En mis textos de
moda siempre me toca hablar sobre diseñadores e iconos de moda internacionales,
gente que no conocí nunca y que tal vez
nunca conozca. Pero esta vez me toca hablar de una diseñadora paraguaya, a
quien si tuve el placer de conocer muy bien, y que significo mucho en mi
carrera y en mi vida y en la de una enorme cantidad de personas vinculadas con
la moda, al arte y a la creatividad. Carla Ricciardi, la enormemente talentosa
diseñadora paraguaya, también fue una destacadísima diseñadora internacional, fue
la primera en hacerse una carrera afuera y sin lugar a dudas es un icono de
moda para muchísimos de nosotros.
Carla fue una de
esas personas que, como se dice popularmente: nació entre trapos. Pero no eran
trapos cualquieras. Eran retazos de organza, de seda, de las tafetas y
muselinas más finas que dejaban las firmes tijeras de su madre, la
talentosísima diseñadora Malú Ricciardi. Malú es una de esas diseñadoras que se
adelantan décadas a su tiempo. ¡En los setentas y ochentas ella prácticamente ya
estaba en el 2020! Malú fue y sigue siendo de la vanguardia en todo. No se
puede estar dos minutos cerca de Malú sin contagiarse de su infrenable energía,
de su mirada atinadísima y su estilo impecable. Imagínense entonces lo que
significa criarse con una mujer así de creativa, sofisticada y estilosa. ¡Indudablemente,
sus dos hijas: Carla y Fiorella, desarrollaron su propio estilo antes de aprender
a caminar!
Quienes las
conocimos a las hermanas Ricciardi en su infancia ya podemos dar fe de los
fantásticos disfraces que llevaban a los carnavales del Yacht y de como en los
cumpleaños infantiles sus vestidos de autor hacían palidecer a nuestros
vestiditos de muñecas de repisa. El estilo de las fabulosas mujeres Ricciardi:
Malú, Carla y Fio siempre fue motivo de comentario. Y quien más las celebraba,
fue su padre, Rodolfo Ricciardi, conocidos por todos como Kilum, un padre con
todas las letras que siempre acompañó a sus hijas y las ensenó a soñar con
libertad.
Las tres mujeres
Ricciardi amaban provocar, pero lo hacían desde la sofisticación, la
creatividad y la vanguardia. Recuerdo cuando al regreso de un viaje a Nueva
York a inicios de los 90’s, Carla regreso con el cabello teñido de fucsia,
acompañada por sus amigas Ana Ayala de rojo sandia y Patricia Doldán de lila.
Al poco tiempo Malú y Fio las siguieron con estos colores sacados de un dibujo
animado que hacían que la gente se tropezara por mirones.
Desde chica Carla
ya había aprendido a hacer de su indumentaria y estilo un medio de expresión.
No era de extrañar que decidiera desde muy joven seguir los pasos de su madre
–pero con su propio estilo- en el mundo de la moda que la apasionaba. A inicios
de los 90’s abre una pequeña boutique sobre la calle Perú. Era una boutique
totalmente diferente a las que existían en el país por ese entonces. Entrar ahí
te transportaba en un túnel directamente a Londres. Ahí se podía encontrar el último
grito de la vanguardia neoyorquina, todas aquellas prendas y accesorios absolutamente
irreverentes y excéntricos, que constituían la moda más alternativa de la
época, totalmente alejada del mainstream
y sorprendentemente aggiornado para
el Paraguay de la época. Su boutique era un espacio donde se podía soñar y
divertirse a través de la moda. Donde nada ponía trabas a esa expresión que
Carla consideraba debería ser libre y entretenida.
A inicios de los
90’s Carla se convirtió en un icono para muchos de nosotros. Su grupo de amigos
era fantástico, compuesto por los creativos de la época. Jóvenes artistas,
músicos, fotógrafos, actores. Ellos no solo frecuentaban la movida under, sino la creaban. Carla, siempre
alegre y dulce, transitaba todos los ámbitos con una naturalidad sorprendente.
Desde los bares mas under, hasta los
eventos sociales más tradicionales, siempre fiel a su estilo personal y sin
dejarse contaminar jamás por modas ajenas o convencionalismos. Era una de esas
personas con ángel, súper carismática y con una estrella especial que la hacía
brillar en todas las situaciones. Resultaba imposible no dejarse contagiar por
su buena onda, por su irreverencia y alegría.
Además de ser
toda una musa inspiradora, Carla fue uno
de los seres humanos más talentosos, nobles y justos que conocí en mi vida, una
persona maravillosa, abierta de mente y de corazón. Todos los triunfos de su
carrera los disfrutó sin hacer ruido, sin hacer jamás auto bombo, saboreándolos
desde la discreción y la humildad que solo tienen los grandes. Ella sabía que
su talento era suficiente para abrirle todas las puertas.
A mediados de los
90’s Carla decidió viajar a Buenos Aires para estudiar diseño de indumentaria
en la UBA y empezó a abrirse camino en el vecino país. A inicios del 2000 abrió
su propia boutique en Palermo Hollywood, que por entonces se estaba comenzando
a convertir en el barrio canchero que es hoy. Así abre una marca en conjunto
con su madre: Malú y Carla Ricciardi, que es muy bien recibida y sigue el éxito
al que estaban acostumbradas ambas diseñadoras. Los años en Buenos Aires se
convierten en una aventura familiar, pues también Fiorella se estaba abriendo
camino como diseñadora de trajes de novia.
Desde entonces su
ascenso fue infrenable. Sin tener contactos y palancas, siendo extranjera, y a
pesar del estigma que significa ser “paragua” en el vecino país, Carla supo
abrirse su propio camino hasta la cima.
Finalmente Carla
decide emprender nuevamente su carrera solo, lanzando una colección de
pret-a-porter con su sello personal. Durante su carrera como diseñadora llegó a
vestir a: Mariana Fabbiani, Amalita Amoedo, Julieta Ortega, Mora Furtado, Astrid
Muñoz (quien incluso fue retratada por Scott Schumann en The Sartorialist,
luciendo un vestido de Carla), Esmeralda Mitre, entre otras. Además Carlita era
muy querida por sus colegas argentinos y mantuvo una gran amistad con
diseñadores como: Jazmín Chebar, Jessica Trosman, Celedonio Lohidoy, Debbie Mac
Donald y Pablo Ramírez.
En cuanto a los
diseñadores locales, siempre encontraron en Carla una sonrisa generosa y una
mano tendida, jamás una zancadilla o algún gesto de rivalidad. Carlita nunca
fue así. Siempre se mostró amigable y generosa con todos y sumamente justa en
su obrar. Lo natural en ella era ayudar, era de sonrisa fácil y risa abierta,
contagiante y sincera. En ella el refinamiento no se limitaba a sus diseños,
sino que se extendía a su entorno y sobre todo a su manera de ser y de obrar.
Carla siempre se
mantuvo fiel a su estilo propio, vistiendo solamente a personalidades que se
ajustaban a la imagen que buscaba transmitir con sus diseños. Durante sus
mejores años como diseñadora en Buenos Aires, llegó a rechazar vestir a modelos
y celebridades famosísimas, pero que ella sentía no transmitían el espíritu de
su marca. A su atelier en Palermo y
luego en Recoleta, llegaba toda la creme de la sociedad argentina.
Luego la
enfermedad le obliga a poner en pausa a su increíble carrera, a frenar la
marcha para afrontar una larga batalla contra el cáncer. Una batalla en la que salió
victoriosa en muchos aspectos. Nunca bajo los brazos y jamás perdió la sonrisa.
Fueron duros años de batalla a los cuales ella le puso una garra impresionante
y verdaderamente admirable.
El 28 de
Noviembre pasado, el cielo recibió precozmente a un ángel. Un ángel que ya fue
luz en vida. Una luchadora que supo
hacer de su batalla de vida una ocasión de crecimiento personal que nos inspiró
a todos los que la vimos brillar hasta en los momentos más duros.
Muchos dirán, “que
pena que su vida fuera tan breve”. Pero Carla fue una persona bendecida que
pudo dar y cosechar tanto en vida. Uno puede ver estos últimos años como una
tragedia, pero más que como tragedia Carla la vivió como una experiencia
trascendental. Vivió intensamente cada minuto de su vida y vivió tanto y tan
bien, logrando lo que muchos no logran ni viviendo 100 años. Tuvo una carrera
brillante, amaba lo que hacía, fue una apasionada de la vida, tuvo la fortuna
de tener una familia unidísima, amigas y amigos de acero quienes la rodearon
siempre y encontró al amor de su vida: Marcos Santamarina, un hombre que la acompañó
lleno de amor y de cariño hasta en los momentos más difíciles cumpliendo al pie
de la letra el precepto “la amaras hasta que la muerte los separe”. Ahora
Carlita ya es luz infinita que seguirá brillando e inspirando a todos los seres
que la amaron y admiraron. ¡Su recuerdo brilla como un diamante!
·
Agradezco
a Ana Ayala y Myriam Raphael Chase, quienes me ayudaron con datos y recuerdos
para que este pequeño homenaje sea más preciso.
Así la recuerdan
diseñadores y amigos:
CARLOS BURRO
Pocas personas te
tocan el corazón. Si bien siempre seguí su carrera y virtualmente habíamos
intercambiado lindas palabras, la conocí brevemente en la boda de una amiga en
común en Buenos Aires. Me hizo reír toda la noche, tenía un ánimo contagiante y
el humor sereno y picante de quien ha sabido transitar la vida, con sus mieles
y sus hieles. Su trabajo fue siempre una inspiración para mí y ella una gran
referente. Carla Ricciardi fue alguien que supo poner la moda de su país en la más
alta consideración. Nos deja un legado de gran belleza.
