas que dejaban las firmes tijeras de su madre, la talentosísima diseñadora Malú Ricciardi. Malú es una de esas diseñadoras que se adelantan décadas a su tiempo. ¡En los setentas y ochentas ella prácticamente ya estaba en el 2020! Malú fue y sigue siendo de la vanguardia en todo. No se puede estar dos minutos cerca de Malú sin contagiarse de su infrenable energía, de su mirada atinadísima y su estilo impecable. Imagínense entonces lo que significa criarse con una mujer así de creativa, sofisticada y estilosa. ¡Indudablemente, sus dos hijas: Carla y Fiorella, desarrollaron su propio estilo antes de aprender a caminar!

Quienes las conocimos a las hermanas Ricciardi en su infancia ya podemos dar fe de los fantásticos disfraces que llevaban a los carnavales del Yacht y de como en los cumpleaños infantiles sus vestidos de autor hacían palidecer a nuestros vestiditos de muñecas de repisa. El estilo de las fabulosas mujeres Ricciardi: Malú, Carla y Fio siempre fue motivo de comentario. Y quien más las celebraba, fue su padre, Rodolfo Ricciardi, conocidos por todos como Kilum, un padre con todas las letras que siempre acompañó a sus hijas y las ensenó a soñar con libertad. 

Las tres mujeres Ricciardi amaban provocar, pero lo hacían desde la sofisticación, la creatividad y la vanguardia. Recuerdo cuando al regreso de un viaje a Nueva York a inicios de los 90’s, Carla regreso con el cabello teñido de fucsia, acompañada por sus amigas Ana Ayala de rojo sandia y Patricia Doldán de lila. Al poco tiempo Malú y Fio las siguieron con estos colores sacados de un dibujo animado que hacían que la gente se tropezara por mirones. 

Desde chica Carla ya había aprendido a hacer de su indumentaria y estilo un medio de expresión. No era de extrañar que decidiera desde muy joven seguir los pasos de su madre –pero con su propio estilo- en el mundo de la moda que la apasionaba. A inicios de los 90’s abre una pequeña boutique sobre la calle Perú. Era una boutique totalmente diferente a las que existían en el país por ese entonces. Entrar ahí te transportaba en un túnel directamente a Londres. Ahí se podía encontrar el último grito de la vanguardia neoyorquina, todas aquellas prendas y accesorios absolutamente irreverentes y excéntricos, que constituían la moda más alternativa de la época, totalmente alejada del mainstream y sorprendentemente aggiornado para el Paraguay de la época. Su boutique era un espacio donde se podía soñar y divertirse a través de la moda. Donde nada ponía trabas a esa expresión que Carla consideraba debería ser libre y entretenida. 

A inicios de los 90’s Carla se convirtió en un icono para muchos de nosotros. Su grupo de amigos era fantástico, compuesto por los creativos de la época. Jóvenes artistas, músicos, fotógrafos, actores. Ellos no solo frecuentaban la movida under, sino la creaban. Carla, siempre alegre y dulce, transitaba todos los ámbitos con una naturalidad sorprendente. Desde los bares mas under, hasta los eventos sociales más tradicionales, siempre fiel a su estilo personal y sin dejarse contaminar jamás por modas ajenas o convencionalismos. Era una de esas personas con ángel, súper carismática y con una estrella especial que la hacía brillar en todas las situaciones. Resultaba imposible no dejarse contagiar por su buena onda, por su irreverencia y alegría.

Además de ser toda una musa inspiradora, Carla  fue uno de los seres humanos más talentosos, nobles y justos que conocí en mi vida, una persona maravillosa, abierta de mente y de corazón. Todos los triunfos de su carrera los disfrutó sin hacer ruido, sin hacer jamás auto bombo, saboreándolos desde la discreción y la humildad que solo tienen los grandes. Ella sabía que su talento era suficiente para abrirle todas las puertas.

A mediados de los 90’s Carla decidió viajar a Buenos Aires para estudiar diseño de indumentaria en la UBA y empezó a abrirse camino en el vecino país. A inicios del 2000 abrió su propia boutique en Palermo Hollywood, que por entonces se estaba comenzando a convertir en el barrio canchero que es hoy. Así abre una marca en conjunto con su madre: Malú y Carla Ricciardi, que es muy bien recibida y sigue el éxito al que estaban acostumbradas ambas diseñadoras. Los años en Buenos Aires se convierten en una aventura familiar, pues también Fiorella se estaba abriendo camino como diseñadora de trajes de novia.

