viernes, 17 de abril de 2009

MAMIZILLAS – Madres Aterradoras





En Mayo todas las revistas rebosan de floreadísimos artículos sobre nuestras amorosas madres. Las elevan al pedestal que por Diooos que se tienen ganado y merecido. Pero las madres también tienen ciertos ingredientes un poco corrosivos. Son divinas, son vitales, son nuestro apoyo más grande… pero a veces también son nuestro mayor dolor de cabeza.

Hace poco cayó en mis manos un divertidísimo libro de Jill Kargman, llamado “Momzillas”, cuyas páginas me fueron revelando delirante historias de madres que estaban emprendiendo una carrera unipersonal por desplegar y diseminar por el mundo todo su potencial materno. Sucesiones de madres híper competitivas, posesivas, manipuladoras, sobre protectoras, híper organizadas y estresadas iban luchando por tomar la posta de la súper mamá. Me encantó el título tan apropiado para esta populosa categoría de madres y no tuve más remedio que apropiármelo para este artículo.

Nuestras madres


La mayoría de las mujeres tenemos una relación amor/odio con nuestras madres. Las adoramos y las respetamos, pero el 95% del tiempo nos sacan de quicio con sus comentarios, sus manías, sus críticas (siempre bien intencionadas pero nunca bienvenidas) y por supuesto esa habilidad inherente que tienen para poner sus deditos en el punto más inflamable de nuestras llagas personales.

- Cuando subís de peso nuestras Mamizillas son las primeras en hacértelo saber… por más de que el espejo ya te lo haya puesto CLARÍSIMO. Lo hacen en público, cuando estás por saborear aquel heladito taaaan necesario para hacer frente al calor veraniego arruinando el momento con algún comentario como: “vas a comerte ESO, yo que vos me cosía la boca”. A lo que mentalmente respondés mientras le mirás con furia: “No, solo quiero ver como se derrite.” Si es un poco más discreta te saldrá con alguna indirecta del tipo: “Ayer me encontré con tu amiga Fulanita, está tan flaaaaca y conste que es mayor que vos y tiene 3 hijos.” (No te comparó dice) Y en el caso de que sea hiper, mega sutil, una sola mirada suya (esa mirada taaan maternal en la que abren graaande los ojos como si estuvieran presenciando un asesinato en masa) servirá para saber que está calculando todas las calorías que estás ingiriendo.




- Las Mamizillas Comentan SUS preocupaciones con TUS amigas. Como no quisiste entrar en detalles sobre tu última ruptura, o la pelea que tuviste con tu novio, ellas se encargan solitas de sacarlo de la boca de alguna de tus amigas y saben muy bien como recabar la información omitida. Las dejas un segundo sola con alguna de tus compinches y para cuando vuelvas ella ya tendrá toda la historia oficial en versión UNCUT. Con los años parece que las madres van adquiriendo un talento sobrenatural para encontrar tu ropa sucia. No importa que tan bien la tengas guardada, la rastrearán hasta dar con ella. Y una vez que la caja de pandora esté abierta seguramente pasarán más tiempo al teléfono con tus amigas que vos, discutiendo todos los pormenores de tu vida e intentando encontrar alguna solución para tus conflictos. Yo estoy convencida, que la verdadera inventora del detector de mentiras, fue seguramente la madre de algún espía de la CIA.
- Una Mamizilla vive a través de sus hijos. Tus logros se convierten en SUS logros. Seguramente te hacían pelar en el colegio haciéndote recitar, ejecutar la coreografía de tu ballet, hablar en una lengua extranjera, o cantar a capela alguna canción infantil. Cuando su dominio sobre sus hijos se reduce al llegar a la adolescencia, se conforman con comentar tus logros a sus amigas (en cada oportunidad que tengan). Así se sucederán las embarazosas situaciones en las que si, por ejemplo, alguien empieza a hablar de Bill Gates, sale tu mamizilla a contar con el pecho inflado: “mi hija domina internet”. Si empiezan a hablar de Picasso, probablemente comentará en la primera oportunidad que tenga que su hija pinta al óleo, con acuarelas, acrílico, témpera y pastel (sin importar el mamarracho que te salga, que por supuesto para ella supera a cualquier obra de Picasso). Si escucha que la hija de fulanita habla dos idiomas, inmediatamente acota: “mi hija habla TRES” (por más de que solo se traten de español, guaraní escolar y portuñol; ella está convencida porque te escuchó pedir en Camboriú un “sorbechi de shocolachiiii” que dominás el portugués).

