martes, 25 de enero de 2011

MARÍA EUGENIA GARAY: VERSOS Y RECUERDOS




Continuaré habitando la alegría
en los suburbios verdes
que tiene el corazón repleto de recuerdos.”
(“Mientras Brille la Luna”,  de María Eugenia Garay)

María Eugenia Garay es poetisa, escritora, periodista y crítica literaria. Para ella la escritura es innata, como ella mismo lo dice es “una prolongación de sus manos.” Creció en una familia de importantes periodistas y literatos con cuyo legado se siente profundamente comprometida. Su infancia estuvo invadida de relatos fantásticos narrados por sus padres, quienes la introdujeron al maravilloso mundo de la mitología y la literatura, sumergiéndola en un mundo lleno de creatividad, despertando en ella su vocación por la escritura. Desde muy pequeña sus dibujos ya incluían frases que narraban historias sobre los mismos. Ya con sus primeros poemas juveniles, obtuvo en 1971 el primer premio en el Concurso de Poesía “René Dávalos”, instituido por la revista universitaria de cultura “Criterio”. Desde entonces, sus libros le han ganado numerosos premios y menciones.

Me encontré con ella en su escritorio, rodeada de los libros y recuerdos que pueblan su vida. María Eugenia es una mujer vibrante que sabe sonreír con la mirada y la palabra. Ella es una mujer que sabe sacarle el jugo a la vida con la misma intensidad con la que nutre su pasión por las letras. Perder el tiempo, definitivamente no figura en su léxico y su prolífica y variada obra es testimonio de ello.

¿Cómo se dio tu acercamiento a la literatura?
De niña era insaciable con la lectura. En casa de mis abuelos conocí a escritores de la talla de Emilio Salgari, o Julio Verne con su desbordante imaginación, aquella “Vuelta al mundo en ochenta días”, sus “20.000 leguas de viaje submarino” que recorrí junto al carismático capitán Nemo, su “Viaje al Centro de la Tierra”, donde llegaron hasta un planeta tierra, paralelo al de la superficie, que estaba anclado en la era prehistórica. Lewis Carroll apareció con “Alicia en el País de las Maravillas”. Los cuentos de los hermanos Grimm, Jonathan Swift el padre de Gulliver y sus increíbles aventuras, Daniel Defoe quien narra las insólitas contingencias de  Robinson Crusoe, Alejando Dumas y Agatha Christie, poblaban con su gran creatividad, mi mente sedienta de prodigios. Así, crucé el umbral de la fantasía y me introduje al universo de muchos destacados escritores, que me  descubrieron un compendio ilimitado de sucesos y fantasías. Mi padre era un narrador magnífico, era profesor de Literatura y Mitología griega y romana y de allí que las historias que solía contarnos, ritualmente al anochecer, tuvieron una fuerte influencia en mi cosmovisión. Los chicos que hoy se pasan mirando la pantalla televisiva o ensimismados en sus juegos electrónicos no saben lo que se pierden al no aficionarse a la lectura.

¿Qué te lleva a escribir poemas?
Comencé apenas a los 3 años, a estudiar en la Academia de Declamación de la Profesora Gloria Gavilán de Bordenave donde aparte de mejorar la dicción y dar a mis palabras un giro lírico o dramático, encontré que la poesía era una manera natural de comunicar mis sentimientos.

¿Qué significa la poesía para vos?
Si en periodismo una foto vale mil palabras; en poesía, una palabra puede vale mil fotografías. Pero, sobre todo, poesía es música, a capela.

¿Qué cosas te inspiran a la hora de escribir?
Como dijo aquel escritor, nada de lo humano me es ajeno. Escribo al amor, a  la alegría, expreso la nostalgia del bosque que desaparece, la melancolía del arroyo cuyas aguas son poluidas por el hombre. Materializo en palabras el recuerdo de las reuniones en familia, me duelo en la miseria de los niños de la calle y su futuro hipotecado. Me considero una cronista del entorno y una narradora de los sentimientos que me embargan. 

