Es innegable la gran influencia que tuvo la gran pantalla en la moda. Los actores de la vieja guardia hollywoodiense se han mantenido vigentes durante décadas como auténticos íconos de la moda y la elegancia masculina. Estos actores de la era dorada de Hollywood, representan un estilo clásico y atemporal que, envuelto en la nostalgia, hasta hoy en día inspira a la moda por su refinamiento, sofisticación, clase y bon ton.
Los legendarios diseñadores de los estudios, como Edith Head y Adrian, no sólo vestían a las estrellas para sus distintos roles, también se encargaban de sus guardarropas fuera de la pantalla. Los directores de los estudios eran conscientes del poder de la imagen tanto dentro como fuera de la gran pantalla, por lo que prestaban suma atención a la imagen integral de sus actores, quienes eran asistidos por brigadas de maquilladores, estilistas y diseñadores contratados y dirigidos por los grandes estudios. Estos estudios cultivaron la elegancia de sus estrellas, y así galanes como Clark Gable, James Dean, Cary Grant, Fred Astaire y Humphrey Bogart, ganaron la admiración del público, inspirando a la moda hasta en nuestros tiempos.
En los años 40 existían tiendas dedicadas exclusivamente a comercializar réplicas de las prendas utilizadas por los actores y actrices en las películas de la época. Las tendencias de la moda estaban marcadas por lo que llevaban las grandes estrellas. En esta edición les presentamos a algunos de los actores más icónicos por su elegancia.
Clark Gable: Este actor fue el principal galán durante la era dorada de Hollywood y nadie representa mejor que él al estilo de esta época. Su famosa sonrisa y su varonil elegancia son tan inolvidables como su interpretación de Rhett Butler en “Lo que el viento se llevó” (1939). Fue uno de los hombres que más influyó en la moda masculina en el siglo XX. Un ejemplo de ello es lo que ocurrió al estrenarse “Lo que sucedió aquella noche” (1934). En una de las escenas de esta cinta, el actor se quita la camisa revelando su torso desnudo. En la época para los hombres era de rigor llevar camisillas bajo la camisa. Tras esa escena, las ventas de estas prendas cayeron drásticamente y la costumbre de llevarlas fue cayendo cada vez más en desuso. A pesar de sus humildes orígenes, se veía impecable con todo lo que vistiera, ya sea un traje de época, una sencilla camisa o un smoking. Clark Gable es la prueba de que el porte es fundamental a la hora de ser elegante. Por más caro que sea el traje, no sirve de nada si uno no sabe llevarlo con comodidad y soltura como lo hacía Gable.
Laurence Olivier: Pocos hombres pudieron combinar gracia, belleza y talento como este actor británico. Olivier lo tenía todo, y más importante aún, todos se daban cuenta de ello. Su interpretación de Hamlet es considerada hasta hoy en día una de las mejores de la historia y jamás podremos olvidarlo en “Cumbres Borrascosas” y “Rebecca”. Su elegancia al vestir complementaba su formidable aspecto, imponente presencia y gran carisma. Vestía impecables trajes adquiridos en la muy británica Savile Row. Se veía sofisticado hasta en las tenidas más casuales, pasando con gran naturalidad de un elegante frac a un trench sin perder un ápice de glamour. Uno de sus accesorios preferidos eran los pañuelos de seda anudados al cuello. Cuentan que su principal asesora de imagen era su esposa, la mítica y glamorosa actriz Vivien Leigh, famosa por su papel de Scarlett O’Hara.
Errol Flynn: Cuando se habla de este actor tan controvertido y complejo, algo en lo que todos se ponen de acuerdo es en su elegancia. En la pantalla era un auténtico camaleón, capaz de verse estupendo hasta en los más ridículos trajes de época. Ni siquiera las calzas verdes de Robin Hood pudieron perjudicar su estilo. En su día a día prestaba enorme atención a su apariencia y era todo un conocedor de la moda. Sus conocimientos de sastrería le habrían permitido debatir a la par sobre cortes y estilo con el más experimentado sastre. Su característico bigotito fue imitado por muchos hombres durante los años 30 y 40.
William Powell: La elegancia innata de este actor estadounidense era una de sus principales características. Junto con Myrna Loy conformaban una de las parejas más emblemáticas del cine de los años 30. Si bien no era especialmente atractivo, Powell conjugaba a la perfección encanto, carisma y porte. Lauren Bacall lo describió como: “un verdadero caballero.” Vestido siempre con trajes de buen corte, sombreros fedora y elegantísimos smokings forjó la imagen del caballero perfecto.