- Las Mamizillas aman el blanco nupcial. Desde que naciste ya están planeando tu boda. Si todavía no te casaste y tenés más de 26 tu mamizilla seguramente está más estresada que vos. Intentarán engancharte con TODOS los hijos de sus amigas y estarán emprendiendo una campaña constante por conseguirte un novio ASAP. Por supuesto que cuando agoten el repertorio de sus amistades, empezarán a confabular con tus amigas para exponerte a 1001 citas a ciegas. Te presionará hasta que te salgan canas prematuras para que salgas más, para que le conozcas a fulanito, para que cambies de amigas, para que “sientes cabeza”, etc. etc. Cada chico con el que salgas se convierte en EL CANDIDATO aunque solo salgas una vez. Si salís 3 veces ya empezará a oír campanas de boda. Si para la 4 cita ya te cansaste del “candidato” la encontrarás llorando en todos los rincones preocupadísima porque NUUUNCA te van a ver de blanco (a las Mamizillas le encanta el drama).

- El Mamizillismo no se extingue con el casamiento, sobretodo cuando aún no hay NIETOS. Cuando una mamizilla ve cumplido el sueño de ver a su hija entrando de blanco al altar, inmediatamente maquina uno nuevo: convertirse en ABUZILLA. Cada oportunidad que tengan de largarte una indirecta, ponéle la firma que no la dejará pasar. Te contará todas las gracias de los nietos de sus amigas seguido del típico reclamo: “¿y ustedes cuanto piensan esperar?” Si le contás que una de tus amigas está embarazada, le saldrán lagrimones no de alegría, sino de pura desdicha. En el acto te dirá con voz temblante: “¡Me voy a morir sin conocer a mis nietoooos!” Y si se da cuenta que contigo no hay caso, lo más probable es que empiece a atosigar a tu marido. No te sorprendas si la pescás en la próxima reunión familiar charlando a solas con tu marido. Si afilás bien el oído podrás oír con espanto como le pregunta con total naturalidad alguna barrabasada como: “¿estás seguro de que te funciona todo bien?” Acto seguido empezará a recomendarle un doctor buenísimo que le puede examinar. Le contará que hizo un máster en EE.UU. y que la hija de su amiga Chichú tuvo TRI-llizos gracias a su tratamiento. Antes de que puedas intervenir ya le habrá pasado la tarjeta con todos los contactos del doctor especializado en fertilidad y estará a una distancia prudente sirviéndole café al resto de la familia.

- Cuando te divorcias, para ellas oficialmente volvés a tener 15 años. Regresar al seno materno tras un fracaso sentimental es lo más natural y reconfortante. Una madre siempre recibe a sus hijos con los brazos abiertos. No hay mayor apoyo que el que podrás encontrar en ella. Pero ni bien te repongas, empezará la regresión oficial. Volverás a tener 15 y a estar bajo su jurisdicción, protección y patria potestad. Oficialmente volvés a ser la hija adolescente, con hora de llegada, controles, intervenciones y múltiples recriminaciones. Recordate que así como tus logros son SUS logros, tus fracasos también son SUYOS. Ella se encargará de mostrarse más sufrida que vos, la volverás a encontrar llorando por los rincones y por supuesto volverá a sacar su cuadernito negro con “potables candidatos” para que rehagas tu vida.



SUS Madres



Tan odiosas como las nuestras son las madres de ELLOS: las suegras. Tener una buena suegra es como ganarse la Lotería Americana, algo fantástico pero altísimamente improbable. El problema con SU madre, es que a ella no se la puede enfrentar con la libertad con la que enfrentamos a NUESTRAS madres. A tu SUEGRIZILLA tendrás que conformarte con criticarle entre dientes detrás de una sonrisa tan falsa como el cuero “ecológico” de tu sandalia brasileña.

-Dentro de la familia de las Mamizillas, la Suegrizilla es el equivalente al Tiranosaurio Rex del mundo Jurásico. Es la que tiene la lengua más afilada, las garras más filosas, el olfato más desarrollado y una mirada de rayos X a la que no se le escapa nada. Como están acostumbradas a reinar en sus hogares, son seres intocables a quienes sus hijos han elevado a un estado de semi-diosas, y por más que te empeñes NUNCA podrás desinflar su burbuja.

- Las Suegrizillas se destacan por dos cosas: aman criticarte (y no pierden oportunidad para hacerlo) tanto como aman meterse donde no son llamadas. Lo más común es que sus críticas y observaciones te lleguen “indirectamente” a través de sus críos; porque son demasiado astutas como para decírtelas a vos. Así terminará tu novio o marido, diciéndote algún día que el vestido turquesa que usaste para el bautismo del sobrinito era demasiado chillón (siendo que vos sabés que te podés poner una camisa a motas fucsia con un pantalón amarillo y a ellos no les va a llamar en lo más mínimo la atención). Siempre que tu marido te venga con una crítica fashionista, ponéle la firma que la observación vino de tu Suegrizilla.