¿Con qué poetas tenés mayor afinidad estética?
Me gusta la calidad lírica y la sutil musicalidad de Pablo Neruda, las ideas que cobran fuerza  desde la particular sensibilidad de Jorge Luís Borges, la sensualidad que desborda de muchos poetas latinoamericanos y la capacidad narrativa de José Luís Appleyard. Doña Josefina Plá tiene cosas maravillosas. Enunciar una lista resultaría interminable. No puedo excluir a poetas de la talla de Octavio Paz, Walt Whitman, Emily Dickinson. Y si bien son narradoras, obras como “Cumbres Borrascosas” de Emili Bronté, o las de  Jane Austen como “Orgullo y Prejuicio” y “Sentido y Sensibilidad”, tienen una fuerza emotiva tumultuosa y un resplandor tangencial. Los cuentos de  Katherine Mansfield te sumergen en una comarca donde parece que el tiempo se detiene como por arte de magia igual que un colibrí que permanece inserto en el aire. Anaïs Nin, la controvertida escritora, de aquella ya lejana pre y post Segunda Guerra Mundial, cuya vida sentimental fue motivo de tormentosos comentarios, tiene una pluma privilegiada.

¿Cuáles son tus lecturas de cabecera?
Las cuentas y el extracto de las tarjetas de crédito.... (risas) No, estoy bromeando, siempre me gusta encender una pequeña chispa de humor en mis conversaciones. Soy muy bromista, utilizo finamente la ironía y me encanta hacer comentarios inesperados para hacer reír a mi interlocutor. Soy muy cambiante,  leo desde textos sobre reencarnación  a los Evangelios Apócrifos. A veces, leo cuestiones de medicina, tradicional o alternativa. Me fascina la Historia. Mi curiosidad de profundizar en diversas áreas del conocimiento humano, es permanente.

¿En qué momento escribís?
Escribir es mi modo natural de expresarme. Sencillamente el teclado de la computadora es una prolongación de mis manos. Algunas noches, veo a la aurora filtrar su resplandor por la ventana que tengo a mi lado.

 En “Mientras Brille la Luna”, el poemario que lanzaste recientemente,  abordás recuerdos de infancia y juventud. Contame más sobre tus recuerdos de aquella época.
Fueron tiempos muy particulares. Mi padre era un intelectual brillante y un destacado político. Por sus ideas libertarias, por su fe en la justicia, por su terquedad en crear un mundo mejor, fue sistemáticamente perseguido tanto por sus propios correligionarios colorados, como por los Gobiernos liberales. Mi madre, una mujer estoica y de fuertes principios morales, siempre lo acompañó contra viento y marea y sacó adelante a sus hijos. La recuerdo inclinada sobre la máquina de coser, pedaleando incansable para confeccionarnos nuestras ropitas; la recuerdo velando a nuestro lado en altas horas de la noche cuando enfermábamos; la recuerdo haciendo milagros con el presupuesto familiar para que no nos faltara nada. Y a mi padre, lo recuerdo caminando a paso seguro y sonriente, con todo el  esplendor de ese optimismo que siempre lo sostuvo en los momentos más álgidos y durante las persecuciones más implacables.

Este libro está muy ligado a "Villa Lina". ¿Qué significa esta casa para vos?
Fue nido, fue baluarte, fue fortaleza, fue hogar. Mis abuelos paternos ya estaban muertos, no los conocí. Y  ésta era la casona de mis abuelos maternos. Me hacían sentir allí tan a mis anchas, que siempre pensé que esa casa era mía. Entre la casa y yo, se estableció un vínculo intangible y muy profundo. Esos muros están ligados a infinitos recuerdos, a remembranzas de tiempos alegres, entrelazados a las tristezas propias de la vida. Yo nací allí. Allí comencé a caminar, allí velamos a mis abuelos cuando partieron.

¿Qué sentiste al lanzar tu libro en aquella misma casa que te vio crecer?
Era un torbellino de sentimientos de alegría y “saudade” entremezclados de  emociones. En cada ladrillo, en cada baldosa, en cada ventana de esa amada casa, aún resuenan los ecos de las voces de los seres que yo tanto quise y sigo queriendo a pesar de que ya no están con nosotros.

Durante tu infancia, tu padre, el Dr. César Garay, sufrió varias persecuciones políticas. ¿De qué manera te marcó esto?
Profundamente. Conozco el sabor de los momentos de triunfo y el salobre regusto de las injustas persecuciones. No me tientan falsos cantos de sirena, no me vendo por 30 denarios de plata. Y me resulta un verdadero desafío tomar el estandarte quijotesco que mi padre nos legara, para mantenerlo firme aún a pesar de las tormentas. Cuando el temporal arrecia, no es tarea fácil.

