lunes, 6 de junio de 2011

JOSÉ LUIS ARDISSONE: EL PAPÁ DEL ARLEQUÍN



José Luis Ardissone no sólo es uno de los grandes nombres del teatro paraguayo, además de lucirse sobre las tablas, también ha sabido convertir al teatro en una actividad familiar. De hecho, el apellido Ardissone hoy es prácticamente sinónimo de teatro. Junto a su esposa Tessie decidieron lanzarse a perseguir el sueño de crear un espacio propio donde montar sus producciones; y así surge el Teatro Arlequín, un 3 de mayo de 1982. Sus cinco hijos, Alejandra, Irene, Fabrizio, Pablo y Bruno, desde pequeños supieron aportar su granito de arena, ayudando a sus padres, contribuyendo con su trabajo y talento sobre el escenario, en la producción teatral o detrás de las bambalinas del querido Teatro Arlequín. José Luis, junto a su hermosa y talentosa familia, ha hecho del teatro Arlequín un segundo hogar para toda la comunidad teatral.

¿Cómo te iniciaste en el mundo del teatro?
El patio de la escuela "Rca. Argentina" fue mi primer escenario, y  mi  primera actuación fue tragicómica. Era escolta de la bandera en la celebración del 14 de mayo cuando estaba en 1er. Grado. Al aparecer en  el improvisado escenario y ver a mi madre sentada en el patio de la
escuela, largué bandera y cintas, y salté del tablado corriendo a refugiarme en sus brazos. La carcajada de todos los chicos y de los padres que asistían al acto sólo contribuyó a que mi llanto fuera más profundo. Pero aprendí la lección; la siguiente vez, hacía de "rabanito"  en una ronda infantil y ya me porté con soltura cantando y bailando.  Pero mi gran rol de la infancia fue el del Mariscal López cuando, a los 8 años, mi maestra Juanita Ochoa, me hizo representar al héroe en la
 escenificación de "La noche antes" de Goicoechea Menéndez, y ya no en el  patio de la escuela, sino en el Teatro Municipal de Asunción.

 Pasaron muchos años y ya con el título de arquitecto me ofrecí a Teresita Torcida, integrante de  la compañía de comedias del ateneo paraguayo, como escenógrafo. No pensé que me fuera a hacer caso, pero a la semana me llamaba para tener una entrevista con Mario Prono y María Elena Sachero, directores de la compañía. Me ofrecieron realizar la escenografía de "Un rostro para Ana" de Mario Halley Mora en abril de 1970. Al año, con Teresita, Gustavo Calderini, Rafael Arriola, Clotilde Cabral y Mario Kravetz fundamos el grupo “Gente de Teatro". Allí, Mario, el director, me ofreció un papel en "La farsa del cajero que se fue hasta la esquina". Fue mi primer rol profesional, tuve excelentes críticas y a partir de entonces ya no me bajé más del escenario. Después vino el "Arlequín Teatro" y esta historia ya tiene 29 años de existencia continuada.

 ¿Tuvieron alguna influencia tus padres en tu amor por el teatro?
Desde muy niño mis padres me llevaron a ver obras de teatro y zarzuelas españolas. Cuando en la escuela me dieron ese rol del Mariscal López y al año siguiente el del general San Martín, mi madre y mi abuela cosieron y bordaron los uniformes de los próceres, mi padre fabricó con plomo las condecoraciones y los sables. Siempre apoyaron y alentaron ese entusiasmo mío hacia el teatro. Sin ese apoyo, tal vez mi vocación se hubiera diluido y yo hoy continuaría siendo solamente el arquitecto Ardissone.

¿Cómo se dio que tus hijos se fueran vinculando por su parte al mundo de las tablas?
 Prácticamente desde que nacieron vivieron en este mundo del teatro. Pablo nació dos días antes de mi primer estreno como escenógrafo, Alejandra e Irene tenían 4 y 3 años en ese momento. Cuando aprendieron a leer, estudiaban conmigo los parlamentos de las obras. Fabrizio nació un día antes del estreno de "Las mariposas son libres", y Bruno tenía 6 meses cuando inauguramos el Arlequín. Allí todos, las nenas ya adolescentes y los varones niñitos, pusieron su trabajo y su entusiasmo. Atendían el teléfono, barrían el escenario, y Bruno se sentaba en la primera fila de butacas en cada función y apenas tenía 1 año, quedándose quietito y callado mientras en el escenario "Bernarda Alba" levantaba amenazante su bastón. Era casi imposible que no se vincularan con la escena. Todos, menos Bruno, subieron al escenario, Irene y Fabricio por unos pocos años y Pablo y Alejandra son hoy actores de primer nivel. Bruno, se interesó en la administración del teatro y hoy ese factor fundamental de una empresa artística está en sus manos y en su cerebro.

Tu esposa Tessie también estuvo siempre muy vinculada a la producción teatral. ¿Cómo la recuerdan hoy en el Arlequín?
El apoyo de Tessie fue fundamental para que Arlequín naciera. Sin su solidaridad y su generosidad la empresa nunca hubiera visto la luz. Ella acompañó lo que entonces parecía una locura: tener  una sala de teatro propia. Ella dijo sí cuando yo invertí los ahorros de muchos años en ese sueño. Y después, mientras siguió a mi lado, no dejó nunca de ser la mano más pronta a solucionar problemas, a realizar vestuarios, a correr a buscar una silla que faltaba. Y sobre todo, no dejó nunca de acompañarme y darme su apoyo. Ella fue cofundadora del Arlequín, que hoy la recuerda con nostalgia y que valora toda su entrega.

