martes, 9 de julio de 2013

Ana Ayala: Magnetismo Macabro

Fotografía: Mónica Matiauda
Ana Ayala nació en Asunción en 1973. Desde muy joven realiza cursos de fotografía, transfer, grabado e instalación. Desde 1994 participa en muestras nacionales e internacionales, desarrollando su actividad artística y creativa en distintos campos como la fotografía, el diseño gráfico, el grabado, el collage y el video arte.
En 1999 expuso en Madrid, en el Salón Internacional del Grabado de la Muestra Estampa. En el 2000 participó de la Primera Bienal de Grabado del Mercosur, ARTE BA, en Buenos Aires, Argentina y de la muestra colectiva “El Último Decenio”, en el Museo de Arte Contemporáneo de Montevideo. Tras estas exposiciones, por mucho tiempo dejó de exponer su trabajo, aunque esto no significó un cese en su producción creativa, pues seguía trabajando activamente en el mundo del arte, embarcada en diversos proyectos colectivos y destacándose en el mundo de la gráfica y de la editorial.

En el mes de mayo Ana presentó su primera muestra individual en el Museo del Barro. Con esta anticipada muestra, Ana Ayala vuelve a exponer sus intrigantes grabados como su saliera de su crisálida. ¿De qué otra manera llamar a este periodo en que estuvo creando en solitario, nutriéndose de su propio mundo interior y creciendo en silencio hasta sentirse suficientemente fuerte y segura para desplegar sus maravillosas alas oscuras? Porque si comparamos a Ana con una mariposa, deberíamos indefectiblemente compararla con una mariposa nocturna de intrigantes alas oscuras.

Es que las obras de Ana Ayala se alejan totalmente de lo vistoso, leve y colorido. Ellas habitan un mundo lleno de matices y sombras donde el cuerpo se disecciona para exponer las vísceras o se transmuta para mostrarse diferente y anómalo. Sus obras tienen esa cualidad fascinante pero a la vez perturbadora que conmociona y atrae al mismo tiempo como una especie de magnetismo macabro. 

Sus collages transferidos sobre viejos textos de medicina nos dan un vistazo hacia una expresión sin tapujos, visceral y sombría, fuerte y contundente. La artista nos permite un atisbo a un mundo, en el cual la imagen se expresa por encima de la palabra, donde lo inmaterial trasciende lo orgánico, lo morfológico y lo fisiológico de aquellas imágenes sacadas de antiguas lecciones de anatomía.

¿Qué te llevó al arte?
No creo que fuera algo preciso, siempre tuve interés en la música, la fotografía y el cine. Sin proponerme, con el tiempo hice cursos de fotografía, grabado, y estudié algunos años en el ISA (Instituto Superior de Arte). También trabajo desde hace mucho en diseño editorial y gráfico. Pero ahora pienso que quizás el inicio sea durante esos momentos que uno vive en la infancia y que van marcando cierto interés. En mi familia recuerdo a tío Carlitos (Dr. Ayala) que nos cantaba canciones para ir a dormir, también recuerdo una siesta en que mi tía Lena dibujaba mientras escuchaba un vinilo de Laurie Anderson… y cosas como esas.

En tu carrera artística se produjo un hiatus que ahora afortunadamente se está cerrando para dar lugar a una nueva etapa. ¿Qué fue lo que te llevó a retomar tu producción artística? ¿Cómo fue este regreso?
Pues realmente no lo tomo como un regreso, ya que siempre seguí participando en proyectos artísticos grupales. Pero sí, desde el año pasado volví a producir collages y grabados, esto me estimuló y quise trabajarlos como serie, luego surgieron propuestas para exponerlos. Tampoco podría precisarte que hizo que vuelva de forma individual a la producción artística, pero si te puedo decir que me siento muy estimulada.

Durante este periodo seguiste vinculada al arte a través de tu trabajo como diseñadora gráfica. Conociendo tu trabajo como diseñadora sé que el límite entre el diseño gráfico y el arte, en tu caso en particular, es muy borroso. ¿Creés que existe verdaderamente este límite entre arte y diseño?
En ambos casos estamos hablando de procesos creativos. La diferencia evidente es la autonomía que tiene el arte y por supuesto su poder para cuestionar. El arte deja abierta pequeñas ventanas que nos permiten “ver” lo que de una manera directa nos sería insoportable. En cambio el diseño busca comunicar mensajes claros, cerrados. 

¿Cómo es tu proceso creativo?
Por lo general me paso horas escuchando música. Hago una gran colecta de imágenes que recorto con tijeras afiladas por mi imaginario, vuelvo a ensamblarlas hasta crear escenarios y personajes. Este proceso suele ser muy minucioso, soy muy detallista y me gusta que las formas se unan casi sin dejar rastro. 


¿Qué técnica empleaste para esta nueva serie que expondrás próximamente?
Para los trabajos que están expuestos en el CAV/Museo del Barro, trabaje con el collage y las transferencias sobre páginas de viejos manuales de medicina.

Contame más sobre esta exposición. En las obras se percibe una fascinación por lo anatómico. ¿Qué motiva esta fascinación?
Creo que el cuerpo es como un mapa que va dejando códigos, y que si se descifran pueden revelarnos secretos de nuestra propia historia personal. Me gusta mucho trabajar con partes internas o vistas microscópicas, quizás para hacer aflorar todo lo que está oculto.

El tono de tus obras es muy onírico pero también oscuro, como si más que de un sueño, provinieran de una pesadilla desconcertante pero a la vez fascinante. Si estoy por el buen camino, me encantaría saber si te llegaste a plantear ¿de dónde surge esta oscuridad y si tuviste respuesta?
Los sueños pueden ser disparadores de estos constructos en algunos casos. Lo de la oscuridad también es algo que siempre me fascinó, es una estética con la que me siento identificada.

¿Qué es el arte para vos?
Es un canal que me permite expresar lo que no puedo de otra manera… El arte no pretende la salvación, en mi caso, solo busca ser un tamiz para acercarme a lo real.
  

Fotografía: Mónica Matiauda

No hay comentarios: