jueves, 20 de noviembre de 2008

YO ME QUIERO CASAR… ¿Y UD?- NICOLETTA FIZZOTTI

“El mundo entero está sembrado de trampas,acechanzas y ardides para la captura de los hombres por las mujeres”
George Bernand Shaw



Mientras juego con mi alianza pienso con una sonrisa maquiavélica: “lo atrapé!” Y les puedo decir que no fue tarea fácil. Cada vez a las mujeres nos es más difícil llegar al altar con nuestras parejas. Parece que a la hora de dar el sí ambos corremos en direcciones contrarias. Nosotras, como desenfrenadas heroínas, corremos en cámara lenta con nuestras cabelleras al viento y sonrisas de desquiciadas por ese angosto pasillo como si fuera una meta de llegada. Ellos, como maratonistas etíopes, corren con zancadas atragantadas e indisimulable cara de pánico hacia la puerta de salida como si el techo de la iglesia estuviera a punto de desplomarse sobre ellos.


En el siglo XXI la gametofobia (o miedo al matrimonio) resuena cada vez con más fuerza. La sola palabra “esposa” tiene un sinónimo carcelario que me imagino ha de resultar muy poco atractivo para nuestros novios. Por supuesto, que el problema no es solo una cuestión semántica. La revolución femenina, la desintegración de la familia, el miedo al cambio, los traumas personales, la crisis de Peter Pan, son solo algunas de las posibles causas de este fenómeno. Lo cierto es que las mujeres de esta jungla a veces nos sentimos en un eterno safari en el cual la presa siempre esquiva y a la fuga es el hombre de nuestros sueños.



El hombre actual se ha vuelto tan escurridizo que en el intento de casarnos hemos terminado literalmente cazando a los hombres. Las mujeres hemos tenido que adoptar diversas técnicas para atrapar a nuestra presa y domesticarla para guiarla dócilmente camino al altar.


Si la última vez que le tocaste el tema “boda” a tu pareja solo te respondió una orquesta de grillos, es momento de que abras los ojos y te des cuenta -antes de que sea demasiado tarde- de que tu hombre le tiene miedo al compromiso y que seguirá encontrando excusas y pretextos hasta que te pongas tu equipo de exploradora camuflayado y le des un merecido descanso a tu maltrecha estatuita de San Antonio.

Recuerda que todos los humanos somos depredadores por naturaleza. No le tengas miedo a explorar tus instintos más atávicos y desarrollar todas las técnicas de cacería que te llevarán con éxito hacia la alfombra roja nupcial.

Una buena cazadora sabe que el señuelo es FUN-DA-MEN-TAL. En este caso el señuelo es la misma cazadora. El eje de su estrategia debe girar en torno a mantenerse siempre atractiva para la presa. No creas que lo lograrás solo con gym y lolas nuevas. Debes saber lo que le gusta a tu presa y también desenvolverte con actitud y seguridad en todas las circunstancias. Una mujer atractiva es siempre glamorosa, segura de sí misma y AS-TU-TA. Sobretodo lo último, pues sabe muy bien que quiere y como conseguirlo.

En el safari amoroso debes dominar los principios de la caza selectiva. Primero se van los trofeos, los que son extraídos por su edad avanzada (ej: el magnate petrolero octogenario). Luego les siguen los animales adultos, aquellos que aún tienen mucho por dar genéticamente y que son las presas preferidas por todas las cazadoras. Finalmente siguen los inmaduros. No subestimes a las presas más jóvenes, si te animas al desafío, te puede ir tan regio como a Demi.

En la caza hay que ser sigilosas y astutas, sobretodo a la hora de acechar a la presa. Existen dos técnicas fundamentales: el acecho y el rececho. Ambas son absolutamente válidas en nuestra selva tropical, siempre y cuando las utilices en el momento indicado y teniendo en cuenta las reglas de caza. El acecho es el arte de esperar oculta la llegada de la presa. El rececho es el arte de perseguir a la presa. Una cazadora experta sabe que puede usar ambas dentro de un mismo día de caza. Pero no te hagas la atolondrada. Recuerda que la presa no tiene ningún apuro, las apuradas somos nosotras. Debes controlarte al máximo y no abalanzarte sobre la primera presa que se te cruza (PA-TE-TI-CO) y menos aún hacerlo antes de tiempo. Nunca debes rematar a la presa si no estás segura de dar en el objetivo. Relájate, un disparo antes de tiempo arruina incontables horas de trabajo.

