En la mitología griega, las musas eran espíritus que representaban a las artes e inspiraban a los artistas y poetas con su gracia y numerosos talentos. Hoy en día, esta palabra se aplica en la moda a aquellas mujeres que encienden la llama de creatividad, inspiran a la grandeza y exudando estilo y glamur, encarnan a la perfección la visión de los diseñadores, ayudándolos a crear sus magníficos diseños.
Cada década tiene sus íconos y cada diseñador su musa. La influencia de estas musas a veces solo dura una temporada; otras veces, se extiende por décadas. Existen mujeres que definen las eras de la moda y la cultura pop tanto como lo hacen los estilos y los diseñadores.
Los diseñadores siempre han tenido musas, quienes los inspiran, les sugieren, les alientan y por supuesto….les compran sus prendas. Estas elegantes mujeres suelen ser íntimas amigas de los diseñadores, y están por supuesto están muy bien conectadas además de ser ricas, atractivas, estilosas, famosas y en algunos casos aristocráticas. Todas ellas establecen duraderos vínculos creativos y emocionales con sus diseñadores
Las musas encarnan una especie de mujer ideal (o cliente ideal) en quien el diseñador proyecta sus ideas. A parte de inspirar estas musas también promocionan al diseñador, convirtiéndose en refinadas promotoras y en imagen de sus marcas. Si quieren conocer más sobre las más famosas musas del pasado y del presente les invito a seguir leyendo estas líneas.
Hubert de Givenchy y Audrey Hepburn: El fundador de la mítica marca Givenchy conoció a la bellísima actriz Audrey Hepburn en 1953. El diseñador de 26 años ya era una estrella naciente de la alta costura francesa, cuando le encargaron realizar el vestuario de Miss Hepburn para la película “Sabrina”. Él pensó que se referían a Katharine Hepburn, y tras descubrir que realmente era Audrey, en un principio se negó rotundamente, pero tras conocer a la actriz se rectificó y comenzó una amistad que duraría por el resto de sus vidas, convirtiendo a Audrey en su musa por más de cuatro décadas y llegando incluso a crear una fragancia para ella: L’interdit de Givenchy. Sabrina ganó el Óscar por el mejor vestuario pero la encargada del vestuario de la película, Edith Head, se llevó todo el crédito. Audrey se molestó mucho con esto y pidió disculpas a Givenchy prometiéndole que se aseguraría de que esto no volvería a pasar. Promesa cumplida, Givenchy vistió a Audrey para la mayoría de sus películas y apariciones públicas e incluso ella prestó su imagen gratuitamente para el lanzamiento del perfume L’Interdit.
Oleg Cassini y Jacqueline Kennedy: Hijo de un diplomático ruso aristócrata y una condesa italiana, Cassini saltó a la fama cuando la esposa del entonces presidente estadounidense, John F. Kennedy, lo eligió para encargarse de su imagen. La joven Jackie ya tenía a todos los ojos del mundo observándola y el intenso escrutinio que estaba teniendo le hizo comprender que necesitaba la ayuda de un profesional y acudió a su viejo amigo y diseñador neoyorquino Oleg Cassini. Esta elección sorprendió a muchos ya que si bien el diseñador se encontraba bien posicionado, estaba lejos de ser un gran referente en el mundo de la moda. Cassini no la defraudó, llevando la imagen de Jackie a su máximo esplendor, diseñando más de 300 vestidos que le ayudaron a ser la primera dama más glamorosa e imitada de la historia de Estados Unidos. Cassini ideó el “estilo Jackie”, con sus graciosos sombreritos, sencillos vestidos, trajes sastres de impecable corte y grandes botones. En una ocasión Jackie le dijo a Oleg que lo vestía perfectamente para el “papel” de primera dama del país. Gracias a esta colaboración, Jackie se convirtió en un gran ícono de estilo y ejemplo de elegancia y el nombre de Cassini se convirtió en uno de los diseñadores más solicitados de su tiempo.
Christian Dior y Mitza Bricard: Mitza era una de las mujeres más elegantes y glamorosas de París. Íntima amiga y colaboradora de Dior (se encargaba del estilismo de sus colecciones y de la línea de sombreros de la firma) era tan leal al diseñador que solo vestía Dior. Cuando Dior la conoció quedó preso por su belleza y la convirtió en musa y alma de la Casa Dior. Sobre ella escribió: “es una de esas excepcionales personas, para quien la elegancia es la sola razón de existir.” Bricard siempre llevaba en la muñeca un pañuelo de muselina estampada de leopardo para esconder una cicatriz, el modisto se enamoró de este estampado e hizo del leopardo un fetiche que sigue muy presente en la casa Dior. Bricard también contagió a Dior su amor por los diamantes y las joyas. Mitza solía decir: “cuando un hombre quiere enviarme flores, le digo que mi florista preferido es Cartier”. En su honor la casa Dior lanzó el reloj D de Mitza con una esfera de leopardo y diamantes que se anuda con una malla de satén.
Yves Saint Laurent y Betty Catroux y Loulou de la Falaise: Yves Saint Laurent tenía dos musas, amigas y estrechas colaboradoras. Loulou, a quien Yves llamaba “mi pequeño milagro” vestía con una feminidad absoluta y Betty de una belleza andrógina e impactante, ambos elementos muy presentes en los diseños del creador. Ambas fueron amigas del diseñador desde sus comienzos, colaborando en sus colecciones e inspirándolo para crear el smoking femenino y las blusas transparentes y popularizando estas prendas usándolas en las fiestas a las que asistían. Como ambas pertenecían a la clase alta parisina (Loulou era hija de un noble francés y una angloirlandesa modelo de Elsa Schiaparelli y Betty hija de diplomáticos), sabían muy bien qué querían comprar las mujeres por lo que fueron además excelentes asesoras y relaciones públicas, trabajando para YSL por 30 años y retirándose junto con el diseñador.
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