martes, 2 de abril de 2013

FREDI CASCO: UNA IMAGEN MIL LECTURAS




Fredi Casco  no es un hombre de muchas palabras. Más bien utiliza las justas y precisas, un rasgo propio de quienes trabajan desde lo conceptual, donde una sola palabra mal empleada puede desarticular todo lo que uno quería decir. Hay que ser muy precisos en el mundo del arte conceptual y Fredi lo es, tanto en persona como también en su obra.

En su obra nada está librado al azar. Unas fotografías, un video fuera de foco son suficientes para desencadenar una avalancha de lecturas. Sin lugar a dudas, una imagen vale más que mil palabras, sobre todo cuando esa imagen la genera un artista como Fredi Casco. 

Uno de los temas recurrentes en la obra de Casco son aquellos relacionados con los medios de comunicación y los discursos del poder. Bajo su mirada la historia oficial es revisada y sus mentiras desnudadas con sutil ironía. En una de sus obras más recientes, “Chaco Fantasma”, la cual fue seleccionada para ser exhibida en el Pabellón Latinoamericano de la próxima Bienal de Arte de Venecia, explora ”los relatos de la tradición y el poder presentes en diferentes visualidades e iconografías populares o religiosas locales.”[1]

 En su obra “Chaco Fantasma” a partir del Areté Guasu de los chiriguanos, aborda la antropofagia cultural de nuestros pueblos indígenas, quienes se nutren de elementos de la cultura occidental e incluso de otras culturas indígenas, resignificándolos y cargándolos con sus propias tradiciones. Para proteger su celebración tradicional, los indígenas tuvieron que disfrazarla, por así decirlo, de carnaval. Según el artista “como resultado, el cruce de influencias y de tiempos es impresionante: formas que vienen de los Andes, de la Europa medieval, de otras etnias o íconos de la cultura pop tardocapitalista, se fusionan en un caos maravilloso hecho de colores, de danza, de polvo y de embriaguez.”

- ¿Qué fue lo que te acercó al arte?
No fue el colegio precisamente (risas), ahí llegué incluso a aplazarme en materias como dibujo, pues las clases estaban orientadas a intereses pragmáticos, como el dibujo técnico, que serviría a los futuros arquitectos e ingenieros. Considero que la educación escolar y la universitaria en Paraguay son totalmente contraproducentes a la hora de sensibilizar a la gente con respecto a la cultura y claro, al arte. Pero, por suerte, mis padres tenían una pequeña, pero interesante pinacoteca, por lo tanto, crecí rodeado de una especie de resumen anárquico y hedonista del Arte Moderno paraguayo. Luego de terminar la universidad,  fui a vivir a París un par de años, a comienzos de la década del noventa, donde descubrí la fotografía y el cine. Pero, mi encuentro definitivo con el arte, lo que me dio ánimos para dar el paso, se dio sobre todo a partir del descubrimiento de las literaturas surrealista y dadaísta. Literal y literariamente me “volaron el mate”, para hacerlo aterrizar en un nuevo territorio de prácticas estéticas. De ahí pasé a tomar clases de Historia del Arte y la Literatura, además del taller de Línea y Color, en el Centro de Estudios Brasileños. Luego vinieron los años del Seminario Crítica Cultural...

- Una gran parte de tu obra aborda la temática histórica, y cómo los poderes hegemónicos van articulando su historia oficial. ¿Qué fue lo que te llevó a tratar esta temática en tus obras?
Sí, más que la temática histórica, me interesan las imágenes y los discursos del poder, y cómo se articulan en nuestra historia reciente. No me interesa tanto un arte de denuncia, prefiero trabajar el desmontaje de esas imágenes, peinar a contrapelo de los mitos y de las historias oficiales... para que les salten las pulgas. ¿Cómo llegué a eso? No sabría decirlo, no tengo militancia política, tampoco mi familia. Sufrí, como tantos otros, los rigores del servicio militar stronista y luego, en la Facultad de Derecho de la Nacional, me di cuenta que estaba tomada por pyragues y profesores corruptos. Tal vez en ese momento tomé conciencia de lo que estaba pasando a mi alrededor, de cómo nuestra sociedad estaba podrida hasta los tuétanos. Antes vivía como en un termo. Por eso me interesa trabajar el tema de manera tangencial, con “archivos colaterales”. Pienso que tiene que ver con cómo viví la realidad de la dictadura y de la Guerra Fría, es decir, a través de la televisión y de los medios de comunicación, todos adictos al poder, todos alienantes.

- En tu obra también está muy presente la cultura indígena, sus tradiciones y su espacio en el mundo contemporáneo. ¿De dónde nace este interés?
En la variedad y la riqueza de esas culturas, indígenas y populares, que han sido justamente tapadas por esos mitos oficiales, tipo “la raza guaraní” y otros artefactos que nos insertaron en el cerebro desde chicos. Este es un país con muchos colores culturales, sólo que están invisibles a nuestros ojos, que ya solo ven como espectadores de los massmedia. Sin embargo, estas prácticas, las indígenas y las campesinas, están más vivas que nunca, con más “contemporaneidad” incluso que muchas de nuestras prácticas urbanas del arte llamado “contemporáneo” o “erudito”. Justamente, a mí me interesa trabajar con esas culturas, pero desde mi mirada, filtrada ya irremediablemente por los instrumentos de comprensión occidentales. No me considero una excepción a esa regla general, tampoco soy etnógrafo.

