Se dice que los ojos son las ventanas del alma… en el caso de Ysanne Gayet, sus grandes ojos azules traslucen un alma especialmente hermosa. Nacida en Sri Lanka y criada en Inglaterra, se establece en Paraguay en 1970, donde empieza a dedicarse a la pintura y a la cultura, ganándose un importante lugar en las artes plásticas paraguayas. A inicios de los noventas se establece en Areguá, donde en enero de este año inauguró el Centro Cultural del Lago, un espacio para la difusión del arte popular aregüeño.
A pesar de ser extranjera, ha sabido captar con gran intuición las particularidades de este pueblo que le abrió las puertas y que adoptó como suyo. Sus obras de estilo naif, además del extraordinario colorido, están cargadas de una narrativa muy nuestra. Sus cuadros son un homenaje a la cultura paraguaya, a nuestras tradiciones, a nuestro folklore, a nuestra naturaleza. Se podría decir que la adopción ha sido recíproca ya que el Paraguay también la ha adoptado como artista paraguaya, porque su mirada nunca ha sido una mirada foránea y desconectada, sino una mirada muy íntima y penetrante que proviene de un adentramiento muy profundo a nuestra cultura.
En estos 40 años dedicados al arte y a la cultura ha realizado exposiciones individuales y colectivas tanto en Paraguay, como en el extranjero, ha publicado libros, ha recibido numerosos premios y ha trabajado incansablemente para la difusión del arte popular paraguayo y para la defensa del medio ambiente.
¿Qué te llevó al arte?
Siempre me conmovieron las cosas sencillas y para mí muy hermosas. Como por ejemplo, una casita cottage de la campiña inglesa con sus paredes repletas de glicina azul en el verano, la campiña inglesa y también la belleza formal de las casonas y castillos que abundan en mi país. A los 15 años, me fui a España a quedar con amigos de mis padres, la familia Ranken. Me llevaron en plena Semana Santa a Ávila, León, Burgos, Salamanca... Me impresionaron las procesiones religiosas, las ciudades medievales… ¡Todo era tan distinto a mi país! Los Ranken me enviaron a visitar solita, el Prado, el Escorial, a Toledo. ¡Me encantó la obra de Goya y de El Greco! Solía copiar los cuadros de Goya: “Las Brujas” y “Los Fusilamientos del 3 de Mayo”.
¿En qué cambió tu manera de pintar al establecerte en Paraguay?
Yo estudié floricultura y arte floral. Nunca estudié pintura, salvo cuando estuve pupila donde tuve un súper profesor de arte. Cuando aterricé en Sudamérica, mi ex marido me llevó a Embu, un pueblo de arte y de artesanos en las afueras de Sao Paulo. Me quedé embalada por el colorido de la artesanía, pero lo que más me llamo la atención eran los cuadros de estilo naif que me parecía sencillamente hermosos. Fue esta visita lo que me llevo por el camino que elegí como artista.
¿Qué significa para vos pintar?
Antes, pintar para mí era una necesidad, algo que sí o sí tenía que hacer. Hoy en día, por cuestiones de salud he dejado un poquito de lado la pintura, pero me dedico a realizar videos, escribir, investigar, cuidar y arreglar la casa, dedicarme al CCDL que me lleva mucho tiempo. También, con mi pareja, realizamos viajes muy interesantes. Acabamos de volver de la Bahía de Hudson en Canadá, donde fuimos a ver ballenas beluga y osos polares! Estuvimos cuatro semanas en Winnipeg capital de Manitoba, lugar de donde provienen muchos de los menonitas que se establecieron en el Paraguay.
¿Qué cosas te inspiran?
Cualquier cosa me inspira... Tengo en mente un cuadro que quisiera pintar para el médico que me atendió tan bien cuando estuve internada durante tres semanas el año pasado. El cuadro se va a llamar “El duende de los hospitales” o algo parecido. El cuadro ya lo tengo todo pintado en la cabeza.
Has publicado ya varios libros. ¿Qué lugar ocupa la escritura en tu vida?
Me encanta escribir. La edición es a menudo un problema por mi mal manejo del castellano y por la falta de editores ingleses en el Paraguay cuando se trata de textos en inglés. Actualmente tengo 8 libros terminados. Estamos por lanzar con mi pareja, Tito Maldonado, “Las Tortugas de Chovoreca” que se trata de un viaje que realizamos con 41 indígenas ayoreo del Chaco Central a su territorio ancestral para recolectar tortugas. También escribí otros textos sobre las fiestas patronales, diversas cuestiones sobre el Paraguay y sus países vecinos, por ejemplo, Chiquitos en Bolivia.
¿Qué te llevó a interesarte en la cerámica?
La cerámica para mí, como toda otra cosa: pintura, tejido, cestería, lo que sea, me interesa por su estética. O sea, me interesan los objetos, sean lo que sean, por su belleza.
¿Qué importancia tiene para vos el arte popular paraguayo?
El Arte Popular Paraguayo, la expresión del pueblo. Es –en la mayoría de los casos- maravilloso, no solo para mirarlo y adquirirlo, sino también porque permite a los artesanos ganarse la vida sin alejarse de su entorno. Es algo a que se puede dedicar toda una familia y que se hereda de generación en generación. Me encanta pensar, por ejemplo, en la tradición de la santería, que se heredó de los franciscanos y jesuitas y que hasta hoy día es realizada por la familia Páez en Tobatí y los Rodríguez en Capiatá. ¡Me conmueve este sentido de tradición! Te ubica -en una época actual donde todo se mueve demasiado rápido- y te hace recordar que antes, vivíamos en un mundo donde no existían ni las computadoras ni los celulares. Era un mundo más sencillo, donde esas cosas hermosas y sencillas formaban parte de la vida de uno.
¿Qué te llevó a establecerte en Areguá?
Me crié en el campo en Inglaterra, en la Isle of Wight. Allí viví hasta los 10 años, edad en la cual fui internada en un convento en Bélgica, algo que fue una tragedia para mí. Odiaba el convento y la vida carcelera que nos imponían las monjas ursulinas. En la isla, vivía arriba de un caballo, galopaba por las playas y saltaba los rompe olas de madera y de hormigón. ¡Era muy intrépida en aquellos tiempos! Cuando tenía 19 años, estudié floricultura. Siempre buscaba estar en contacto con el campo; aun cuando viví en Londres y trabajé de modelo y de extra de cine (entre otras cosas), busque volver a la isla todos los fines de semana. Siempre quise vivir en el campo... por eso elegí Aregua que además de ser un lugar hermoso, está cerca de Asunción. Me gusta su gente y el pueblo, que conozco de punta a punta después de estos 16 años que llevo viviendo aquí.
¿Cómo surgió la idea de abrir el Centro Cultural del Lago?