Rodolfo Valentino: El mítico jeque del cine mudo, con su aspecto exótico y carismática presencia, forjó la imagen del latin lover. Este actor italiano que exudaba sofisticación y sensualidad también cultivó, a la hora de vestir, gustos muy vanguardistas para su época. Su innovador guardarropa tuvo un impacto enorme en las masas americanas. Impuso los pantalones gauchos, los relojes de pulsera (que por ese entonces eran considerados femeninos), y el cabello engominado. De hecho, su peinado con raya de costado y el pelo completamente cubierto de vaselina fue tan imitado, que se lo apodó “Vaselino”. Su esposa, la actriz y diseñadora Natacha Rambova, jugó un papel clave en forjar su look, vistiéndolo tanto dentro como fuera de la gran pantalla. Por supuesto, su sangre italiana también debió haber jugado un papel importante para convertirlo en uno de los hombres más elegantes de su época. Tenía prácticamente un traje para cada ocasión, y al ser subastado su vestuario tras su muerte, fueron vendidos más de 50 trajes! Amaba los accesorios de lujo, tenía salidas de baño de seda ribeteadas en piel, pañuelos personalizados con sus iniciales, numerosos anillos, relojes y gemelos con piedras preciosas y cigarreras incrustadas con diamantes. Valentino fue un ejemplo en como incorporar elementos atípicos al guardarropa, ya sea un sombrero, un foulard o algún detalle en piel.
Douglas Fairbanks, Jr.: El heredero del rey del cine mudo, Douglas Fairbanks, era famoso por su elegancia. Acostumbraba llevar trajes con sacos cruzados de impecable moldería. ¡Su guardarropa podría poner verde de envidia al mismísimo Duque de Windsor! Este dandy de bigotes finos y gusto exquisito prestaba gran atención a su guardarropa. Considerado uno de los actores más elegantes de Hollywood en la década del 40, era un asiduo comprador de las sastrerías londinenses de Savile Row y una vez fue citado diciendo: “Savile Row ha recapturado la supremacía de la sastrería mundial.”
David Niven: Por más de cincuenta años, este actor británico fue el ejemplo perfecto de la elegancia masculina. Como todo británico elegante, frecuentaba las sastrerías de Savile Row e indiscutidamente es uno de los íconos del estilo británico. Como muchos de los actores aquí recordados, Niven sumaba a su talento y carisma una naturalidad enorme a la hora de llevar un traje o un frac. Lo hacía con gran soltura, como si fueran las prendas más cómodas y sencillas. Lo suyo eran los trajes en tweed, los fracs, los foulards y los sacos de corte impecable.
Fred Astaire: Nadie más icónico que Astaire a la hora de vestir un frac y un sombrero de copa. No sólo los llevaba con una elegancia arrebatadora, sino también bailaba con ellos, junto a su eterna pareja cinematográfica, Ginger Rogers. Bajo, muy flaco, con orejas saltonas y pronunciada entrada, no era precisamente un hombre atractivo. Pero tenía gracia, algo que suma miles de puntos a la elegancia. Vestido con sus trajes entallados y fracs exudaba confianza y garbo. Irónicamente odiaba estas prendas, prefiriendo las más casuales. Más en el mundo de Astaire, lo casual no significaba sacrificar la elegancia. En su día a día llevaba blazers y sacos de tweed con anchos pantalones pinzados, sustituyendo las corbatas por pañuelos de seda. Siempre le daba un toque personal a su vestuario. Era habitual en él sustituir un cinto por una corbata estampada con colores brillantes o llevar medias de colores, algo muy innovador para la época.
Cary Grant: Por décadas, Cary Grant fue el epítome del playboy. Es considerado por muchos como uno de los hombres más elegantes de la historia. Tras verlo en la pantalla, todos los hombres empezaron a emular su estilo absolutamente cool y elegantemente pulcro y masculino. En una ocasión exclamó: “Todos quieren ser Cary Grant. Lo mismo me pasa a mí.” Sus humildes orígenes no le estorbaron a la hora de convertirse en uno de los hombres con más clase de Hollywood. Ayudado por su encanto y su belleza física, supo reinventarse gracias a su guardarropa, transformándose de simple peón a apuesto príncipe. Consciente de su cuello ancho, y su cabeza algo grande, supo disimular estos defectos con cuellos vueltos para arriba y sacos hechos a medida con amplias hombreras, creando un estilo personal que pronto se volvió tendencia. Supo integrar a la perfección lo casual con lo formal, valiéndose de una estética monocromática y gran atención a las proporciones y cortes de sus trajes, comprados siempre en las mejores sastrerías del mundo. Uno de los rasgos distintivos de su estilo, era llevar siempre las mangas del largo justo para dejar ver 1.5 cm del puño.
Humphrey Bogart: Este actor apareció en algunos de los mejores clásicos del cine de Hollwyood, como: “Casablanca” (1942), “El Halcón Maltés” (1941) y “La reina africana” (1951). Inmensamente carismático y audaz, cultivó un estilo misterioso y mundano a la hora de vestir. Con “Casablanca” puso de moda el trench coat y los sombreros fedora, y quedó fijado en la memoria colectiva como aquel misterioso hombre sexy, solitario y algo rudo. Su masculinidad y elegancia atemporal lo convierten en todo un ícono de la moda.
Marlon Brando: El rebelde original de Hollywood supo jugar con sus propias reglas tanto en las películas como en su vida personal. Su interpretación en “Salvaje” (1953) consagró su imagen de chico malo y su imponente apariencia y penetrante mirada lo convirtió en todo un sex symbol de la época. Pronto, adolescentes de todo el mundo empezaron a imitar su estilo, poniendo de moda las camperas de cuero de motociclistas. Brando se caracterizó siempre por su audacia vistiendo a veces hasta de manera insolente. No tuvo el más mínimo reparo a la hora de llevar jeans a las premieres de sus películas, inspirando a toda una generación a vestir contra la corriente. Hasta hoy en día su nombre es sinónimo de actitud, y esto lo convierte en todo un ícono de la moda.
James Dean: El inmortal “Rebelde sin causa” puso de moda las remeras, los jeans, el peinado pompadour y las chaquetas rojas, inscribiéndolas para siempre en el diccionario de lo cool. Su look rebelde generó todo un vuelco en los anales de la historia de la moda. Todos lo deseaban o deseaban ser como él. Los jóvenes de los 50’s pronto empezaron a copiar su peinado, su vestimenta y hasta su actitud. A pesar de su temprana muerte, su legado permanece vivo hasta nuestros días, en su inmortal sentido del estilo desenfrenado y rebelde. James Dean personificará para siempre la más pura esencia de lo cool.
James Stewart: Este actor que encantó al público con sus interpretaciones en clásicos como “Vertigo” (1958) y “La Historia de Glenn Miller” (1954) es uno de los actores más adorados de la época dorada de Hollywood. En la pantalla siempre interpretó a personajes honestos, decentes y decorosos, e hizo lo mismo en su vida privada. Su manera de vestir también sigue esta misma veta. Cultivando un estilo clásico, pulido y refinado supo forjar su propio camino en los archivos históricos de la moda. Vestía como el caballero hecho y derecho que era, con las siluetas clásicas de la época: sacos cruzados, solapas anchas en pico y pantalones amplios y pinzados, capturando con su indumentaria toda la esencia de la masculinidad y el donaire.
Frank Sinatra: Como todo en su vida, Sinatra también supo vestir “A su manera”. Su manera de llevar sus sombreros fedora inclinados se convirtió en la firma registrada de su look. Siempre vestía acorde a la ocasión y a la par que Cary Grant era un conocedor de todas las características de un buen traje. Sabía que las mangas de las camisas deben permitir ver 1.5 cm del puño, que el largo de los pantalones debe caer ligeramente sobre los zapatos, que el negro es el color más apropiado para la noche y que los zapatos siempre tienen que estar bien lustrados. De hecho, su sentido del estilo a la hora de vestir es tan admirable como su voz. Lo casual no era lo suyo, pues cultivaba un extremo refinamiento a la hora de vestir. Prefería los chalecos frente a las fajas, acostumbraba llevar gemelos de oro, siempre llevaba pañuelos cuidadosamente doblados en sus trajes y elegía siempre corbatas de seda sin diseños demasiado llamativos.
Gregory Peck: Su estilo cautivó a una entera generación. Prefería los sacos con hombreras amplias, sin tajos y con solapas anchas acompañadas de pantalones pinzados. “El hombre del traje gris”, puso de moda este color en los trajes, una moda que influyó a una entera era. Este color sobrio y algo anónimo era el reflejo perfecto de la cultura de post guerra, apoyada en la industria y en los negocios, y pronto se convirtió en el uniforme de los hombres del mundo corporativo. Con su interpretación de Atticus Finch en “Matar a un ruiseñor” (1962) los chalecos se volvieron a poner de moda y en “Vacaciones en Roma” (1953) demostró que es posible pasear en una Vespa vistiendo un traje sin verse ridículo, sino todo lo contrario. Paseando por Roma en una Vespa junto a Audrey Hepburn, ambos pasaron a los anales de la historia de la moda en una de las escenas más icónicamente chic de la gran pantalla.
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