- A las Suegrizillas no se las puede confrontar directamente. Si lo haces ya caíste en su trampa antes de que te hayas dado cuenta. Como son intocables y astutas lo primero que harán ante la más mínima expresión de desacuerdo es hacerte quedar mal a vos frente a sus críos y a toda su prole. Te pintará como una cruel, intratable y mezquina que lo único que quiere es tener control absoluto sobre su pobre hijito que tuvo la DESGRACIA de toparse contigo. Por lo tanto es recomendable manejarlas con cautela, no perder la gracia ni la cordura y esquivar sus artimañas con evasivas, si falsos y críticas tan indirectas y cuidadosas como las suyas.

Las OTRAS Mamis


Cuando una se convierte en Madre, jura y rejura que jamás se convertirá en una Mamizilla. Pero lastimosamente, si no se afilan las garras, una termina aplastada como japonesita bajo el peso de la jauría de Mamizillas que rondan las guardes, cumples, colegios y academias. Las Mamizillas andan en jaurías. Les gusta juntarse con las de su especie. Donde hay una Mamizilla, siempre aparece alguna secuaz. Por supuesto que dentro del grupo siempre destaca una Mamizilla Alfa que lidera a la jauría. Seguramente es regia y le encanta hacértelo saber a gritos. Ellas tienen tiempo para todo, van al gym, están siempre bronceadas y a la última con ningún pelo fuera de lugar y sus hijos son por supuesto superdotados. Todo es motivo de competencia para estas madres: quien da de mamar más tiempo, quien vuelve a su peso normal más rápido tras el embarazo, el hijo de quien camina más rápido, el hijo de quién saca mejores notas, etc. etc.

- Atención: las mamizillas surgen desde el momento mismo de su primera gestación. Inmediatamente tras el test de embarazo dejarán de tomar café y tereré por más que el Doctor le haya dicho que no se preocupara. Una Mamizilla siempre sabe más que el doctor, pues para la tercera semana ya se leyó todos los libros de embarazo, terminó con honores el curso pre natal y les retiró el saludo a todas sus amigas que toman café o coca cola durante sus embarazos. Ante cualquier confrontación citará 10 estudios canadienses o la opinión de 20 especialistas.

- Cuando nacen sus bebés se convierten en gallinas cluecas que no dejan que nadie les alce a sus hijos o les toque sin frotarse antes las manos con un gel anti bacterias que tendrá siempre al alcance y dará sin vergüenza alguna a cuanta persona ose acercarse a su baby godzuki. Hervirá todo lo que esté en contacto con su bebé, y si se descuidan, hasta a las desafortunadas que la visitan. De ahora en más no se despegará de su bebé, el neogodzuki se convertirá en un apéndice más de su existencia. Sus temas de conversación se centrarán en: el parto (que por supuesto fue horroroso, normal, sin anestesia y tras 58 horas de trabajo de parto), dar de mamar hasta que sus hijos comiencen a hablar en taiwanés (criticarán de refilón a todas esas “malas madres” que solo le dan de mamar 3 meses a sus hijos y – horrrooor - no disfrutaron del “mágico momento del amamantamiento”), y enumerarán todas las veces que se levanta por noche (mientras critica a alguna amiga “desalmada” que se contrató a una enfermera para poder dormir de noche). Y si tienen mellizos… a todos los comentarios que escuchen de otras madres ellas inmediatamente agregarán: “decime a mí, ¡que yo tuve DOS!”

- Las mamizillas están siempre listas para dar consejos, por más que vos tengas 4 hijos, te mirará desde arriba, porque su único crío es más educado, más inteligente y está mejor cuidado que el tuyo. No parará de darte consejos sobre como cuidar a tus hijos, como corregirlos sin gritar o sin darles chachá (porque una nalgada bien merecida ya es un acto de violencia infantil para una mamizilla) y como no tenés que darles azúcar JAMAS a tus niños. Recuerden, que los minigodzukis comen comida macrobiótica, orgánica, hiper saludable, y lo más dulce de su dieta se reduce a una manzana. Lo más odioso de una mamizilla es cuando empieza a hacer observaciones sobre tus hijos. Si le das papas fritas te mirará con ojos desorbitados diciéndote: “¡Cómo le das de comer ESO a tu hijo!” como si le estuvieses dando papas radioactivas de Chernóbil. Si tus hijos están resfriados, te pasará un kleenex (las mamizillas siempre tienen todo a mano) o en el peor de los casos se encargará ella misma de limpiarle la nariz, mientras te mira con cara de desapruebo por ser una mamá taaan descuidada. ¡DIOS NOS GUARDE de los mocos tóxicos de nuestros hijos!