¿Qué significancia tuvo para vos el provenir de una familia de importantes literatos como la tuya?
Me siento muy orgullosa del esfuerzo que hicieron estos varones para legarnos una Patria mejor. Soy nieta del Gral. Eugenio Alejandrino Garay, el cual al frente de los míticos héroes del Batallón 40, logró la imposible hazaña de tomar los pozos de agua de Yrendagüé, que estaban en poder de los bolivianos. Quien tenía el agua en aquel desierto, tenía la victoria. La guerra dio un giro de 180 grados a nuestro favor. El había nacido en 1874, hijo de una Residenta, doña Constancia Argaña de Garay. Soy sobrina nieta del Dr. Blas Garay, quien trajo del Archivo de Indias en España toda la documentación en la que se basó la defensa del Chaco. Mi padre, César Garay, obtuvo en las trincheras de primera línea la Cruz del Chaco y la Cruz del Defensor.  Mi tío Juan Manuel Garay Aceval, era el Segundo después de Estigarribia, y fue Jefe de Estado Mayor del Comanchaco,  era nieto del Presidente Emilio Aceval, sobreviviente de Acosta Ñú. Es un compromiso pero también un desafío por igualarlos primero y superarlos después.

Siento una profunda admiración por todas las personas que, sobreponiéndose a la adversidad, al dolor, a las borrascas, continúan en pos de sus objetivos. La vida, te pone exactamente en el camino de aquello que quiere que hagas. Te cerca, te circunda, te desliza hacia un fin. Algunos aceptan el desafío y otros prefieren evadir los obstáculos. Los griegos hablaban  del destino, yo creo que parte de ese destino es obra nuestra. No compito con nadie. Admiro a quien se lo merece.

 ¿Te sentís comprometida con el legado de tus progenitores?
Creo que todos los paraguayos, deberíamos sentirnos comprometidos con el legado de nuestros mayores. De aquellos que, con riesgo de sus vidas, se levantaron la noche del 14 y 15 de Mayo de 1811, para romper las cadenas del colonialismo.  De aquellos que enfrentaron a tres potencias extranjeras que pretendían borrarnos del mapa. De aquellos que lucharon en las desérticas trincheras chaqueñas bajo un sol abrasador. Me siento orgullosa de esa sangre que corre por nuestras venas.

¿Alguno de ellos influyó en tu posterior vocación literaria?
Yo nací con ésta inclinación por la literatura, con esta pasión por todo aquello que sea arte. Lo considero un preciado regalo de Dios. Pero, no discuto que podría ser genético, ya que estos varones que te mencioné, manejaban muy bien la pluma y tanto Eugenio desde “Los Sucesos”, diario vespertino de su propiedad y dirección, como Blas desde “El Tiempo” donde se une a Manuel Domínguez, Fulgencio R. Moreno y Manuel Gondra en utilizan sus plumas para una recia defensa de la Patria. Blas, luego funda “La Prensa” donde insta a reconocer las virtudes de quienes en el 70, se jugaron por nuestra nación. Fue asesinado para acallar sus críticas a la corrupción del Gobierno. Finalmente, mi padre también ejerció el periodismo, fue un destacado intelectual y socio fundador del PEN Club del Paraguay.

¿En todos estos años de carrera cual considerás tu mayor logro?
No hay que hacer lo que se quiere, sino querer lo que se hace. Mi mayor logro es haber conjugado por fin estas dos frases: hago lo que quiero que es escribir, y quiero lo que hago. 

¿Entre todos los libros que tenés publicados, cuál considerás el más significativo para vos?
Todos son importantes, todos abarcan un retazo fundamental del tiempo en que fueron escritos.

¿Estás preparando algún nuevo material para el Bicentenario?
Casualmente, estoy casada con Ricardo Caballero-Aquino, un descendiente directo de Pedro Juan Caballero, prócer al que desde niña admiré por su valentía al quitarse la vida para no permitir que el tirano lo fusilara.  Creo que para todos los paraguayos estas celebraciones son como campanas que nos hacen vibrar de alegría y espero poder adherirme con algo significativo. Por lo pronto, tengo dos hijos varones, Rodrigo Pedro y Jerónimo César a quienes inculco, la fe en Dios, el amor a la Patria y el respeto a quienes en el pasado forjaron con sus acciones, este presente. Y termino con una frase de Jorge Luis Borges: “Nadie es la Patria, pero todos lo somos” y todos juntos podremos lograr la Patria que queremos tener.

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