A pesar de que sabemos que dentro del género “gente nueva” se encuentra una infinidad de subtipos de mamarrachos y adefesios, nos armamos de coraje y empezamos a salir compulsivamente con todos los prospectos de alma gemela sin garantía que te presentan tus amigas, tus tías, tu madre o, en el peor de los casos, internet.
Ahí mismo terminás saliendo con el primo de la amiga, de la prima de tu amiga que a pesar de que te aseguraron que era el hombre ideal, en la cita te das cuenta que, tiene 38 y sigue viviendo con sus padres, te llega a la clavícula, disimula su incipiente calvicie con un patético combover y encima de todo eso cuando te habla treinta minutos ininterrumpidos sobre su pasión por la albirroja sesea terriblemente lanzzzandote escupitajos. Tras limpiarte la cara con la servilleta, empezás a maldecir el día en que aceptaste salir con este cavernícola y asumís el hecho de que este será el primer de muchos desastres.
Descartado el candidato de tu amiga, pasás al siguiente, el de tu madre. Gran error y lo peor de todo es que lo sabés de antemano. Los “candidatos” de las madres siempre son los peores. Pero como no te la vas a sacar de encima hasta que salgas con el hijo de su amiga no te queda más remedio que embarcarte en otra salida destinada al fracaso. Para convencerte seguro te dice que es de una familia “re bienuda”, “muy fino y buenmozo”, y todos esos adjetivos añejos que usan las madres para decir que es churro y tiene plata. Luego te cuenta, que su amiga le confesó que su hijo le dijo que no encontraba novia porque “las mujeres de este país están todas locas”. Y como vos no estás loca, simplemente desesperada, ambas madres se alían para unir las familias. Antes de que te pase a buscar ya estarán haciendo una lista mental de los invitados a la boda e imaginándose como se verán los nietitos. Acto seguido llega el hijo de la amiga en un auto fantástico, impecablemente vestido, el pelo perfecto, bronceadito y con un lomazo satánico, un bombonazo digno de ser hijo biológico de los Jolie- Pitt. Inmediatamente empezás a sonreir como pelotuda y a entretejer tus sueños de boda a los de ambas madres. ¡TON-TA! ¿Acaso te olvidaste que es el hijo de la amiga de tu mamá? En la cena, cuando te dés cuenta de que sabe más de moda que vos, se te va a prender la lamparita y comprenderás que el verdadero motivo por el cual no encuentra novia, es porque la “loca” es él, y como aún no ha salido del closet, su madre no lo sabe y le cree el cuento de que “las mujeres estamos todas locas”.
De pronto una se encuentra envuelta en un carrusel de ilusiones y decepciones. Las dos citas con las que empezaste se convirtieron en 40, en las cuales saliste con Pachuco Bailarín (el socio cachaquero y baboso de tu compañero de facultad), Mr. Big (el primo de tu amigo gay que tiene todo grande, el auto, la nariz y sobre todo el ego), Satánico Pandemonio (el metalero peli larguis que te llevó a tomar birras en un antro donde no querías ni apoyar tus zapatos), Kinder Sorpresa (el amigo de tu prima que parecía perfecto hasta que se rió y te encandiló su diente de oro), el Chico Migraña (el emo-looser que te presentó el novio de tu mejor amiga), Les Miserables (el mega looser compañero de trabajo de tu primo que te llevó al cine porque había una promoción 2 x 1, y al terminar te llevó a Mc Donald’s, donde remató sacando una calculadora en la caja para dividir lo que cada uno tenía que pagar). En síntesis, ya para la cita N° 20 una empieza a extrañar al hijo gay de la amiga de la madre…. Que al menos estaba re bien, compartía tus intereses y te llevó a cenar a un restaurante regio.
En la fase 2 de la desesperación. Cuando las 40 citas a ciegas han fracasado estrepitosamente. Decidís tomar al toro por los cuernos y recurrís, discretamente protegida por algún Nick sexy como gatita mimosa 23 (porque hay 22 pelotudas que se pusieron el mismo apodo antes que vos) a explorar las alternativas que ofrece internet, solo para constatar que el mundo virtual alberga más mamarrachos que el real. Los 100 mails que recibís en tu nueva cuenta revelan una amplia gama de geeks, nerds fans de Star Trek, degenerados sexuales, viejos verdes atrevidos, adolescentes calentones, inadaptados sociales y engendros con los cuales no compartirías ni siquiera la fila del supermercado. Tu computadora se transforma en una pecera a través de la cual te aparecen sapos y renacuajos mil veces más desesperados que vos y que jamás podrán convertirse en tu príncipe azul.
Como las mujeres somos perseverantes por naturaleza, no nos damos por vencidas y recomenzamos el suplicio de volver a embarcarnos en la enfermiza y patética sucesión de citas ciegas, bizcas y sordomudas. Como la esperanza es lo último que se pierde, seguimos jugando a la raspadita, y cada vez que nos sale “siga participando”, por más de que las probabilidades de ganar sean ínfimas, lo seguimos haciendo.
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