- Las Mamizillas sienten una compulsión a ser perfectas en todo y su figura es casi tan importante como sus hijos. Para lograrlo, tienen todo rígidamente organizado como la propaganda ochentosa de yogurt Guaraní: Lunes Pilates, Martes Spinning, Miercoles Yoga, Jueves Alargue, Viernes Manicure y Pedicuuuuure. Estas madres son tan regias que vuelven a sus jeans viejos a la semana del parto. De la gestación no quedó ninguna estría, ningún pocito de celulitis, ninguna ojera ni algún rastro de flacidez estomacal. En los casos más extremos de mamizilismo, agendan sus cesáreas 3 semanas antes de su fecha de parto para salvarse de los kilitos extras que se ganan en esas semanas. Si le decís que no te importa subir de peso, te dirán: “a vos no, pero tu marido te lo agradecerá”

-Las mamizillas creen que pueden hacerlo todo (por supuesto mejor que vos). Para lograrlo entrenarán a los mini godzukis enseñándoles a leer antes de tiempo y hacer cuanta actividad rara esté de moda. No dudes que te mirará como alienígena si no te inscribiste al curso de Baby Yoga, al de masajes ayurvédicos anti cólicos, al de nutrición infantil orgánica ni le inscribiste a tu niñera al curso de primeros auxilios o al curso de formación integral de la niñera. Te dirá desde su pedestal que ella siempre encuentra tiempo porque sabe organizarse y el bienestar de sus hijos es SU prioridad. Te lo dirá con un tonito condescendiente en el cual implícitamente está afirmando que por lo visto sos una tarada desorganizada que antepone su trabajo a la salud emocional de sus hijos.

- Las mamizillas aman acechar a otras madres. Se nutren de sus inseguridades y se auto proclaman expertas en todo lo relacionado a los hijos: desde Mozart para bebés, cambios de pañales, lactancia, pediatras y desarrollo infantil. Ellas están en una competencia constante por ser la mejor mamá y tener los hijos más inteligentes y súper desarrollados del planeta. No es de extrañar que te pregunten cuanto pesa y mide tu bebé y lo comparen inmediatamente con el suyo. Por ejemplo, te preguntará a los cuantos meses caminó tu hijo y a los cuantos dejó el pañal, no porque le interese, sino solo para contarte que SU súpergodzuki caminó a los 9 meses y dejó el pañal a los 11. Si tu hijo por alguna misteriosa razón empezó a caminar antes (ella no se dejará ganar fácilmente) te dirá que su pediatra le dijo que la edad ideal para que caminen los niños es a los 11 meses (juuusto la edad que tenía su hijo cuando empezó a caminar) ya que si caminan antes, según los últimos estudios hechos en Noruega, hay un riesgo de que se le arqueen las piernitas.

- Su competencia se extiende a todos los profesionales involucrados en el desarrollo de sus hijos. SU pediatra es el mejor, SU ginecólogo es la autoridad máxima en partos, y como visitó 28 guarderías antes de inscribir a su hijo, SU guardería es la TOP. Y para cuando están en edad escolar el colegio al que deciden inscribirle es una mezcla de Harvard y Oxford juntos. Sus hijos están inscriptos en cuanta actividad extracurricular exista y no es de sorprender que les hagan estudiar hasta Chino para cultivar sus intelectos y alentarlos desde los 6 años a ser grandes emprendedores. Si todos los compañeritos están aprendiendo a contar hasta 10, el mini godzuki seguro que ya cuenta hasta 20, pero en inglés. A esta altura las otras madres ya la tendrán bien identificada. Es la que no se calla en las reuniones escolares, la que siempre tiene un comentario sobre la seguridad de “nuestros” hijos, la que atropella a los profesores porque le pusieron un 3 en Educación Física a su hija de 6 años porque puede afectarle en su promedio y en el ingreso a la Universidad.

Lastimosamente estas madres hipercompetitivas, archi informadas y estresadas, que se parten en dos por ganar la maratón que es para ellas la maternidad y tienen como lema “mis hijos son perfectos y superdotados” son la plaga de nuestro siglo. Los Doctores aún no han encontrado una cura para el mamizillismo, pero está altamente recomendada una buena dosis de valium para tolerarlas.

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