jueves, 30 de octubre de 2014

INVASION HIPSTER




Hay ciertas cosas que me superan: la infame balanza de mi baño, la fama de Justin Bieber, las cenas en lo de mi suegra, la bruteza de Portillo y la invasión de los hípsters. Y entre todas ellas, quienes últimamente me dan más dolores de cabeza son sin lugar a dudas los hípsters. Para ponerla corta, ¡estoy haaaarta de tomar jugos en jarros!

¿Alguien me podría por favor explicar, en que momento  robarle los lentes de vista setentosos con culo de botella a la abuelita pasó a ser cool? ¡Si no le quedan bien a nadie y el único motivo por el cual las prójimas abuelitas lo usan es porque sus cataratas no le permiten verse bien al espejo ni con los lentes puestos! 
Pero antes de adentrarnos más en este tema, debemos primero identificar quienes son los hípsters. Según Wikipedia, el termino se originó en 1940 para referirse a los adeptos del jazz que se caracterizaban por vestir y hablar de una manera determinada, consumir drogas recreacionales, tener un sentido de humor sarcástico, pobreza auto impuesta y códigos sexuales relajados. Si le agregamos barba o bigote, una bicicleta, un trabajo creativo, una religión oriental, clases de yoga y una dieta vegana, este término perfectamente puede abarcar al hípster contemporáneo. 
Pero no crean que sea tan fácil identificarlos. El gran problema en identificar a los hípsters radica en que todos los que parecen hípsters niegan serlo.  No van a encontrar ningún hípster autoproclamado en ningún rincón del planeta ya que la primera característica de los hípsters es que ellos no se consideran hípsters. Seguro ya tienen una listita mental de personas que entran perfectamente en la categoría y que se ofenderían profundamente de que los encasillen en este grupo.
Esta es solo la primera de una serie de contradicciones…. Como lo suyo es más seguir tendencias que convicción, suelen ser los reyes de la contradicción. Para empezar, odian todo lo que está a la moda, pero no se dan cuenta de que todo lo que usan, desde el reloj Casio digital de los años 80, hasta la banda indie de 1973 que siguen junto a sus amigos, hasta el chaleco de esquí de los 80s y la remera vintage de marcas desaparecidas que usa son modas características de la tribu de los hipsters. Ellos se creen muy originales, pero la originalidad de sus hallazgos vintage se pierde en el conjunto de los hallazgos vintage de su grupo, y terminan pareciendo una comparsa disfrazada de los integrantes de “That 70s show”. El seguir una moda sin darse cuenta de ello, los convierte en los peores fashion victims del mundo.
Para ser hípster tienen que estar profundamente comprometidos (en las redes sociales) con una causa medioambiental. No hay hípster sin causa. Los hípster originarios estaban genuinamente preocupados por el medio ambiente, por eso empezaron a andar en bici, reciclar todo, usar ropa vintage, volverse vegetarianos, llevar una vida saludable y hacer activismo por distintas causas. Las causas de los hípsters contemporáneos son más que nada una pose. Su activismo se limita a firmar peticiones online, discutir con todos los caretas y fachas sobre la injusticia social, y apuntar el dedo inquisidor a quienes usan pieles y comen comida rapida. Son de los que se proclaman veganos porque comen poca carne, quienes rescatan animales para postear en el Facebook y creen que van a cambiar al mundo en su clase de yoga meditando por la paz mundial. Ommmm!
Les gusta ir contracorriente hasta en las cosas más ridículas. Farrean entre semana para no encontrarse con los caretas el sábado a la noche y si bien se consideran abiertos de mente, no tardan en discriminar a quienes curten ondas más convencionales. Villa Morra les parece un sacrilegio. Ellos curten el centro o Las Mercedes, por lo que ni se les ocurra invitarlos a un boliche fuera de su código postal. Odian lo careta, pero aman lo cool…. Si bien esto a mí me parece medio lo mismo, ellos están convencidos de que existe una profunda diferencia conceptual…. Que podría identificarse mejor como la diferencia entre el Reggaetón (música para descerebrados) y la electro cumbia (música para intelectuales de este siglo).
Aman el vello facial. Se habrán dado cuenta de que los barbudos están invadiendo el mundo. Si el barbudo tiene menos de 40 años y no es judío ortodoxo ni árabe talibán, entonces lo más probable es que se trate de un hípster. Si tiene barba, pantalones chupín y lentes de marco grueso, tatuajes en arameo y championes Adidas vintage y está trasladándose en bicicleta, pónganle la firma que están ante un espécimen de pura raza. 
Otra característica de este grupete es su afinidad con los gustos de la tercera edad. Son como viejitos precoces. No solo les roban los lentes a las abuelitas, sino que también comparten su amor por los gatos, por tomar té, por los viejos tiempos y las manualidades…. Y si son en crochet, ¡mejor!
Lo único que los delata su juventud es su pasión por las redes sociales, en especial por Instagram y el twitter. Son de los que instagramean absolutamente todo lo que comen, desde el batido verde con cambucha orgánica que beben y hasta las hamburguesas de tofu que cocinan en forma cubica para que tengan más onda. En el twitter exprimen todos sus muy intelectuales pensamientos y enlaces a los obscuros y rebuscados grupos, artistas, cineastas y autores que admiran. ¡En este punto hay que darles un premio al rescate de lo tragado por las fauces del tiempo! Si se topan con un hípster andando en bici o skateboard en la costanera, pónganle la firma de que está escuchando con absoluta devoción la banda sonora de una película de terror setentosa de Darío Argento y hasta son capaces de bailar al ritmo del tema principal tan poseídos como si se tratara de un tema bailable de David Guetta.  Cuando no están en movimiento solo escuchan vinilos por la calidad superior del sonido y de seguro tienen algún boombox como chiche decorativo en su sala.
Otra de sus características es la pobreza autoimpuesta que obviamente al ver su adicción al iToascosas y por su puesto el iNomejodas del universo Macintosh, claramente es tan falsa como su originalidad. 

Para ellos slo único importante es que lo que hagan, digan o vistan suene importante,  se vea cool y que parezca algo muy complicadamente intelectualizado como para que lo entiendan los cerebros corrientes y trillados. 

Hoy la invasión hipster ha convertido, en un par de años, cosas que antes eran consideradas incluso “de mal gusto” en algo “de moda”. Podemos mencionar desde las películas de zombies hasta la caña y de usar frascos de mermelada como vasos, pero no se trata del “objeto” en sí, se trata de glorificar lo irrelevante y volver cool lo poca cosa.


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