miércoles, 31 de agosto de 2016

CHUBBY CHIC



¡Estoy DE-SES-PE-RA-DA! La primavera está a la vuelta de la esquina y yo no paro de comer. Este invierno la verdad que fue más laaaargo que plegaria de solterona a San Antonio y yo no hice otra cosa más que morfarme la vida. En las vacaciones de invierno luego comí tanto que volví tan gorda que perfectamente me podían usar como rueda de auxilio del avión en caso de aterrizaje forzoso. Cuando me vieron así de desbordada, mis amigas solidarias me animaron con todos los eufemismos habidos y por haber del tipo: “Nada que ver Nicoletta, no estás gorda, estás un poco “hinchadita”…. “seguuuro que es la retención de líquidos” “ese espejo nomás engorda” “seguro que no se descalibró tu balanza”. Y no faltó el famoso: “pero lo que pasa que vos sos GRANDE nomás”. Cuando te dicen “grande” con cara de mosquita muerta, estate segura que estás a punto piñata y a tus amigas no les da el corazón decirte la verdad. Cuando tus amigas del alma empiezan a usar estos términos contigo se te activan inmediatamente todas tus alarmas. Algo está mal…. MUY mal. Como ya sonaron todas las señales de alerta no te queda otra que hacer lo que más odias en la vida. No mis señoras, no es hacer dieta, sino lo previo a hacerla: pesarte. El momento de enfrentarse a la balanza es casi como estar frente a un pabellón de fusilamiento. Una sabe lo que se viene pero no lo quiere encarar. Tras tomarte 2 pastillas de diuréticos (porque todavía estás en negación y le crees a tus amigas pelotudas que te dijeron que lo tuyo es “retención”) y sacarte tooooda la ropa te pesas. Cerrás los ojos fuuuuerte como si te estuvieran por disparar. Y luego abrís uno y ves medio borroso el veredicto. Tras decirte a vos misma “ESTO NO PUEDE SER CIERTO” (Puesto que seguís en negación) procedés a sacarte todos tus accesorios, desde el reloj hasta la última cadenita que te dejaste puesta (porque a esta altura hasta tu tanga y tus aritos de perla suman gramos extras). Como los 40 vienen con bifocales tenés que ponerte los lentes para ver de cerca porque no podés creeeeee—eeeer lo que tus ojos están viendo. En ese preciso momento constatas de que se trata de una auténtica crisis nivel #TeComisteLaVida y como no tenés más 15 años, y tu metabolismo de cuarentona da lástima, ¡te viniste con nada más y nada menos que 10 kilos de más! Ahí tus ojitos se llenan de lágrimas empañando a tus bifocales mientras exclamás (con tono de Delfín Quishpe) “NO PUEDE SEEEEEER…. PORQUEEEEEEEEEE” Tras maldecir a todos los fondues, pancitos, pastas, tortas, crepes y cada uno de los 700 bombones que te tragaste en el invierno y llorar amargamente por todo lo que te espera por delante: dieta, terapia, ejercicios, masajes, drenajes, detox , chips y las toas cosas. Primer paso, la inevitable dieta. ¡Qué cosa horriiiible es hacer dieta en invierno! Todos están comiendo felices y vos muriéndote de hambre y de frio. A quien en su sano juicio le estira comer lechuga en invierno. Y por supuesto hasta ahora no entiendes porqué todo lo rico engorda. Por qué regla de tres el brócoli tiene que tener menos calorías que el chocolate. ¿Alguien puede explicarnos esto? Luego empiezan todas las clases de cuanto nuevo ejercicio suuuurja. Y con tantas opciones no sabés para que lado tirarte, si es el crossfit, el yoga o el bodypump lo que van a salvarte la vida y hacerte más rápido el camino a tu cuerpo del verano 2017. Pero por supuesto siempre vas a tirar hacia la amiga buena onda que te dice que está todo bajo control y que con unas sesiones de caminatas en Ñu Gua se te baja la “pancita” (eufemismo del siglo para la gigante buzarda que acuñaste durante tus comilonas invernales). La muy divina seguro que hasta se ofrece para estirarte para ir a Ñu Guasú y pasarte a buscar todos los días a las 6 am. Obviamente nadie es así de así de desinteresada como para madrugar para que puedas lucir un bikini este verano. Lo que tu amiga no te cuenta (pero te darás cuenta antes de terminar el primer kilómetro) es que se gastó todo su presupuesto de terapia en zapatos y quiere hacer catarsis a costa de toda esa grasa que tenés que quemar desesperadamente dando 999999 vueltas en el parque escuchando todos sus problemas existenciales. En situaciones normales no te bancarías ni 3 minutos de conversación con esta chica, pero como estás DESESPERADA y no te queda de otra, te bancás horas de servir de oreja a sus terribles problemas de empleada y de uñas frágiles y todas esas “crisis existenciales” que aquejan a las mujeres que no tienen otra cosa que hacer que pintarse las uñas de todos los colores. Como ya no tenemos 20 años y 10 kilos no se solucionan en 20 días de dieta, tenemos que armarnos de paciencia y determinación. Porque a los cuarenta los kilos de más se aferran a los huesos como garrapatas. A los 40 bajar 2 kilos ya es todo un desafío, el solo hecho de tener que bajar 10 ya es una verdadera pesadilla. Lo más probable es que ni aunque te cosas la boca con punto cruz ni camines (o mejor dicho en tu estado… ruedes por Ñu Guasú) 3 veces x día vas a lograr tu objetivo en el tiempo poco realista que te propusiste. Porque las cuarentonas también nos ponemos ansiosas de balde y bajar 3 gramos no nos satisface jamás. Al mes sin resultados esperados (porque obvio que siempre pretendemos bajar los 10 kilos en 1 mes) empezamos la búsqueda del milagro. Ahí empezamos a seguir todas las dietas esotéricas y soluciones mágicas, empezamos la dieta de la luna, a tomar cuanto té o batido te aseguran baja 3 kilos por segundo y terminamos rezando hasta el rosario para implorarle a Dios que nos perdone todos nuestros pecados de gula y nos haga bajar por intercesión divina. Crema, cremita, venda, vendita, parche, parchito, chip, chipsito, faja, fajita…. Y así seguiiimos hasta pasara por todo el repertorio imaginable y de realismo mágico para bajar 10 kilos en 30 días. La verdad que las mujeres somos capaces hasta de tomar batidos de bosta de elefante albino si nos prometen que adelgaza. No hay lo que no vamos a probar. PUNTO. El cielo es el límite. Lo más probable es que al fin y al cabo tengamos que aplicar la gran “Deneuve” y concientizarnos en lo que dijo la actriz: “llega un momento en la vida en el cual tenés que escoger entre tu trasero o tu cara”. Obviamente elegimos la cara, porque los kilos demás, si bien nos dejan con un moldevái karayá, también nos dejan con una carita radiante (porque obviamente la grasa es un filler natural para todas nuestras incipientes arruguitas). Llega el verano y pasamos divinas del bikini a la malla negra (del color que más adelgaza y que encima tiene una fajita oculta para sostenernos todas las achuras en su lugar) y con nuestra carita rozagante (a la cual le hicimos un contouring conlos protectores solares con color para disimular cachetes y papadas) le sonreímos divinas al verano, convenciéndonos a nosotras mismas, que a los 40…. CHUBBY IS THE NEW CHIC.

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