- ¿Cómo surge la invitación para participar en la Bienal de Venecia?
Fueron el curador Alfons Hug y su co-curadora Paz Guevara quienes sugirieron mi nombre al IILA (Instituto Italo-Latinoamericano), encargado del Pabellón Latinoamericano en la bienal. En 2010, la muestra latinoamericana que participó en la anterior Bienal de Venecia recorrió el continente. Cuando llegaron a Paraguay, me invitaron a realizar una obra y mostrar en paralelo a esa exposición. Bien, allí conocieron mis otros trabajos, entre ellos “Chaco Fantasma”.

- ¿Me podrías hablar sobre tu obra "Chaco Fantasma"?
Básicamente, como te explicaba antes, intento abordar esas prácticas indígenas desde mi mirada occidental, prácticas que aparecen ante mis ojos como algo extraño, y su territorio (el Chaco), como alucinación, como fantasmagoría. Pero, esa fantasmagoría está en mi cabeza, como está en la cabeza de mucha gente que conoce mal esos territorios, pero que al verlos, queda atrapada en el fascinum. Para los chiriguanos, es parte de su vida, para nosotros, una excepción, también una trampa. Los fantasmas son una trampa. El video podría haberse llamado “La trampa del Chaco” o algo así, pero no sonaba tan seductor como “Chaco Fantasma”.

- En esta obra en especial abordás el Areté Guasu o Carnaval de los Chiriguanos. Me decís que Areté Guazú quiere decir "el gran tiempo verdadero". ¿Qué es este gran tiempo verdadero?
Pienso que el “gran tiempo verdadero” está en todas las culturas, sólo que en muchas se ha perdido o sepultado por las urgencias y las exigencias del mundo actual. Ignoro en esencia qué es ese tiempo para los chiriguanos, salvo por las formas en que este se manifiesta; y la parte que me interesó registrar de ese acontecimiento es la del regreso de los muertos, que vuelven periódicamente a visitar a sus seres queridos. El “gran tiempo verdadero” o Arete Guasu, sería según mi interpretación, un momento en el que el territorio del Chaco se convierte en un gran escenario que da lugar a este acontecimiento excepcional, tanto en el tiempo como en el espacio. Sería, en palabras de Shakespeare, cuando “el tiempo está fuera de sí”.

- Me decís que la obra se centra en la aculturación de los pueblos indígenas como estrategia de supervivencia. ¿Cómo se da esto en el contexto del Areté Guazú Chiriguano?
Tal vez me equivoqué al hablar off the record de aculturación. Aculturación es cuando una determinada cultura adquiere elementos de otra cultura en detrimento de los suyos. En tal sentido, los elementos que incorporan los chiriguanos no son parte de una aculturación, sino más bien de una “antropofagia cultural”. Los chiriguanos se nutren de elementos de la cultura occidental y de otras culturas indígenas y los fuerzan a adquirir sus propios sentidos.

- ¿Cuál es el gran fantasma de este Areté guasú?
Para mí es el Chaco, cruzado por mitos y ritos indígenas, por animales fabulosos y por los fantasmas de una guerra cruel e insensata. Para los chiriguanos, no sé, probablemente la tierra mítica de sus muertos, el Matyvyrocho, que tal vez sea el Matogrosso, o “la Tierra sin mal”, devenida para siempre territorio fantasma.

- El tema propuesto por el Instituto Italo-Latinoamericano es  "El Atlas del Imperio". ¿A tu parecer cómo dialoga tu obra dentro de la temática curatorial del IILA?
El título general de la bienal es “El palacio enciclopédico”, y dentro de esa gran enciclopedia, habrá seguramente Atlas.  En el caso de mi video, tal vez tiene que ver con el hecho de que registra una práctica cultural “subalterna”, silenciada por la cultura oficial local, en primer término, y por las historiografías coloniales del Imperio, en segundo.

- ¿Qué significa para vos el poder representar a nuestro país en la Bienal de Arte de Venecia?
Como sabés, hay una representación oficial de Paraguay, con pabellón propio. Creo, en mi caso, que es más bien Chaco Fantasma, el que representa un aspecto de ese gran Atlas Latinoamericano, que tiene riquezas y particularidades inauditas y que serán dadas a ver. Me parece muy estimulante que mi obra elegida tenga que ver con el registro e interpretación de una práctica cultural tan rica como el Arete Guasu.

- Un artista no sólo representa a su propia obra, también en cierta forma ejerce una representación cultural y nacional. ¿Has conseguido apoyo estatal?
En absoluto, y es terrible lo que está ocurriendo. Las instituciones que manejan las políticas culturales públicas están pasando por su peor momento, un gravísimo retroceso para la cultura, por decirlo en términos suaves. Por lo tanto, no consideré adecuado ni ético pedirles respaldo. Felizmente, existen iniciativas privadas locales que promueven el arte contemporáneo, como “Selección Texo”, y otros proyectos internacionales como “Ediciones El Mojado” o Ángeles Alonso, directora de la “Fundación Amparo” (México-Francia), que han demostrado interés en mi obra y han decidido apoyarla. Hay todavía un largo camino por recorrer en materia de difusión del arte paraguayo por parte del Estado.

- Para terminar, te hago una pregunta que siempre hago a los artistas: ¿Qué significa el arte para vos?
Una excepción a la regla, que es la cultura; un lugar alumbrado, que da lugar a determinados acontecimientos estéticos; un “laboratorio de experimentos antropológicos” y antropofágicos; una experiencia genuina de libertad... podría seguir con la lista, por el solo hecho de llenar el vacío que se me presenta ante tan importante pregunta.



[1] www.latinart.com

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