¿Cómo se vive al teatro en tu familia?
El teatro es pan de cada día en mi familia. Alejandra, Pablo y Bruno, están conmigo, aportando su trabajo cada día. Hoy yo trato de apartarme cada vez más de las tareas cotidianas y sólo dirigir, actuar y escribir cuando puedo. Ellos han demostrado que pueden continuar la tarea con altura. Me siento muy feliz y orgulloso de que así sea y estoy seguro que pronto también algunos de mis nietos pasarán a integrarse al grupo. De hecho, varios de ellos ya dieron pasos en el escenario en varias obras.

¿Es difícil trabajar en familia?
Muchas veces discutimos, y como la sangre italiana corre por nuestras venas, las discusiones son en tono de ópera. Pero como lo que prima entre nosotros es el amor, al rato cae un aguacero, se diluyen las nubes, vuelve a salir el sol y todo sigue en ritmo de guarania.

 ¿Como es la relación padre/hijo cuando el vínculo sobre el escenario es el de padre director/ hijo actor?
Cuando me toca dirigirlos a Alejandra o a Pablo, la relación es totalmente profesional. No hago ninguna diferencia entre ellos y los demás integrantes del elenco. Si tengo que levantar la voz, lo hago por igual y ellos respetan esa posición con gran profesionalidad. Soy yo, el que se conmueve cuando veo cómo van creciendo actoralmente y como van modelando el talento que Dios les dio. Las ideas empresariales de Bruno, a veces chocan con mi formación de almacenero en administración. Pero voy entendiendo que los tiempos han cambiado y dejo que la vitalidad y energía de los jóvenes siga adelante.

¿Hubo alguna obra en la que trabajaron todos juntos sobre las tablas y tras bambalinas?
En casi todas las obras estamos juntos, no precisamente en el escenario, sino en toda la producción. Cuando nos toca estar a los tres en el escenario, somos actores que formamos parte de un elenco como lo son los otros compañeros. Claro que de pronto hay alguna obra especial que nos une más sentimentalmente, como fue con pablo en "La muerte de un viajante", con Alejandra en "Los hermanos queridos" con los dos juntos en "Reproches a la Putanesca" o en "Rey Lear".

¿Cuál fue la obra más significativa que hayas representado con tus hijos?
Si tengo que elegir una  me quedo con "Reproches a la Putanesca". La escribió Franklin rodríguez, uruguayo, especialmente para nosotros tres y en la obra yo era el padre que los invitaba a comer, tal como sucede en mi casa todos los domingos en que mis hijos, sus parejas , mis nietos y algunos amigos comparten la mesa que yo decoro y comen la comida que yo cocino.

Mirando atrás, ¿cuál considerás tu mayor satisfacción en estos 30 años dedicados al teatro?
Realmente son un poco más. Son ya 40 años que estoy profesionalmente dedicado al teatro. Creo que la mayor satisfacción es ver que el público nos acompaña, nos alienta, se emociona con las obras que hacemos. Es comprobar que fuera del país somos considerados y nos invitan a participar en festivales. Es saber que atrás de mi, está una familia dispuesta a seguir el mismo camino con el apoyo de compañeros que a lo largo de los años aportaron también su trabajo y su talento para
consolidar la institución que ,si bien la fundamos yo y mi familia, hoy es de toda la comunidad teatral.

¿Qué proyectos tienen previstos para este año?
Después de 39 años volveremos a montar "Las mariposas son libres", una deliciosa comedia de Leonard Gershe con la dirección de Pablo y la participación de Hernán Melgarejo, Pabla Thomen y Rosa Barrios. Digo después de 39 años, pues en 1972 la hicimos con el "Grupo Gente de Teatro" con Gustavo Calderini, Clotilde Cabral y Celia María Benítez. En agosto estrenamos una comedia musical de mi autoría con música de Jorge Garbett: "Paraíso de Mahoma- Las mujeres en la conquista", que relata, desde la fundación de Asunción hasta los años previos a la independencia, la labor de las mujeres, tanto indígenas, como mestizas, criollas y españolas en la formación de nuestra nacionalidad.

¿Cómo ves el futuro del Teatro Arlequín?
Creo que si la energía que yo puse en su creación, se prolonga en mis hijos, Arlequín tiene muchos años de vida fructífera por delante. No me caben dudas de que así será.

¿Crees que tus nietos seguirán vinculados al teatro?
A varios de ellos les entusiasma el escenario, tienen talento para estar allí arriba. Espero que también tengan constancia y trabajen para que esa vocación cristalice en actores de talento.

 ¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota graciosa que te haya tocado vivir con tus hijos sobre el escenario?
Tengo que nombrar de nuevo a "Reproches a la Putanesca". Yo cocinaba en serio en la escena, y los espaguetis eran después servidos en el almuerzo que compartíamos. Esta escena era siempre una improvisación, pues yo les servía poco y mi plato era el más grande. Las discusiones eran reales entonces: "¿por qué a mi tan poco?", "¡sólo eso!", "es que estás gordo". En fin, todo era como en los domingos de mi casa. Muy divertido y entrañable.

1 comentario:

Carlos Maurício Ardissone dijo...

Hermosa entrevista Tío. m equedo feliz por todas las veces que me tocó estar en Arlequin a admirar su trabajo. Sobre las anedoctas, tal vez te acuerdes de dia en que llege despues del comiezo de la obra, con la sala oscura, y me cai por la escalera abajo, con todos escuchando el sonido de la queda, sin saber la razón. Cariños de tu sobrino carioca, Carlos Maurício Ardissone (Gugu)