Soy fundadora del Museo del Barro que iniciamos junto con Osvaldo Salerno y Carlos Colombino a finales de los años 70 en San Lorenzo. Allí nosotros trabajamos netamente con las artesanas de Tobatí y de Itá, por su creatividad y la manera de realizar sus trabajos –utilizan las mismas técnicas que utilizaron sus antepasados indígenas- hasta hoy día. Sus creaciones eran y son más autenticas, sin demasiada influencia externa, mientras las piezas de Areguá, en su gran mayoría están realizadas con moldes, con el torno, pintadas con pintura sintética y copiadas (como es el caso de los personajes de Disney). O sea, no tiene una tradición indígena. De hecho, el primero alfarero aregueño fue un español, Ricardo Pérez, que se mudó a Aregua a finales del siglo XIX. Fue él quien introdujo el torno al pueblo. Por eso, a nosotros (Colombino, Salerno y a mí) nunca nos interesó tanto lo que se producía acá. Sin embargo, el hecho de que yo esté viviendo en Areguá desde hace 16 años, me brindó la posibilidad de ir conociendo más a fondo a los diferentes artesanos y su manera de hacer cerámica. Algunos de los artesanos con quienes trabajamos son: Domingo Páez Ruiz Díaz, Guillermo y Henry Centeno, Gilberto y Rogelia Hermosilla, Roque Maqueda, Mari Román, los Spinzi, Américo Sánchez, las hermanas Vera y muchísimos otros. Descubrí artistas muy buenos y consideré que valía la pena ofrecerles un espacio donde realmente se puede apreciar su obra. Es bastante difícil poder hacerlo en la feria callejera –que me encanta, entre paréntesis-, pero simplemente, hay demasiado cosas. Poco a poco fui eligiendo piezas que me parecía merecían una mejor vidriera que la calle. Todo el tiempo, me encuentro con nuevas y gratas sorpresas dentro de mi pueblo adoptivo.
¿Tenés alguna meta pendiente como artista?
Quiero terminar la edición de todos mis videos, que son varios. Me resulta especialmente difícil trabajar con la cuestión de la edición... se inicia el trabajo, pero no se lo termina. Eso es lo bueno con los cuadros, dependen estrictamente de mi misma, no de terceros. Ya con tantas personas trabajando en las artes audiovisuales actualmente, debe haber alguien que tenga el tiempo para empezar un trabajo y de terminarlo... no dejarlo por el camino.
Contame más sobre este centro, que me imagino te ha de dar tantas satisfacciones.
El centro funciona únicamente con la venta de los productos en exhibición. El CCDL compra todo o casi todo lo que tenemos. Es la única manera de asegurar que mantengamos el nivel de las piezas en exposición. Recibimos muchísimas visitas, pero nos gustaría recibir más del extranjero. Es una pena que ya no existe el tren de los domingos. Nuestra gente del CCDL pone mucho esfuerzo para que sea atractivo al visitante, para que regresen con otras personas más. Los jueves y viernes tenemos proyecciones de cine. Los viernes proyectamos películas que nos provee el Centro Cultural Juan de Salazar de Asunción.
¿Qué es el arte para vos?
El arte para mí, es una parte importante de mi vida; siempre lo fue y siempre lo será. Pero, no quiero perder mi tiempo, quiero seguir realizando proyectos que yo estimo son útiles para la comunidad, utilizando los conocimientos adquiridos en el campo artístico desde ya hace tantos años. ¡Llegué al Paraguay en 1970! No quiero perder mi tiempo, ni que me lo hagan perder.
¿Qué proyectos tenés en puerta?
Para este fin de año, tenemos el lanzamiento de nuestro website – ¡por fin!- y de un calendario 2011 ‘Areguá – El Mundo de los Alfareros’. Este 24 de octubre tenemos el lanzamiento del diario de viaje sobre un viaje que realicé al Pantanal en el año 1995 con Lucy Yegros “The Paraguay River – A Boat Trip to the Pantanal” (El Río Paraguay – Un Viaje en Barco al Pantanal), con ilustraciones y fotos mías y también ilustraciones de Ogwa, un artista Chamacoco. En Noviembre tenemos la muestra de Mari Román, y después nuestra feria de fin de año, donde queremos tener en venta creaciones mías y de mi hija Clemi, en hojalata, venta de tarjetas, pesebres, grandes figuras de pesebre en cerámica y el lanzamiento de libro de 40 cuentos míos, también ilustrados por mí: “Cuentos del Lago Azul”.
1 comentario:
Felicitaciones a la Sra. Ysanne, acabo de llegar del lanzaminto de su libro "Las tortugas de Chovoreca" y su labor es excelente!, se nota que ama lo que hace y trasmite un profundo respeto hacia las diferentes culturas.Ojalá aprendamos a valorar lo nuestro como ella lo hace.
Publicar un comentario