El acecho implica aguardar, por lo que es una modalidad que requiere de paciencia y habilidad a la hora de buscar e interpretar rastros. Si ya seleccionaste la presa, solo tenés que saber muy bien sus hábitos, estudiarla y saber siempre donde encontrarla. Para practicar el acecho, tenés que prestar mucha atención a los detalles y tener un sólido conocimiento de campo.

Una vez dominado el acecho se puede continuar con la técnica del rececho, que consiste en aproximarse sigilosamente a la presa para atraparla. En esta técnica una cazadora solitaria se alía con un guarda (que puede ser su amiga más íntima o su amigo gay de confianza) que supervisa la cacería para asegurar el éxito de la misma. Tu guarda te ayudará a obtener datos de las tendencias y pasiones de tu presa y su localización exacta. Si siguen a la presa hasta una disco, tu guarda es quien se acercará con absoluto sigilo para informarte todos sus movimientos de manera que puedas hacer tu entrada triunfal e inesperada en el momento oportuno. Una vez que la presa ha sido estudiada y detectada, podrás aproximarte con el viento a favor para efectuar el lance final.

Recuerda que en la cacería la tecnología puede ser tu mejor aliada. No la reniegues. Aprovecha los celulares con sus discretísimos mensajes de texto, cámaras y videos. ¿GPS? ¿Why not? Amigate con la tecnología hasta convertirte en una versión femenina de McGwyver para poder sacar el máximo provecho a todos los artilugios que el siglo XXI tiene para ofrecerte.

Ahora memoriza muy bien esto: los movimientos de la cazadora deben ser siempre sigilosos y nunca debes perder de vista a tu presa. La presa nunca debe sospechar de que le estás siguiendo el rastro y menos aún que lo tienes en la mira. A los hombres no les gusta sentirse perseguidos. Para esto debes ser la reina de la discreción, siempre detrás de un florero, hablando animadamente con otro chico, dejando toda la tarea de observación en manos de tu guarda. Si lo quieres admirar, recuerda de hacerlo siempre detrás de unas gafas oscuras y sin mover la cabeza. Detrás de ellas tus ojos deben estar medio viscos ya que la dirección de tu cabeza no debe delatar JAMAS la dirección de tu mirada.

En el momento que un hombre descubre nuestros ardides es el fin de la cacería. Si la primera vez que la presa duda al vernos no pasa nada (no te alteres y mantén la calma, recuerda de ser cool y no pierdas el glamour). Si te vuelves a descuidar será más difícil de retenerlo ya que lo más probable es que empiece a correr como gacela perseguida. Pero recuerda que NUNCA hay una tercera vez. “La tercera es la vencida” no se aplica en el terreno de caza, o sea que no dejes nunca que algo te delate. Recuerda: AS-TU-TA!

Si has fallado con las técnicas de acecho y rececho (en las cuales debes tener bien delimitado tu objetivo) no te desesperes. Siempre queda la caza de batida. Este tipo de cacería no es selectiva, lo único que importa es atrapar ALGO. Esta técnica es ideal para las mujeres agotadas que quieren cazar con el menor gasto de energía y tiempo. Para esto no se necesita sigilo, pero si tenacidad y descaro. Tímidas abstenerse. Para este tipo de cacería se requiere una partida de caza compuesta de mínimo 5 amigas solteras que imagino no les será nada difícil conseguir. Aquí lo que se quiere es salir en bandada y esparcir sus redes hasta que caiga una presa. Hay que acorralarla hasta que no le queden vías de escape. Los movimientos de la partida deben estar perfectamente coordinados en una coreografía precisa que llevará a la presa eventual directamente a la emboscada.

Algo que siempre tienes que tener en cuenta es que tu mejor táctica de cacería es hacerle creer a tu presa que el cazador es él. Recuerda los juegos mentales pre feministas de hacerse la dura. Esto garantizará que tu presa ilusamente se crea el cazador. Recuerda, como siempre: AS-TU-TA!

No hay comentarios: