martes, 7 de mayo de 2013

Por herencia Materna: Todo lo que heredé de mi madre



“¡Sos ideeentica a tu madre!” Esta temida frase puede salir de la boca de alguna tía amorosa a son de piropo (por más de que no lo tomes como uno) o de la boca de tu marido no tan amoroso en plena pelea y a son de insulto (porque sabe bien que nos ofende de sobremanera).

Por más que amemos a nuestras madres – con todos sus defectos y virtudes- desde muy temprana edad, la mayoría de las niñas JURAMOS por la blonda cabellera de nuestras Barbies, que JAMAS seremos iguales a nuestras madres.

Pero la herencia materna es algo fuerte, misterioso e inevitable. De ella nadie se salva. Irremediablemente terminamos viéndonos calcadas a nuestras progenitoras, ante nuestro mismo asombro y resignación. De nuestras madres heredamos mucho más de lo que queremos admitir….

En honor a nuestras madres en sus días, hoy las recordamos haciendo un elenco de todos los defectos y virtudes que heredamos de ellas.

EL ARTE DEL PLAGUEO: ¡Claro que es un arte! Lo triste es que recién nos damos cuenta de ello cuando empezamos a practicarlo. Plaguearse es como improvisar monólogos, es como gritarle a la vida sus verdades. Hay mucho histrionismo y mucho drama en ellos. Hasta podría decirse que se trata de un arte escénico. Yo le daría un Oscar a mi madre por sus plagueos encadenados. Toda nuestra infancia juramos y rejuramos que no seremos plagueonas como nuestras madres, pero ni bien nos convertimos en madres se nos activa, como una especie de don de lenguas, el chip del plagueo encadenado:“hacetutareaapagalatelequesetevanaponercuadradoslosojosnojueguesconeliPadqueteidiotizaytenesqueestudiarporqueosinovasasalirburracomotutíafulgenciaquelapobrecitaseaplazótantasvecesquetuvieronquecrearungradonegativodondemeterlaynoteolvidesderepasarmatematicasqueheredastemiinhabilidadparalosnumerosqueyoherededetuabuelaqueeratanburracomolatiafulgenciay!ay!caraj…..pip…pip…piplesdijemilvecesquerecojansusjuguetesqueestacasapareceunbazaardelmercadonilosrefugiadosafganosvivenensemejantecaosesquecomoluegovanasalirordenadassisonigualitasasupadrequenoescapaznideguardarlatoallaensulugar!!!!” En un solo lamento se abordan continuadamente todos los problemas domésticos. Díganme si no hace falta ingenio para lograr esto. ¡Es toda una obra de arte!

LAS VISITAS TELEFÓNICAS: Edison inventó el teléfono para transportar el sonido. Pero nuestras madres nos enseñaron que puede transportar mucho más que palabras. Para ellas hablar por teléfono es como teletransportarse. Es que sus llamadas duran lo que una visita, y abarcan el mismo contenido. En las 4 horas que duran sus conversaciones con sus amigas toman el té, meriendan, chismean, se elogian, lloran, ríen, desnudan su alma, le masacran al desgraciado de turno….es prácticamente como si se estuvieran visitando sin salir de sus casas.

SENTIRNOS ORGULLOSA DE SER DIFERENTE: La fruta nunca cae lejos del árbol. Cada set de madre e hija es diferente y único y sentimos que todas aquellas diferencias que nos caracterizan son especiales y fantásticas. En mi caso nuestro origen vegetal es sin lugar a dudas la de una fruta exótica, estamos entre una lychee y una carambola. Si hubiera una fruta rayada, seríamos esa. Mi madre y yo somos maniáticas, excéntricas y anormales por donde se nos mire, porque en realidad, no existiría peor castigo en la tierra para nosotras que despertar un día y ser totalmente normales. ¡TIEEEMBLO! Porque junto a nuestras peculiaridades hemos heredado la facultad de verlas como un don y de sentirnos absolutamente orgullosas de ellas.  El aceptar nuestra diferencia me hizo más fácil en la vida aceptar las diferencias ajenas y sobretodo amar a la gente diferente. En un mundo tan variopinto como el nuestro, créanme que es un don ver la belleza en la gente distinta.

FIDELIDAD A TU PELUQUERÍA: Estoy segura que en todas sus familias, la fidelidad a la peluquería es sacrosanta. No sé porqué las madres van desarrollando una fidelidad férrea por su peluquería. Podemos cambiar de gustos, de pareja, de amigas, de casa, de trabajo… pero de peluquero ¡JAMAS! Tiene que ocurrir algo verdaderamente grave para que vayamos a caer en manos desconocidas. No hay nada mejor que ya conozcan tus gustos, complejos y manías. No tener que dar explicaciones y luchar para que te interpreten. Simplemente sentarte, como en la barra del bar de la esquina, y pedir: “lo de siempre”.

TENER AMIGAS ES SANO: Cuando nuestras madres se reúnen con sus amigas del alma, dejan de ser nuestras madres. En ellas se produce una regresión al pasado, ríen y se relajan por completo. Todas nuestras madres tienen amigas que ellas eligieron por que las complementan y las comprenden. En mi caso, en el universo paralelo de nuestra anormalidad, mi madre me enseñó que no sólo era importante tener amigas, sino que tener amigas locas nos mantiene cuerdas. Con ella aprendí a rodearme de amigas y amigos locos. Gente divinamente loca, parafraseando a Kerouac: locos por vivir, locos por hablar, deseosos de todo al mismo tiempo, que nunca bostezan o dicen cosas comunes…. Como diría mi tía Maru: ¡Gente como uno! Puedo decir que el grupo de amigos de mi madre, es un LUJO. Mujeres que admiro tanto por ser auténticas, sinceras, compañeras, divertidas, curiosas, diferentes, alegres y jóvenes de espíritu. Ellas han sido mi ejemplo para aprender a rodearme de amigas así. Ellas son quienes me mantienen cuerda cuando todo parece desmoronarse.

SER MANIÁTICA: Las manías se heredan. No hay vuelta que dar. A veces se heredan y se multiplican. Si bien no siempre tenemos las mismas manías, siempre terminamos siendo maniáticas a nuestra manera y con nuestros temas. En mi caso, mi madre es maniática con los horarios y el orden, yo por mi parte soy maniática con la ropa y la comida. La sencillez no es un rasgo familiar. Nos gusta ser diferente y sobre todo ser complicadas. Cada día aparecen nuevas manías que me sorprenden hasta a mí misma. ¿Jeans que dan dentera? CHECK. ¿Odiar las milanesas pero amar las milanesitas? CHECK. Como dije…. La fruta no cae lejos del árbol.

NUESTROS SECRETOS DE BELLEZA: Todas nuestras madres tienen un secreto de belleza que tarde o temprano terminamos incorporando a nuestra rutina. Ya sea la crema para las hemorroides para tapar las ojeras genéticas, o la mascarilla nocturna que nos deja impresentables a partir de cierta hora. Lo que pasa es que no sólo heredamos las manías y costumbres, obviamente heredamos también los defectos familiares: las caderas anchas, las arrugas precoces, la propensidad a la celulitis, las  infames canas prematuras. Obviamente cuando vemos que tenemos las mismas infames pecas que nuestras pecosas madres empezamos a embadurnarnos de jugo de limón hasta parecer una limonada con patas, tal y como lo hacían ellas.

NUESTRO ORDEN O DESORDEN: Yo estoy firmemente convencida de que el orden y el desorden se heredan. Esto no es una herencia propiamente dicha, sino más bien un aprendizaje. Con el ejemplo nuestras madres nos transmiten todos sus defectos y virtudes. Quieran admitirlo o no, siempre terminamos imitándolas. Si son unas despatarradas obviamente seremos el triple de despatarradas. Si son ordenadas y organizadas, tarde o temprano, terminaremos siéndolo también nosotras.  

EL TALENTO PARA GENERAR SENTIMIENTO DE CULPA: Esto parece que es algo que todas las madres vamos desarrollando a medida que crecen nuestros hijos.  Llegamos a ser verdaderas PHD en esta ciencia, al punto que ya ni necesitamos esforzarnos en persuadir a nuestros hijos para que hagan lo que nosotros queremos. Simplemente se aplica un "está bien (pausa laaaarga)... como vos digas (suspiro, suspiro)" expresado con cara de martir y voz de sufrida y ya está todo solucionado.  Que pucha! Maquiavelo queda hecho un bebé de pecho frente a nuestras madres a la hora de emplear el sentimiento de culpa para ganar sus batallas!


SENTIR NOSTALGIA POR EL PASADO: Todas nuestras madres son nuestra ventanita al pasado. Quien no se ha deleitado escuchando como su madre hablaba de lo que ocurría y se usaba “en su época”. Todo parece glorificado cuando se trata de sus épocas y no de la nuestra. Se ponen nostálgicas hablando de tías abuelas finadas que había sido eran aún más maniáticas y locas que nuestras viejas. Nuestras madres nos enseñan sobre nuestras raíces, ellas ponen el nombre a aquellos rostros que ignoramos del álbum familiar, nos cuentan anécdotas e historias de nuestros antepasados y nos hacen darnos cuenta de que poder disfrutar de nuestros recuerdos es como volver a vivir nuestra vida.

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