Desde entonces su ascenso fue infrenable. Sin tener contactos y palancas, siendo extranjera, y a pesar del estigma que significa ser “paragua” en el vecino país, Carla supo abrirse su propio camino hasta la cima. 

Finalmente Carla decide emprender nuevamente su carrera solo, lanzando una colección de pret-a-porter con su sello personal. Durante su carrera como diseñadora llegó a vestir a: Mariana Fabbiani, Amalita Amoedo, Julieta Ortega, Mora Furtado, Astrid Muñoz (quien incluso fue retratada por Scott Schumann en The Sartorialist, luciendo un vestido de Carla), Esmeralda Mitre, entre otras. Además Carlita era muy querida por sus colegas argentinos y mantuvo una gran amistad con diseñadores como: Jazmín Chebar, Jessica Trosman, Celedonio Lohidoy, Debbie Mac Donald y Pablo Ramírez.
En cuanto a los diseñadores locales, siempre encontraron en Carla una sonrisa generosa y una mano tendida, jamás una zancadilla o algún gesto de rivalidad. Carlita nunca fue así. Siempre se mostró amigable y generosa con todos y sumamente justa en su obrar. Lo natural en ella era ayudar, era de sonrisa fácil y risa abierta, contagiante y sincera. En ella el refinamiento no se limitaba a sus diseños, sino que se extendía a su entorno y sobre todo a su manera de ser y de obrar.

Carla siempre se mantuvo fiel a su estilo propio, vistiendo solamente a personalidades que se ajustaban a la imagen que buscaba transmitir con sus diseños. Durante sus mejores años como diseñadora en Buenos Aires, llegó a rechazar vestir a modelos y celebridades famosísimas, pero que ella sentía no transmitían el espíritu de su marca.  A su atelier en Palermo y luego en Recoleta, llegaba toda la creme de la sociedad argentina. 

Luego la enfermedad le obliga a poner en pausa a su increíble carrera, a frenar la marcha para afrontar una larga batalla contra el cáncer. Una batalla en la que salió victoriosa en muchos aspectos. Nunca bajo los brazos y jamás perdió la sonrisa. Fueron duros años de batalla a los cuales ella le puso una garra impresionante y verdaderamente admirable. 

El 28 de Noviembre pasado, el cielo recibió precozmente a un ángel. Un ángel que ya fue luz en vida.  Una luchadora que supo hacer de su batalla de vida una ocasión de crecimiento personal que nos inspiró a todos los que la vimos brillar hasta en los momentos más duros. 

Muchos dirán, “que pena que su vida fuera tan breve”. Pero Carla fue una persona bendecida que pudo dar y cosechar tanto en vida. Uno puede ver estos últimos años como una tragedia, pero más que como tragedia Carla la vivió como una experiencia trascendental. Vivió intensamente cada minuto de su vida y vivió tanto y tan bien, logrando lo que muchos no logran ni viviendo 100 años. Tuvo una carrera brillante, amaba lo que hacía, fue una apasionada de la vida, tuvo la fortuna de tener una familia unidísima, amigas y amigos de acero quienes la rodearon siempre y encontró al amor de su vida: Marcos Santamarina, un hombre que la acompañó lleno de amor y de cariño hasta en los momentos más difíciles cumpliendo al pie de la letra el precepto “la amaras hasta que la muerte los separe”. Ahora Carlita ya es luz infinita que seguirá brillando e inspirando a todos los seres que la amaron y admiraron. ¡Su recuerdo brilla como un diamante!

·         Agradezco a Ana Ayala y Myriam Raphael Chase, quienes me ayudaron con datos y recuerdos para que este pequeño homenaje sea más preciso.
Así la recuerdan diseñadores y amigos:
CARLOS BURRO
Pocas personas te tocan el corazón. Si bien siempre seguí su carrera y virtualmente habíamos intercambiado lindas palabras, la conocí brevemente en la boda de una amiga en común en Buenos Aires. Me hizo reír toda la noche, tenía un ánimo contagiante y el humor sereno y picante de quien ha sabido transitar la vida, con sus mieles y sus hieles. Su trabajo fue siempre una inspiración para mí y ella una gran referente. Carla Ricciardi fue alguien que supo poner la moda de su país en la más alta consideración. Nos deja un legado de gran belleza.
GABRIELLA BO
Vivimos juntas tantas cosas. Creo que nunca pensé en ella como diseñadora de vestidos, sino como diseñadora de sueños. Elegíamos juntas mis vestidos y pensábamos en todo, ¡desde los zapatos hasta el pelo, los tocados que le encantaban y hasta el perfume! Yo entraba como en un libro de cuentos. Me decía: “Tal vestido no te podes poner en tal lugar, es muy moderno”, o “tal otro es ideal para el lugar por los colores, por la textura! ¡Pensaba en todo! Tomábamos el té por horas escuchando a Adelle a todo volumen. Carla amaba ir a Punta, amaba las flores, amaba los tonos pasteles pero su color favorito era el fucsia. Fue la elegida por todas las mimadas y malcriadas de la alta sociedad, pero al mismo tiempo le diseñaba  el vestido de 15 a la hija de una de sus costureras. Siempre fue extremadamente generosa. Era paciente, cariñosa, compañera y le encantaba conectar a gente para que se conozcan. No la consideraba una amiga, para mí era como una hermana.
JAVIER SAIACH
Pensar en ella es pensar en una pionera, siempre rompiendo cánones, siendo avanzada y una elegida del buen gusto. Fue una gran artista, una heroína de la vanguardia y por sobretodo una mujer generosa y única. ¡La recordaremos siempre!
RAFAEL SCORZA
Carla siempre fue una chica sencilla y de muy buen humor, llena de principios y valores inalterables. Lo que más disfrutaba era compartir su tiempo con los amigos e intercambiar ideas. Nos conocimos terminando la secundaria y desde ese entonces fuimos amigos incondicionales. En el campo de la moda, empezó siendo muy transgresora y diferente, pero sin dejar de lado la sensualidad de la mujer. Trabajó con texturas que en ese entonces no estaban de moda, de colores fuertes y mucho brillo. Con el tiempo y la madurez se encontró con un lado más delicado, en tonos pasteles y géneros más sofisticados y finos. Creo que fue la etapa donde se definió y es el período con el que trascendió a nivel internacional. Lo que la hacía fuerte ante la prensa extranjera era que siempre fue fiel a sí misma, no se presentaba con colecciones basadas en las tendencias, sino que presentaba colecciones basadas en su experiencia de vida y sus estados de ánimo. Carla logró imponer su moda, ganarse el respeto y la admiración de las mujeres y la prensa argentina, un mercado bastante conservador y duro con los extranjeros.
PATRICIA FANEGO
Carlita, una de las personas más genuinas que conocí, con un gusto  tan especial, cariñosa y tan buena amiga. Tenía unas ganas inmensas de vivir. En el último vuelo que veníamos de Buenos Aires juntas, ella por un tema de salud venía con tapa boca, y en sillas de ruedas. Pasamos por la aduana, y Carlita traía a parte de su maleta de ropas, una maleta de mano llena de bisuterías. Nos paran en la aduana, por la "cantidad de joyas" según el señor de la aduana. Y Carlita se quita el tapa boca y le dice: "enferma pero coqueta". Así era Carla, siempre con unas frases tan simpáticas.
PEDRO CATALDO
Como cuesta escribir todo lo que tengo en mente en tan solo un par de párrafos, 40 años de Rock And Roll son imposibles de resumir pero lo más importante es agradecer a la vida la oportunidad de haber compartido con ella todas  vivencias y anécdotas que quedarán grabadas profundamente en mi corazón y mente. Quizás el tiempo le fue muy corto pero el ímpetu que le puso es lo más destacable, fue una luchadora en todos los aspectos, no cualquiera consigue sobresalir de esta manera y ni hablar de batallar como lo hizo. Estoy tan orgulloso de haber formado parte de su vida y Carla formará parte de la mía hasta nos volvamos a encontrar.
WALTER EVERS
Mi querida amiga Carla Ricciardi, con su estilo divertido, sus colores de pelo, fucsia, rojo, vino. Una artista de la moda paraguaya y una excelente persona muy generosa con todos los que la conocieron. Ella fue inspiración para muchos, y fue además de una gran diseñadora, una persona muy generosa. Recuerdo que cuando vino Cindy Lauper a Paraguay Carla fue su traductora y nos invitó a todos sus amigos a salir con Cindy Lauper a recorrer la ciudad. Cindy se quedó tan encantada con lo buena onda que era Carla, que la subió al escenario durante el concierto a agradecerle.

2 comentarios:

antimoda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
antimoda dijo...

Recuerdo a Carla, en mis comienzos como estilista...
Entre a su tienda, en la calle Paraguay, me sentia, temerosa como cualquier principiante, le dije...mi nombre es Wendy Aquilante...y ella con su sonrisa,quito mis miedos!!tan atenta, tan educada, amorosa como pocos...me ofreció lo mejor de su coleccion!!
Salí,feliz, me sentí una conquistadora de mi trabajo,y dije Puedo !!
Gracias,Carla Ricciardi,siempre estarás en mi corazon!!