GABRIELLA BO
Vivimos juntas
tantas cosas. Creo que nunca pensé en ella como diseñadora de vestidos, sino
como diseñadora de sueños. Elegíamos juntas mis vestidos y pensábamos en todo,
¡desde los zapatos hasta el pelo, los tocados que le encantaban y hasta el
perfume! Yo entraba como en un libro de cuentos. Me decía: “Tal vestido no te
podes poner en tal lugar, es muy moderno”, o “tal otro es ideal para el lugar
por los colores, por la textura! ¡Pensaba en todo! Tomábamos el té por horas
escuchando a Adelle a todo volumen. Carla amaba ir a Punta, amaba las flores,
amaba los tonos pasteles pero su color favorito era el fucsia. Fue la elegida
por todas las mimadas y malcriadas de la alta sociedad, pero al mismo tiempo le
diseñaba el vestido de 15 a la hija de
una de sus costureras. Siempre fue extremadamente generosa. Era paciente,
cariñosa, compañera y le encantaba conectar a gente para que se conozcan. No la
consideraba una amiga, para mí era como una hermana.
JAVIER SAIACH
Pensar en ella es
pensar en una pionera, siempre rompiendo cánones, siendo avanzada y una elegida
del buen gusto. Fue una gran artista, una heroína de la vanguardia y por
sobretodo una mujer generosa y única. ¡La recordaremos siempre!
RAFAEL SCORZA
Carla siempre fue una chica sencilla y de muy buen humor, llena de
principios y valores inalterables. Lo que más disfrutaba era compartir su
tiempo con los amigos e intercambiar ideas. Nos conocimos terminando la
secundaria y desde ese entonces fuimos amigos incondicionales. En el campo de
la moda, empezó siendo muy transgresora y diferente, pero sin dejar de lado la
sensualidad de la mujer. Trabajó con texturas que en ese entonces no estaban de
moda, de colores fuertes y mucho brillo. Con el tiempo y la madurez se encontró
con un lado más delicado, en tonos pasteles y géneros más sofisticados y finos.
Creo que fue la etapa donde se definió y es el período con el que trascendió a
nivel internacional. Lo que la hacía fuerte ante la prensa extranjera era que
siempre fue fiel a sí misma, no se presentaba con colecciones basadas en las
tendencias, sino que presentaba colecciones basadas en su experiencia de vida y
sus estados de ánimo. Carla logró imponer su moda, ganarse el respeto y la
admiración de las mujeres y la prensa argentina, un mercado bastante
conservador y duro con los extranjeros.
PATRICIA FANEGO
Carlita, una de las personas más genuinas que conocí, con un gusto
tan especial, cariñosa y tan buena amiga. Tenía unas ganas inmensas de
vivir. En el último vuelo que veníamos de Buenos Aires juntas, ella por un tema
de salud venía con tapa boca, y en sillas de ruedas. Pasamos por la aduana, y
Carlita traía a parte de su maleta de ropas, una maleta de mano llena de
bisuterías. Nos paran en la aduana, por la "cantidad de joyas" según
el señor de la aduana. Y Carlita se quita el tapa boca y le dice: "enferma
pero coqueta". Así era Carla, siempre con unas frases tan simpáticas.
PEDRO CATALDO
Como cuesta escribir todo lo que tengo en mente en tan solo un par de
párrafos, 40 años de Rock And Roll son imposibles de resumir pero lo más
importante es agradecer a la vida la oportunidad de haber compartido con ella todas
vivencias y anécdotas que quedarán grabadas profundamente en mi corazón y
mente. Quizás el tiempo le fue muy corto pero el ímpetu que le puso es lo más
destacable, fue una luchadora en todos los aspectos, no cualquiera consigue
sobresalir de esta manera y ni hablar de batallar como lo hizo. Estoy tan
orgulloso de haber formado parte de su vida y Carla formará parte de la mía
hasta nos volvamos a encontrar.
WALTER EVERS
Mi querida amiga
Carla Ricciardi, con su estilo divertido, sus colores de pelo, fucsia, rojo,
vino. Una artista de la moda paraguaya y una excelente persona muy generosa con
todos los que la conocieron. Ella fue inspiración para muchos, y fue además de
una gran diseñadora, una persona muy generosa. Recuerdo que cuando vino Cindy
Lauper a Paraguay Carla fue su traductora y nos invitó a todos sus amigos a
salir con Cindy Lauper a recorrer la ciudad. Cindy se quedó tan encantada con
lo buena onda que era Carla, que la subió al escenario durante el concierto a
agradecerle.
2 comentarios:
Recuerdo a Carla, en mis comienzos como estilista...
Entre a su tienda, en la calle Paraguay, me sentia, temerosa como cualquier principiante, le dije...mi nombre es Wendy Aquilante...y ella con su sonrisa,quito mis miedos!!tan atenta, tan educada, amorosa como pocos...me ofreció lo mejor de su coleccion!!
Salí,feliz, me sentí una conquistadora de mi trabajo,y dije Puedo !!
Gracias,Carla Ricciardi,siempre estarás en mi corazon!!
Publicar un comentario