miércoles, 25 de enero de 2012

AREGUÁ: Arte, tradición y siestas encantadas


Sólo 28 km separan de la capital paraguaya a esta hermosa ciudad, convirtiéndola en un destino ideal para pasear los fines de semana. Esta ciudad con raíces de barro, endulzada por sus frutillas y besada por el celeste resplandor del lago Ypacaraí bajo el sol, es toda una joya en sí misma. Resistirse a su nostálgico encanto, resulta imposible.

Sus antiguas calles adoquinadas invitan a ser recorridas en largos paseos. Pasear por estas calles, envueltos en el sepulcral silencio de la siesta, es una experiencia casi mágica, donde el tiempo parece detenerse y todo parece mecerse al son del dulce arrullo de las cigarras. Para dejarse contagiar por esta sensación, basta solo un paseo por la Avenida del Lago, que parte del balneario municipal a orillas del lago Ypacaraí y termina en la hermosa Iglesia de La Candelaria, erigida sobre una colina desde la cual se puede apreciar una vista magnífica de la ciudad.

La Avenida del Lago tiene un ancho paseo central cubierto de árboles que permite caminar tranquilamente, deteniéndose a apreciar las antiguas villas de veraneo construidas entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, época en la cual Areguá era el destino obligado de las más ilustres familias asuncenas. Las preciosas casonas estivas que rodean la Avenida del Lago reflejan con imponencia aquella dorada época en que la ciudad era un aristocrático balneario, escenario de bailes, romances y murmullos que inspiraron al gran escritor Gabriel Casaccia. De hecho, a falta de un buen mapa turístico de la ciudad, recomendamos llevar una copia de “La Babosa”  o “Los Herederos” para enriquecer su recorrido con excelentes descripciones de la vida que se llevaba en la época dorada de esta ciudad.

Estas casonas de la Avenida del Lago son verdaderas joyas arquitectónicas que ofrecen un atisbo al elegante estilo de vida del Paraguay de antaño. Entre ellas destacan la sede de la gobernación, patrimonio de la Familia Irala Burgos; la casa que inspiró a la Babosa, una casa blanca con una pequeña torre y un balcón lateral; la casa del renombrado escritor Gabriel Casaccia (pintada hoy en verde y bordeaux) y la magnífica Villa Gisela, una casona enteramente restaurada con frescos en las paredes y un jardín de ensueño que si bien no está abierta al público, nos permite ver una muestra de su esplendor desde sus verjas.

Los domingos, se suele montar un mercado de pulgas en el paseo central de la Avenida del Lago, donde se pueden encontrar antigüedades y curiosidades y por esta época del año, pesebres de todo tipo y tamaño. También son frecuentes las pequeñas ferias de artesanía que ofrecen variados productos en cerámica y madera. Con algo de suerte, puede encontrarse también con algún pintor pintando un paisaje al aire libre.


Una parada obligada en la Avenida del Lago es la Galería “El Cántaro”, con  una colección de obras muy variada y un ambiente muy cálido. A la vuelta de la manzana se encuentra el Centro Cultural del Lago, una galería y museo con nutrido calendario de eventos creado por la pintora naif y aregueña por adopción, Ysanne Gayet. Cabe resaltar que el peculiar encanto de Areguá, ha convertido a la ciudad de la cerámica en el lugar favorito de artistas y literatos, muchos de los cuales han establecido allí su  residencia. Importantes galerías como: Guggiari Arte y la galería de Luis  Cogliolo han dado nueva vida a Areguá y han contribuido a magnificar su encanto a través de frecuentes tertulias artísticas y actividades  culturales.



Otra parada obligada es la Estación del Ferrocarril Central, donde hasta hace poco paraba el pintoresco “Tren del Lago”. Un paseo que partía de Asunción hasta Areguá en el primer ferrocarril del Río de la Plata. Llegar a Areguá en esta locomotora a vapor propulsada a leña, hacía de la experiencia casi un viaje al pasado.

Rodeando la Iglesia, se encuentra el casco histórico de la ciudad. Este conjunto de casas coloniales con su típico “corredor yeré” constituye parte del patrimonio arquitectónico-histórico-cultural de la nación.  A una cuadra de la Iglesia de la Candelaria, hasta las 16:00 horas, se puede visitar el Museo Margarita Casaccia. Esta edificación es una típica construcción colonial con mobiliario antiguo, mantenida en excelentes condiciones por los descendientes del escritor Gabriel Casaccia. Pero sin lugar a dudas, la Iglesia de la Candelaria es la corona del casco histórico. Esta ecléctica construcción de 1862 y su amplia explanada, constituyen el lugar ideal para disfrutar de una de las vistas más bellas de Areguá y del Lago Ypacaraí.



Uno de los hitos de la ciudad es el Castillo de Carlota Palmerola (1911), en la actualidad el Convento de las Hermanas Dominicas de Areguá, quienes en homenaje a su benefactora, mantienen un bello museo con las pertenencias de esta gran dama paraguaya. Entre los retratos familiares, cartas manuscritas, porcelanas francesas, catálogos de indumentaria ilustrados y preciosos muebles de la belle epoque, el cotidiano de una familia del pasado nos invade de nostalgias ajenas. No dejen de visitar la capilla, la cual me atrevo a decir es una de las más bellas de nuestro país. Siempre que no interrumpan la siesta ni sus labores, las monjitas estarán encantadas de charlar con ustedes sobre la historia de esta casa y su benefactora. El Castillo es un lugar ideal para hacer retiros espirituales o simplemente ir a descansar lejos del ruido de la capital. Los árboles aromáticos de su bello y amplio jardín invitan a tomar una siesta especialmente reparadora. Para visitar el Castillo hay que pedir cita al 0291432398.



Al lado del Castillo Palmerola, se encuentra otra residencia de esta familia: La Casa Amarilla, hoy con el esplendor de antaño devuelto gracias al esfuerzo de sus actuales propietarios, un grupo de artistas que la gestionan como galería de arte y hostal. Para reservar una habitación pueden llamar al 0981862686.

Pasando la Iglesia, casi a las afueras de Areguá, en el barrio conocido como Cocué Guazú, se encuentra el Museo del Mueble Paraguayo, con bellos ejemplares de mobiliario de la época de la Colonia hasta inicios del siglo XIX. La sede de este museo, diseñada por Carlos Colombino, así como su  residencia que se encuentra al lado, son además edificaciones de especial atractivo arquitectónico.

En Cocué Guazú también se encuentra la Estación Terrena de Areguá. Un enorme disco satelital inaugurado en 1978, que tuvo un importante papel en la historia de las telecomunicaciones paraguayas, pues permitió las primeras transmisiones satelitales televisivas.

El lado más natural y exuberante de Areguá puede disfrutarse en los Cerros Koi y Chororí. El Cerro Koi es conocido por sus piedras de areniscas columnares hexagonales, formadas hace millones de años como consecuencia de fuertes eventos magmáticos. Estas formaciones son extremadamente raras y solo se encuentran en Canadá y Sudáfrica. Por este motivo ambos cerros fueron declarados “Monumentos Naturales” en 1993.

Los Restaurantes de Areguá, rinden homenaje a las tradiciones y particularidades de esta villa veraniega. No solo permiten disfrutar de un sabroso plato, sino hacerlo en un ambiente familiar, donde uno se siente en casa. Entre ellos destacan el restaurante “La Palmera” con sus tradicionales platos al tatakuá, las delicias españolas del “Restaurante de Gulliver” (con su ya famoso pan casero y alioli), las clásicas minutas de “Don Pablo” y el ambiente ecléctico de “La Vida Loca”.

Areguá invita a recorrerla con una nueva mirada, que vaya más allá de la artesanía, de las mermeladas de frutilla, de la cerámica kitsch y simplemente se contagie de su melancolía, de su opulento sopor y de la magia que se percibe en cada una de sus esquinas. Areguá invita a transformar un simple paseo en toda una experiencia.

1 comentario:

Sandra dijo...

que buen articulo Vale! amo esta ciudad, ya le dedique varios posts tambien! :) besitos x